domingo, 5 de abril de 2009

Cabecita negra

"Cabecita negra" es un término despectivo de naturaleza racista de amplia utilización en la Argentina. Si bien el término forma parte del lenguaje popular argentino, se utiliza para denominar despectivamente a un sector de la población difícil de definir con precisión, asociado a personas de pelo oscuro y piel de tonalidad intermedia, pertenecientes a la clase trabajadora. En general es utilizado por las clases media y altas y particularmente de Buenos Aires.
El término se inserta en una serie compleja de relaciones conflictivas entre los porteños de la ciudad de Buenos Aires y los provincianos, los inmigrantes europeos con los migrantes internos provenientes de las zonas rurales del norte, las clases altas y medias con los trabajadores, y los peronistas y antiperonistas.

Origen :

El término apareció en la ciudad de Buenos Aires en la década de 1940, cuando se inició una gran migración interna, principalmente desde zonas rurales de las provincias del norte, hacia la ciudad de Buenos Aires y otros grandes centros urbanos, con el fin de trabajar como obreros en las nuevas fábricas que se creaban como resultado de un amplio proceso de industrialización. Fue utilizado para denominar a esos migrantes con un sentido fuertemente peyorativo.
La expresión fue tomada de la denominación popular de varias subespecies de una ave característica de América del Sur, la Carduelis magellanica.[1]

Naturaleza racista:

El término está asociado a las características físicas de muchos de los migrantes internos de la Argentina, y en particular de las características del cabello, generalmente muy oscuro, provenientes en muchos casos de las provincias del norte, donde existe una mayor proporción de habitantes descendientes de indígenas y africanos, a la vez que una menor proporción de inmigración europea (ver: inmigración en Argentina).
Es habitual que la expresión cabecita negra sea utilizada en combinación con "negro", "negra", "grone", "groncho", y "negrada", siempre con una significación sumamente despectiva.
Un ejemplo de este uso es la discriminación que sufrió el futbolista Ariel Ortega en 1998. En esa ocasión el periodista Juan José Panno escribió un artículo en el que calificó al jugador de:

Entre otros defectos, Ariel Ortega es cabecita negra, retacón, fulero y casi no sabe hablar.... No hay nada quehacerle: son negros. Y si le dicen Burrito, por algo será.[2]

Naturaleza clasista :

El término cabecita negra tiene un inocultable componente de clase: está dirigido a un tipo definido de trabajador y trabajadora que compuso el grueso de la nueva clase obrera industrial que se desarrolló a partir de 1935 y se expandió velozmente a partir de 1939. Esta nueva clase obrera se instaló en los márgenes de la ciudad de Buenos Aires y otras ciudades en menor medida, modificando completamente su composición social.
Susana Rosano, investigadora de la Universidad de Pittsburgh, destaca esa situación del siguiente modo:
Esta sensación agobiante de que la gente de los suburbios, del campo y del interior del país habían invadido Buenos Aires fue compartida por sectores pertenecientes a las clases medias y altas porteñas, pero también por los intelectuales de izquierda que en aquel entonces se solidarizaron con el espanto de la “gente bien” de Buenos Aires y su intento por preservar su carácter de ciudad culta y aristocrática, sus jerarquías espaciales y su propiedad territorial.[3]
En sentido similar afirmaba el escritor argentino Pedro Orgambide en un artículo de 1967 titulado El racismo en Argentina:
El desprecio por el cabecita negra, su rechazo por parte de la pequeña burguesía liberal y democrática, muestra hasta qué extremos el prejuicio impregna nuestras racionalizaciones... Ser diferente, ser gente, ser bien, significa no tener nada en común con ese intruso, que nos recuerda un origen humilde, de trabajo, de pequeñas humillaciones cotidianas. En esta fantasía, el pequeño burgués transfiere sus propias carencias al cabecita negra: el otro es el indolente, el ignorante, el poca cosa, el advenedizo.[4]

En 1989, Diego Maradona declaró:

Sí, soy un cabecita negra. Nunca renegué de mis orígenes.[5]


Naturaleza política :

Cabecita negra es un término expresamente utilizado en el conflicto político entre peronistas y antiperonistas; fue una expresión creada entre 1943-1946 por un sector antiperonista para ofender a los peronistas, atribuyéndoles la condición de "negros", por oposición a los no peronistas que se atribuían la condición de blancos.
En ese sentido el término cabecita negra integró una serie de otros términos similares, peyorativos y de tipo racista como "aluvión zoológico" y "grasas", o su categorización como personas sin cultura a las que se atribuía incapacidad para recibir una vivienda decente pues utilizaban los pisos de madera para hacer asados. También se han desarrollado una gran cantidad de chistes con sentido peyorativo.
El periodista Jorge Lanata cuenta en su autobiografía:

Soy chico, y pregunto, y escucho todo esto: "Perón le regaló departamentos a los negros, y los cabecitas hacían asado con el parquet".[6]

El cuento "Cabecita negra" de Germán Rozenmacher :

En 1961 el escrito argentino Germán Rozenmacher (1936-1971) escribió un conocido cuento titulado precisamente "Cabecita negra" que refleja con gran realismo las relaciones racistas que establecieron las clases medias de Buenos Aires con las nuevas clases trabajadores procedentes de las provincias.
El protagonista del cuento es el Señor Lanari, un comerciante de Buenos Aires que posee una ferretería, hijo de inmigrantes. El Señor Lanari sufre de insomnio y decide salir a la calle a las tres de la mañana...
Y allí la vio. Nada más que una cabecita negra sentada en el umbral del hotel que tenía el letrero luminoso "Para Damas" en la puerta, despatarrada y borracha, casi una niña, con las manos caídas sobre la falda, vencida y sola y perdida,...
Inmediatamente después un policía se acerca y pretende detener al Señor Lanari por alterar el orden en la vía pública.
El señor Lanari, perplejo, asustado, le sonrió con un gesto de complicidad al vigilante. ­Mire estos negros, agente, se pasan la vida en curda y después se embroman y hacen barullo y no dejan dormir a la gente. Entonces se dio cuenta que el vigilante también era bastante morochito pero ya era tarde.
A partir de ese momento el Señor Lanari se sentirá invadido por los dos cabecitas negras, y el cuento relatará su experiencia como si se tratara de una pesadilla en la noche.
Rozenmacher fue un destacado escritor judío del barrio del Once casado con Chana, su esposa no judía. Su obra está muy marcada por los fenómenos de discriminación y la interacción de grupos con distintos orígenes nacionales y sociales en la Argentina de los años '50 y '60.[7]

Cabeza :

Derivado de "cabecita negra", más recientemente ha aparecido el término "cabeza", que se utiliza de manera confusa a veces con sentido despectivo, y a veces sin él. Tiende a denominar a la persona de pueblo, sencilla y no sofisticada, que habita en la ciudad.


http://es.wikipedia.org/wiki/Cabecita_negra

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