domingo, 9 de noviembre de 2008

Imperio Sasánida

El Imperio Sasánida (en persa medio , Erānshahr o Iranshæhr, "Dominios de los iranios" en español[1] ) es el nombre que recibe el segundo Imperio Persa durante su cuarta dinastía irania (226-651). La dinastía sasánida fue fundada por Ardacher I tras derrocar al último rey arsácida, Artabán IV de Partia, y terminó cuando el último Shahanshah (Rey de reyes) sasánida Yazdgerd III (632-651) perdió una prolongada guerra de 14 años contra el primero de los califatos islámicos. El territorio del Imperio persa sasánida comprendía los actuales estados de Irán, Iraq, Armenia, Afganistán y partes del este de Turquía y Siria, además de parte de Pakistán, el Cáucaso, Asia Central y Arabia. Además, durante el gobierno de Cosroes II (590-628), se anexionaron al imperio los territorios de los actuales Egipto, Jordania, Palestina, Israel y Líbano, llegando a ejercer un "protectorado" sobre territorios actualmente correspondientes a Omán y Yemen.
El periodo sasánida, que comprende todo el periodo final de la antigüedad clásica e incluso la sobrevive unos siglos, se considera uno de los periodos históricos más importantes e influyentes de la historia de Irán. En muchos aspectos, el periodo sasánida alcanzó los mayores logros de la cultura persa, y constituyó el último gran imperio iranio antes de la conquista islámica de Persia y la adopción del islam como religión en todo el territorio. Persia tuvo una importante influencia sobre la civilización romana.[2] Esta influencia cultural se extendió mucho más allá de los territorios fronterizos de ambos imperios, llegando hasta la Europa occidental,[3] África,[4] China e India,[5] y jugó un papel fundamental en la formación del arte medieval europeo y asiático.[6] Esta influencia llegó también hasta el incipiente mundo islámico. La cultura aristocrática y exclusiva de la dinastía sasánida transformó la conquista islámica de Irán en un ‘renacimiento’ persa.[7] Gran parte de lo que posteriormente sería conocido como ‘cultura islámica’ (arquitectura, escritura y otras habilidades) fueron adoptadas por el amplio mundo islámico a partir de los persas sasánidas.[8]

Historia:

Orígenes :

La dinastía sasánida fue establecida por Ardacher I (226-241), descendiente de una línea de sacerdotes de la diosa Anahita en Istakhr, en la provincia persa de Fars, quienes a principios del siglo III habían accedido al gobierno de la provincia. El padre de Ardacher, de nombre Papag (también conocido como ‘Papak’ o ‘Babak’) era en principio el gobernante de un pequeño pueblo llamado Kheir, pero en el año 205 depuso al último rey de los Bazrangi, Gocihr (gobernante local que actuaba como cliente de los arsácidas), proclamándose como nuevo gobernante. Su madre, Rodhagh, era la hija del gobernador provincial de Peris. El fundador epónimo de la línea dinástica fue el abuelo paterno de Ardacher I, llamado Sasán, gran sacerdote del templo de Anahita.

Los esfuerzos de Pabag en conseguir el poder de la provincia escaparon a la atención del emperador arsácida Artabán IV de Partia, que en aquellos días se encontraba envuelto en una confrontación dinástica con su hermano Vologases VI en Mesopotamia. Aprovechando la oportunidad que estas circunstancias le ofrecían, Pabag y su primogénito Sapor trataron de expandir su poder sobre toda Persia. Los acontecimientos que siguieron a esto son de dudoso origen, debido a lo incompleto de las fuentes, pero se cree que tras la muerte de Pabhag sobre el año 220, Ardacher, que era entonces gobernador de Darabgird, se vio envuelto en una disputa por el poder con su hermano mayor Sapor. Las fuentes nos dicen que en el 222 Sapor murió al derrumbarse el edificio donde iba a reunirse con su hermano.[9]
En ese momento, Ardacher trasladó su capital aún más al sur de Persis, fundando una ciudad en Ardashir-Khwarrah (antiguamente conocida como Gur y actualmente Firuzabad). La ciudad, ubicada entre altas montañas, era fácilmente defendible gracias a sus estrechos accesos, y se convirtió en el centro del poder sasánida. Esta ciudad estaba además rodeada por una alta muralla circular, copiada probablemente de la de Darabgid. Al norte de la ciudad se construyó un gran palacio del cual se conservan aún algunos restos.
Tras establecer su dominio sobre Persis, Ardacher I extendió rápidamente su territorio, exigiendo la lealtad de los príncipes locales de Fars y obteniendo el control sobre las provincias vecinas de Kerman, Isfahan, Susiana y Menese (la actual Kuwait). Esta rápida expansión llamó la atención de Artabán IV (216-224), del cual Ardacher era vasallo.
Inicialmente, Artabán ordenó al gobernador del Juzestán marchar contra Ardacher en el año 224, pero el enfrentamiento concluyó con una importante victoria de Ardacher. Posteriormente fue el mismo Artabán quien organizó una segunda campaña contra Ardacher, y ambos ejércitos se enfrentaron en Hormizdeghan, donde Artabán IV resultó muerto.
Ardacher marchó entonces para invadir las provincias occidentales del difunto Imperio Arsácida. En el año 226 era coronado en Ctesifonte como único gobernante de Persia y comenzó a utilizar el título de Shahanshah (Rey de reyes), terminando con cuatro siglos de imperio parto y dando inicio a otros cuatro siglos de gobierno sasánida.
Durante los años siguientes, y tras algunas rebeliones locales a lo largo del Imperio, Ardacher I trató de expandir aún más su nuevo Imperio hacia el este y noroeste, conquistando las provincias de Sistan, Gorgon, Jorasán, Margiana (en la actual Turkmenistán), Balkh y Chorasmia. Además, anexionó Bahrain y Mosul a las posesiones sasánidas. Posteriores inscripciones sasánidas afirman también la sumisión de los reinos de Kushan, Turán y Mekrán a Ardacher, aunque basándose en las pruebas numismáticas es más probable que estos reinos fueran sometidos por el hijo de Ardacher, Sapor I. al oeste, los asaltos contra Hatra, Armenia y Adiabene tuvieron un menor éxito.


El hijo de Ardacher, Sapor I (241-272), continuó la expansión iniciada por su padre, conquistando Bactria y Kushan, al tiempo que lideraba numerosas campañas contra Roma. Penetrando profundamente en territorio romano, Sapor I conquistó Antioquía, en Siria (253 ó 256), y derrotó finalmente a los emperadores romanos Gordiano III (238-244), a Filipo el Árabe (244-249) y a Valeriano (253-260). Este último fue hecho prisionero en el 259 tras la Batalla de Edesa, una tremenda hecatombe sin parangón en la historia romana.[10] Sapor I conmemoró su victoria encargando la talla de los impresionantes relieves de Naqsh-e Rostam, así como una monumental inscripción en persa y griego en las proximidades de Persépolis. Entre 260 y 263, Sapor perdió algunos de los territorios recientemente conquistados a manos de Odenato, aliado de Roma.


La primera edad de oro (309-379) :

La muerte de Ormuz II dio inicio a una serie de incursiones de los árabes desde el sur, atacando algunas de las ciudades meridionales del Imperio e incluso entrando en la provincia de Fars, cuna de los reyes sasánidas. Mientras tanto, los nobles persas asesinaron al primogénito de Ormuz II, cegaron a su segundo hijo y encarcelaron al tercero (quien posteriormente huyó a territorio romano). El trono fue reservado para el hijo no nacido de una de las viudas de Ormuz II.
Se dice que Sapor II (309-379) podría haber sido el único rey de la historia coronado antes de nacer. De hecho, colocaron la corona sobre el vientre de su madre. este niño, llamado Sapor, nació por lo tanto siendo ya rey. Durante su juventud, el Imperio estuvo controlado por su madre y los nobles. Al alcanzar Sapor II la edad adulta, asumió el poder y demostró con rapidez que era un gobernante activo y capaz.
En primer lugar, Sapor II llevó a su pequeño aunque disciplinado ejército a luchar contra los árabes, derrotándoles y asegurando las áreas meridionales del Imperio. Tras esto comenzó su primera campaña contra los romanos en el oeste, donde obtuvo algunos éxitos iniciales. Tras el asedio de Singara, sin embargo, tuvo que detener sus conquistas por culpa de las incursiones nómadas a lo largo de las fronteras orientales del Imperio. Estas incursiones pusieron en peligro Transoxiana, una zona estretégica y vital para el control de la Ruta de la seda. Además, las fuerzas de Sapor II eran insuficientes para conservar todo el territorio conquistado en el oeste; por lo tanto, Sapor firmó un tratado de paz con Constantino II (353-361) por el que ambas partes se comprometían a no atacar el territorio del otro durante un periodo limitado de tiempo.
Hecho esto, Sapor II marchó al este hacia Transoxiana, al encuentro de los nómadas orientales. Aplastó a las tribus de Asia Central y anexionó el área como una nueva provincia. tras la victoria siguió la expansión cultural, y el arte sasánida penetró en Turquestán, llegando incluso hasta China. Sapor II, junto al rey nómada Grumbates, inició una nueva campaña contra los romanos en el 359, y esta vez acompañado por todo su poderío militar y el apoyo de los nómadas. fue una campaña tremendamente exitosa en la que un total de cinco provincias romanas pasaron a manos persas.
Sapor II siguió una rígida política religiosa. Durante su reinado se completaron los Avesta, los textos sagrados del zoroastrismo, mientras se castigaba la herejía y la apostasía y se perseguía de nuevo a los cristianos. Esto último fue una reacción contra la cristianización del imperio Romano efectuada por Constantino I el Grande (324-337). Sapor II, al igual que Sapor I, fue un monarca amistoso con los judíos, quienes vivieron en relativa libertad y obtuvieron muchas ventajas durante este período.
A la muerte de Sapor II, el Imperio Persa era más fuerte que nunca, habiendo pacificado a sus enemigos del este y con Armenia bajo control persa.

Época intermedia :

Desde la muerte de Sapor II y hasta la primera coronación de Kavad I, Persia disfrutó de una relativa estabilidad, con sólo algunas guerras contra el Imperio Bizantino. A lo largo de esta época, la política religiosa del Imperio Sasánida cambió radicalmente de un rey a otro. Con la excepción de una serie de monarcas débiles, el sistema administrativo establecido por Sapor II permaneció fuerte, y el Imperio siguió funcionando con normalidad.
Sapor II dejó a su muerte en 379 el poderoso Imperio Persa a su hermanastro Ardacher II (379-383), hijo de Vahram de Kushan, y posteriormente heredaría su hijo Sapor III (383-388). Ninguno de ellos demostró tener el talento de su insigne predecesor.
Ardacher II, quien fue elevado al poder por ser hermanastro del emperador, fracasó al tratar de ocupar el hueco dejado por éste, siendo lo más célebre de su reinado la construcción de una nueva capital en Taq-I Bustán, y Sapor III tenía un carácter demasiado débil como para alcanzar grandes logros.
Bahram IV (388-399), aunque fue un monarca más activo que su padre, tampoco supo proporcionar al imperio logros de importancia. Durante este tiempo, Armenia fue dividida por un tratado entre los imperios romano y sasánida. Los sasánidas restablecieron su dominio sobre la mayor parte de Armenia, mientras los bizantinos obtuvieron una pequeña porción del occiedente de Armenia.

Época intermedia [editar]
Desde la muerte de Sapor II y hasta la primera coronación de Kavad I, Persia disfrutó de una relativa estabilidad, con sólo algunas guerras contra el Imperio Bizantino. A lo largo de esta época, la política religiosa del Imperio Sasánida cambió radicalmente de un rey a otro. Con la excepción de una serie de monarcas débiles, el sistema administrativo establecido por Sapor II permaneció fuerte, y el Imperio siguió funcionando con normalidad.
Sapor II dejó a su muerte en 379 el poderoso Imperio Persa a su hermanastro Ardacher II (379-383), hijo de Vahram de Kushan, y posteriormente heredaría su hijo Sapor III (383-388). Ninguno de ellos demostró tener el talento de su insigne predecesor.
Ardacher II, quien fue elevado al poder por ser hermanastro del emperador, fracasó al tratar de ocupar el hueco dejado por éste, siendo lo más célebre de su reinado la construcción de una nueva capital en Taq-I Bustán, y Sapor III tenía un carácter demasiado débil como para alcanzar grandes logros.
Bahram IV (388-399), aunque fue un monarca más activo que su padre, tampoco supo proporcionar al imperio logros de importancia. Durante este tiempo, Armenia fue dividida por un tratado entre los imperios romano y sasánida. Los sasánidas restablecieron su dominio sobre la mayor parte de Armenia, mientras los bizantinos obtuvieron una pequeña porción del occiedente de Armenia.
Al hijo de Barham IV, Yazdegerd I (399-421) se le compara con frecuencia con Constantino I. Como él, fue un personaje fuerte, tanto física como diplomáticamente. Como su contraparte romana, Yazdegerd I uso el poder de una forma oportunista. Al igual que Constantino el Grande, Yazdegerd practicó la tolerancia religiosa y dio libertad al auge de las religiones minoritarias. Detuvo la persecución contra los cristianos, castigando a los nobles y sacerdotes que les persiguieran. Su reino abarcó una época de relativa paz. Hizo la paz con los romanos e incluso tuvo al joven Teodosio II (408-450) bajo su custodia. También se casó con una princesa judía, quien le dio un hijo llamado Narsi.
A Yazdegerd I le sucedió su hijo Bahram V (421-428), que es uno de los reyes sasánidas mejor conocidos, y héroe de numerosos mitos. Estos mitos persistieron incluso después de la destrucción del Imperio Sasánida por los árabes. Bahram V, obtuvo la corona tras la repentina muerte (o asesinato) de su padre Yazdegerd I, y ello con la oposición de la nobleza del reino, que contaba con la ayuda de Al-Mundhir, de la dinastía árabe (lajmida) de al-Hirah. La madre de Bahram V era Soshandukht, hija de exiliados judíos.
En el año 427, Bahram V aplastó la invasión de los nómadas heftalitas en el este, extendiendo su influencia por Asia Central, donde su retrato sobrevivió durante siglos en las monedas de Bujara (la actual Uzbekistán). Bahram V depuso también el reino vasallo de la Armenia persa, convirtiendo la región en otra provincia.

Bahram V es un referente en la tradición persa, que relata muchas historias sobre su valor y belleza, de sus victorias sobre romanos, turcos, hindúes y etíopes axumitas, y sobre sus aventuras en la caza y el amor. Se le llamó Bahram-e Gur (Gur significa en persa onagro), por su amor a la caza y en particular a la caza del onagro. Bahram V es el paradigma de un rey en la cúspide de una edad de oro. Obtuvo su corona disputándola a su hermano, y aunque pasó bastante tiempo combatiendo a sus enemigos exteriores, prefería estar de caza y organizando fiestas en la corte con su famoso grupo de damas y cortesanas. Personalizaba la prosperidad real. Durante su reinado se escribieron las mejores obras de la literatura sasánida, se compusieron notables obras musicales y deportes como el polo se convirtieron en el pasatiempo real, una tradición que continúa todavía en muchos reinos.
Yazdegerd II (438-457), hijo de Bahram V, fue un gobernante justo y moderado, aunque en contraste con Yazdegerd I, practicó una política religiosa represiva con las minorías, especialmente con los cristianos.
Al inicio de su reinado, Yazdegerd II reunió un ejército integrado por varias naciones, incluyendo a sus aliados hindús, y atacó al Imperio Romano de Oriente, que estaba construyendo fortificaciones en territorio persa, cerca de Carrae (una estratagema usada por los romanos para lanzar expediciones desde ellas). Los persas tomaron a los romanos por sorpresa, y de no haber sido por una fuerte inundación, Yazdegerd podría haberse internado mucho más en territorio romano. El emperador bizantino Teodosio II pidió la paz enviando a su comandante a negociar al campamento de Yazdegerd. En 441, ambos imperios se comprometían a no construir más fortificaciones en la frontera. Sin embargo, Yazdegerd II estaba en mejor situación que los bizantinos para negociar, y si no exigió más concesiones se debió a las incursiones de los kidaritas en Partia y Jwarizm. Reunió sus fuerzas en Neishabur en 443, lanzando una prolongada campaña contra los kidaritas. Finalmente, y tras algunas batallas, aplastó a los kidaritas, expulsándoles más allá del río Oxus en 450.
Durante su campaña en el este, Yazdegerd II empezó a sospechar de los cristianos que componían su ejército, lo que hizo que fueran expulsados tanto del ejército como del gobierno. Entonces comenzó una persecución contra los cristianos y, en menor medida, también contra los judíos. Para restablecer el zoroastrismo en Armenia, aplastó un levantamiento de cristianos armenios en la Batalla de Vartanantz, en 451. Sin embargo, los armenios siguieron siendo mayoritariamente cristianos. En sus últimos años, se enfrentaría de nuevo con los kidaritas, hasta que murió en 457.
Hormizd III (457-459), el hijo menor de Yazdegerd II, ascendió entonces al trono. Durante su corto reinado luchó continuamente contra su hermano mayor Peroz, que tenía el apoyo de la nobleza, y contra los heftalitas en Bactriana. Finalmente fue asesinado en 459 por su hermano.

A principios del siglo V, los heftalitas (hunos blancos), junto con otros grupos nómadas, atacaron Persia. Al principio, Bahram V y Yazdegerd II infligieron decisivas derrotas a estos grupos, haciéndoles retroceder hacia el este. Los hunos volvieron a finales del siglo V y derrotaron a Peroz I (457-484) en el año 483. Tras esta victoria, los hunos invadieron y saquearon partes del este de Persia durante dos años, e incluso recaudaron fuertes impuestos durante varios años más tras estos saqueos.
Los ataques hunos trajeron inestabilidad y caos al reino. Peroz I intentó de nuevo expulsar a los heptalitas, pero en el camino hacia Herat, él y su ejército fueron emboscados por los hunos en el desierto. Peroz I fue asesinado, y su ejército destruido. Tras esta victoria, los heftalitas avanzaron hacia la ciudad de Herat, convirtiendo el imperio persa en un caos.
Un noble persa de la antigua familia de Karen: Zarmihr (o Sokhra), restauró un poco el orden. Elevó a Balash, uno de los hermanos de Peroz I al trono, a pesar de que la amenaza de los hunos persistió hasta el reinado de Cosroes I Anusarvan.
Balash I (484-488) fue un monarca suave y generoso, que hizo concesiones a los cristianos, aunque no tomó medidas contra los enemigos del Imperio, en especial contra los hunos blancos. Tras un reinado de cuatro años, Balash fue cegado y depuesto, y su sobrino Kavadh I fue elevado al trono.
Kavadh I (488-531) fue un gobernante enérgico y reformista. Dio su apoyo a la secta comunista fundada por Mazdak, hijo de Bamdad, quien propugnaba que los ricos debían compartir sus mujeres y propiedades con los pobres.[11] La intención de Kavadh era, por supuesto. terminar con la influencia de los magnates y de la emergente aristocracia. Estas reformas llevaron a su derrocamiento y su encarcelación en el "Castillo del olvido", en Susa, y su hermano menor, Djamasp fue elevado al trono en 496. Sin embargo, Kavadh escapó de prisión en 498 y encontró refugio junto al rey de los hunos blancos.
Djamasp (o Ŷamasp, 496-498) se instaló en el trono sasánida tras el derrocamiento de Kavadh I por miembros de la nobleza. Djamasp fue un buen rey que redujo los impuestos para favorecer a los campesinos y los pobres. También profesó cierta simpatía por la secta de los Mazdakitas, simpatías que a su hermano le habían costado el trono y la libertad. Su reinado duró poco, ya que su hermano Kavadh regresó al frente de un gran ejército cedido por el rey de los heftalitas. Los leales a Djamasp depusieron sus armas y restauraron en el trono sasánida a Kavadh I. No se vuelve a mencionar en las fuentes a Djamasp tras la restauración de su hermano, aunque se presume que fue bien tratado en la corte de Kavadh I.

La segunda edad de oro (498-622) :

La segunda edad de oro comenzó tras el inicio del segundo reinado de Kavadh I. Con el apoyo de los heftalitas, Kavadh lanzó una campaña contra los romanos. En el año 502 tomó Teodosiópolis (Erzurum), en Armenia. En 503 tomó Amida (Diarbekir), junto al Tigris. En 505, uan invasión de Armenia por parte de los hunos occidentales desde el Cáucaso dio lugar a un armisticio. Durante este armisticio, los romanos pagaron tributo a los persas por el mantenimiento de las fortificaciones en el Cáucaso. En el año 525, Kavadh acabó con las revueltas producidas en Lazica (al sudoeste de Georgia), y volvió a capturar Georgia. Su ejército, con ayuda de los árabes nestorianos lakhmidas , de Hira una reino vasallo de los sasánidas, derrotó al ejército bizantino comandado por el famoso general de Justiniano llamado Belisario en dos ocasiones: una en el año 530, en la Batalla de Nisibis, y otra en el 531, en la Batalla de Callinicum. aunque no podía librarse del yugo de los heftalitas, Kavadh consiguió restablecer el orden dentro del Imperio y llevar a cabo exitosas campañas contra los romanos, fundar muchas ciudades, algunas de las cuales adoptaron su nombre, y comenzó a regular los impuestos.
Tras Kavadh I, su hijo Cosroes I, también llamado Kusro I Anosharvan, (Alma inmortal),[12] que gobernó entre 531 y 579, ascendió al trono de Persia. Es el más famoso de los reyes sasánidas. Cosroes I se hizo famoso por sus reformas en el aparato de gobierno sasánida. en sus reformas introdujo un sistema racional de impuestos basado en la inspección de las posesiones en tierras, labor iniciada por su padre, y también trató por todos los mediosde incrementar la beneficencia y los ingresos de su Imperio. Los anteriores grandes señores feudales equipaban sus propios ejércitos, a sus seguidores y criados. Cosroes I desarrolló una nueva fuerza de dekhans o "caballeros", pagados y equipados por el gobierno central. Acercó al ejército y a la burocracia hacia el poder central, alejándolos de la influencia de los señores locales.
A pesar de que el emperador bizantino Justiniano I (527-565) había pagado la suma de 440.000 piezas de oro para mantener la paz, en 540 Cosroes I rompìó la "paz eterna" firmada en 532 e invadió Siria, donde capturó y saqueó la ciudad de Antioquía. Durante su camino de regreso, recaudó dinero de diferentes ciudades bizantinas.
En 565 murió Justiniano I, siendo sucedido en el trono bizantino por Justino II (656-578), quien decidió dejar de pagar a los cabecillas árabes para impedir que siguieran efectuando incursiones en territorio bizantino en Siria. Un año antes, el gobernador sasánida de Armenia, de la familia Suren, había construido un templo consagrado al fuego en Dvin, cerca de la moderna Yereván, matando además a un influyente miembro de la familia Mamikonia, lo que provocó una revuelta que condujo a la masacre del gobernador persa y toda su guardia en 571. Justino II se aprovechó de la revuelta en Armenia para terminar con los pagos anuales a Khosrau I por la defensa de los pasos del Cáucaso. Los armenios fueron recibidos como aliados y se envió un ejército al territorio persa que asedió Nisibis en 572. Sin embargo, las discrepancias entre los generales bizantinos no sólo llevó al abandono del asedio, sino que además el ejército bizantino fue asediado a su vez en la ciudad de Dara, que finalmente fue tomada por los persas.
Posteriormente el ejército persa saqueó Siria, provocando una nueva petición de paz por parte de Justino II. La rebeliíon armenia terminó ocn uan amnistía general otorgada por Cosroes I, que devolvió a Armenia al control sasánida.
Sobre el 570, Ma al-Karib, hermanastro del rey de Yemen, pidió la intervención de Cosroes I en su país contra la intervención del reino cristiano de Etiopía, enviando Cosroes I una flota y un pequeño ejército bajo el mando de un comandante llamado Vahriz a las cercanías de la actual Adén que marchó contra la capital del país, Sanaa, la cual ocuparon. Saif, hijo de Mard-Karib, que había acompañado a la expedición, se convirtió en rey entre 575 y 577. Además, los sasánidas establecieron una base en el sur de Arabia para controlar el comercio marítimo con el este. Posteriormente, los reinos del sur de Arabia renunciaron al vasallaje que les ataba con los sasánidas, y hubo de enviarse una nueva expedición persa en el 598 que consiguió anexionarse el sur de Arabia como otra provincia del Imperio. Estas provincias se conservaron hasta la problemática época que siguió a la muerte de Cosroes II.

El reinado de Cosroes contempló el auge de los dighans (literalmente, "señores de las villas"), la pequeña nobleza terrateniente, que constituyeron el esqueleto de lo que luego se convirtió en la administración provincial sasánida y el sistema de recaudación de impuestos. Cosroes I fue un gran constructor que embelleció su capital, fundando nuevos barrios y construyendo nuevos edificios. Reconstruyó los canales y repuso las granjas destruidas en las guerras. También construyó poderosas fortificaciones en los pasos, y emplazó a ciertas tribus en pueblos cuidadosamente seleccionados de las fronteras para que hicieran de guardianes contra posibles invasiones. Fue un monarca tolerante con todas las religiones, a pesar de decretar la oficialidad del zoroastrismo para todo el estado. Tampoco pareció molestarse cuando uno de sus hijos se convirtió al cristianismo.
Tras Cosroes I, Ormuz IV (579-590) tomó el trono. Ormuz IV fue un gobernante enérgico que mantuvo la prosperidad iniciada por sus predecesores. Durante el reinado de su sucesor, Cosroes II (590-628), la revuelta del general Bahram Chobin (proclamado como Bahram VI en oposición al monarca oficial) provocó una breve crisis en el reino, aunque Cosroes II consiguió restablecer su control sobre el Imperio. Además, y aprovechando la guerra civil que sacudía al Imperio Bizantino, lanzó una invasión a gran escala. El sueño sasánida de restablecer el dominio persa sobre Armenia estuvo cerca de cumplirse cuando cayeron Damasco y Jerusalén. Egipto cayó poco después. en 626, Cosroes II sitió Constantinopla con la ayuda de fuerzas eslavas y ávaras, sólo para contemplar, como otros antes y después también lo harían, las inexpugnables murallas de la capital bizantina.

Esta importante expansión vino acompañada de un período igualmente brillante del arte persa, de la música y de la arquitectura.

Decadencia y caída (622-651) :

Aunque muy exitosa, la campaña de Cosroes II se realizó a costa de una importantísima presión fiscal. El emperador bizantino Heraclio (610-641) contraatacó con un movimiento táctico, abandonando su sitiada capital y navegando hasta el Mar Negro para atacar Persia desde la retaguardia. Mientras tanto, la mutua desconfianza entre Cosroes II y su general Shahrbaraz, agravadas por las cartas falsas que agentes bizantinos hicieron llegar hasta el general persa, y donde supuestamente Cosroes II planeaba su ejecución, hicieron que Shahbaraz permaneciera neutral durante este periodo crítico. Persia perdió el apoyo de uno de sus mayores ejércitos y de uno de sus mejores generales. Para mayor infortunio de Cosroes, Shanin, el otro gran sostén del ejército sasánida, que había conquistado el Cáucaso y Anatolia, murió de forma repentina, lo que acabó de desequilibrar la balanza en favor de los bizantinos.
Heraclio, con ayuda de los kázaros y otras tropas turcas, aprovechó la ausencia de Shanin y Shabaraz para obtener varias victorias devastadoras contra el estado sasánida, debilitado por quince años de guerras.
La campaña de Heraclio culminó el la Batalla de Nínive, donde los bizantinos (ya sin la ayuda de los kázaros, que habían abandonado a Heraclio) derrotaron al ejército persa comandado por Rhahzadh. Entonces Heraclio marchó hacia Mesopotamia y el oeste de Persia, saqueando Takht-e Soleiman y el palacio de Dastugerd, donde recibió noticias del asesinato de Cosroes II.
Tras el asesinato de Cosroes II se produjo el caos y la guerra civil. Durante un período de catorce años se sucedieron doce reyes, incluyendo dos hijas de Cosroes II y el mismo general Shahbaraz. El Imperio Sasánida se debilitó considerablemente. El poder central pasó a manos de los generales. Pasaron muchos años hasta la aparición de un rey fuerte, y desde entonces, el Imperio no volvió a recuperarse por completo.
En la primavera de 632, un nieto de Cosroes II, Yezdegard III, que había vivido escondido, ascendió al trono. Aquel mismo año, los primeros escuadrones árabes efectuaron incursiones en territorio persa. Los años de guerra habían agotado tanto a los bizantinos como a los persas. Los sasánidas se encontraban aún más debilitados por el declive económico, los altos impuestos, los problemas religiosos, la rígida estratificación social, el creciente poder de los terratenientes y los sucesivos cambios de gobierno, factores todos ellos que facilitaron la invasión árabe.
En realidad, los sasánidas nunca opusieron una verdadera resistencia a la presión ejercida por los primeros ejércitos árabes. Yezdegard III era sólo un muchacho a merced de sus consejeros, e incapaz de unir a un vasto país reducido a un grupo de pequeños reinos feudales, a pesar de que los bizantinos, sometidos a similar presión por parte de los árabes, ya no constituían una amenaza. El primer encuentro entre los sasánidas y los musulmanes árabes se produjo en la Batalla del Puente de 634, que se saldó con una victoria persa que, sin embargo, no detuvo la amenaza árabe. Estos reaparecieron poco después, comandados por Khalid ibn Walid, uno de los antiguos compañeros de armas de Mahoma y líder del ejército árabe.[13]
Bajo el mando del califa Omar ibn al-Khattab, un ejército musulmán derrotó al más numeroso ejército persa liderado por el general Rostam Farrokhzad en las llanuras de al-Qadisiyyah en 637, asediando luego Ctesifonte, que terminó cayendo tras un prolongado sitio. Yezdegard huyó entonces hacia el este, dejando tras de sí la mayor parte del enorme tesoro del Imperio. Los árabes, que tomaron Ctesifonte poco después de la huida del monarca persa, dejaron al gobierno sasánida prácticamente arruinado, al tiempo que obtuvieron una importantísima fuente de financiación para sus propios intereses.
Es presumible que, de no haberse encontrado el Imperio Sasánida exhausto, dividido y sin un gobierno eficiente en el momento de la invasión árabe, la caballería asawara persa habría podido derrotarles con toda seguridad. Sin embargo, las fuerzas persas nunca llegaron a unirse a tiempo, y se movían bajo el vacío de poder imperante. el resultado de esta debacle fue la conquista islámica. Cierto número de gobernadores sasánidas intentaron combinar sus fuerzas para hacer retroceder a los invasores, pero estos esfuerzos resultaron baldíos debido a la falta de una autoridad central, y los gobernadores fueron derrotados en la Batalla de Nihawand. A partir de entonces, el Imperio, con sus estructuras de mando militar inexistentes, sus tropas diezmadas, con sus recursos económicos destruidos y la casta de caballeros asawara desaparecida, se mostraba indefenso ante su invasor.
Al tener noticias de la derrota en Nihawand, Yezdegard III, con la mayor parte de la nobleza persa, huyó aún más hacia el norte, a la provincia de Jorasán. Yezdegard fue asesinado por un molinero en Merv (Sogdiana), a finales del 651, mientras el resto de los nobles se asentaban en Asia Central (principalmente en el Jwarizm), donde contribuyeron en gran medida a la difusión de la cultura persa y su lengua en aquella región, estableciendo la primera dinastía nativa iraní: la dinastía samánida, que resucitó las tradiciones y la cultura sasánida tras la invasión del Islam.
La abrupta caída del Imperio Sasánida se completó en un periodo de cinco años, y la mayor parte de su territorio fue absorbido en el califato islámico de los omeyas. Sin embargo, muchas ciudades iraníes resistieron, luchando contra los invasores en multitud de ocasiones. Ciudades como Rayy, Isfahán y Hamadán fueron exterminadas tres veces por los califas para imponer el orden y atemorizar al pueblo iraní. La población aceptó el Islam, aunque en algunos casos lo hicieran para evitar las restricciones impuestas a los no musulmanes, restricciones que incluían el pago de un impuesto especial (jizya). En otros casos la conversión fue forzada por los ejércitos invasores. Los musulmanes destruyeron la Academia de Gundishapur y su biblioteca, quemando los libros en montones apilados. La mayor parte de los registros sasánidas y de las obras literarias fueron destruidas. Las pocas obras que escaparon a este destino serían posteriormente traducidas al árabe y al persa moderno. Durante la invasión islámica, muchas ciudades fueron destruidas o abandonadas, los palacios y puentes quedaron reducidos a ruinas y muchos de los magníficos jardines imperiales fueron quemados.

http://es.wikipedia.org/wiki/Imperio_Sas%C3%A1nida

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