jueves, 5 de junio de 2008

Kant Parte 2

Entendimiento:

Además de espacio y tiempo como formas puras de la sensibilidad, el hombre dispone de entendimiento. La sensibilidad es receptiva, que no pasiva, pues presupone la actividad corporal. El entendimiento es, en cambio, activo y su función es la de producir (hervorbringen) los conceptos. En este sentido, como ha mostrado Eugenio Moya en su reciente libro: Kant y las ciencias de la vida (Madrid, Biblioteca Nueva, 2008), la mente humana se comporta como cualquier ente vivo. En efecto, de igual manera que éstos organizan y se autoorganizan a sí mismos a partir de las diferentes materias que les servían de alimento, de respiración, etc.; es decir, son autopoyéticos. La mente tiene la capacidad para selbstgebären, para hacer emerger –hervorbringen-, desde sí misma, determinadas formas cognitivas a priori que organizan el material múltiple que le proporcionan los sentidos. “En este sentido -dice Kant en la Crítica de la razón pura-, las impresiones dan el impulso inicial para abrir toda la facultad cognoscitiva en relación con ellos y para realizar la experiencia. Ésta incluye dos elementos muy heterogéneos: una materia de conocimiento, extraída de los sentidos, y cierta forma de ordenarlos, extraída de la fuente interior de la pura intuición y del pensar, los cuales, impulsados por la materia, entran en acción y producen conceptos.” El a priori del entendimiento hay que concebirlo así, más que un conocimiento sustantivo, como una capacidad de producir conocimientos ajustando a ciertas reglas los materiales de la experiencia. Ahora bien, en la medida en que sólo podemos aprender a partir de esas reglas, no podemos decir que todo conocimiento deba justificarse a partir de aquellos materiales.

Recapitulando:

1. El origen de todos nuestros conocimientos está en los sentidos. El espacio es la forma que aportamos para las representaciones externas. El tiempo es la forma pura que previamente aportamos tanto para lo externo como para lo interno.

2. Aparte de estas formas puras, la razón humana dispone de la facultad del entendimiento, conformadora espontánea con su bagaje de categorías.

3. Las intuiciones sensibles por sí mismas y solas no engendran conocimiento: son ciegas.

4. Las intuiciones sensibles constituyen materia de conocimiento en tanto se someten a la conceptualización del entendimiento. Y a partir de allí opera nuestro aparato discursivo.

La razón humana tiene en el conjunto de categorías su fuerza para concebir los objetos, pero siempre que haya un aflujo de fenómenos sobre los cuales ellas puedan actuar. Cuando tal cosa no ocurre, en el caso de los objetos denominados "metafísicos", como Dios, el alma, el mundo, tal función del entendimiento deriva sin mucho sentido y cae en las llamadas antinomias, en que tanto puede demostrarse como verdadera una posición como la contraria.

Ética de Kant:

La doctrina ética kantiana está contenida en lo que se ha denominado como sus tres obras éticas: Fundamentación de la Metafísica de las costumbres, Crítica de la razón práctica y Metafísica de las costumbres. Kant se caracterizó por la búsqueda de una ética o principios con el carácter de universalidad que posee la ciencia. Para la consecución de dichos principios Kant separó las éticas en: éticas empíricas (todas las anteriores a él) y éticas formales (ética de Kant).

Este nuevo planteamiento acerca de la ética hace de Kant el padre de la filosofía moderna.

La razón teórica formula juicios frente a la razón práctica que formula imperativos. Estos serán los pilares en los que se fundamenta la ética formal kantiana. La ética debe ser universal y, por tanto, vacía de contenido empírico, pues de la experiencia no se puede extraer conocimiento universal. Debe, además, ser a priori, es decir, anterior a la experiencia y autónoma, esto es, que la ley le viene dada desde dentro del propio individuo y no desde fuera. Los imperativos de esta ley deben ser categóricos y no hipotéticos que son del tipo "Si quieres A, haz B".

En contraposición a la ética a Kant se encuentra la ética de Santo Tomás de Aquino. Es una ética material y, por consiguiente, heterónoma (la ley viene dada por Dios) e hipotética en sus imperativos.

El imperativo categórico tiene tres formulaciones:

" Obra sólo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal."
" Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca meramente como un medio."
" El ser es un fín en sí mismo. Tiene dignidad"
Kant sintetiza su pensamiento ético en la contestación a cuatro preguntas: ¿Qué debo hacer?, ¿Qué puedo conocer?, ¿Qué puedo esperar?, ¿Qué es el hombre?

A la primera interrogante trata de dar respuesta la moral. A la segunda, el análisis de la "Crítica de la razón pura" en torno de las posibilidades y límites del conocimiento humano. A la tercera trata de responder la religión. Y, por último, según las palabras del filósofo, la última es una indagación en la que confluyen las tres anteriores.

Kant concluye su estudio epistemológico haciendo especial hincapié en la importancia del deber, que es donde reside la virtud de toda acción. Al hacer coincidir la máxima de cualquier acción con la ley práctica, el ser humano habrá encontrado el principio objetivo y universal del obrar.

Noúmeno:

El noúmeno (del griego "νούς" "noús": mente), en la filosofía de Immanuel Kant, es el concepto problemático que se propone para referirse a un objeto no fenoménico, es decir, que no pertenece a una intuición sensible, sino a una intuición intelectual o suprasensible.

Por otra parte, el término también ha sido usado para hablar de la cosa-en-sí, es decir, la cosa en su existencia pura independientemente de cualquier representación.

En la filosofía de Platón representa una especie inteligible o idea e indica todo aquello que no puede ser percibido en el mundo tangible y sólo al cual se puede arribar mediante el razonamiento. El noúmeno como concepto fundamenta la idea de la metafísica en Platón.

Noúmeno y ontología tradicional:

En tanto para la ontología tradicional, y de modo muy especial en Platón con su mundo de las ideas -según su doctrina llevada a la alegoría del mito de la caverna-, son las ideas o los noúmenos exactamente lo accesible a la razón; lo que tiene una estructura racional y lógica, en Kant, paradojalmente, lo "inteligible" resultará lo "ininteligible". O tal vez, en lenguaje más apropiado, lo transinteligible.

La contraposición entre lo meramente sensible, y lo inteligible, mienta aquello que se halla dentro de la experiencia posible, y lo que se encuentra fuera de ella. O en otras palabras, entre el mundo fenoménico accesible y las cosas en sí, inaccesibles.

Los noúmenos son posibles, ciertamente, para una intuición, dirá Kant, pero no para una de carácter sensible. Una intuición metafísica o intelectiva, de la que el hombre está desprovisto.

Idealismo alemán:

En otra posición se hallará la filosofía del idealismo romántico alemán. Para su filosofía, lo Absoluto en sí mismo puede penetrar la conciencia, o incluso, es la propia conciencia.

En Kant se considera "noúmeno" a la "cosa en sí". Repitamos. Como tal es incognoscible e inabordable para el hombre. Es aquello que está tras los muros del conocimiento posible, de la experiencia en que como hombres dotados de razón, de intuiciones de espacio y tiempo, de categorías, nos movemos inevitablemente. No hay para el filósofo de Königsberg abordaje del noúmeno en el plano del conocimiento. Porque estamos desprovistos -como pretendían los dogmáticos racionalistas- de intuición metafísica o no sensible para el mismo.

La crítica que los postkantianos harán a Kant, para postular la posibilidad del acceso a lo Absoluto del que ya hablamos - fundamentalmente Hegel -, dentro de la corriente del idealismo alemán, es que sí es posible el conocimiento de lo absoluto o noumenal en razón de que todo hablar sobre ello, sobre el "noúmeno", implica... que ya estamos en "contacto", de algún modo, con el mismo. Es contradictorio, de este modo -entonces-, "hablar" de noúmeno, porque solamente se puede hablar sobre lo que en alguna forma "conocemos", inferencial o intuitivamente.

Los filósofos del idealismo alemán desconocerán enteramente esta limitación kantiana. En el hombre hay intuición de lo "absoluto", e instalándose en él será como elaboren sus filosofías.

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