Omega:
La vista es emocionante, nada dentro de lo posible habría de salir mal. Esa confianza era cosa extraña hace algunos años atrás pero todo ya estaba superado. Por eso se había fundado Omega. El emplazamiento una llanura rural. La base de toda la economía de Omega el cultivo de trigo. Sus habitantes no eran muchos, pero el precio de los granos les permitía vivir de una forma cómoda y apacible. El paraíso de la agricultura. Tantos habitantes satisfechos eran muestra del progreso de la zona. Tradicionales dentro de lo que tradición se puede entender en este tiempo. Vivían de una lenta forma que para la mayoría de las personas de las ciudades parecería de lo más aburrido del mundo. Pese a todo este lugar era bastante hermético para con los extraños. Había un hotel al costado de la ruta sin ser este muy grande. Tenía comodidades, casi superiores al promedio, lo que fue hecho para que los curiosos no se metieran en el centro del pueblo. Si, Omega era visto por sus habitantes como el “Pueblo”. Nadie estaba invitado a saber mucho de él, ni siquiera las familias de los habitantes que no se encontraban allí.
Las fotos del pueblo eran una forma típica en que viajara la información. Tenían su propio diario, y su propio diario. El cual, debía ser tirado estrictamente cuando se abandonaba el pueblo. Cosa que había que había decidido, el consejo de vecinos muchos años antes. Cualquiera que los viera de afuera pensaría que eran una manada de paranoicos con ideas creativas. Profundamente religiosos o eso parecía, poseían una iglesia enorme, tanto que se veía desde lejos. Ya que el pueblo estaba metido bastante adentro en el campo alejado de la ruta principal. Pero la “Pequeña Iglesia”, como le decían era enorme para la gente a la que asistía. Pero por la persecuciones de sus propios habitantes casi nunca celebraban misa, porque no aceptaban que viniera un clérigo de un lugar más lejano, una vez por semana para hacer los oficios religiosos era inaceptable. Pero pese a todo ellos se habían organizado hacían oraciones comunitarias los domingos con suma rigurosidad. Lo curioso es que este pueblo hermético, crecía para sí. Hablaban de todo lo demás como los “otros”, los “otros” eran lo más peligroso. Nadie quería volver a vivir en las épocas del terror. Omega no era un caso tan aislado como parecía muchos pueblos en el interior tenían esta forma. La gente estaba harta de la guerra contra el “terror”. Muchas de esas cosas fueron olvidadas gracias a la fuerza de voluntad. Las casas de aquel lugar, eran blancas. Sus tejas eran negras y el contraste era muy monótono. La iglesia era mucho más estilizada. De color gris por la piedra, de apariencia casi gótica, las tejas de este noble edificio eran azul marino. Las agujas eran de color plata y siempre destacaban en el soleado cielo de aquel paraje. Los habitantes tenían aficiones varias, practicaban deportes hablaban del mundo exterior. Jugaban mucho al ajedrez, algunos de ellos viajaban. Solo que existía un acuerdo tácito de tratar de evadir el tema de la procedencia de todo lo que conocían. Solían cocinar mucho, porque el pueblo era muy unido cualquiera que llegará de otro país pensaría que el pueblo tiene siglos de antigüedad y que las tradiciones son esas. Sin embrago incurriría en el error. Todo allí era muy reciente como mucho se podría decir que tenía cincuenta años aquel lugar. Como decía, las gentes de ese lugar eran todas muy extrañas. Yo nunca fui al pueblo solo tengo algunas cosas que me han llegado de un pariente lejano mío que me ha mandado, pero tampoco son muy extensas. Pasado un tiempo el no pudo entender la naturaleza del pueblo y se fue. El trabajo de sus habitantes había sido un éxito. Pero todo era tan extraño por allí que siempre había gente que se quería meter. Los curiosos de todo el país morían por lo menos por pasar por el hotel al costado de la ruta. Podían luego decir: “Yo estuve en Omega, no es lo que parece, blah, blah, blah”. Eso los había puesto en un libro y todo. Yo compre el libro se llama: “Los lugares más extraños”, es una verdadera bazofia. Lo peor es que es bastante inexacto. Pero pese a todo es uno de los pocos lugares donde se tienen tantas fotos sobre el pueblo. Porque sé de buena fuente que pueblos como Alfa, son mucho más amistosos. Enclavados cerca de las montañas, se dedican al cultivo de árboles frutales. Mucha gente de las ciudades, pasa sus vacaciones junto a las montañas, y conocen el lugar. Esa gente es mucho más amistosa.
La gente de Omega, no le importa mucho el mundo que nosotros habitamos. Las tecnologías no los deslumbran. Mantienen un cerco tecnológico alrededor de ellos. No les interesa demasiado lo que pueda ocurrir más allá, menos claro, el precio del trigo. Ya que están muy al tanto de los asuntos agrícolas, quizá más de lo que podría suponer un hombre cualquiera. El tren pasa a una distancia considerable del pueblo así que por tren se puede ver también. Pero desde muy lejos solo se ven las agujas de color plata de la iglesia. Pese a todo eso, cuando alguna de las persona llega al pueblo con toda la serie de disuasiones que se imponen. Los habitantes se muestran muy indiferentes con él. Ellos se basan en la independencia y en el trabajo no gustan de perder el tiempo entre las ocho de la mañana y las ocho de la noche. Pese a que en los campos de alrededor empiezan antes a trabajar. Las bodas siempre son un problema en Omega. Muchas veces la familia de los enamorados prefiere viajar a otro pueblo donde se casan para luego volver. Toda la fiesta y las cosas accesorias se hacen en el pueblo muchas veces en la plaza central. Esta es cuadrada y esta cubierta por álamos. Allí una serie de mesas se instalan y la fiesta se prolonga hasta altas horas de la noche. Solo tres personas extranjeras se han casado con locales. Uno de los hombres que trabaja en el banco. Otro que es un granjero prospero, que se especializa en la cría de cerdos y una mujer bastante joven. Ella llegó del brazo de uno de los chicos más aventureros del pueblo. “Chicos”, en este pueblo los viejos son muy importantes, gente que no tiene más de cuarenta les dicen “chicos”. Esta es la única pareja que se casó, muy lejos de allí. En una ciudad, era uno de los personajes más polémicos del pueblo. Pero la polémica era cosa extraña.
Las amas de casa hacían extrañas competencias culinarias, entre ellas, la de cocción de tortas, pasteles, budines. La mayoría participaba y pasaban gran parte de los domingos realizando estas actividades. La más apta para llevarse todas las condecoraciones era Valeria Ramos. Una mujer de menos de veinticinco años. Si, ya se muy joven. Yo pensé lo mismo. Era hija de Pedro Ramos, especialista en madera y elementos de la construcción. Hombre de “Fe”, porque aquí la fe es importante. Se caso con Hilario Glogmann, si eran nombres raros los que usaban algunos pero la mayoría no se sorprendía por eso. Algunos no salieron nunca de ese pueblo por lo que lo tomaban mucho más normal. La señora Glogmann, era una cocinera dedicada. Se podría denominar una maniaca de la cocina. Pero en este pueblo, todas esas palabras de consultorio, no se usaban. Odiaban a los psicólogos y psiquiatras de toda especie. Era una de las pocas cosas que no se hallaba en las casas. La mujer, era una gran cocinera que hacía muchas tortas como selvas negras. Las cuales le hacían ganar las veces que participará las competencias. Las otras mujeres la odiaban y la admiraban pero sabían que pasaría si se peleaban con ella. Era una persona que perdonaba difícilmente. Su palabra era ley en el pueblo, en cuanto a lo que cocina se trataba. No se hacían tampoco muchas innovaciones en ese campo. Una de las mejores amigas de la señora Glogmann era Gilda Van Houten. La “pequeña Gilda”, era una mujer bastante gorda que lo más ancho que tenía eran sus brazos. Una cocinera excelente pero con menos imaginación que su amiga. Pero ella era una trabajadora pesada, porque tenía seis hijos y un marido de buen comer. Ella hacía a mano la pasta, pese a que no tenia de cómo hacerla cuando conoció a su marido lo aprendió de forma marcial por su suegra. Gilda era como dije alguien que gustaba de la comida. La mayoría de las amas de casa de por allí solían dedicarse a esto de forma casi profesional. Los maridos que tenían solían pavonearse y decir que poseían la mejor cocinera del “pueblo”. Pero ningún hombre cocinaba si le dejaban optar por una salida fácil. Solo uno de los profesores de la escuela era soltero ese si se cocinaba pero ese hombre era extraño cocinaba cosas orientales, como Sushi. Era una de las personas que recibía más correspondencia, revistas, y cosas en general. El tipo de los correos, solo conocía a este hombre un poco porque el resto del pueblo claramente lo evitaba. Eso hacía que ese profesor fuera bastante peligroso para los habitantes. Dudaban de su amor por Omega. Quizás él estaba allí por algo más. El mejor de los mitómanos de Omega, el señor Eugenio Carlotto. Este era el esposo de Gilda. El inventaba que ese hombre seguramente conspiraba siempre había muchos motivos por los cuales la gente quería arruinar el estilo de vida del pueblo. Se decían muchas cosas, eran gente cerrada. Eugenio siempre tenía algo nuevo para agregar. Él tenía en su casa en el fondo una especie de bar. Donde todos los días de la semana si estaba de humor la gente se reunía fumaban bastante y tomaban bastante pero eran gente tranquila. Como anfitrión se reservaba el derecho de dar a todos cátedra de los asuntos del pueblo. Omega, como ven era un universo dentro del universo. Los hombres que iban, siempre estaban siendo regañados por sus mujeres. “Eugenio, esto, o aquello”, para muchas de las mujeres de por allí Eugenio no era un tipo serio. Es que tenía esos toques raros de generosidad extraña. Gilda llevaba creaciones de moda extrañas que Eugenio eligió alguna de las veces que se fue del pueblo. Porque Eugenio traía cervezas importadas, de muchas partes distintas como también cigarros. Compraba muchas cosas, pero llevaba tatuado el titulo de “mejor amante de Omega”, y no justamente por lo que imaginan sino por las cosas extrañas. Como las pinturas que encargo al profesor de arte de la escuela sobre el pueblo que exhibía en su casa. Lo cual era redundante.
Pero Omega era una comunidad, una comunidad anacrónica a su tiempo. Pero ese fue el plan de los fundadores de los asentamientos rurales. Las ciudades híper tecnificadas, proponían un estilo de vida totalmente diferentes. Ni hablar de la ciudad capital allí todo era posible. Pero en ese lugar todo era corrupción. Muchos de los orgullosos padres de Omega, decían ser de los mejores padres del mundo por el hecho de vivir aquí. “La gente crece como debe aquí. Nada de esas ideas, del no futuro y estupideces como esas”-remataba los comentarios. De hecho la escuela del pueblo estaba aún más lejos de todo que el pueblo estaba metido en medio del campo. Un reloj enorme en lo más alto de la escuela, era la fachada que daba hacia el pueblo. En la escuela se había gastado gran parte del presupuesto del pueblo. Por esto era una construcción importante.
La escuela y la primaria estaban juntas unidas por medio de un patio bastante grande donde transcurría la vida social de los alumnos. Pero todo era un mundo cerrado, y como en los mundo cerrados había costumbres. Pero eso no es tema específico del pueblo. El pueblo no tenía estudios superiores en cosas que no estuvieran relacionadas en la agricultura o ganadería. Por lo que a lo largo del tiempo hubo jóvenes que han emigrado de él, buscando vidas mejores o por lo menos más emocionantes. Pero pocos de ellos han vuelto al pueblo. No obstante los sucesos que ocurrieron en Omega fueron muy distintos de los que ocurrieron en Alfa o en Gamma. Porque Omega tenía planes de separarse de todo lo demás de llegar a ser completamente autónomos a casi cualquier precio. En medio de la globalización irrefrenable, Omega resistía contra viento y marea cualquier intento de unirla con el resto del mundo. Era un caso muy extraño, algunos periodista de muy diversos lugares siguieron el proceso. El gobierno se mostraba intranquilo con este feudo, que se quería aislar de la estructura central del poder. Pero la decisión esta tomada, el pueblo buscaba separarse de todo. Nadie sabría el resultado preciso de tales acciones. Un muro se construyo en parte de la ciudad, un gran circulo en la parte oriental del pueblo allí quedaba otro pueblo dentro del pueblo. Este arreglo muy extraño se llego a cabo con el gobierno por el hecho de que el gobierno impedía esa clase de construcciones. Todos los habitantes finalmente estaban felices porque se habían salido con la suya. Una parte del mundo era de ellos pese a todo. Todavía no sabían que iban a hacer dentro de esos muros. No eran tan amplios como ellos querían pero podrían construir bajo tierra. Eugenio hablo de muchas cosas extrañas y los otros pobladores estuvieron de acuerdo en parte. Los niños de la ciudad no entendían mucho sobre la construcción del muro. Pero con el tiempo se lleno de pintadas diversas, en esa única pared de cemento en la extensión de trigo. Tuvo una consecuencia inesperada, la gente se entusiasmaba más con el lugar porque todo esto lo hacía de lo más excéntrico posible. La imaginación popular se dejó llevar. Desde conspiración ovni hasta ideas más descabelladas. Yo y uno de mis grandes amigos éramos de los interesados. Solo que este amigo no había sido por el pueblo antes. De mi tuvieron ligeras noticias, por todo el asunto de las fotografías de los libros y de la crónica de mi pariente que me debe haber descripto. Hicimos un mapa detallado del pueblo, todo lo que habían hecho estaba ahí. Sin embrago Omega fue uno de esos proyectos extraños que hizo nuestro país, lo más extraño era que funcionaba. Todas las colonias agrícolas funcionaban y daban muchos beneficios. El país era extraño ahora que lo pienso. Pero no era cuestión de lo que había ocurrido con el país solo quería saber del pueblo. Juntamos algún dinero para mandarnos al pueblo pero para estar realmente en el pueblo se necesitaba una casa y quien nos daría una casa. Ninguno de los habitantes nos tendría de huéspedes, porque era como expulsarse del pueblo. Esperamos un tiempo hasta que llego una oportunidad, nosotros nos encontramos con un tal viejo Mac Callister, este viejo vivía solo y tenía dos sobrinos. Los cuales hace por lo menos veinte años que no veía. Por lo que tomamos el lugar de esos sobrinos. El viejo estaba feliz, estaba harto de la gente del pueblo. Todo esto era porque él había sido marinero, no tenía nada de rural. Pero su casa, por fortuna termino en medio de ese campo lo cual era frustrante. Pero conservaba todo lo que le recordara al mar. Incluso tenía una gran red colgada de la pared de su casa. Pinturas de barcos, colección de bebidas alcohólicas, y un traje azul marino de tiempos de mar. Todo esto nos muestra que sería más accesible que los otros habitantes. Tomamos mi auto, y nos dirigimos por la ruta hasta Omega, un lugar para poca gente. Nosotros íbamos a rascar la superficie, sí era un chisme muy elaborado pero servía para llenar libros y guías de viaje de gente muy excéntrica, bastante harta de lo común como nosotros. Pusimos la radio, música punk sonaba de fondo, me tomaba unas vacaciones con mi amigo. Nosotros íbamos a llevar muchas cosas a ese pueblo, quizás nos echarían.
Pasaron dos días hasta que llegamos hasta la casa la más descuidada de todas y la más alejada el pueblo. Miramos y pensamos que era el lugar ideal. Tocamos la puerta, el viejo llegó nos vio y se puso muy feliz. Éramos su única familia, por lo que no había mucha complicación. Entramos la madera vieja hacía un ruido muy cómico. Los muebles eran todavía más viejos, la comida estaba apilada en otra de las paredes de la casa. Muchas conservas de pescados. Unos cuartos viejos, tres uno para cada uno. El piso de arriba hacia mucho más ruido, todos los cuadros estaban torcidos. Era una especie de barco viejo blanco de tejas negras. Mi amigo, Román dijo- podríamos hacerlo como un barco. El viejo estaba muy emocionado, tanto que nos obsequio uno de sus más preciados whiskeys. Por lo que dejamos nuestras cosas, y nos fuimos de nuevo del pueblo a comprar esas cosas que lo convertirían en barco. Al tiempo trajimos muchas cosas de unos veleros viejos, montando el barco-casa. Lo cual nos llevó tres semanas, nuestra llegada corrió rápido por el pueblo. Todos pensaban que el viejo se iba a morir solo. Gilda fue la primera en llegar porque fue la orden de Eugenio la que le dijo que hicieran migas con los nuevos. La mujer llegó cuando pintábamos la casa de todos los colores. Nadie más se había acercado, pero cuando ella llegó ya tenía noticias para un año. Llevaba una torta de chocolate, la cual aceptamos de buena manera. Mi amigo le parecía muy gracioso el nombre de Gilda. Cosa que se lo dijo, la regordeta mujer entro y vio los tachos de pintura la operación encubierta ya no lo era. El viejo marino se había subido al techo. Yo dije- “Tío, un mar amarillo. Una vela vamos a poner sobre la casa, para que sea igual que el velero del cuadro”. Gilda miraba con mucha expectativa, la mujer gorda tenía mucha imaginación y le encantaba leer a Lewis Carol por lo que la casa braco le parecía magnifica. Solo que nunca se atrevería a decirlo. Tomamos la torta, pero ella se fue muy rápido. Las “noticias” se esparcieron pero nadie se acercó a la casa, la misma palabra designaba algo peculiar, con Eugenio se hablaba de la “casa”. Éramos lo peor que le había pasado a Omega. Por eso éramos odiados y amados a la vez, las amas de casa de vida recluida pensaban en ese barco que estaba en la tierra. Gilda fue victima de visitas, de concurrencias de las más variadas, todas las mujeres querían novedades. Miles de preguntas llegaban a la casa. Eugenio en el fondo argumentaba que había que echarlos pero estaban en un lugar legítimo. Por después de todo la casa del viejo no era nueva, sino que era tan vieja como las de ellos. Por lo que todo intento de sacarnos sería un poco inútil. Pero tampoco se quedaron con los brazos cruzados, ya que Gilda era la primera mujer del pueblo que hablo con los “marcianos”, los habitantes de la “casa”, si era una psicología estúpida de pueblo paranoico. La mandaron de nuevo, la gorda más simpática de toda la localidad se venía para nuestro hogar. Pero esta vez llevaba un lemon pie. Mi amigo y yo nos enteramos de esto y para no dejarla con las manos vacías, sacamos la mesa afuera y pusimos todo para recibirla. Ya que el barco estaba terminado y una especie de balcón-mirador era el lugar que el viejo usaba para pasar el rato. Mac Callister, estaba feliz con nosotros éramos como sus nietos, pese a ser sus sobrinos por lo que pudimos sacar la mesa sin mayor problema, es más nos aviso con un grito: “Ahí viene la gorda”. Efectivamente la gorda, la pobre Gilda, llegaba a pie con su torta como la vez anterior pero estaba fatigada. Nosotros nos adelantamos a su llegada, en Omega la hospitalidad estaba cambiando de perfil. Como la afición de la señora al Mundo de Alicia en el país de las Maravillas se hacía realidad.
Porque forzamos a los cambios de perspectivas, siempre desafiado alguna estupidez de este pueblo que pese a tener cosas patéticas era fascinante en cuanto a su rigidez casi cadavérica. La gorda llegó, al fin y vio la mesa. Ambos estábamos vestidos de un color verde irlanda. Éramos unos seres muy extraños a la vista de este pueblo.
Al fin, cuando vio todo afuera. Paro el recorrido de la señora que se desplomó sobre la silla, era un día ventoso. El mantel incluso quería liberarse de la opresión en ese día. Pero no importaba, todo era como tenía que ser. La “casa” era ahora lo más extraño del pueblo en toda su historia, ya que era un barco. La mesa quedó afuera toda la noche con los restos de la torta, que se comieron algunos de los animales de la zona. No contaré el dialogo de Gilda porque era muy vacío o para mí no me trajo algún significado. Tuvo una pelea esporádica con el viejo marino. Los dos se decían muchas cosas hirientes pero no se lograban derivar. Al final le dimos por obsequio un prendedor de Irlanda con un trébol verde, yo tenía una colección de más de cien. Cosa que fue a parar a boca de medio pueblo. Un día a pie, en el pueblo hermético cruzamos con nuestros trajes verdes brillantes, pero ellos estaban todos en sus Bunkers sin querer enterarse de nada. Pero algunos miraban por detrás de las cortinas. Por no decir casi todos, porque su plan era que sintiéramos el aislamiento. Mi amigo fue a tocar la puerta de una de las casas pero nadie atendía pese a tener la luz prendida. La muestra de descortesía fue unánime, pero había una tienda de comestibles detrás de la plaza. Este hombre no cerraría su negocio por nuestra causa porque en el fondo le importaba más el dinero que la opinión del pueblo. Se refería a los habitantes de Omega como los “ingratos”, esa gente era indeseable como clientes con sus caprichos. Quienes éramos nosotros más que los reactivadotes de la economía de su negocio al hacer una compra extraordinaria a las tres de la tarde. El lugar desierto, el hombre que atendía que es el dueño justamente entretenido con la revista que leía no notó nuestra presencia. Compramos muchas cosas, entre ellas, muchas frituras y pre pizzas. El hombre cuando nos atendió pregunto de donde éramos, nosotros le dijimos que vivíamos con Mac Callister. Sorprendido, dijo: “Por suerte compran algo que no sean conservas”. Llenó las bolsas, con detenimiento, nos ofreció llevar gaseosas por excelente precio. Cosa que terminamos aceptando. Así nos fuimos del negocio, y hicimos para atrás todo el recorrido hasta el barco. La excursión de los “hombres de verde”, cayó muy mal. Una de las amigas de Valeria de la cual no conozco el nombre todavía, dijo- “Esos degenerados que se pasean por ahí, para mí son drogadictos o algo así. Personas normales no se visten así, no saben nada. Nuestros hijos no pueden ir ya a la plaza por riesgo de cruzarse con esos”
Pero esta gente era paranoica, tanto que Eugenio cuando vio que Gilda traía el prendedor, quiso analizarlo. Pero porque obviamente no tenía idea de cómo funcionaban los micrófonos y esas cosas, ni tampoco llegaba a tener noción de cómo se escondían llamo a uno de los agricultores que sabía de relojería. Un hombre de casi ochenta años con una colección de más de trescientos relojes, entre ellos de: pared, cadena, de mano. Digitales y de agujas. Pero el hombre concluyó de forma muy técnica que era un simple prendedor irlandés. El pánico de Eugenio quizás fue mayor, que pasaba si le había agrado afecto a su mujer. Un día podían llegar hasta su casa. Eso le ponía en una situación complicada. Pero él era gran embajador de Omega, si un chino llegaba y no entendía nada, él podría si tenía ganas de explicarle de todo lo que se le ocurriese. Como la historia del alumbrado público de la ciudad.
Gilda, no se contentó con las visitas previas estaba cocinando de nuevo. Eugenio empezó a sospechar lo peor de su mujer. Pero al final no pasó nada. El bar, estación comunitaria de Eugenio tenía tema. Los complotados más de quince todo un record de audiencia, porque muchos de los granjeros consideraban que era un idiota diplomado. Pero pocos se animaban a decírselo. Toda una cuestión que se puso a detallar. Advirtió del hecho de que no había que enviar más personas para la “casa”. Todos acordaron que era lo correcto.
Pero lo correcto es difícil en ese pueblo que era insensible hasta nuestra llegada, ahora eran ellos y “nosotros”, justamente nosotros éramos su problema. Poníamos en tela de juicio su forma de vivir tan bien pulida. Éramos el otro pueblo que estaba en Omega. Para acentuar el efecto no tardamos en poner muchos carteles, que decían cosas como: Pequeña Irlanda, China, Suiza, Hamburgo, Roma, Tokio horizontal. Todos esos carteles eran como una plantación de información contradictoria que pululaba en el lugar. Hicimos una bandera bastante grande pero faltaba el mástil, la vanidad de nuestro falso tío pronto se acrecentó por lo que dio rienda libre a toda esa clase de construcciones en su propiedad. Pero eso no fue lo peor, con todo, la gente se ponía como loca. Pero algunos les urgía la curiosidad entre ellos, la menos esperada, sí era Valeria Ramos. Ella estaba encantada con la llegada de nosotros. Pero debía disimularlo de forma más conveniente mediante un manto de fría indiferencia. No obstante, pese a todo. Teníamos que aumentar las apuestas. Celebramos una fiesta, en medio de la planicie triguera, comenzaron a llegar muchas gentes extrañas, las cuales no sabían que no era una fiesta de disfraces convencional. Se disfrazaban para ser objeto de la neurosis del pueblo.
Todos los que asistieron eran gente de la más común pese a ser de la ciudad, médicos, abogados, ingenieros, profesores. Mucha gente variada llegó en ese momento, pero lo interesante fue otro hecho. Mientras Gilda se quedaba en su casa cocinando, esa corrompida por los extranjeros que lucía su prendedor irlandés. Otra de las mujeres, la más ilustre, la más sacrosanta llegaba a la perdición. O sea a una fiesta de disfraces. Vestido y antifaz del mismo color. Entró a la casa que estaba atestada de personas de todas las formas y colores. Se sentó en una de las sillas, pero debía huir de la mirada del viejo Mac Callister. Porque era el único que podría llegar a reconocerla, y con eso sería su fin. O por lo menos su fin en el pueblo porque tendría que dejarlo todo, Omega no la volvería a recibir. Pero afortunadamente, no paso el viejo subió al rato. Con otros hombres de su edad, incluido un ingeniero naval que le dijo que podrían hacer más barco todavía la casa. Todo eso era un tema que los hacía pensar en muchas otras cosas. Porque algunos de esos personajes que llegaron ese día estaban encantados con la idea de hacer sus casas extrañas por allí. Durante un par de horas se las pasaron diseñando pero al rato se quedaron dormidos. Ambos anfitriones, o sea nosotros le dimos la bienvenida a la mujer de antifaz. Por suerte el marido que se llamaba Hilario como temo recordar, se quedaba dormido como un tronco. Ambos vestíamos como hombres del siglo XVII, con todo lo que implicaba eso. Le haríamos entrega de dos cosas en nombre de cada uno, yo le regale una taza hecha por mí de mi colección de tasas. Es que soy un acumulador compulsivo de cosas. Para contrarrestarlo solo puedo regalar cosas. Mi amigo que siempre era mucho más pícaro que yo, le dio un tomo de Juliette de Marques de Sade. Ella no tenía idea de lo que se llevaría a su casa. Pero eso no era asunto nuestro. Todos, estábamos bastante tomados, lo que si se sabe es que estaba deslumbrada de salir de los horizontes del pueblo. Pero vio el sol que se aparecía por el horizonte. Lo cual significa que tenía que abandonar, todo eso para volver a su hogar a la madrugada. Pero como entrar a la casa, era todo un problema. Nos dimos cuenta de su problema así que pensé en una distracción le invitamos a que nos siga. Nos siguió sin preguntar demasiado. Porque era la única manera para que volviera al pueblo. Llevamos muchos fuegos artificiales, entre el ruido y las luces podría ella llegar a su casa.
Eso exactamente hicimos a las cinco y media de la mañana, una fogoneada de luces cruzó el cielo. La gente miraba, maldecía y se ponía feliz desde la ventana, pero no se vieron tan bien. Pero le dio el tiempo para llegar hasta la casa.
Cuando quedamos en medio de la plaza y Valeria se había ido. Otra vez el pueblo nos excomulgaba moralmente. Pero volvimos a la casa, el barco o como quieran llamarle. Nos quedamos dormidos pero al tiempo, uno de los más honorables vecinos del pueblo de Omega, Hilario Glogmann. El hombre con indignación reclamó la tranquilidad del pueblo, nosotros lo oíamos con indiferencia. Mucha indiferencia, nos amenazaba con que iban a echar, aseguraba que el viejo estaba loco. Nosotros no éramos sus parientes pero tendría alguna forma de demostrarlo no lo creo. Tantas cosas, pasaban la mujer de Hilario, se quedo con los dos objetos que le regalamos. Pero no se dejó llevar por el libro. Pese a que tenía curiosidad de él. Pero esas cosas no eran bien vistas por el pueblo. La mujer de Hilario moría de ganas de irse al barco con nosotros, como lo sé. Todo tiene justificación. Pasaron unos días; Valeria llamó a lo de Gilda. Le dio a entender que había que hacer las paces con los extraños y tal vez se hicieran parte del pueblo, “todos tienen que tener alguna oportunidad”. Gilda dudó mucho en ese punto porque Eugenio no lo aceptaría. Pero su amiga le insistió con fuerza, que era necesario que no pudiera ser, le recordó que la gente de Omega era diferente pese a todo. Hilario no se enteró de toda la actuación que se puso en juego. La que más sufría en este juego era Gilda que no entendía nada. Eugenio estallaba en ira, y no le dejaba mencionarle nada. No había dudas, era imposible. Pero algo hizo que el pueblo se impresionará. Paso el tiempo me gustó el pueblo vendí lo que tenía en la ciudad con todo el dinero. El barco fue una pequeña parte de la casa, ahora le agregamos mucho más. Expandimos mucho la casa, llegó a ser de cuatro pisos y veinte habitaciones. Estas se anexaban de forma extraña a la casa con forma de barco. Con el resto del dinero compre tierras, muchas a decir verdad, por lo que arrendándolas pasamos a ser los más grandes productores de trigo de la zona. Mi amigo sugirió que rea tiempo de decirle a Omega que las cosas iban a cambiar, Hilario era el anterior terrateniente más importante de la zona. Todo eso era cosa del pasado. Tenemos el poder, pensé el viejo estaba muy feliz. Ya tenía todo lo que quería. Es más los sirvientes le decían “Capitán”, así que estaba encantado. Todo lo que pasaba me hacía pensar en que Omega estaba muy aislada, eso era en realidad lo que hacía que sucesos como estos fueran importantes. Por la gente se va acomodando según el viento sople en muchos casos, Eugenio fue el primero en llegar.
Vemos a este hombre en un traje de color marrón tocando la puerta de la casa un día, evidentemente que se estaba presentando. Era extraño que las cosas se hicieran de esta forma pero quien soy yo para discutir las ideas de esta gente. Después de todo era lo divertido de vivir aquí sino seria como cualquier otro lugar. Había que darle la imagen que estaba buscando, abrimos de la puerta a través de los sirvientes. El lamebotas saludo al viejo como capitán era muy chistoso. Nos hicimos esperar bajamos con los mismos trajes verdes que alguna vez haya maldicho. Es más dijo- Excelentes yo quisiera tener unos así algún día. Le dimos unos cuando se fue, pero antes les mostramos toda la prosperidad y le obsequiamos habanos de los mejores. El hombre estaba extasiado. Habíamos levado a ese pueblo todo el exotismo sin que se tuvieran que mover un kilómetro. Por eso dijo que nos iba a invitar a su humilde hogar. Cosa que aceptamos con la mayor de las naturalidades. Esto fue un problema en la casa Gloggmann, ese que se decía amante de Omega era un farsante ridículo que se vestía de verde. Hilario pensaba mucho sobre estos temas, que pasaría con todo el pueblo. Era una de sus obsesiones el quería envejecer en el pueblo en el que había crecido y no el infestado de estupideces. Una de las primeras peleas de Omega en décadas, Eugenio fue echado de la casa de la casa de Hilario con todos los improperios. Cosa que llamó mucho la atención. La antigua casa de Hilario, de dos pisos muy amplia era pequeña ahora. No obstante el desconfiaba de todo incluso de su mujer, empezó a sospechar era evidente que ella con su manía de las comparaciones estaría sacando conclusiones que resultarían completamente irritantes. Todo se sabía lo sabían hasta sus hijos, se fue de la casa y se fue a caminar hacia el desastre que lo arruinaba todo, la maldita casa-braco-mansión o lo que fuere de esos pedantes que éramos nosotros. Nos odiaba sin conocernos del todo, cuando nos conoció un poco más nos odio mucho más apasionadamente. Para mí era de lo más divertido. Pero se quedo desde fuera de la propiedad mirando hacia la casa. Las semanas pasaron de la manera más mecánica, era el día de la visita a la casa de Eugenio. Si un acontecimiento aburridísimo supongo, más bien patético pero me gusta la comida casera. Usábamos unos trajes amarillos, ellos nos hacían ver de una forma muy particular en un pueblo donde dominaban los marrones, azules, negros y tal vez algún verde muy oscuro. Pese a todo a Hilario se le había dado el capricho de vernos, la familia arrastrada a ese acontecimiento. La familia menos su propia mujer, lo cual era mucho más simpático todavía. Pero esas no son cosas que me preocupaban cuando llegamos cosa que hicimos de forma evidentemente tarde. Llegamos con el capitán. El viejo se vistió de capitán realmente. Todos nos miraban con desprecio al ver hombres circenses en la casa donde ellos se solían reunir. El primero en acercarse era el de los comestibles que hacía mucho dinero con nosotros. El hombre ya clavo, mostró a su familia entera. Una mujer más alta que él de expresión dura, hija de un pastor protestante. Dos hijos salieron de esta unión ambos parecidos al padre, pero del tamaño de la madre por lo que eran excelentes deportistas. Al final en el punto opuesto a nosotros estaba Hilario con su cara de insatisfacción. Definitivamente había que regalarle algo. Entre mis colecciones de cosas tenía una de vinos por lo que le regalé uno envuelto en un papel que lo llenaba de misterio. El hombre hizo la mueca de la sonrisa pero nada más. Duros todos, pero eso no importaba. En la cocina no muy lejos de allí, Gilda sudaba como un lechón. Se había puesto hace pastas como para treinta personas. Lo cual la dejaba con una sobrecarga muy importante. Entre las trivialidades que ocurrieron paso una muy particular, el Don Juan de mi amigo no se limita a mujeres solteras. Por lo que mandó a un crío, con una nota con la palabra amarillo. Por supuesto que después buscamos unas prendas que tuvieran ese color pero de una manera mucho más disimulada que la nuestra. Era una intriga palaciega de tercera pero era divertida solo en un pueblo como Omega se podía hacer esto con alguna posibilidad de reacción. Soy el filósofo de las costumbres.
Como tuve que narrar, mi amigo que tiene nombre se llama Pablo, cual el apóstol converso. Ese hombre no respetaba costumbre alguna, tenía síntomas dalinianos. Puro histrionismo, fuera de tiempo. Pero para una mujer harta como Valeria era el hombre ideal. Simplemente porque representaba todo lo que su marido no tenía. Porque Hilario poseería un desgaste por la costumbre una falta de frescura vital. Todo lo que haría que una persona que tuviese algo que perder pensara como noble y como digno pero no era el caso. Valeria Ramos ya había sido lo mejor del pueblo, la crema y nata de Omega. Quizás quería caer, tenía los deseos el impulso inconsciente de fundirse. Como todo lo que lleva la gente detrás de sí pero lo agobia. Todo lo demás ya estaba prefijado. Los cuatro puntos cardinales estaban sobre ella. Pura poesía surrealista. Pablo el perseguidor, Hilario como Leviatán. Quien dice que pasaría, todavía nada. Porque en Omega es uno de los pocos lugares de la tierra donde la mesa aún es sagrada. Entre los dichos, miradas, juegos de manos, malabares psicológicos. Todos a la mesa, con la pasta. Los platos avanzaban entre la pequeña sociedad en crisis. Nadie asegura, todos miran. Abstenciones, jamás. Omega es una tierra de buen comer. Pero Hilario, supone las intenciones de Pablo sin saber siquiera su nombre. La mujer de Hilario se desespera de despegarse para siempre de él. Yo, como tranquilamente, le explico a Eugenio cosas de las que no entiende pero finge entender. Muchos de los otros miran. Gilda corre la maratón. Seguimos comiendo, los platos se van vaciando. La gente esta clavada en sus sillas hasta por lo menos vaciar el primer plato. Los más exigentes siempre dejan estomago para el postre. Esta es una mesa de tensión. Lo más deshonesto del asunto es que Valeria, ni mira a su marido solo le hace ojos a mi amigo. Quien sabe porque yo vine a jugar al ajedrez con esta gente. Ellos me odiarán, eso no importa. El vino que traje es de lo mejor. El color del tinto me recuerda a la sangre, pero este al ser más oscuro que la sangre me mezcla pasión y melancolía en el paladar. Un vino de las emociones, esos son de los más raros.
Termino mi plato, me estiro hacia atrás. No aseguro nada, estoy tranquilo. Crimen pasional, no es mi asunto solo soy testigo de la historia. La mente de Pablo, es la mente de un criminal de un ladrón. Un gran ladrón de mujeres, que se une a mí cruzada solo por el exotismo del pueblo. Pese a todo me siento como el europeo prepotente sobre la tierra virgen del mundo desconocido para él. Todo sacrílego, hasta lo amarillo de mi traje. Lo extraño es que esta noche, hay nubes en el cielo cosa rara porque aquí llueve poco por esta fecha. La noche asciende con la luna. Que pienso, en la verdad, que veo la verdad misma. Un vencido tácito termina un plato de fideos y busca un pan para terminar de sorber la salsa que queda. Ahí todavía es el marido que domina. Si alguna vez lo hizo pero eso quiso creer. Eugenio se da cuenta de todo pero es un cobarde, tan cobarde que no defiende a su amigo de la infancia, solo escolta mis planteos quiméricos. Pobre pueblo, Omega. Sé que muchas cosas han de pasar en estas tierras.
Gilda por fin después de sudar como nunca, termina su faena se deja caer sobre la silla. Mira el reloj y no puede creer que sea tan tarde. El capitán se venga del pueblo, ese que no lo tenía en cuenta. Era un mecanismo. Sin embrago sé que uno de los hijos de Hilario no sea quizás tan tranquilo como el padre. Pero algo hace que el resorte aguante. Es la corte de un Rey, el rey Hilario. Sus dominios un reducido lugar de productores de trigo, sus súbditos le admiraban. Pero ahora, come verán ni las casas blancas, ni la iglesia de agujas de plata, nada de eso les llama la atención. Los nuevos no respetan. Si me mataría a mi y a Pablo. Que temo el absurdo de morir a manos de un granjero cornudo, por supuesto que no. Que sé que esto era evitable. Sí, lo sé. Yo no lo inicie eso lo sé, porque ella se dejó tentar primero. No hizo como la pobra de Gilda y tomarlo como una evasión simple y mental. Busco lo nuevo, que el viento le diera en la cara en nombre de la vergüenza. Pero para ser científicos diré, que la mesa era un hervidero de cosas de una comunidad frágil. Que el adulterio es moneda corriente en el mundo, lo extraño es que no se concretará de manera menos teatral. Pero saben incluso hasta Pablo al cual yo mantengo, la teatralidad es lo único que vale la pena para mí. Un toque de sutileza. Si tuviéramos mil ojos podríamos ver toda la escena pero por intuición se las digo. Valeria ya esta absorta en las posibilidades carnales. Yo, solo entiendo que el pueblo se va dividir y va tomar partido. Hilario esta siendo humillado y sin embrago aguanta todos saben porqué, eso es la causa del desquite y del desafío abierto. Para un profano, sería cuestión de calentura, de abrazo de genitales. Pero no era el caso.
Todo allí es una reiteración de lo mismo, es la vida del pueblo en pocos metros cuadrados. Eugenio, esta en medio es un testigo yo soy el mentor. Hilario es el ofendido. Pablo es el mercenario de su impulso.
Tomemos dos segundos, solo dos. Respiró tengo calor, una inquietud de orden visceral.
Gilda termino de comer, la señora gorda la sufriente del sistema la verdadera espartana del pueblo. El pilar de lo que será el pueblo no se rinde. Tiene que terminar lo que comenzó tiene poca imaginación no ve los hilos en el aire. La cara de pesadez, de autentica pesadez. Eso es lo que hace la magia, lo que hace que continúe hacia el postre.
Los platos antiguos son llevados por una de las hijas de Eugenio. Miró con benevolencia a la chica ella no crecerá en la inocencia del aislamiento de Omega. Que falta de respeto hacia todo eso, pero que voluntad de arte. El artista social podría ser. No es verdad. Me gusta observar es patológico, ellos son mis victimas por no dejarse observar por no dejarse ser de otras maneras. Hilario no le valdrá de nada guardar las formas pero lo entenderá más tarde cuando un día este solo en un desayuno en el que haya llegado el invierno a esta zona. Porque creó que a su forma la quiere.
Tal vez negar la realidad es parte de la vida misma, tal vez vivamos para evadirnos. Deseos de un gran Ámsterdam, de una ciudad de muchas cosas, o de una Venecia infinita que no nos lleve a ninguna parte. Que en los gigantes terribles que amenazan tu vida, son inventados por ti. Lo peor es que muchas veces el pesimismo, la depresión existencial son la cubierta para encerrarse aunque sea de la forma más terrible de la realidad. Por eso son un existencialista visceral y no filosófico, elijo por elegir para después medir en catástrofes las decisiones. Todo lo demás es así una pantomima, la farsa del vivir fuera del riesgo. Esa es la paradoja de Omega, que es la vida sino la tentación de la cabeza en las fauces del león. Si el negro no se encontrara en el medio de los ojos, si no absorbiera el espejo del alma quizás el mundo sería de vidrio. Por eso, es una religión. Omega estaba muerta y ahora avive pero eso significa que nadie estará al salvo. Los cielos serán líquidos y quebradizos. Las mujeres llorarán por sus hijos, pero siempre las lágrimas de gozo se conjugarán con las de dolor. Porque hay irrelevancias.
Pero la cena ha de terminar con un postre de la manera más convencional y no a las patadas, golpes e insultos como en otros lugares. Comer Tiramisú, como si una caravana de elefantes de crema se destrozara los huesos contra el plato. Que la canela que es como la lava pétrea de la eternidad. Entonces cuando pienso en un postre en dimensiones cósmicas puedo darme cuenta que en los millones de kilómetros que esta mesa puede ocupar. En realidad serán hombre con hombre de gente común con sus historias, mi realidad, no es la realidad de todos. Porque no lo sé. Quisiera saberlo es la cruzada de mi vida pero es más complicado que la vida misma. Todos comen, Hilario esta derrotado pero un solo gesto acaso es reflejo de lo que su mente y vísceras sienten. El sentimiento de miseria es suficiente acaso no falta la imagen de cinco ganchos que se clavan de sus carnes y lo levantan de la forma más cruel posible. Pero no pasa todo es muy mecánico, la casa es normal. Mi estomago es llenado al fin de alimento. Una somnolencia inunda algunas caras. Muchos gestos de satisfacción estomacal. Llenos como ballenas, gordas de pantalones ajustados en los mares del sur. El reloj que es único que siempre mantiene la seriedad indica una hora tarde para la zona. Yo me levantó, y me voy con la libertad total despreciando todas las costumbres los demás me miran pero no hacen nada, no les importa. A mí tampoco. Al tiempo sale mi mercenario fiel, y después como unos ocho nanosegundos, cosa que en realidad fueran dos minutos. Sale Valeria, los demás desconozco sus rutas. Pero no es mi labor saberlas por lo que hacen lo que quieren. Vamos por el sendero hasta mi casa, mi mansión que es un barco que es un lugar en el Tokio horizontal. Omega, ya sabe a que atenerse somos los males del fin del mundo de su mundo. Los siete pecados capitales, llega en el viento. Seco, estéril. No hay esperanzas para ellos. Como era evidente, todo pasó como dije.
Hilario abandonó la casa de Eugenio al cual hubiera ahorcado con gusto. Tal vez lo haga, no lo sé. Cómplice. Va para su casa pero sus pasos pesan toneladas lo que en otras palabras es sinónimo de que no enfrenta la realidad.
Porque la realidad tiende a mostrarnos tantas cosas adversas que es fácil pensar por unos momentos que nada de eso ocurre en la realidad. Porque la vida tiene cosas que son difíciles de tragar. Tanto es así que la gente ha sabido crear muchas cosas que han deformado a propósito sus motivos, origen de mucho moralismo y puritanismo. Porque si no se puede hacer algo, lo mejor es desaprobar a los mejores o más capaces. Pensar a un mundo desigual como injusto. Lo cual es mentira, el mundo es un lugar que es indiferente a todos. Creo en el azar. No hay cabos, no hay causas más que los hechos que el tiempo que es unidireccional. Por eso, cuando arriba hacen el amor Pablo y Valeria, en menos de diez kilómetros Hilario esta colérico con vistas a asesinar a alguien. Yo lo sé. Pese a que no lo veo, veo sus dientes crujir, sus puños aprestarse. Nada de eso me es ajeno a mí pero yo no soy responsable.
Eugenio mira el techo de su propia casa esta acostado mirando el cielo raso sin poder dormir. El hecho es que pese a todo, no logra sentirse bien consigo mismo. Porque el sabe que es un traidor a su causa que nunca hizo nada más terrible que entregarnos el pueblo de Omega a nosotros. No duerme las palabras le zumban por encima de él, los ronquidos de Gilda hacían de una forma palpable una atmosfera cerrada. Cuando me preguntan porque hablo así nunca sé que responder. Yo sé que siempre fui un extraño y un perverso. No me importa que tanto se pueda decir de mí, porque cuando te lleven al rincón vas a saber que fue en vano hacerte una fama. Si fuiste un perdedor de primera fue lo mismo que si fuiste emperador. Para que mentir a los próximos a menos claro que tenga algún objetivo pero sino es ridículo. Sé que Hilario es cornudo, lo estoy oyendo en los jadeos regulares de Valeria a metros de aquí pero no me conmueve. Porque quien me sepa leer, solo soy espectador. No puedo hacer un Deus ex Machina. No los voy a salvar si se tienen que matar que se maten.
Por esos momentos ya era tiempo de que Eugenio se quedara dormido pero no fue así. Se levanto bajo por algo para morfar de lo que había quedado pero se dio cuenta que al fin y al cabo era inútil no tenía hambre era una escusa estúpida. Se fue a la calle, a la madrugada de Omega, quien sabrá porque. Se fue para lo de Hilario instinto suicida. No lo sabe él, la culpa como agente residual. Mientras tanto Pablo sigue en la faena, dura bastante no tenía referencia de eso. Yo estaba a punto de dormir. Tenía que buscar un poco de Vodka para aflojar la mente no suelo dormir de forma natural desde los doce. Después del suplemento, me dormí. Mientras roncaba, Eugenio se fue acercando a la casa de Hilario la cual tenía la puerta abierta. Era una casa violada, en una forma muy grafica por el viento que golpeaba muchas veces la puerta abriéndola y cerrándola sin cesar. Todo lo siniestro de este hecho era una cosa que desanimo a Eugenio a entrar pero puedo ver, desde allí la cocina con la luz prendida. Ruidos varios, nada claro. En el final se volvió hacia su casa. Los hijos del antiguo matrimonio se fueron de Omega. Era inútil quedarse allí tomaron la camioneta del padre que no puso resistencia y tomaron para el camino que llevaba a las afueras para nunca volver. Creo que se fueron al mar, cosa que nunca hicieron como familia sin embrago ahora ya no lo eran ya podían hacer lo que querían. Durante un tiempo que fue el que duró mi sueño, Hilario hizo varias cosas que lo llevaron a sus momentos finales. Tuvo un encuentro furtivo con una prostituta de un pueblo a cuarenta kilómetros de allí. Fue a una estación de servicio, comió miles de cosas llenas de azúcar pese al hecho de una diabetes. Pero porque estaba ansioso, no puedo esperar. Compro una escopeta y doce balas. Según él para dar casa a un perro que lo molestaba. Se la vendieron con la mayor de la naturalidad. Se volvió en su otro auto, a su propia casa que seguía abierta y con sus pertenencias completas. Arrojo cosas por la ventana. Cuando se acercaban las cuatro de la mañana cargo la escopeta y dejo que el cerebro se trepará al techo de la habitación. Allí, Hilario pasaba a unos campos de trigo más amplios y se iba con una familia perfecta para siempre. Omega, era trascendente. Pero no paso nada más. Los pobladores se levantaron, todos conocían la casa de señor Gloggmann. Una de las personas que trabajaba para él entró a la casa y lo encontró. El horror llegó a la zona. Hilario estaba muerto, no solo muerto un escopetazo le había borrado la cara. Llamaron a la policía. Era un suicidio fácil de deducir, porque lo había intentado con la azúcar y había fallado. Esto pasaba durante la mañana de un día soleado. Tomaron una de las sabanas, lo envolvieron y se lo llevaron. La comunidad estaba más vacía ahora. Todos los que le conocían fueron menos su familia la cual estaba muy separada. Los hijos en la ruta, sin idea de lo que había pasado. La viuda de luna de miel. Obviamente a mi expensas en mi casa.
Me levanté como siempre con humor de lo más terrible desayune de una forma abundante porque es una de mis actividades favoritas. Salí para el pueblo porque había que bajar la comida, cuando llegué me enteré de la noticia de la boca de Gilda. Eugenio sabía lo que había pasado y entendía que si él hubiese tenido más cabeza podría haberlo salvado pero ya no se iba a poder. Definitivamente otra vida se había acabado como tal la de Eugenio fue una vida tan beige que hoy ya no podía serlo más. Por lo menos algo había pasado, su padre muerto de forma natural así que nada queda en ese punto. Todo era un punto complicado, porque él se había puesto en medio de una tragedia y nada pudo hacer. Quizás podría dejar el pueblo, o mudarse adentro de la muralla. Termino prefiriendo eso, se mudaron con otras diez familias. Porque era un Omega más pequeño y medieval. Por lo que dejaron sus casas. Las casas vacías se mantuvieron intactas detrás del círculo de piedra, un cementerio. Allí una piedra blanca grande tenía la inscripción de la fecha de la muerte de Hilario. Unas flores secas en la distancia. Pero muy solitario se pudría el cadáver pero yo le iba a hacer compañía cada tanto porque soy amigo de algunos muertos. Después de todo le ayude a dar el gran paso, un banquito al lado de muerto y hablaba media hora. Pero la gente de la muralla se encerró bastante más solo compartían la escuela y el hospital.
Pero me quedé más solo en mi casa el viejo se apuró acompañar al hombre del suicido. Pero él estaba debajo de un bello árbol, lo que hacía todo más pintoresco.
Las posesiones de Hilario, pasaron a un nuevo dueño. La viuda, la pobre mujer, tomo todas las posesiones pero se dio el gusto de gastar a mi costa bastante. Porque ya conocía el mundo. La casa se modificó al gusto del mundo. La casa distinta de Omega era lo que el mundo de afuera podía ofrecer, era casi más peligrosa que todo lo anterior. Miré el cielo, vi la casa que lo recortaba. Me tomé un tiempo y me fui de Omega. Sin embrago la vida en el pueblo siguió. Eugenio que vivía en la muralla, un día tuvo un accidente por lo que quedó rengo para siempre. Pegado a su casa, tuvo al fin lo que quería a un precio alto. Pero la unión entre Pablo y Valeria fue un punto de inflexión tuvieron una próspera descendencia. Ganaron mucho dinero durante ese tiempo, la pareja viajo a Europa. El Don Juan, se había asentado. Omega, seguía divido en dos pueblos o casi tres. Los que trabajaban para mí que están en el este de la ciudad, son bastantes y viven creo que bastante bien. En el centro del pueblo tradicional era las tierras de la “Señora Valeria”. La plaza y esas cosas estaban bastante abandonadas y el pueblo creció un poco perdiendo parte de su aislacionismo. Solo la muralla y sus casas son las que quedan de la forma original de Omega. Pero esta mezcla de los tres lugares hacía del “Gran Omega” en su forma original. Los campos de trigo otra vez estaban amarillos. Pasó más tiempo. Llegue a tener mucho dinero con los campos. Pero ya no sabía que hacer con él. Mandé a averiguar sobre los hijos de Hilario. Pero fue difícil sin saber porque se habían separado ambos. Sin tener otra cosa que resentimiento fueron criminales bastante violentos. El sistema los apartó de su seno. Pero la violencia les cambió la cara, cuando veían los diarios maldecían a su madre. Juraban matarla, los que los conocían decían que estaban locos. Ambos hermanos los llevaron lejos, muy lejos de Omega. Cuando al fin y al cabo todo quedó en el hecho de que los príncipes estaban ansiosos de venganza. Valeria Ramos, rica mujer de importancia de mundo con todo lo que el perfume importado puede prometer aún mantenía su belleza pero su marido no le podía ser fiel por tanto tiempo. Ya estaba buscando entre las jóvenes contemporáneas de su hija una mujer más simple para poder librarse de los problemas. Cosa que haría volver al ver en carne propia lo que hizo antes volverse cáustica, cruel e indiferente a todo. Porque estábamos todos en ese pueblo de lo más divertido creció lo suficiente para que un cura estuviera viviendo ahí pero los habitantes ya no eran tan devotos.
Porque ya no era como antes se había roto el encanto.
Una de esas fotos familiares eran cosas de las surrealistas que había. La querida de Pablo, era una joven de unos dieciocho. Unas décadas más joven. Así el ambiente se sintió tenso. Se empezaron a odiar como se amaron de forma apasionada y bestial. Una especialista para humillarlo en la sociedad. Pero sin embrago debía cargar con el engaño para siempre. O por lo menos ella lo pensaba así. Quizás era la culpa del mismo muerto del marido anterior lo que predisponía su ánimo para eso.
Para esos momentos de la decadencia yo estaba devuelta en el pueblo. Pero ya estaba mucho más viejo que antes. Recordar la época en que llegué era de lo más divertido para mí porque este pueblo no tenía nada, solo trigo, alambrados y casas. Todas las cosas que tendían a ocurrir eran como un desdoblamiento con el pueblo original. Pensé en que había que rememorar. Por eso propuse lo de la fiesta, otra idéntica a la primera que desencadeno tantas cosas.
Pero Valeria, la más poderosa mujer del pueblo pese a que el término sea telenovelesco y patético expuso el hecho de devolver la generosidad de aquella fecha arcaica. Cosa que hizo, a los días. Estábamos en la fiesta la cual era mucho mayor que la mía no era ya para opacarme creo que era para emparejar la felicidad perdida de aquellos años.
Todo era pomposamente grande. Llegue como la presencia más senil los de la muralla no asistieron. Ellos seguían en su vida. Yo estaba en esta oportunidad vestido de una forma mucho más simple mas compacta. Nada era lo mismo. Los años me sacaron un poco el toque de artista social. No jugaba más al gato y al ratón con el destino. Entre a la casa la cual ya era mucho más grande que la mía. Menos grotesca, porque no llevar el adjetivo de finísima podía. El salón era imponente una araña de dimensiones extrañas estaba sobre todos nosotros. Cuando desde la escalera porque así era la actual Valeria Ramos un águila vigilaba todo. Todo lo que se entienda por telenovela quizás lo tenga. O mejor dicho lo tiene. No era cosa de importancia. A esta fiesta vino gente de todas partes, los cuales se quedaban sorprendidos igual que yo. Sin embargo las cosas quedaban sin resolver Pablo se creía un rey. Hacía de las suyas, nos cruzamos. Cuando me vio me saludo animosamente, me llevó con su mujer. La cual bajaba de la escalera a una gran velocidad. Pablo dijo: “Omega no es lo mismo sin vos”. Pero no me habló a mí ni a él abandonó el lugar a gran velocidad. Pronto me mostró a su “pupila”. Cada vez más jóvenes o éramos nosotros más viejos. Son solo detalles. Por eso fuimos hasta el estudio donde estaban las colecciones de Habanos y fumamos. Mientras tanto la gente iba atestando la casa. Otra de las construcciones meta-significativas que no podíamos encontrar. La primera vez, en mi propia casa donde el mundo era distinto al pueblo donde era una ventana en el espacio hacia otro lugar.
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