lunes, 6 de abril de 2009

Hannah Arendt, Parte 1

Hannah Arendt (Linden, Hanóver, Alemania,14 de octubre de 1906 - Nueva York, Estados Unidos, 4 de diciembre de 1975), teórica política alemana, muchas veces llamada filósofa, aunque ella siempre rechazó dicha etiqueta, señalando que esta disciplina se ocupa de "el hombre", en singular. Ella se describía como una teórica de la política, porque sus obras se centran en que "los hombres", no "el hombre", viven en la Tierra y no en la Luna, habitan el mundo, por lo que podría clasificarse como politóloga.

Es una de las pensadoras más influyentes del siglo XX.

Introducción:

La privación de derechos y persecución en Alemania de personas de origen judío a partir de 1933, así como su breve encarcelamiento ese mismo año, la decidieron a emigrar. El régimen nacionalsocialista le retiró la nacionalidad en 1937, por lo que fue apátrida hasta que consiguió la nacionalidad de los EE.UU. en 1951.
Trabajó, entre otras cosas, como periodista y maestra de escuela superior y publicó obras importantes sobre filosofía política. Sin embargo, rechazaba ser clasificada como «filósofo» y también se distanciaba del término «filosofía política»; prefería que sus publicaciones fueran clasificadas dentro de la «teoría política».
Arendt defendía un concepto de «pluralismo» en el ámbito político. Gracias al pluralismo, se generaría el potencial de una libertad e igualdad políticas entre las personas. Importante es la perspectiva de la inclusión del otro. En acuerdos políticos, convenios y leyes deben trabajar a niveles prácticos personas adecuadas y dispuestas. como fruto de estos pensamientos, Arendt se situaba de forma crítica frente a la democracia representativa y prefería un sistema de consejos o formas de democracia directa.
Sin embargo, a menudo continúa siendo estudiada como filósofa, en gran parte debido a sus discusiones críticas de filósofos como Sócrates, Platón, Aristóteles, Immanuel Kant, Martin Heidegger y Karl Jaspers, además de representantes importantes de la filosofía política moderna como Machiavelli y Montesquieu. Precisamente gracias a su pensamiento independiente, la teoría del totalitarismo (Theorie der totalen Herrschaft), sus trabajos sobre filosofía existencial y su reivindicación de la discusión política libre, tiene Arendt un papel central en los debates contemporáneos.
Como fuentes de sus disquisiciones, Arendt emplea además de documentos filosóficos, políticos e históricos, biografías y obras literarias. Estos textos son interpretados de forma literal y confrontados al pensamiento de Arendt. Su sistema de análisis -parcialmente influenciado por Heidegger- la convierte en una pensadora original situada entre diferentes campos de pensamiento y especialidades universitarias. Su devenir personal y de pensamiento muestran un importante grado de coincidencia.

Obra y vida :

Infancia y juventud :

Johanna Arendt nació en 1906 en una familia de judíos secularizados cerca de Hannover. Sus antepasados provenían de Königsberg, en Prusia (en la actualidad, ciudad rusa de Kaliningrado), a donde regresaron su padre, enfermo, y su madre (nacida Cohn) y ella cuando Hannah tenía sólo 3 años. Tras la muerte de su padre en 1913, fue educada de forma bastante liberal por su madre, que tenía tendencias socialdemócratas. En los círculos intelectuales de Königsberg en los que se crió, la educación de las niñas era algo que se daba por supuesto. A través de sus abuelos conoció el judaísmo reformado. No pertenecía a una comunidad religiosa, pero siempre se entendió como judía.
A los 14 años ya había leído Crítica de la razón pura de Kant y Psicología de las concepciones del mundo de Jaspers. Tuvo que abandonar la escuela por diferencias con un profesor, dirigiéndose a Berlín, donde, sin haber acabado la escuela, toma clases de teología cristiana y estudia por primera vez la obra de Søren Kierkegaard. De vuelta a Königsberg en 1924, se presentó por libre y aprobó el examen de madurez (Abitur).

Estudios:

En 1924 comienza sus estudios en la universidad Philipps de Marburg y durante un año asiste a las clases de Filosofía de Martin Heidegger y Nicolai Hartmann, teología protestante de Rudolf Bultmann, además de griego.
Heidegger, padre de familia de 35 años, y Arendt, estudiante 17 años más joven que él, se enamoran. A comienzos de 1926 decide cambiarse de universidad y se traslada durante un semestre a la universidad Albert Ludwig de Friburgo, para aprender con Edmund Husserl. A continuación estudia Filosofía en la universidad de Heidelberg y se doctora en 1928 bajo la tutoría de Karl Jaspers, con la tesis El concepto del amor en san Agustín. La amistad con Jaspers duraría hasta la muerte del filósofo.
Arendt había llevado una vida muy recogida en Marburg y sólo mantenía amistad con otros alumnos, como Hans Jonas, y con sus amigos de Königsberg, debido a su relación con Heidegger, que éste quería mantener en secreto. En Heidelberg amplía su círculo de amigos, al que pertenecieron Karl Frankenstein, que en 1928 presentó una disertación histórico-filosófica, el seguidor de Jung Erich Neumann y Erwin Loewenson, un ensayista expresionista. Jonas también se trasladó a Heidelberg y realizó trabajos sobre san Agustín.
Otro círculo de amigos se le abrió gracias a su amistad con Benno von Wiese y sus estudios con Friedrich Gundolf, que le había recomendado Jaspers. De importancia fue su amistad con Kurt Blumenfeld, director y portavoz del movimiento sionista alemán, cuyos estudios trataban sobre la llamada cuestión judía y la asimilación. Hannah Arendt le agradece en una carta de 1951 su propio entendimiento de la situación de los judíos.[1]

Matrimonio, comienzo del gobierno nazi, primera actividad política :

Su primer libro lleva el título El concepto del amor en San Agustín: Ensayo de una interpretación filosófica. Se trata de su tesis doctoral, editada en 1929 en Berlín. En la tesis reúne elementos de la filosofía de Martin Heidegger con los de Karl Jaspers y ya señala la importancia del nacimiento tanto para el individuo como para los que le rodean. Con ello se aleja de su maestro Heidegger, que entiende la vida como un «avance» hacia la muerte.[2] La obra fue discutida en importantes publicaciones filosóficas y literarias. Fue criticada por contemplar a san Agustín como filósofo y no como padre de la Iglesia, además de por no citar la literatura teológica más reciente.

En Berlín conoció en 1929 a Günther Stern, que se llamaría más tarde Günther Anders, y se traslada a vivir con él poco más tarde, un comportamiento que era mal visto por la sociedad de la época; se casaron ese mismo año. Tras un corto intervalo en Heidelberg, el matrimonio vivió un año en Fráncfort. Arendt escribía para el periódico Frankfurter Zeitung y participaba en seminarios de Paul Tillich y Karl Mannheim, de cuyo libro Ideología y utopía realizó una reseña crítica.[3] Al mismo tiempo, Arendt estudiaba la obra de Rahel Varnhagen, una intelectual judía asimilada del Romanticismo.

Cuando estuvo claro que la tésis doctoral de Stern no iba a ser aceptada por Theodor Wiesengrund Adorno, volvieron ambos a Berlín. Allí, Arendt comenzó a trabajar en su obra sobre Rahel Varnhagen, que realizaría en forma de tesis. Tras un informe positivo de Jaspers, que además consiguió otros de Heidegger y Martin Dibelius, consiguió una beca de la Notgemeinschaft der Deutschen Wissenschaft (Asociación de ayuda para la ciencia alemana). Simultáneamente, Arendt comenzó a interesarse cada vez más por cuestiones políticas. Leyó a Marx y Trosky y consiguió contactos en la Hochschule für Politik (Escuela superior de política). Analizó la exclusión social de los judíos, a pesar de la asimilación, en base a la palabra «paria», empleada por primera vez por Max Weber para hablar de los judíos. A este término opuso la palabra «parvenu» (advenedizo), inspirada por los escritos de Bernard Lazare. En 1932 publicó en la revista Geschichte der Juden in Deutschland (Historia de los judíos en Alemania) el artículo Aufklärung und Judenfrage (La Ilustración y la cuestión judía), en el que desarrolla sus ideas sobre la independencia del judaísmo, enfentándolas a las de los ilustrados Gotthold Ephraim Lessing y Moses Mendelssohn y el precursor del Romanticismo Johann Gottfried Herder.[4]

También en 1932 realiza una crítica del libro Das Frauenproblem in der Gegenwart (El problema de la mujer en la actualidad) de Alice Rühle-Gerstel,[5] en el que encomia la emancipación de la mujer en la vida pública, pero también discute sus limitaciones —sobre todo en el matrimonio y en la vida profesional. Constata el «menosprecio fáctico» que sufre la mujer en la sociedad y critica los deberes que no son compatibles con su independencia. En cambio, Arendt contempla el feminismo desde la distancia. Por una parte, insiste en que los frentes políticos son «frentes de hombres» y por otra considera «cuestionables» los movimientos feministas, al igual que los movimientos juveniles, porque ambos —con estructuras que traspasan las clases sociales— tienen que fracasar en su intento de crear partidos políticos influyentes.
Poco antes de la llegada al poder de Hitler, Karl Jaspers trata de convencerla en varias cartas de que se considere alemana. Ella lo rechaza señalando su existencia judía. «Para mí, Alemania es la lengua materna, la Filosofía y la poesía.» En lo demás se siente distante. En especial critica la expresión «el ser (Wesen) alemán» empleada por Jaspers. Jaspers le responde «Me extraña que usted, como judía, se quiera diferenciar de los alemanes.»[6] Ambos también mantendrían estas posiciones enfrentadas tras la Guerra.
En 1932 ya piensa en la emigración y comienza su actividad política, pero se queda en Alemania cuando su marido emigra a París en 1933. Por recomendación de Kurt Blumenfeld, trabaja para una organización sionista, estudiando la persecución de judíos que está en sus comienzos. Su casa sirvió de estación de tránsito para refugiados. En julio de 1933 fue detenida durante 8 días por la Gestapo. A Günter Gaus le comenta sus razones: «si te atacan como judío, debes defenderte como judío.»[7]
Ya en 1933 opina que debe lucharse activamente contra el régimen nacionalsocialista. Esta posición es contraria a la de muchos intelectuales alemanes, en parte incluso de aquellos de origen judío, que querían llegar a convivir con el nacionalsocialismo, subestimando la dictadura e incluso alabando a los nuevos dueños del poder. En la entrevista con Gaus expresa su desprecio por la «Gleichschaltung» («adaptación» al nuevo régimen) de la mayoría de los intelectuales.[8] La cuestión repugnaba a Arendt y no quería tener nada en común con esos eruditos gregarios, oportunistas o incluso entusiastas.
De este pensamiento surge su disputa con Leo Strauss, cuyo pensamiento conservador rechaza. También se sintió desilusionada con Heidegger, que ya en 1933 ingresa en el NSDAP. Como reacción, rompe su relación con él, que no retomó hasta 1950. También finalizó la amistad con Benno von Wiese cuando este se acercó al nazismo e ingresó en el NSDAP en 1933.
Esta experiencia, de profunda alienación de sus amigos, es descrita varias veces en sus obras y en su correspondencia. Ella se basaba en la convicción de que se traba de decisiones voluntarias, por las que el individuo era responsable. Poco antes de su muerte constata que precisamente muchos pensadores profesionales fracasaron frente al nacionalsocialismo cuando se comprometieron con el régimen. Arendt no exigía de ellos una oposición activa, sino que incluso reconocía el silencio como rechazo del totalitarismo.[9]

Exilio, segundo matrimonio y compromiso con los refugiados judíos :

Pasando por Karlovy Vary, en la República Checa, Génova y Ginebra, emigra a Francia. En París, sin papeles, vuelve a trabajar para una organización sionista, entre otras cosas, ayudando a jóvenes judíos a huir hacia Palestina. Continuó investigando sobre el antisemitismo y realizó algunas disertaciones para diferentes asociaciones y en la Freie Deutsche Hochschule Paris (Escuela superior libre alemana de París).
Hannah Arendt y su marido ya tenían intereses distintos en Berlín y frecuentaban círculos de amigos separados: él, más en el ambiente comunista, tenía amistad con Bertolt Brecht; ella, cada vez más cerca del sionismo y de otras personalidades judías. Inicialmente vivieron juntos en París e iban juntos a seminarios de Alexandre Kojève y reuniones de intelectuales en el exilio. Pero el matrimonio fracasó y se divorciaron en 1937. Ella ya había conocido en 1936 a Heinrich Blücher, un excomunista, que se había opuesto muy pronto a la política de Stalin. En París, ambos pertenecían al mismo círculo de refugiados alemanes, junto con Walter Benjamin, el abogado Erich Cohn-Bendit, el psicólogo Fritz Fränkel y el pintor Kurt Heidenreich.[10]
En 1937 se le retiró la nacionalidad alemana. En 1939 consiguió poner a salvo a su madre que todavía estaba en Königsberg. En enero de 1940 se casó con Heinrich Blücher. Para Blücher era el tercer matrimonio.
A comienzos de 1940, a través de la prensa, las autoridades francesas llaman a la mayoría de los extranjeros de origen alemán para ser deportados. Arendt, junto con muchas otras mujeres, pasó una semana en los terrenos de un velódromo de París. Seguidamente fue trasladada al campo de internamiento de Gurs hasta julio de ese mismo año. Fue clasificada como «extranjera enemiga». En la entrevista con Gaus lo comenta de forma sarcástica «las personas fueron ingresadas por sus amigos en "campos de internamiento" y por sus enemigos en "campos de concentración"». Tras cinco semanas internada, consiguió huir cuando la vigilancia francesa disminuyó temporalmente debido a la toma de París por la Wehrmacht y su avance hacia el sur.[11]
Una gran amistad le unió en el exilio francés con el entonces desconocido Walter Benjamin, al que también apoyó materialmente. Tras su muerte, intentó sin éxito en 1945 que se publicaran las obras de Benjamin en la editorial Schocken. Sólo pudo publicarlas en 1969 en los EE.UU. con un prólogo propio.[12]

Emigración a los EE.UU., trabajo y lucha por un ejército judío :

En mayo de 1941 Arendt llegó, con su marido y su madre, a Nueva York, pasando por Lisboa. La familia vivió inicialmente en un pequeño hotel, de una diminuta beca que recibía de la organización de refugiados sionista. Arendt mejoró enseguida sus conocimientos de inglés. A partir de octubre de 1941 trabajó de redactora en la revista judíoalemana Aufbau, en Nueva York. Quería despertar la conciencia política judía en el mundo y reclamaba en muchos artículos la creación de un ejército judío propio, que luchara codo con codo al lado de los Aliados. No consiguió tener éxito con esta demanda, que formuló antes de que comenzaran los asesinatos en masa en los campos de exterminio. A pesar de que Arendt se definía como una sionista (secular), fue tomando posiciones cada vez más críticas sobre la ideología sionista, que comparaba con otras como el socialismo o el liberalismo, que hacen previsiones sobre el futuro. Consideraba la libertad y la justicia los principios básicos de la política, lo que no era compatible con la visión del pueblo elegido. Esta posición fue mayoritariamente rechazada por la opinión pública judía.[13]
Dos años más tarde, publica el ensayo We Refugees (Nosotros los refugiados), en el que discute la desastrosa situación de los refugiados y apátridas, que son «ilegales»[14] sin derechos.
De 1944 a 1946 fue directora de investigación de la Conference on Jewish Relations (Conferencia de relaciones judías), seguidamente hasta 1949 fue lectora en la editorial judía Schocken. De 1949 a 1952 trabajó como Executive Secretary (gerente) de la Jewish Cultural Reconstruction Corporation (JCR), la organización para el salvamento y el cuidado de la cultura judía. Hasta que en 1951 Heinrich Blücher consiguiera trabajo en una universidad dando clases de filosofía, Hannah Arendt ganaba prácticamente sola el sustento de la familia.

Primeros viajes a Alemania e informes sobre las consecuencias del régimen nazi :

Durante su primer viaje a Alemania por encargo del JCR en 1949/50, murió su madre. Durante su estancia, se reencontró por primera vez desde 1933 con Karl Jaspers y Martin Heidegger. Realizó un segundo viaje en 1952. A partir de ese momento, viajó todos los años a Europa durante unos meses, en parte también a Israel, visitando a muchos amigos y familiares, pero en cada ocasión a Karl y Gertrud Jaspers.
En el ensayo Besuch in Deutschland. Die Nachwirkungen des Naziregimes (1950; Visita en Alemania. Las consecuencias del régimen nazi)[15] escribe de forma muy sofisticada sobre la situación tras la Guerra. Alemania ha destruido el tejido moral del mundo occidental en un corto periodo de tiempo gracias a crímenes que nadie pensaba posibles. Millones de personas de Europa Oriental afluían en masa hacia el país destruido. «Se puede dudar de si la política de los Aliados de expulsar a todas las minorías alemanas de países no alemanes —como si no hubiese suficiente desplazados en el mundo— fue una acción inteligente; pero está fuera de duda que, para los pueblos europeos que sufrieron durante la Guerra la criminal política de población alemana, el simple hecho de imaginarse tener que convivir con alemanes en el mismo territorio no sólo genera rabia, sino horror.» Comprobó una curiosa indiferencia en la población. Europa está cubierta por una sombra de dolor causada por los campos de concentración y de exterminio alemanes. Pero en ningún otro sitio se silencia tanto esta pesadilla de destrucción y espanto como en Alemania. «La indiferencia con la que los alemanes se mueven por entre las ruinas tiene su correspondencia en que nadie llora a los muertos.»
En cambio, corrían muchas historias sobre el sufrimiento de los alemanes, que son comparadas con los sufrimientos de los demás, con lo que, de forma callada, en Alemania se considera que la balanza ha quedado equilibrada. La huida de la responsabilidad y la búsqueda de culpas en las potencias de ocupación están muy extendidas. «El alemán medio busca las causas de la última guerra no en las acciones del régimen nazi, sino en las circunstancias que condujeron a la expulsión de Adán y Eva del Paraíso.»

Trabajos sobre la filosofía existencial :

Tras la Guerra, Arendt escribió dos artículos tratando de la filosofía existencial. En la revista Nation apareció a comienzos de 1946 el texto French Existentialism (Existencialismo francés), en el que ilumina sobre todo el pensamiento de Albert Camus. Le expresó a Jaspers su gran esperanza en un nuevo tipo de persona, que sin todos los «nacionalismos europeos», es europeo y que pugna por un federalismo europeo. Entre ellos contaba a Camus, que provenía de la resistencia francesa, al que certificaba la honradez y la visión política.[16]
El artículo Was ist Existenzphilosophie? (¿Que es filosofía existencial?) fue publicado casi al mismo tiempo en EE.UU. y en la revista fundada por Jaspers, Die Wandlung. En 1948 fue reeditado, junto con otros cinco textos, como libro de ensayos. Se trataba de la primera edición de un libro suyo tras la publicación en 1929 de su tesis. En el texto desarrolla su propia posición dentro de la filosofía existencial, que no continuaría en sus obras posteriores. No permitió que se reeditara la versión inglesa.[17]
En esta pequeña obra discute de forma crítica la filosofía de Martin Heidegger, al que atribuye una cercanía al nihilismo. Heidegger no habría terminado nunca su ontología. Con el análisis de la existencia de la muerte, Heidegger justificaría la futilidad del ser. El ser humano es descrito como similar a Dios, pero no como un ser «constructor de mundos», sino como un «destructor de mundos». Arendt opone a estas ideas que «el ser humano no es Dios y, con sus semejantes, vive en comunidad en un mundo», un pensamiento que repetirá más tarde a menudo. Heidegger evitaría los términos provisionales de Kant de «libertad», «dignidad humana» y «razón», reduciendo al hombre a sus funciones en el mundo y atribuyéndole existencia sólo a través de la filosofía. Además critica los «no términos mitologizantes» de Heidegger, como «pueblo» y «tierra» que había atribuido en sus clases de la década de 1930 al «yo» (Selbst). «Ese tipo de concepciones sólo pueden llevar fuera de la filosofía, hacia algún tipo de superstición naturalista.»
Por otro lado, la filosofía existencial de Karl Jaspers es descrita de forma exclusivamente positiva. Según Arendt, Jaspers rompe con todos los sistemas filosóficos, con cosmovisiones y «enseñanzas de la totalidad», estudia «situaciones límite» y considera la existencia como una forma de libertad. Así, el ser humano puede, «jugando con la metafísica», tentar acercarse a los límites de lo imaginable y traspasarlos. Al contrario que Heidegger, para Jaspers la filosofía sería sólo una preparación para la «actividad» a través de la comunicación, tomando como base el sentido común a todos. Jaspers sabría que el pensamiento de la trascendencia estaría condenada al fracaso. La filosofía de Jaspers, subraya la autora, se sitúa principalmente en los caminos de su filosofar. Estos caminos pueden sacar del «callejón sin salida de un fanatismo positivista o nihilista».

Posicionamiento frente a Palestina e Israel :

Hannah Arendt escribió a finales de 1948 el artículo Frieden oder Waffenstillstand im Nahen Osten? (¿Paz o armisticio en Oriente Medio?; publicado en EE.UU. en enero de 1950). El artículo trata sobre la historia de Palestina y la fundación del Estado de Israel. De acuerdo al texto, la paz sólo puede ser alcanzada por el entendimiento y un acuerdo justo entre árabes y judíos. Describe la historia de la inmigración desde 1907 y recalca que desde entonces ambos grupos están enfrentados y que —también por la invasión turca y más tarde del Reino Unido— nunca han considerado estar al mismo nivel o incluso nunca se han considerado como personas. Mientras que describe el mayor problema de los judíos como la falta de patria o de mundo (Weltlosigkeit), critica a la mayoría de los dirigentes judíos, que no han visto los problemas del pueblo árabe.
Su visión es una Palestina de dos naciones sobre la base de una política no nacionalista, una federación, que posiblemente podría incluir otros estados de Oriente Medio. La inmigración y la expulsión de una parte del pueblo árabe representa una hipoteca moral, mientras que los colectivos que se basan en la igualdad y la justicia (Kibutz) y la universidad hebrea de Jerusalén, así como la industrialización, están en la columna del haber.
Según Arendt, Israel podía librarse de las leyes del capitalismo, ya que era financiado por donaciones desde EE.UU. y, por lo tanto, no estaba bajo la obligación de maximizar el beneficio. Su preocupación era que Israel siguiese una política expansionista agresiva, tras una guerra ganada, que había traído la desgracia a judíos y árabes, además de haber destruido sectores económicos de ambos pueblos. Pero tenía esperanzas en el espíritu unversalista del judaísmo y en las fuerzas dispuestas al entendimiento en los estados árabes.[18]
En esa época había muy pocas personalidades de parte judía y árabe que apoyasen una Palestina binacional. Arendt hace referencia al primer presidente de la universidad hebrea Judah Leon Magnes[19] y el político y catedrático de filosofía libanés Charles Malik, de los que destaca su excepcionalidad. Ambos apoyaron claramente un entendimiento entre judíos y árabes, Magnes en 1946 y Malik ante el Consejo de Seguridad de la ONU en mayo de 1948.
Cuando en diciembre de 1948 el antiguo dirigente de la organización terrorista antibritánica Irgún, Menájem Beguin, llegó a Nueva York con el objetivo de conseguir donaciones para su nuevo partido Herut, 26 intelectuales, entre los que se contaban varios de origen judío, escribieron una dura carta abierta que fue publicado el 4 de diciembre de 1948 en el New York Times.[20] Entre los firmantes se encontraban, además de Hannah Arendt, entre otros, Isidore Abramowitz, Albert Einstein, Sidney Hook y Stefan Wolpe. En la carta advertían claramente contra este partido que consideraban de «extrema derecha» y «racista».
A su amiga, la escritora norteamericana Mary McCarthy, Arendt escribió veinte años más tarde que Israel era un ejemplo impresionante de igualdad entre las personas. Más importante consideraba la «pasión por la supervivencia»[21] del pueblo judío, presente desde la antigüedad. Expresa su miedo de que el Holocausto pudiera repetirse. Considera que Israel es necesario como refugio y debido al incombustible antisemitismo. Arendt comenta que cualquier catástrofe verdadera en Israel le afecta más que casi cualquier otra cosa.[22]

Formas de dominio total :

Inmediatamente después de la II Guerra Mundial, Arendt comenzó a trabajar en un extenso estudio sobre el nacionalsocialismo; en 1948 y 1949 ampliado al estalinismo. El libro está formado por 3 partes, Antisemitismus (antisemitismo), Imperialismus (imperialismo) y Totale Herrschaft (dominio total, totalitarismo). Mientras que para las dos primeras partes Arendt pudo basarse en gran parte sobre material histórico y literario existente, para la tercera parte tuvo que trabajarse la documentación de base por su cuenta.[23] En 1951 apareció la edición americana con el título The Origins of Totalitarianism (Los orígenes del totalitarismo). La versión alemana de 1955, también escrita por Arendt y en parte distinta de la original, llevaba el título Elemente und Ursprünge totaler Herrschaft (Elementos y orígenes del dominio total). Hasta la tercera edición de 1966 repasó y amplió la obra. El trabajo no es pura historiografía, más bien critica el pensamiento casuístico de la mayoría de los historiadores y comenta: todos los intentos de los historiadores de aclarar el antisemitismo han sido insuficientes.
Planteó una nueva y muy discutida tesis que dice que los movimientos totalitarios se apoderan de todas las cosmovisiones e ideologías y las pueden convertir, a través del terror, en nuevas formas de estado. Visto desde 1966, Arendt opina que sólo el nazismo y el estalinismo han conseguido realizarlo de forma históricamente completa.
Al contrario que otros autores, Arendt ve solamente totalitarismo en estos dos sistemas y no en otras dictaduras de partido único, como el fascismo italiano, el franquismo o el régimen de la República Democrática Alemana. Destaca la nueva calidad del totalitarismo frente a dictaduras normales. Las primeras se refieren a todas las áreas de la vida personal, no sólo al nivel político. En el centro está un movimiento de masas. En el nazismo se produjo una inversión completa del sistema jurídico. Crímenes, asesinatos en masa, eran la regla. Además del terror, considera que la aspiración al dominio mundial es una característica importante del totalitarismo.
Con el fondo de la sociedad de masas y de la decadencia del estado nación a causa del imperialismo de las formas tradicionales de hacer política, extrae la idea de que estas formas, y sobre todo los partidos, eran más débiles que los movimientos totalitarios, con sus nuevas técnicas de propaganda de masas.
Además de emplear las fuentes históricas, el pensamiento de Kant y Montesquieu y fuentes literarias, como Marcel Proust, Arendt emplea el método «de tomar en serio literalmente de opiniones ideológicas». Las afirmaciones de ideólogos totalitarios habrían sido infravaloradas por muchos observadores.[24]
Las descripciones del totalitarismo sirvieron sobre todo a los politólogos para desarrollar una teoría del totalitarismo, que en parte va mucho más allá de la definición de Arendt.

Nacionalidad norteamericana, desarrollo profesional y posicionamientos políticos :

En 1951 consigue la nacionalidad de EE.UU. Arendt había sufrido mucho como apátrida, porque lo consideraba una expulsión de la sociedad humana. La ciudadanía significaba para ella «el derecho a tener derechos».[25] Para solucionar este problema exigía una ampliación de la constitución de los EE.UU. por la que nadie podrá perder su nacionalidad si con ello se convierte en apátrida.
En Alemania, en 1933, Hanna Stern se encontraba de camino a una carrera académica normal, con docencia en la universidad. El nazismo destruyó esos planes. En sus cartas y hasta poco antes de su muerte, señalaba que no posee ni bienes ni posición, lo que, según su propia opinión, contribuyó a la independencia de su pensamiento.
Una y otra vez demostró valor personal, por ejemplo a través de su trabajo en organizaciones judías durante el nazismo. Sus posicionamientos personales y públicos frente a acontecimientos políticos causaban a menudo controversias entre sus oponentes, pero también entre sus amigos; su valor cívico fue tenido frecuentemente por intransigencia y combatido como tal.
En un texto corto de 1948 titulado Memo on research, Arendt nombra los temas políticos más importantes de la época. Distingue entre problemas centrales de la época: «totalitarismo, la cuestión de las razas, la decadencia del sistema de estados nación europeo, la emancipación de los pueblos coloniales, la liquidación del imperialismo británico», y los problemas exclusivamente judíos: «antisemitismo, el asunto de Palestina, migraciones, falta de patria, etc.».[26]

Poco antes había escrito a Jaspers:
Unter freien Umständen sollte eigentlich jeder einzelne entscheiden dürfen, was er nun gerne sein möchte, Deutscher oder Jude oder was immer [...] Woran mir liegen würde, und was man heute [1947] nicht erreichen kann, wäre eigentlich nur eine solche Änderung der Zustände, daß jeder frei wählen kann, wo er seine politischen Verantwortlichkeiten auszuüben gedenkt und in welcher kulturellen Tradition er sich am wohlsten fühlt.

Bajo circunstancias de libertad, todo individuo debería poder decidir lo que quiere ser, alemán o judío o lo que sea [...] Lo que me importa, y lo que no se puede alcanzar en la actualidad [1947], sería simplemente un cambio de las circunstancias, de forma que todos pudiesen elegir libremente donde piensan desarrollar su responsabilidad política y en que tradición cultural se encuentran más cómodos.
Arendt, Arendt a Jaspers pág. 127.

A la edad de 47 años, consiguió en 1953 una cátedra temporal en el Brooklyn College de Nueva York, en parte gracias al éxito conseguido en EE.UU. con su libro sobre el totalitarismo. En Nueva York trabajó, junto con Martin Buber y otros, por la fundación del Leo Baeck Institut, un centro de documentación e investigación de la historia de los judíos de habla alemana. Los fondos están disponibles de forma digital en el Jüdisches Museum Berlin.
En la década de 1950, tras el análisis del totalitarismo, Arendt planeó un trabajo sobre el marxismo. De sus investigaciones preliminares surgieron algunos artículos, ensayos y clases magistrales. En 1953 publicó en Aufbau el texto: Ayer eramos todavía comunistas.[27] Arendt distinguía entre «antiguos comunistas» y «excomunistas». Los primeros eran bien artistas que fueron empleados como reclamo, bien aquellos que habían comprendido las implicaciones de los Procesos de Moscú, el Pacto Ribbentrop-Mólotov o la falta de democracia interna del partido y en consecuencia se había retirado a su vida privada. Los segundos habrían convertido sus conocimientos del comunismo como trampolín para una nueva carrera como expertos anticomunistas y de la Guerra Fría.
Gran preocupación le produjo durante esta época la persecución en los EE.UU. de antiguos comunistas, intelectuales y artistas por Joseph McCarthy y sus seguidores. Entre tanto valoraba el levantamiento húngaro de 1956 como ejemplo de una revolución pacífica con trazos de un sistema de consejos. En 1960 publicó Die ungarische Revolution und der totalitäre Imperialismus (La revolución húngara y el imperialismo totalitario; en inglés apareció como parte del la segunda edición de The Origins of Totalitarism) y en 1961 Between Past and Future (Entre el pasado y el futuro; seis ensayos sobre el pensamiento político).

Ya a mitad de la década de 1950, Arendt había realizado una solicitud de cobro de daños y perjuicios al Estado alemán (Deutsche Wiedergutmachungspolitik) por las injusticias sufridas bajo el régimen nazi, solicitud que fue rechazada en diversas ocasiones. Karl Jaspers escribió una carta asegurando que la obra sobre Rahel Varnhagen, en su versión de 1933, era un trabajo posdoctoral finalizado con éxito, que le hubiese permitido la docencia en una universidad alemana, y que no pudo ser presentada a causa de la subida al poder del régimen nazi. No fue hasta 1972 que Arendt consiguió una cifra importante del Gobierno Federal alemán. Su caso se convirtió en un precedente, de forma que otros se beneficiaron posteriormente de sus largos pleitos.
Se manifestó en diversas ocasiones de forma crítica con la era Adenauer. Después de que, en un comienzo, los criminales nazis apenas fueran castigados, tras el proceso a Eichmann, poco a poco se fue juzgando a los peores. «Una mala señal son las condenas increíblemente leves que emiten los tribunales. Creo que por 6500 judíos asesinados con gas se consiguen 3 años y 6 meses, o así [...] Esta llamada república es realmente "como antes" ('wie gehabt'). Y tampoco el desarrollo económico ayudará a largo plazo a superar la situación.»[28]
En los años siguientes trató en diversas ocasiones la discriminación de los negros en los EE.UU., la «cuestión negra», cuya solución consideraba imprescindible para la existencia de la República.[29] Condenó en numerosas ocasiones la Guerra de Vietnam, por ejemplo tras un análisis de los Papeles del Pentágono, que publicó bajo el título Lying in Politics (Mintiendo en política) en 1971.
En junio de 1968 escribió a Jaspers: «Me da la impresión de que los niños del próximo siglo estudiarán el año 1968 como nosotros estudiamos la revolución de 1848[30] Arend simpatizaba con el movimiento estudiantil mundial, pero criticó con dureza el desarrollo posterior percibido. En su obra Macht und Gewalt (Sobre la violencia), publicada en 1970 simultáneamente en inglés y alemán, hace un análisis detallado de la rebelión estudiantil y diferencia los términos «poder» (Macht) y «violencia» (Gewalt).[31] Bajo «poder» (Macht) entiende una influencia importante de los ciudadanos sobre los asuntos políticos, dentro de la constitución y las leyes. Ninguna forma de gobierno sobrevive sin una base de poder. Incluso el totalitarismo, que se basa en su mayor parte en la violencia, necesita el apoyo de muchos.
A Adelbert Reif le comentó en 1970 en una entrevista que apreciaba en los estudiantes las «ganas de actuar» y «la confianza de poder cambiar las cosas con la propia fuerza.» En EE.UU. apareció por primera vez en mucho tiempo un movimiento político espontáneo que no sólo hacía propagada, sino que actuaba por motivos casi exclusivamente morales. Por otra parte, rechazaba el desarrollo ulterior del movimiento en «fanatismo», «ideología» y «vandalismo». «Las cosas buenas en la historia tienen habitualmente una corta duración.» Así, por ejemplo, nos acordaríamos hoy (1970) aún de la corta época clásica griega.[32]

El proceso de Eichmann :

Cobertura del proceso y controversias posteriores :

En 1961, Arendt asistió de abril a junio al proceso contra Adolf Eichmann en Jerusalén como reportera de la revista The New Yorker. Inicialmente surgieron algunos artículos y su libro Eichmann en Jerusalén (EeJ), con el subtítulo Un informe sobre la banalidad del mal, que en 1963 fue publicado en EE.UU. y poco después en Alemania Occidental. Adolf Eichmann había sido secuestrado por el Mossad en Argentina en 1960 y trasladado a Jerusalén. La expresión que Arendt empleó para referirse a Eichmann, «la banalidad del mal», fue muy discutida y acabó siendo una expresión hecha.

In diesen letzten Minuten war es, als zöge Eichmann selbst das Fazit der langen Lektion in Sachen menschlicher Verruchtheit, der wir beigewohnt hatten - das Fazit von der furchtbaren »Banalität des Bösen«, vor der das Wort versagt und an der das Denken scheitert.

Fue como si en aquellos últimos minutos [Eichmann] resumiera la lección que su larga carrera de maldad nos ha enseñado, la lección de la terrible banalidad del mal, ante la que las palabras y el pensamiento se sienten impotentes.
Arendt, Eichmann en Jerusalén[33]

Alrededor de la obra hubo violentas controversias. Sobre todo, la expresión «banalidad» en relación a un asesino en masa fue atacada desde diferentes frentes, entre otros también por Hans Jonas. Raul Hilberg también criticó la idea de la «banalidad del mal».[34]
En su introducción a la edición alemana de 1964, Arendt aclara la expresión: «[...] en el informe sólo se expresa la posible banalidad de la maldad a nivel de lo ocurrido realmente, como un fenómeno que sería posible pasar por alto. Eichman no era [...] Macbeth [...] A excepción de una diligencia poco común por hacer todo aquello que pudiese ayudarle a prosperar, no tenía absolutamente ningún motivo.»[35] Nunca habría asesinado a un superior. No era tonto, sino «simplemente irreflexivo». Esto le habría predestinado para convertirse en uno de los mayores criminales de su época. Esto es «banal», quizás incluso «cómico». No se le puede encontrar profundidades demoníacas, por mucha voluntad que se le ponga. Aun así, no es ordinario. «Que un tal alejamiento de la realidad e irreflexión en uno, puedan generar más desgracias que toda la maldad intrínseca del ser humano junta, eso era de hecho la lección que se podía aprender en Jerusalén. Pero era una lección, ni una aclaración del fenómeno ni una teoría sobre él.»
En una carta a Mary McCarthy, Arendt comenta: «[...] la expresión "banalidad del mal" como tal está en contraposición a la "maldad radical" que empleé en el libro sobre el totalitarismo.»[36]
El tipo de crimen, según Arendt, no era fácilmente clasificable. Lo que ocurrió en el campo de concentración de Auschwitz no ha tenido ejemplos anteriores. La expresión proveniente del imperialismo inglés, «asesinato en masa administrativo», se le ajusta mejor que «genocidio».

Debate sobre el papel de los consejos judíos :

Arendt también fue criticada por haber visto el papel de los consejos judíos de forma demasiado critica. Eichmann había exigido la «cooperación» de los judíos y la había obtenido en «una medida realmente sorprendente». De camino a la muerte, los judíos habrían visto a pocos alemanes. Los miembros de los consejos judíos habrían obtenido de los nazis un «enorme poder sobre la vida y la muerte», «hasta que fueron deportados ellos mismos». Así, por ejemplo, las listas de transporte en el campo de concentración de Theresienstadt fueron realizadas por el consejo judío. «Este papel de los dirigentes judíos en la destrucción de su propio pueblo es para los judíos sin duda el capítulo más negro en su negra historia.»[37] El antiguo rabino de Berlín, Leo Baeck, uno de los representantes judíos más importantes de Alemania, había comentado que era mejor para los judíos no saber su destino, ya que la espera de la muerte sólo habría sido más dura.[38]
Este corto pasaje fue criticado de forma especialmente dura por muchas organizaciones judías. En una carta a Mary McCarthy del 16 de septiembre de 1963, Arendt escribió que había oído que la Anti-Defamation League había enviado una carta a todos los rabinos de Nueva York para que el día de Año Nuevo (Rosh ha Shana, 4 de octubre) predicaran en contra de ella. En la campaña política, llevada con éxito, se trataría de crear una «imagen» para ocultar el auténtico libro. Arendt se sentía impotente frente a la gran cantidad de personas críticas que poseían dinero, personal e influencia.[39]
Hannah Arendt sintió como un alivio encontrarse con «antiguos miembros judíos de la resistencia». «Su entrada en escena ahuyentaba el fantasma de una docilidad general [...].»[40] En los campos de exterminio, «en general, las entregas de las víctimas para su ejecución [fueron] realizadas por los comandos judíos.» «Todo esto era espeluznante, pero no era un problema moral. La selección [...] de los trabajadores en los campos era realizada por las SS, que tenían una marcada preferencia por los elementos criminales.» El problema moral fue la colaboración de granos [de arena] en la solución final.[41]
Gershom Scholem indicó, algunos meses después de la publicación del libro, que echaba de menos un juicio equilibrado. «En los campos se destruía la dignidad del hombre y, tal como dice usted misma, se llevó a las personas a colaborar en su propia destrucción, ayudando en la ejecución de los demás reclusos y otros actos similares. ¿Y por eso debe estar borrosa la frontera entre víctimas y verdugos? ¡Que perversidad! Y nosotros debemos llegar y decir que los mismos judíos tuvieron su participación en el asesinato de judíos.»[42]

Responsabilidad personal frente a responsabilidad colectiva :

En su disertación Persönliche Verantwortung in der Diktatur (Responsabilidad personal en la dictadura) que presentó en 1964 y 1965 en Alemania, Arendt recalcaba de nuevo que su publicación fue un «relato de los hechos». Sus críticos y apologetas, por el contrario, habrían discutido un problema de filosofía moral. Ella se dio cuenta con horror de que «ahora sabemos que hay un Eichmann en cada uno de nosotros». Pero, según Arendt, el ser humano tiene libre albedrío y es responsable de sus acciones. Por lo tanto, la culpa recaería sobre determinadas personas. Rechaza decididamente la idea de una culpa colectiva. «Donde todos son culpables, no lo es nadie [...] Siempre he considerado como la quintaesencia de la confusión moral que en la Alemania de la posguerra aquellos completamente libres de culpa comentaran entre ellos y anunciaran al mundo cuan culpables se sentían, cuando, en cambio, sólo unos pocos de los criminales estaban dispuestos a mostrar si quiera un mínimo de arrepentimiento.»
Arendt consideraba que el proceso contra Eichmann había sido realizado correctamente. Considera jurídicamente irrelevante la idea de que Eichmann había sido sólo una ruedecilla en el enorme engranaje del aparato burocrático. Fue ejecutado en justicia. Durante el nacionalsocialismo, todos los niveles de la sociedad oficial estuvieron implicados en los crímenes. Como ejemplo nombra la serie de medidas antijudías que antecedieron a los crímenes en masa y que fueron consentidos en todos y cada uno de los casos «hasta que se llegó a un punto en el que ya no podía pasar nada peor.» Los hechos no «fueron realizados por gangsters, monstruos o sádicos furibundos, sino por miembros respetables de la honorable sociedad.» Así, a los que colaboraron y siguieron órdenes no debe preguntárseles «¿porque obedeciste?», sino «¿porque colaboraste?».
La misma Hannah Arendt señaló que ella misma quizás no habría estado a la altura de esas exigencias: «¿Quién dice que yo, que condeno una injusticia, afirmo ser incapaz de realizarla?».[43]

Antisemitismo árabe :

Arendt veía en el informe Eichmann el antisemitismo que estaba comenzando a aparecer en los países árabes como una continuación de las ideas y acciones nazis. «Los periódicos en Damasco y Beirut, en El Cairo y Jordania no disimulaban ni su simpatía por Eichmann ni su pena por que no hubiese "terminado el trabajo"; un programa radiofónico desde El Cairo, el día del inicio del proceso, incluso daba un palo a los alemanes, a los que se echaba en cara que, "en la última Guerra, los aviones alemanes no hubiesen sobrevolado y bombardeado las colonias judías"».[44]

Edición hebrea posterior :

Cuando en verano de 2000 se editó en Tel Aviv una traducción al hebreo de Eichmann en Jerusalén como primera obra de Arendt, volvió a renacer la polémica. Principalmente se trató sobre el desarrollo del procesamiento, que había sido criticado por Arendt. En este contexto se le acusó de antisionismo de principio.[45]
Además, su entendimiento de los consejos judíos y la expresión «banalidad del mal» fue rechazada, tal como había ocurrido en la primera edición del libro.

Verdad y política :

Como consecuencia de las fuertes críticas a su informe sobre el proceso, Hannah Arendt reflexionó en 1964 en su ensayo Wahrheit und Politik (Verdad y política), si es correcto decir la verdad y sentencia sobre las muchas «mentiras» que se han dicho sobre los hechos que ella ha reportado. Este texto muestra, tal como recalca explícitamente en su reedición norteamericana de 1967, que se mantiene firme en su pensamiento y que rechaza los métodos de sus críticos, también desde la retrospectiva.
Pero el ensayo trata principalmente de la relación entre la Filosofía y la Política, de la relación entre la «verdad de la razón» y la «verdad de los hechos».

Enseñanza en la universidad y premios :

En primavera de 1959 obtuvo durante un semestre una cátedra como profesora invitada en la prestigiosa universidad de Princeton. Fue la primera mujer en enseñar en la institución. De 1963 a 1967, Hannah Arendt fue catedrática en la universidad de Chicago y de 1967 a 1975 en la Graduate Faculty de la New School for Social Research en Nueva York. Allí se encuentra la mayoría de su legado.[46]
En EE.UU. la honraron con numerosos doctorados honoris causa. También en la República Federal Alemana consiguió prestigiosos premios: en 1959 el Lessing-Preis der Freien und Hansestadt Hamburg y en 1967 el premio Sigmund Freud de la Academia Alemana para Lengua y Escritura en Darmstadt. En 1969, la American Academy premió su trabajo con una medalla Emerson-Thoreau; su discurso de agradecimiento ha sido conservado.[47] En 1975, el gobierno danés le entrega el premio Sonnig por sus aportaciones a la cultura europea.

http://es.wikipedia.org/wiki/Arendt

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