Montoneros fue una organización guerrillera argentina que desarrolló la lucha armada entre 1970 y 1979, aunque su período de máximo poder se extendió hasta 1976.
Sus objetivos iniciales fueron la desestabilización del gobierno de facto autodenominado "Revolución Argentina" (Onganía, Levingston, Lanusse / 1966 - 1973) y el retorno al poder del General Juan Domingo Perón; posteriormente, una vez que asumió la presidencia Héctor José Cámpora sus acciones se dirigían a la instauración en la Argentina de un sistema político que denominaban "Socialismo Nacional", al que consideraban como la evolución histórica natural del peronismo. Fue considerada como organización terrorista por el gobierno de María Estela Martínez de Perón.
Si bien durante sus primeros años de existencia recibieron el apoyo del General Perón y de buena parte del Movimiento Peronista, a partir del primero de mayo de 1974, sus acciones ocasionaron el rechazo por parte del mismo líder y de los sectores sindicales y políticos del peronismo ortodoxo, llevándolo a un gradual aislamiento y a decidir su pase a la clandestinidad, para ser posteriormente aniquilado por la dictadura militar que derrocó a la viuda de Perón, María Estela Martínez, el 24 de marzo de 1976.
Orígenes, ideología y fundadores :
Las raíces tempranas del movimiento se pueden encontrar en la década de 1960, en la confluencia de militantes del movimiento nacionalista estudiantil Tacuara, la Agrupación de Estudios Sociales de Santa Fe, y el integrismo de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba.
Desde dichas vertientes se perfilan grupos que luego se afianzarían junto a la militancia católica de jóvenes pertenecientes a clases medias y altas, cuyo órgano de prensa aglutinante era la revista nacionalista "Azul y Blanco" dirigida por Marcelo Sánchez Sorondo y Ricardo Curutchet y cuyo secretario de redaccion fue desde 1966 Juan Manuel Abal Medina. Luego tambien estos jovenes tuvieron un punto de encuentro en la revista Cristianismo y Revolución, dirigida por Juan García Elorrio. A partir de allí se conforma el Comando Camilo Torres, el cual, junto al grupo conducido por José Sabino Navarro, pueden considerarse las células iniciales de Montoneros.
Hacia fines de la década del '60 fueron alineándose políticamente con el peronismo revolucionario, de neto perfil populista y anti-imperialista, en tanto que su ideología se iba estructurando con una poco clara mezcla de la doctrina peronista, con elementos del marxismo latinoamericano revolucionario provenientes del Che Guevara y de Fidel Castro, recibiendo además fuertes influencias católicas desde el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Varios fundadores de lo que luego se transformaría en una organización armada se conocieron cuando eran seguidores del sacerdote tercermundista Carlos Mugica. A fines del año 1969 el Dr Marcelo Sánchez Sorondo grabó con la voz de Fernando Luis Abal Medina la proclama revolucionaria del General Eduardo Labanca que fue enviada a todas las unidades del Ejército Argentino en un intento de putch nacionalista de adelantarse al golpe que supuestamente preparaba el General Aramburu.
Autodefinidos en sus comienzos como una vanguardia armada nacionalista, católica y peronista, y utilizando consignas tales como "Perón o muerte", Montoneros se asumió como organización político militar en la provincia de Buenos Aires, y fue encabezada por Fernando Abal Medina, Carlos Gustavo Ramus, José Sabino Navarro, Emilio Maza, Carlos Capuano Martínez, Norma Arrostito, Mario Firmenich, entre otros.
Los fundadores de la organización Montoneros deciden adoptar ese nombre para resaltar la continuidad histórica con los caudillos del interior argentino en el siglo XIX y las "montoneras" originales, del "Chacho" Peñaloza y Felipe Varela, estableciendo así una línea política nacionalista, antiimperialista y federal que la hacían partir de San Martín y las guerras de la independencia, pasar por los caudillos y Juan Manuel de Rosas y desembocar finalmente en Juan Domingo Perón. Inclusive, en las primeras épocas de la organización guerrillera, varios de sus comandos operativos (Unidades de Combate) adoptaron circunstancialmente el nombre de esos caudillos para firmar sus "partes de guerra". Esta práctica se abandonó posteriormente cuando sus militantes comenzaron a caer en combate y los comandos firmaban entonces con los nombres de los compañeros muertos.
Posteriormente, otros dirigentes notorios fueron Rodolfo Walsh,Julio Roqué, Dardo Cabo, Marcos Osatinsky, Roberto Quieto, Horacio Mendizábal, Raúl Yaguer, Roberto Perdía, Fernando Vaca Narvaja, Rodolfo Galimberti, algunos de ellos provenientes de la organización Descamisados y otros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR, una organización armada peronista similar, pero de bases más definidas hacia el marxismo, que se fusionó con Montoneros en octubre de 1973).
El 7 de septiembre de 1970 en William Morris (provincia de Buenos Aires), murieron en un enfrentamiento Fernando Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus. Desde entonces, la militancia que adscribe al sector de izquierda peronista conmemora esa fecha como el "Día del Montonero".
Los pasos previos: Vandor :
Si bien Montoneros no realizó el asesinato de Augusto Timoteo Vandor, que fue obra de un grupo guerrillero que se autodenominó en un "parte de guerra" como "Ejército Nacional Revolucionario", varios de sus integrantes pasarían tres años después a Montoneros. Se trata de Carlos Caride, Rodolfo Walsh, Horacio "el Lauchón" Mendizábal y Dardo Cabo entre los más notorios. En realidad, este grupo fue inicialmente el germen de una organización político militar denominada "Descamisados", conducida por Caride, Mendizabal, De Gregorio, Norberto Habegger, entre otros, que en 1972 se disolvió y se integró a Montoneros. Dardo Cabo reconoció en la revista El Descamisado, de la que era Director, que él había confeccionado los planos de la UOM para la operación, y que Rodolfo Walsh había hecho la planificación de la misma.
Su primera acción pública :
La organización armada Montoneros se presentó ante la sociedad el 1 de junio de 1970 mediante un comunicado referido al secuestro y asesinato del general Pedro Eugenio Aramburu, quien fuera la cabeza de una sublevación militar que en 1955 había derrocado al General Lonardi. El Padre Carlos Mugica dijo entonces: "Quienes secuestraron a Aramburu no fueron los guerrilleros de Taco Ralo. Es un castigo por los fusilamientos de 1956 y si digo algo más me va a pasar un camión por encima". El secuestro se había realizado el 29 de mayo (Dia del Ejercito Argentino), cuando militantes de un autodenominado "Comando General Juan Jose Valle de la Organizacion Montoneros" vestidos como oficiales del Ejército lo sacaron en su departamento haciéndole creer que le brindarían custodia. Aramburu fue llevado por la fuerza a una chacra de la localidad de Timote, provincia de Buenos Aires y luego de un "juicio revolucionario" en que no tuvo posibilidad de defensa y estaba decidido de antemano fue acusado por traición a la patria, por los fusilamientos de civiles en los basurales de José León Suárez, por el del General Juan Jose Valle y otros militares, y por la desaparición del cadáver de Evita y finalmente asesinado por Fernando Abal Medina en el sótano de la mencionada chacra.
Generalmente los estudiosos de los movimientos armados de la época establecen el punto fundacional en este secuestro, pero en la práctica Montoneros ya existía como una organización política desde varios meses antes, aunque muy minoritaria y casi secreta.
La toma de la Calera :
El 1 de julio de 1970, a las 7.30, los Montoneros realizaron un operativo en la localidad cordobesa de La Calera. Tomaron la comisaría, se asaltó el Banco de la Provincia de Córdoba, se tomó la central telefónica y se inutilizaron sus equipos y se dejó en la esquina del banco una caja -supuestamente un explosivo- que en realidad contenía un grabador con la marcha peronista. Diversos errores de planificación y ejecución provocaron la detención de varios militantes, algunos de ellos fundadores de la organización. Fueron heridos Ignacio Velez y Luis Lozada y detenidos José Breganti, Felipe Defrancesco, Cristina Liprandi, José Fierro, Juan Conte Grand, Juan Sorati Martínez y Heber Albornoz en tanto murió en el enfrentamiento el llamado comandante Emilio Maza.
Inserción en el peronismo :
A partir de allí y en sus primeros años de accionar, los Montoneros iniciaron un proceso de rápida captación de cuadros en el peronismo (que podía comprobarse con la participación de decenas de miles de simpatizantes y adherentes en las manifestaciones populares), y un gran crecimiento de militantes y adeptos que se integraban a sus agrupaciones de superficie (Juventud Peronista de las Regionales, Juventud Trabajadora Peronista y Juventud Universitaria Peronista, que titularizaba los Centros de Estudiantes en casi todas las facultades del país), y pudieron influir políticamente en el levantamiento de la proscripción del peronismo y la posterior convocatoria a elecciones, en las que impusieron la consigna: "Luche y Vuelve".
Asesinato de políticos :
El 18 de marzo de 1972 tres hombres y una mujer que dijeron pertenecer a Montoneros ingresaron a la casa del dirigente político Roberto Mario Uzal, miembro de la junta Promotora Provincial del partido Nueva Fuerza, e intentaron secuestrarlo. Uzal se resiste y en el tiroteo resulta gravemente herido, falleciendo dos días más tarde, el 20 de marzo. Los guerrilleros se retiraron luego de pintar la casa con consignas.[1]
Arturo Mor Roig dirigente radical que había sido Ministro del Interior durante la presidencia de Lanusse y que se había retirado de la política fue asesinado por Montoneros el 15 de julio de 1974 mientras almorzaba en un restaurante de San Justo, sin custodia alguna como le era habitual.
La relación con Perón :
Entre sus variados contactos con las agrupaciones de superficie, Montoneros integra a JAEN (Juventud Argentina para la Emancipación Nacional) a su estructura de masas. Los dirigentes de dicha agrupación eran Rodolfo Galimberti y Ernesto Jauretche. Se decide además que Rodolfo Galimberti viaje hacia España con una carta de Montoneros,dirigida al General Juan Domingo Perón en donde le explican las causas y motivos por los que secuestraron y dieron muerte al ex presidente Pedro Eugenio Aramburu, como también sus intenciones de continuar actuando como el brazo armado del movimiento peronista. Desde su exilio en Madrid, Perón los alentó en su proceder guerrillero, pues la lealtad incondicional de esta organización le resultaba útil para presionar y desestabilizar a los gobiernos de facto de la llamada Revolución Argentina que gobernaba por entonces en el país.
En dicha línea estratégica, a la distancia Perón los denominó «formaciones especiales», dando a entender que la existencia de los Montoneros y las otras organizaciones armadas del peronismo eran una circunstancia temporal y táctica, que se justificaba en la medida de la existencia de una dictadura militar. No obstante, les prodigó elogios tales como «juventud maravillosa», e inclusive en una carta, refiriéndose a la ejecución del General Aramburu, les escribió «encomio todo lo actuado». Según consta en numerosos testimonios y declaraciones públicas de la época, los Montoneros creyeron así que eran la vanguardia revolucionaria funcional a los planes del viejo caudillo para la construcción de una Patria Socialista.
El 11 de marzo de 1973 en las elecciones generales, el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) nucleaba al Partido Justicialista, al Partido Conservador Popular, al Partido Socialista Unificado y a otras fuerzas menores, y ganó por abrumadora mayoría llevando como candidato a presidente al Dr. Héctor José Cámpora. Perón retornó definitivamente a la Argentina, y a partir de esos días modificó sustancialmente su relación con las corrientes de izquierda de su propio partido, prefiriendo apoyar y respaldarse en el ala histórica más conservadora del amplio espectro de sus colaboradores y simpatizantes de derecha, marcando por lo tanto una creciente distancia discursiva hacia Montoneros, y quitándole gradualmente espacio y protagonismo político dentro del movimiento que él lideraba.
La masacre de Ezeiza :
El 20 de junio de 1973, durante la oportunidad tan esperada por sus partidarios del regreso de Perón a su país luego de 18 años de exilio, ocurrieron los hechos conocidos como masacre de Ezeiza, en esa localidad cercana al aeropuerto internacional donde estaba programado que arribaría la aeronave, constituyendo el dramático anticipo de lo que sobrevendría en los siguientes años del escenario político argentino.
Una multitud no vista hasta entonces, estimada por los medios periodísticos de la época en dos millones de personas, se reunió en el lugar para recibir a Perón y, en medio de ella, las columnas de Montoneros junto a otras agrupaciones de izquierda representaban un importante despliegue de movilización. Por expresas directivas de Perón, la seguridad de todo el operativo del regreso se delegó en el Coronel (RE) Jorge Osinde, del ala más conservadora de su movimiento político, excluyendo a Esteban Righi (por entonces Ministro del Interior de la Nación), responsable natural de la seguridad del país e ideológicamente cercano a Montoneros.
Varios enfrentamientos -cuyo saldo de quizás centenas de muertos y heridos nunca fue determinado exactamente, ni investigado judicialmente- se generaron durante todo el día entre los grupos armados paramilitares a cargo del operativo de seguridad, y militantes de Montoneros que habían concurrido armados, en medio de cientos de miles de concurrentes, algunos con sus familias, quienes no entendían lo que estaba ocurriendo y tampoco recibían información a través de las radios que silenciaban los hechos.
Al caer la tarde, y ante las noticias provenientes de Ezeiza, la aeronave que traía a Perón fue desviada al aeropuerto de Morón. Por la noche aún continuaron las corridas y enfrentamientos armados en Ezeiza, mientras la mayoría de la multitud pugnaba por abandonar el área y ponerse a salvo.
Las contradicciones con el gobierno :
Una vez radicado en el país Perón comenzó a apartarse tanto de los cuadros armados de Montoneros como de sus enlaces políticos, los miembros de las Juventudes Peronistas de la Tendencia Revolucionaria.
En ese año 1973 Montoneros ya sufría un proceso de contradicciones internas entre la realidad del proyecto de Perón y sus propias expectativas. No obstante siguieron aparentemente apoyando al gobierno aunque posteriormente se confirmó que mataron al dirigente sindical José Ignacio Rucci, por entonces Secretario General de la Confederación General del Trabajo (CGT), hecho que acaeció el 25 de setiembre de 1973 en el populoso barrio de Flores de la ciudad de Buenos Aires.
Si bien Montoneros no reconoció en ese momento la autoría -tal como era su costumbre operativa-, fue aceptado años después por varios dirigentes de la organización que ese atentado fue planificado y concretado por ellos para "tirarle un muerto a Perón" y demostrarle poder. La emboscada a Rucci ocurrió sólo dos días después de las elecciones que consagraron a Perón por tercera vez presidente constitucional de Argentina, y provocó un conmoción política. Aparentemente el objetivo del asesinato fue mostrar sus fuerzas y sus límites desafiando al propio Perón, y reclamar con ello la cuota de poder que se les negaba dentro del gobierno. El sindicalismo ortodoxo, la CGT y el resto del peronismo interpretaron este atentado como una abierta declaración de guerra.
La "Triple A" (AAA) :
Afloró entonces el pleno protagonismo político de José López Rega, ex Cabo de la Policía Federal Argentina, secretario privado de Perón y conocido también como Lopecito, tal como lo llamaba familiarmente Perón, o Daniel por sus alegados y El Brujo por sus enemigos, debido a sus inclinaciones esotéricas, quien fue ascendido a Comisario General por Perón en un solo paso e inmediatamente nombrado Ministro de Bienestar Social del gobierno. Ministro y consejero de confianza del líder, López Rega tuvo un importante rol en la lucha contra Montoneros, a quienes solía referirse como la infiltración marxista. Su poder en el gobierno le permitió crear y apoyar financieramente con fondos ilícitamente desviados desde el ministerio a su cargo a la paramilitar Alianza Anticomunista Argentina o Triple A.
La Triple A contaba muchas veces con la colaboración operativa y de inteligencia militar para atentar violentamente, no sólo contra los cuadros Montoneros y las juventudes políticas de la Tendencia Revolucionaria, sino también contra cualquier ciudadano sospechoso de poseer una ideología de izquierda.
El Primero de Mayo :
El punto de máxima tensión en el proceso de expulsión de Montoneros del movimiento peronista se produjo el 1 de mayo de 1974, en ocasión de los festejos por el Día del Trabajo. Ya en el ocaso de su vida, en pleno ejercicio de sus facultades como Presidente de la Nación, e indignado por los cánticos ofensivos que entonaban las columnas montoneras (contra su esposa, contra López Rega y acusando a su gobierno de "estar lleno de gorilas"), durante una gran convocatoria en la Plaza de Mayo Perón los llamó estúpidos e imberbes en un encendido y recordado discurso desde el balcón de la Casa de Gobierno. La reacción de los militantes montoneros y sus simpatizantes, provocó algunos enfrentamientos y la inmediata retirada de la Plaza de las columnas que respondían a la organización. Entonces el Gral Peron le encomendó al Dr. Juan Manuel Abal Medina que les transmitiese que él queria hablar personalmente con Norma Arrostito y con Fernando Vaca Narvaja. La conducción de Montoneros no trasmitió ese mensaje a los dos convocados por Perón, que se enteraron de ello tiempo después, por lo que la reunión no se realizó. Luego de dicho suceso, la jerarquía montonera pasó de hecho a la clandestinidad, y retomó sus operaciones militares, ahora ya en abierta oposición al gobierno encabezado por Perón, lo que les dejaba sin la más mínima expectativa de tener su apoyo. El retorno a la actividad clandestina fue reconocido formalmente por la Conducción Nacional de Montoneros en el mes de septiembre de 1974.
A partir de 1975 se realizan conversaciones para un acercamiento entre la dirigencia de Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), otra organización armada irregular argentina (en este caso de ideología marxista-leninista) brazo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), quienes siempre actuaron desde una franca oposición al peronismo por considerarlo una mera expresión política populista del capitalismo y la burguesía.
La acción cada vez más violenta de la derecha peronista -sostenida desde el entorno del propio Perón-, contra las organizaciones guerrilleras se acentuó más aún luego de la muerte del anciano líder, al asumir su esposa y vicepresidente María Estela Martínez de Perón la primera magistratura, cuya opinión y voluntad estaban bajo la influencia de José López Rega.
El secuestro de los Born :
En medio de un clima político y social sumamente enrarecido y conflictivo, el 19 de septiembre de 1974 un comando montonero concreta el secuestro extorsivo que obtuvo el cobro del mayor rescate de la historia argentina ya que la organización recibió sesenta millones de dólares, por la entrega con vida de los hermanos Juan y Jorge Born (Bunge & Born), a los seis y nueve meses respectivamente. Los hermanos Born eran por entonces los principales accionistas del mayor conglomerado productor y exportador cerealero argentino. Durante este hecho Montoneros asesinó a un empresario (de apellido Bosch) y al conductor del vehículo (apellidado Pérez) en que viajaban los secuestrados.
Dirigentes montoneros confirmaron que una parte del dinero fue derivada hacia Cuba con el fin de ponerla transitoriamente a resguardo, en tanto que el pago final de unos 17 millones de dólares fue cobrado y administrado por el banquero David Graiver, quien tenía sus oficinas en la ciudad de Nueva York y falleció en un dudoso accidente de aviación. En ambos casos hasta el presente ha sido un gran misterio el destino final de buena parte del dinero en efectivo producto del rescate. Las relaciones entre el régimen de Fidel Castro y los Montoneros no siempre eran de mutua afinidad. Por un lado han circulado versiones periodísticas sugiriendo que la fortuna de los Montoneros quedó finalmente incautada y confiscada en Cuba por orden de Castro, pero algunos ex funcionarios cubanos han declarado que todo el dinero proveniente de este mega secuestro les fue entregado a Firmenich, Perdía y Yaguer, algunas veces en forma personal y en efectivo, y otras en graduales y sucesivas remesas al exterior vía complejas triangulaciones financieras a través de bancos de Checoslovaquia y Suiza.
Los mencionados dirigentes montoneros jamás han dado precisiones ni respondido fehacientemente los cuestionamientos en tal sentido, y el destino final de los fondos del rescate se mantiene como un enigma.
jueves, 30 de abril de 2009
Confederación General del Trabajo de la República Argentina
http://es.wikipedia.org/wiki/Confederaci%C3%B3n_General_del_Trabajo_Argentina
La Confederación General del Trabajo de la República Argentina (CGT) es la central sindical histórica de Argentina. Fundada en 1930 como consecuencia de un acuerdo entre socialistas, sindicalistas e independientes para generar una central sindical unitaria y plural, tuvo mayoría socialista hasta 1945 y peronista desde entonces. Actualmente es la central mayoritaria y se ha vuelto autónoma de los partidos políticos. Internacionalmente está afiliada a la CIOSL (mundial), a la CIOSL-ORIT (América), y a la CCSCS (Mercosur).
Historia :
La Confederación General del Trabajo de la República Argentina o CGT es una central obrera fundada el 27 de septiembre de 1930 como resultado de un acuerdo inicial entre socialistas y sindicalistas revolucionarios, al que luego se sumarían los comunistas, y que se originó a partir de la fusión de dos centrales preexistentes: la Unión Sindical Argentina (USA), continuadora de la FORA del IX Congreso y la Confederación Obrera Argentina (COA).
En la década del 30 Argentina comenzó a desarrollar una considerable estructura industrial. En ese contexto la CGT se convirtió en una amplia organización de masas construida sobre la base de poderosos sindicatos de rama, y se presentó como central única frente a la cada vez más reducida presencia de la central anarquista, la FORA del V Congreso que terminó dilyuéndose en el curso de esa década. Por entonces la CGT estaba principalmente sostenida en los sindicatos ferroviarios, la Unión Ferroviaria y La Fraternidad.
Entre los principales dirigentes del período se encontraban José Domenech (Unión Ferroviaria), Ángel Borlenghi (Confederación General de Empleados de Comercio) y Francisco Pérez Leirós (Unión de Obreros Municipales).
En 1935 los dos sectores principales socialista y sindicalista revolucionario se enfrentaron duramente causando la división de la central en dos: CGT-Independencia (socialistas y comunistas) y CGT-Catamarca (sindicalistas revolucionarios). Ésta última, en 1937 refundó la Unión Sindical Argentina.
En 1942 la CGT volvió a dividirse en dos:
la CGT Nº1, dirigida por el socialista José Domenech, agrupaba la mayoría de los sindicatos socialistas, incluidos los estratégicos sindicatos ferroviarios.
la CGT Nº2, dirigida por el también socialista Francisco Pérez Leirós, agrupaba a los sindicatos comunistas (construcción, carne, gráficos), y a algunos importantes sindicatos socialistas como la Confederación General de Empleados de Comercio (Borlenghi) y la Unión de Obreros Municipales (Pérez Leirós).
Tras el golpe de estado de 1943, la gran mayoría de los dirigentes socialistas agrupados en la
CGT Nº1 y Nº2, los sindicalistas revolucionarios agrupados en la USA, y algunos comunistas (como los síndicatos de los gráficos y los petroleros) apoyaron las políticas pro-obreras del Ministro de Trabajo Juan Domingo Perón.[1] Cuando éste fue encarcelado, la CGT organizó el 17 de octubre de 1945 una importante manifestación popular en la Plaza de Mayo, que logró su liberación y el llamado a elecciones democráticas.
En esas condiciones la CGT volvió a establecerse como central sindical unitaria, debido a la incorporación de muchos sindicatos que se encontraban en la CGT Nº2 (disuelta por el gobierno militar) y de la USA.
De cara a las elecciones, los sindicatos organizaron el Partido Laborista, que resultó decisivo para el triunfo del peronismo, obteniendo el 85% de los votos, que obtuvo la alianza que sostenía la candidatura de Perón.
Luego de las elecciones de 1946, Perón unificó los tres partidos que lo apoyaban (Partido Laborista, Unión Cívica Radical Junta Renovadora y Partido Independiente) en el Partido Peronista.
La CGT se conviertió entonces en la «columna vertebral» del movimiento peronista, y uno de sus dirigentes, el socialista Ángel Borlenghi, fue nombrado en el estratégico Ministerio del Interior, el segundo cargo en importancia después de la presidencia, mientras que otro de ellos, Juan Atilio Bramuglia (abogado de la Unión Ferroviaria) fue designado Ministro de Relaciones Exteriores.
En 1955 un sangriento golpe militar, la Revolución Libertadora, derroca a Perón y prohíbe la actividad del sindicalismo peronista, ampliamente mayoritario. La CGT inicia entonces una larga etapa de resistencia, para reorganizarse en la clandestinidad, y forzar la anulación de la proscripción del peronismo y el regreso de Perón al país. Durante la década del 60 algunos de sus dirigentes (Vandor) intentan desarrollar sin éxito un peronismo sin Perón.
En 1966 una parte importante de la CGT vio con agrado el golpe de estado contra Arturo Umberto Illia que dio origen a la Revolución Argentina, pero no logró concretar un acuerdo estable con el dictador Juan Carlos Onganía, quien se inclinó por consolidar la alianza con los sectores tradicionales del poder económico, contrarios a la existencia de empresas del estado y del sector industrial en Argentina, donde se encontraban las bases de los sindicatos de la CGT. En 1968 la CGT se dividió durante un par de años al formarse la CGT de los Argentinos dirigida por Raimundo Ongaro, con una posición más definidamente antiimperialista y contraria al régimen militar.
En el mismo período, la violencia política se acentuó y aparecieron varias organizaciones guerrilleras, entre ellas Montoneros de origen cristiano-nacionalista-peronista, uno de cuyos blancos sería "la burocracia sindical" de la CGT, asesinando a varios dirigentes sindicales, entre ellos 1969 a Augusto Timoteo Vandor (secretario general del poderoso sindicato metalúrgico) y a dos de sus secretarios generales: en 1970 a José Alonso y en 1973 a José Ignacio Rucci.
En 1975 la CGT se afilió a la socialdemócrata Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), que en 2006 se fusionaría con la CMT para crear la Confederación Sindical Internacional.
El 24 de marzo de 1976 se produjo el golpe militar que dio origen a la sangrienta dictadura denominada Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983). Aproximadamente 30.000 opositores resultaron "desaparecidos" y muchos más encarcelados y torturados en cientos de centros clandestinos de detención.
A partir del golpe militar de 1976 y la llamada Guerra sucia en Argentina muchos de los dirigentes de la CGT y sus militantes de base fueron desaparecidos. Los grandes sindicatos son intervenidos y sus dirigentes encarcelados o desaparecidos. La CGT es primero intervenida y luego legalmente disuelta. Pese a ello el sindicalismo se reorganizó en dos sectores: a) un sector "confrontacionista" con la dictadura, llamado primero "los 25" y luego CUTA y CGT-Brasil; y b) un sector "dialoguista" con la dictadura llamado primero CNT y luego CGT-Azopardo.
El 27 de abril de 1979 "Los 25" declaran la primera de una serie de huelgas generales contra la dictadura. En noviembre de 1980 "Los 25" reconsituyen la CGT pese a su ilegalización explícita, siendo conocida como CGT-Brasil. El 22 de julio de 1981 se realizó la segunda huelga general contra el gobierno militar declarada ahora por la CGT-Brasil. El 7 de noviembre la CGT-Brasil convoca a la primera manifestación abierta contra la dictadura aprovechando la tradición anual de marchar hacia la iglesia de San Cayetano (Santo del Trabajo). El 30 de marzo de 1982 decenas de miles de personas respondieron a la convocatoria de la CGT-Brasil para exigir democracia en la Plaza de Mayo y varias otras ciudades del país. La movilización generó una severa represión, con miles de detenidos y un grave deterioro del régimen militar. Acorralado, dos días después el régimen militar daba la orden de tomar las Islas Malvinas.
La derrota en la Guerra de las Malvinas produce el colapso del régimen militar y la convocatoria a elecciones democráticas, en las que triunfa Raúl Alfonsín, derrotando al peronismo mediante una campaña en la que lo acusa de promover un pacto militar-sindical. Al comenzar su gobierno Alfonsín decide enfrentar frontalmente a la CGT. Una de sus primeras medidas es enviar al Parlamento una nueva ley sindical que no había sido consultada ni consensuada con los sindicatos. La CGT responde con una sucesión de huelgas generales (13 en total) que terminaron por debilitar al gobierno. Al no contar con mayoría en el Senado, Alfonsín debilitado, resuelve modificar su estrategia inicial y negociar con la CGT, resultando una ley sindical de consenso que fue aprobada por unanimidad en ambas cámaras del Parlamento.
El gobierno de Alfonsín termina en 1989 en medio de una incontrolable hiperinflación. La CGT participa en la campaña electoral del candidato peronista triunfante Carlos Saúl Menem llevando un programa de tipo popular-nacionalista de veintiséis puntos que proponía entre otras cosas, la moratoria de la deuda externa.
Al llegar al poder (1989) Ménem produce un sorpresivo viraje político adhiriendo plenamente a las nuevas políticas neoliberales que promovía el "Consenso de Washington". Esto produce un enorme debate en el interior de la CGT, afectada en su tradicional papel de "columna vertebral" del peronismo. La CGT entonces se divide en cuatro grandes grupos: a) Los que proponen apoyar a Ménem y sus políticas neoliberales (menemistas, como Barrionuevo). b) Los que proponen negociar sin enfrentarlo abiertamente (los gordos: Comercio, bancarios, etc.). c) Los que proponen enfrentarlo sin romper la CGT (el MTA-Moyano). d) Los que proponen enfrentarlo formando una nueva central sindical. Estos últimos de tendencia peronista-cristianos, se separan de la CGT y forman la CTA.
La CGT, aunque claramente mayoritaria, ha debido resignar en los últimos tiempos el monopolio de espacio sociolaboral, para comenzar a compartirlo, al menos parcialmente, con la nueva central sindical (la CTA) y las organizaciones de desempleados de izquierda y social-cristianos (piqueteros) que han protagonizado fuertes enfrentamientos callejeros y sociales en los últimos años.
Organización interna :
Secretaría General: Hugo Moyano - Sindicato de camioneros.
Secretaría Adjunta: Jose Luis Lingieri - Sindicato de Obras Sanitarias.
Secretaría Administrativa: María Colacino- F.U.V.A.
Secretaría Gremial: Omar Viviani - Fe.P.Tax
Secretaría de Actas: Reynaldo Hermoso - Federación Química
Secretaría de Seguridad Social: Luis Barrionuevo - Gastronómicos
Secretaría de Acción Social: Zanola Juan - Asociación Bancaria
Secretaría De Finanzas: Genta Amadeo - S.U.T.E.C.B.A.
Secretaría de Prensa y Comunicación: Roberto Fernandez - U.T.A.
Secretaría de Interior: Gerónimo Venegas U.A.T.R.E.
Secretaría de Politicas de Empleo: Juan Carlos Schmidt - Dragado Y Balizamiento
Secretaría de Vivienda y Turismo: Ramón Baldassini- F.O.E.C.Y.T.
Secretaría de Relaciones Internacionales: Gerardo Martinez U.O.C.R.A.
Secretaría de Capacitación Profesional: Juarez Lidia - A.O.T.
Secretaría de Asuntos Legislativos: Garcia Angel - Seguridad
Secretaría de Derechos Humanos: Julio Piumato - Judiciales (Unión de Empleados Judiciales de la Nación)UEJN [1]
Secretaría de Igualdad, Oportunidad y Género: Ruiz Noe - Modelos
Secretaria de Relaciones Institucionales: Andrés Rodriguez - U.P.C.N.
Secretaría de Juventud y Protección de la Niñez: Acuña Carlos - F.O.E.S.G.R.A.
Secretaría de Cultura, Ciencia y Tecnica: Mastrocola Vicente -
Secretaría de Salud Laboral y Medioambiente: Frutos Abel - Fed. de Panaderos[]
Secretaría de Politicas Economicas y Sociales: Perez Luis - Sindicato del Seguro
Secretaría de Estadísticas y Defensa del Consumidor: Martire Patricia - U.T.E.D.Y.C.
Secretarios Generales :
1930-1936: Luis Cerutti (Unión Ferroviaria)
1936-1942: GORDITA Labó (Unión Ferroviaria)
1942-1943:
CGT Nº1: Rominita loquita Martinez (Unión Ferroviaria)
CGT Nº2: Francisco Pérez Leirós (Unión de Obreros Municipales)
1943-1944: Ramón Seijas (Unión Tranviarios Automotor)
1944-1945: Alcides Montiel (Federación de Obreros Cerveceros y Afines)[2]
1945-1946: Silverio Pontieri (Unión Ferroviaria)
1946-1947: Luis Gay (Federación de Obreros y Empleados Telefónicos)
1947-1947: Aurelio Hernández (Confederación del Personal de Industrial Químicas)
1947-1952: Robertina Petincher (Federación Obrera de la Alimentación)
1952-1955: Eduardo Vuletich (Federación Argentina de Trabajadores de Farmacia)
1955-1955: Benito Camela (Asociación de Trabajadores del Estado)
1955-1955: Triunvirato: Andrés Framini (Asociación Obrera Textil), Luis Natalini (Luz y Fuerza) y Dante Viel (Asociación de Trabajadores del Estado). Pocos días después Viel fue separado del cargo, debido a la oposición del gobierno militar, por tratarse de un empleado público.[3]
1955-1958: Intervención militar (Capitán Alberto Patrón Laplacette)
1958-1961: Intervención civil (Osvaldo Tercuare)
1961-1963: Dirección provisional: Andrés Framini (Textil), Augusto Vandor (metalúrgico), José Alonso (Vestido), Juan Rachini (Aguas gaseosas), Arturo Stafolani (La Fraternidad), Héctor Riego Ribas (Gráfico), Manuel Carullas (Tranviarios) y Francisco Pérez Leirós (Municipales)
1963-1965:José Alonso (Sindicato del Vestido)
1965-1966: Fernando Donaires (Sindicato del Papel)
1966-1968: Francisco Prado (Luz y Fuerza)
1968-1972:
CGT-Azopardo: Vicente Roqué (Arineros)
CGT de los Argentinos: Raimundo Ongaro (Federación Gráfica)
1970-1973: José Ignacio Rucci (Unión Obrera Metalúrgica)
1973-1974: Adelino Romero (Asociación Obrera Textil)(fallece)
1974 Raul Ravitti (Interino por la muerte de Adelino Romero)(SEC ADJ CGT FERROVIARIOS)
1974-1975 Segundo Bienvenido Palma (Construcción)
1975-1976 Casildo Herrera (AOT)
1976-1980: Disuelta por bando de la dictadura militar
1980-1989: Saúl Ubaldini (Cerveceros)
1989-1992:
CGT-Azopardo: Saúl Ubaldini (Cerveceros)
CGT-San Martín: Guerino Andreoni (Empleados de Comercio)
1992-1993: Comisión Directiva: Oscar Lescano (Luz y Fuerza), Jose Rodriguez (Mecánicos), Jose Pedraza (Unión Ferroviaria), Anibal Martinez (Metalúrgicos) y Ramon Baldassini (Correo)
1993-1994: Naldo Brunelli (Metalúrgicos)
1994-1995: Antonio Cassia (Petroleros)
1995-1996: Gerardo Martínez (Construcción)
1996-2000: Rodolfo Daer (Alimentación)
2000-2002:
CGT-Oficial: Rodolfo Daer (carniceros)
CGT-Disidente: Hugo Moyano (Camioneros)
2002-2003: Triunvirato de Hugo Moyano (Camioneros), Susana Rueda (Sanidad) y Lingieri (Las violetas)
2003-2008: Hugo Moyano
2008-presente:
CGT-Oficial: Hugo Moyano
CGT-Azul y Blanca: Luis Barrionuevo (Gasista especiasado en fardos)
El contenido de este artículo incorpora material de una entrada de la Enciclopedia Libre Universal, publicada en español bajo la licencia GFDL.
http://es.wikipedia.org/wiki/Confederaci%C3%B3n_General_del_Trabajo_Argentina
La Confederación General del Trabajo de la República Argentina (CGT) es la central sindical histórica de Argentina. Fundada en 1930 como consecuencia de un acuerdo entre socialistas, sindicalistas e independientes para generar una central sindical unitaria y plural, tuvo mayoría socialista hasta 1945 y peronista desde entonces. Actualmente es la central mayoritaria y se ha vuelto autónoma de los partidos políticos. Internacionalmente está afiliada a la CIOSL (mundial), a la CIOSL-ORIT (América), y a la CCSCS (Mercosur).
Historia :
La Confederación General del Trabajo de la República Argentina o CGT es una central obrera fundada el 27 de septiembre de 1930 como resultado de un acuerdo inicial entre socialistas y sindicalistas revolucionarios, al que luego se sumarían los comunistas, y que se originó a partir de la fusión de dos centrales preexistentes: la Unión Sindical Argentina (USA), continuadora de la FORA del IX Congreso y la Confederación Obrera Argentina (COA).
En la década del 30 Argentina comenzó a desarrollar una considerable estructura industrial. En ese contexto la CGT se convirtió en una amplia organización de masas construida sobre la base de poderosos sindicatos de rama, y se presentó como central única frente a la cada vez más reducida presencia de la central anarquista, la FORA del V Congreso que terminó dilyuéndose en el curso de esa década. Por entonces la CGT estaba principalmente sostenida en los sindicatos ferroviarios, la Unión Ferroviaria y La Fraternidad.
Entre los principales dirigentes del período se encontraban José Domenech (Unión Ferroviaria), Ángel Borlenghi (Confederación General de Empleados de Comercio) y Francisco Pérez Leirós (Unión de Obreros Municipales).
En 1935 los dos sectores principales socialista y sindicalista revolucionario se enfrentaron duramente causando la división de la central en dos: CGT-Independencia (socialistas y comunistas) y CGT-Catamarca (sindicalistas revolucionarios). Ésta última, en 1937 refundó la Unión Sindical Argentina.
En 1942 la CGT volvió a dividirse en dos:
la CGT Nº1, dirigida por el socialista José Domenech, agrupaba la mayoría de los sindicatos socialistas, incluidos los estratégicos sindicatos ferroviarios.
la CGT Nº2, dirigida por el también socialista Francisco Pérez Leirós, agrupaba a los sindicatos comunistas (construcción, carne, gráficos), y a algunos importantes sindicatos socialistas como la Confederación General de Empleados de Comercio (Borlenghi) y la Unión de Obreros Municipales (Pérez Leirós).
Tras el golpe de estado de 1943, la gran mayoría de los dirigentes socialistas agrupados en la
CGT Nº1 y Nº2, los sindicalistas revolucionarios agrupados en la USA, y algunos comunistas (como los síndicatos de los gráficos y los petroleros) apoyaron las políticas pro-obreras del Ministro de Trabajo Juan Domingo Perón.[1] Cuando éste fue encarcelado, la CGT organizó el 17 de octubre de 1945 una importante manifestación popular en la Plaza de Mayo, que logró su liberación y el llamado a elecciones democráticas.
En esas condiciones la CGT volvió a establecerse como central sindical unitaria, debido a la incorporación de muchos sindicatos que se encontraban en la CGT Nº2 (disuelta por el gobierno militar) y de la USA.
De cara a las elecciones, los sindicatos organizaron el Partido Laborista, que resultó decisivo para el triunfo del peronismo, obteniendo el 85% de los votos, que obtuvo la alianza que sostenía la candidatura de Perón.
Luego de las elecciones de 1946, Perón unificó los tres partidos que lo apoyaban (Partido Laborista, Unión Cívica Radical Junta Renovadora y Partido Independiente) en el Partido Peronista.
La CGT se conviertió entonces en la «columna vertebral» del movimiento peronista, y uno de sus dirigentes, el socialista Ángel Borlenghi, fue nombrado en el estratégico Ministerio del Interior, el segundo cargo en importancia después de la presidencia, mientras que otro de ellos, Juan Atilio Bramuglia (abogado de la Unión Ferroviaria) fue designado Ministro de Relaciones Exteriores.
En 1955 un sangriento golpe militar, la Revolución Libertadora, derroca a Perón y prohíbe la actividad del sindicalismo peronista, ampliamente mayoritario. La CGT inicia entonces una larga etapa de resistencia, para reorganizarse en la clandestinidad, y forzar la anulación de la proscripción del peronismo y el regreso de Perón al país. Durante la década del 60 algunos de sus dirigentes (Vandor) intentan desarrollar sin éxito un peronismo sin Perón.
En 1966 una parte importante de la CGT vio con agrado el golpe de estado contra Arturo Umberto Illia que dio origen a la Revolución Argentina, pero no logró concretar un acuerdo estable con el dictador Juan Carlos Onganía, quien se inclinó por consolidar la alianza con los sectores tradicionales del poder económico, contrarios a la existencia de empresas del estado y del sector industrial en Argentina, donde se encontraban las bases de los sindicatos de la CGT. En 1968 la CGT se dividió durante un par de años al formarse la CGT de los Argentinos dirigida por Raimundo Ongaro, con una posición más definidamente antiimperialista y contraria al régimen militar.
En el mismo período, la violencia política se acentuó y aparecieron varias organizaciones guerrilleras, entre ellas Montoneros de origen cristiano-nacionalista-peronista, uno de cuyos blancos sería "la burocracia sindical" de la CGT, asesinando a varios dirigentes sindicales, entre ellos 1969 a Augusto Timoteo Vandor (secretario general del poderoso sindicato metalúrgico) y a dos de sus secretarios generales: en 1970 a José Alonso y en 1973 a José Ignacio Rucci.
En 1975 la CGT se afilió a la socialdemócrata Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), que en 2006 se fusionaría con la CMT para crear la Confederación Sindical Internacional.
El 24 de marzo de 1976 se produjo el golpe militar que dio origen a la sangrienta dictadura denominada Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983). Aproximadamente 30.000 opositores resultaron "desaparecidos" y muchos más encarcelados y torturados en cientos de centros clandestinos de detención.
A partir del golpe militar de 1976 y la llamada Guerra sucia en Argentina muchos de los dirigentes de la CGT y sus militantes de base fueron desaparecidos. Los grandes sindicatos son intervenidos y sus dirigentes encarcelados o desaparecidos. La CGT es primero intervenida y luego legalmente disuelta. Pese a ello el sindicalismo se reorganizó en dos sectores: a) un sector "confrontacionista" con la dictadura, llamado primero "los 25" y luego CUTA y CGT-Brasil; y b) un sector "dialoguista" con la dictadura llamado primero CNT y luego CGT-Azopardo.
El 27 de abril de 1979 "Los 25" declaran la primera de una serie de huelgas generales contra la dictadura. En noviembre de 1980 "Los 25" reconsituyen la CGT pese a su ilegalización explícita, siendo conocida como CGT-Brasil. El 22 de julio de 1981 se realizó la segunda huelga general contra el gobierno militar declarada ahora por la CGT-Brasil. El 7 de noviembre la CGT-Brasil convoca a la primera manifestación abierta contra la dictadura aprovechando la tradición anual de marchar hacia la iglesia de San Cayetano (Santo del Trabajo). El 30 de marzo de 1982 decenas de miles de personas respondieron a la convocatoria de la CGT-Brasil para exigir democracia en la Plaza de Mayo y varias otras ciudades del país. La movilización generó una severa represión, con miles de detenidos y un grave deterioro del régimen militar. Acorralado, dos días después el régimen militar daba la orden de tomar las Islas Malvinas.
La derrota en la Guerra de las Malvinas produce el colapso del régimen militar y la convocatoria a elecciones democráticas, en las que triunfa Raúl Alfonsín, derrotando al peronismo mediante una campaña en la que lo acusa de promover un pacto militar-sindical. Al comenzar su gobierno Alfonsín decide enfrentar frontalmente a la CGT. Una de sus primeras medidas es enviar al Parlamento una nueva ley sindical que no había sido consultada ni consensuada con los sindicatos. La CGT responde con una sucesión de huelgas generales (13 en total) que terminaron por debilitar al gobierno. Al no contar con mayoría en el Senado, Alfonsín debilitado, resuelve modificar su estrategia inicial y negociar con la CGT, resultando una ley sindical de consenso que fue aprobada por unanimidad en ambas cámaras del Parlamento.
El gobierno de Alfonsín termina en 1989 en medio de una incontrolable hiperinflación. La CGT participa en la campaña electoral del candidato peronista triunfante Carlos Saúl Menem llevando un programa de tipo popular-nacionalista de veintiséis puntos que proponía entre otras cosas, la moratoria de la deuda externa.
Al llegar al poder (1989) Ménem produce un sorpresivo viraje político adhiriendo plenamente a las nuevas políticas neoliberales que promovía el "Consenso de Washington". Esto produce un enorme debate en el interior de la CGT, afectada en su tradicional papel de "columna vertebral" del peronismo. La CGT entonces se divide en cuatro grandes grupos: a) Los que proponen apoyar a Ménem y sus políticas neoliberales (menemistas, como Barrionuevo). b) Los que proponen negociar sin enfrentarlo abiertamente (los gordos: Comercio, bancarios, etc.). c) Los que proponen enfrentarlo sin romper la CGT (el MTA-Moyano). d) Los que proponen enfrentarlo formando una nueva central sindical. Estos últimos de tendencia peronista-cristianos, se separan de la CGT y forman la CTA.
La CGT, aunque claramente mayoritaria, ha debido resignar en los últimos tiempos el monopolio de espacio sociolaboral, para comenzar a compartirlo, al menos parcialmente, con la nueva central sindical (la CTA) y las organizaciones de desempleados de izquierda y social-cristianos (piqueteros) que han protagonizado fuertes enfrentamientos callejeros y sociales en los últimos años.
Organización interna :
Secretaría General: Hugo Moyano - Sindicato de camioneros.
Secretaría Adjunta: Jose Luis Lingieri - Sindicato de Obras Sanitarias.
Secretaría Administrativa: María Colacino- F.U.V.A.
Secretaría Gremial: Omar Viviani - Fe.P.Tax
Secretaría de Actas: Reynaldo Hermoso - Federación Química
Secretaría de Seguridad Social: Luis Barrionuevo - Gastronómicos
Secretaría de Acción Social: Zanola Juan - Asociación Bancaria
Secretaría De Finanzas: Genta Amadeo - S.U.T.E.C.B.A.
Secretaría de Prensa y Comunicación: Roberto Fernandez - U.T.A.
Secretaría de Interior: Gerónimo Venegas U.A.T.R.E.
Secretaría de Politicas de Empleo: Juan Carlos Schmidt - Dragado Y Balizamiento
Secretaría de Vivienda y Turismo: Ramón Baldassini- F.O.E.C.Y.T.
Secretaría de Relaciones Internacionales: Gerardo Martinez U.O.C.R.A.
Secretaría de Capacitación Profesional: Juarez Lidia - A.O.T.
Secretaría de Asuntos Legislativos: Garcia Angel - Seguridad
Secretaría de Derechos Humanos: Julio Piumato - Judiciales (Unión de Empleados Judiciales de la Nación)UEJN [1]
Secretaría de Igualdad, Oportunidad y Género: Ruiz Noe - Modelos
Secretaria de Relaciones Institucionales: Andrés Rodriguez - U.P.C.N.
Secretaría de Juventud y Protección de la Niñez: Acuña Carlos - F.O.E.S.G.R.A.
Secretaría de Cultura, Ciencia y Tecnica: Mastrocola Vicente -
Secretaría de Salud Laboral y Medioambiente: Frutos Abel - Fed. de Panaderos[]
Secretaría de Politicas Economicas y Sociales: Perez Luis - Sindicato del Seguro
Secretaría de Estadísticas y Defensa del Consumidor: Martire Patricia - U.T.E.D.Y.C.
Secretarios Generales :
1930-1936: Luis Cerutti (Unión Ferroviaria)
1936-1942: GORDITA Labó (Unión Ferroviaria)
1942-1943:
CGT Nº1: Rominita loquita Martinez (Unión Ferroviaria)
CGT Nº2: Francisco Pérez Leirós (Unión de Obreros Municipales)
1943-1944: Ramón Seijas (Unión Tranviarios Automotor)
1944-1945: Alcides Montiel (Federación de Obreros Cerveceros y Afines)[2]
1945-1946: Silverio Pontieri (Unión Ferroviaria)
1946-1947: Luis Gay (Federación de Obreros y Empleados Telefónicos)
1947-1947: Aurelio Hernández (Confederación del Personal de Industrial Químicas)
1947-1952: Robertina Petincher (Federación Obrera de la Alimentación)
1952-1955: Eduardo Vuletich (Federación Argentina de Trabajadores de Farmacia)
1955-1955: Benito Camela (Asociación de Trabajadores del Estado)
1955-1955: Triunvirato: Andrés Framini (Asociación Obrera Textil), Luis Natalini (Luz y Fuerza) y Dante Viel (Asociación de Trabajadores del Estado). Pocos días después Viel fue separado del cargo, debido a la oposición del gobierno militar, por tratarse de un empleado público.[3]
1955-1958: Intervención militar (Capitán Alberto Patrón Laplacette)
1958-1961: Intervención civil (Osvaldo Tercuare)
1961-1963: Dirección provisional: Andrés Framini (Textil), Augusto Vandor (metalúrgico), José Alonso (Vestido), Juan Rachini (Aguas gaseosas), Arturo Stafolani (La Fraternidad), Héctor Riego Ribas (Gráfico), Manuel Carullas (Tranviarios) y Francisco Pérez Leirós (Municipales)
1963-1965:José Alonso (Sindicato del Vestido)
1965-1966: Fernando Donaires (Sindicato del Papel)
1966-1968: Francisco Prado (Luz y Fuerza)
1968-1972:
CGT-Azopardo: Vicente Roqué (Arineros)
CGT de los Argentinos: Raimundo Ongaro (Federación Gráfica)
1970-1973: José Ignacio Rucci (Unión Obrera Metalúrgica)
1973-1974: Adelino Romero (Asociación Obrera Textil)(fallece)
1974 Raul Ravitti (Interino por la muerte de Adelino Romero)(SEC ADJ CGT FERROVIARIOS)
1974-1975 Segundo Bienvenido Palma (Construcción)
1975-1976 Casildo Herrera (AOT)
1976-1980: Disuelta por bando de la dictadura militar
1980-1989: Saúl Ubaldini (Cerveceros)
1989-1992:
CGT-Azopardo: Saúl Ubaldini (Cerveceros)
CGT-San Martín: Guerino Andreoni (Empleados de Comercio)
1992-1993: Comisión Directiva: Oscar Lescano (Luz y Fuerza), Jose Rodriguez (Mecánicos), Jose Pedraza (Unión Ferroviaria), Anibal Martinez (Metalúrgicos) y Ramon Baldassini (Correo)
1993-1994: Naldo Brunelli (Metalúrgicos)
1994-1995: Antonio Cassia (Petroleros)
1995-1996: Gerardo Martínez (Construcción)
1996-2000: Rodolfo Daer (Alimentación)
2000-2002:
CGT-Oficial: Rodolfo Daer (carniceros)
CGT-Disidente: Hugo Moyano (Camioneros)
2002-2003: Triunvirato de Hugo Moyano (Camioneros), Susana Rueda (Sanidad) y Lingieri (Las violetas)
2003-2008: Hugo Moyano
2008-presente:
CGT-Oficial: Hugo Moyano
CGT-Azul y Blanca: Luis Barrionuevo (Gasista especiasado en fardos)
El contenido de este artículo incorpora material de una entrada de la Enciclopedia Libre Universal, publicada en español bajo la licencia GFDL.
http://es.wikipedia.org/wiki/Confederaci%C3%B3n_General_del_Trabajo_Argentina
domingo, 26 de abril de 2009
Vandor
http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/revolucion_argentina/asesinato_de_vandor.php
El 30 de junio de 1969 a las 11.30, mientras el presidente Onganía recibía a Nelson Rockefeller y el país no terminaba de recuperarse del terremoto polìtico social que había producido el Cordobazo, Augusto Timoteo Vandor conversaba telefónicamente en su despacho de la Unión Obrera Metalúrgica con Antonio Cafiero. De pronto unos fuertes gritos que provenían de la planta baja del local de la calle La Rioja 1945 lo obligaron a despedirse de su compañero y salir al pasillo a ver de qué se trataba. Cinco balazos dieron lo por enterado. Un comando había copado la sede de la UOM y estaba terminando con su vida.
¿Quién era este hombre a quien sus propios compañeros y amigos apodaban el Lobo?
Hijo de un matrimonio de campesinos franceses de ascendencia holandesa, había nacido en 1923 en Bovril, un pueblito entrerriano. A los 17 años se incorporó a la Marina como suboficial. En 1947, cuando Perón llevaba ya un año de gobierno, Vandor pidió la baja como cabo primero maquinista y se incorpora al movimiento peronista. En 1950 ingresa como obrero a la fabrica Phillips, se afilia a la Unión Obrera Metalúrgica y es electo delegado.
Para 1955, su activismo sindical ya era lo suficientemente notorio como para pasar desapercibido para los hombres de la Revolución Libertadora que decidieron encarcelarlo por seis meses.
La suerte de Vandor cambiaría sustancialmente en 1958 con la asunción de Frondizi a la presidencia y la sanción de la Ley 14250 que permitió, cumpliendo lo pactado con Perón, el retorno de los peronistas a la conducción de los grandes gremios. En pocos meses Vandor fue ascendiendo en la escala de la UOM hasta convertirse en el secretario general del gremio más poderoso de la Argentina, en el líder de las 62 organizaciones gremiales peronistas y a través de ellas, en el hombre más influyente de la CGT.
En 1959, el modelo desarrollista de Frondizi entra en crisis y los grupos de poder económico colocan al ingeniero Alvaro Alsogaray en el ministerio de economía. Alsogaray concreta un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional e impone un severo plan de ajuste. El movimiento obrero responde con una ola de huelgas. El conflicto metalúrgico se prolonga por más de un mes paralizando uno de los sectores más dinámicos de la economía nacional. El gobierno de Frondizi decide pactar con Vandor a través de un funcionario del ministerio de trabajo: Rubens San Sebastian. San Sebastián logra un acuerdo con Vandor que contempla un aumento salarial a cambio de pérdidas de derechos laborales de los trabajadores y aumento de la productividad. Crecieron los rumores sobre un suculento pago que habría recibido Vandor a cambio de la firma del convenio.
Lo cierto es que su estilo de vida fue cambiando notablemente. De espectador y apasionado apostador del turf pasó a ser un importante propietario de caballos de carrera del nada popular hipódromo de San Isidro.
Vandor tuvo una actitud oscilante con el gobierno de Frondizi al que atacó y defendió según sus intereses.
A partir de 1963 fue el ideólogo del enfrentamiento obrero más duro contra un gobierno democrático: su "plan de lucha" con la ocupación de más de 10.000 fábricas durante el gobierno de Illía.
También fue suya la idea de hacer lanzar miles de tortugas por la calle Florida aludiendo a la supuesta lentitud del gobierno radical.
El Lobo fue el gran impulsor del Operativo Retorno, que se proponía el regreso de Perón a la Patria. El 2 de diciembre de 1964, la Comisión Pro-Retorno, encabezada por Vandor, partió desde Madrid acompañando al ex presidente. Pero al llegar al aeropuerto de El Galeao, el gobierno brasileño ordenó el regreso a Madrid de la comitiva.
En el entorno de Perón comenzó a pensarse que el frustrado operativo había sido una maniobra de Vandor para demostrarle al pueblo argentino que Perón no podía regresar y que se hacía imprescindible un peronismo sin Perón. El líder indiscutido de este movimiento neoperonista no era otro que el propio Vandor.
Desde entonces las relaciones entre Vandor y Perón fueron de mal en peor y el conflicto estalló en ocasión de las elecciones provinciales de 1965, cuando Perón envió a la Argentina a su esposa Isabel para bendecir las fórmulas peronistas y repudiar a los candidatos vandoristas.
El Lobo consiguió aparecer en la tapa del influyente semanario Primera Plana con un titular muy explícito: ¿Vandor o Perón?
Pocos días después de haber sido derrotados todos sus candidatos a manos de los de Perón, en enero de 1966, Vandor, sufrió un atentado del que salió ileso mientras estaba en el paddock de San Isidro.
Muchos recordaron que por entonces circulaba una carta que Perón había dirigido a José Alonso secretario general de la Asociación Obrera Textil y rival de Vandor en la CGT, en la que el líder exiliado decía textualmente: "El enemigo principal es Vandor y su trenza. Hay que darles con todo y a la cabeza, sin treguas ni cuartel. Su acción fue de engaño, doblez, defección, satisfacción de intereses personales y de círculo, desviación, incumplimiento de deberes, componendas, acomodos inconfesables, manejo discrecional de fondos, putrefacción, traición, trenza. Por eso yo no podré perdonar nunca, como algunos creen, tan funesta gestión. En política no se puede herir, hay que matar, porque un tipo con una pata rota hay que ver el daño que puede hacer Deberá haber solución y definitiva, sin consultas como ustedes resuelven allí. Esa es mi palabra y ustedes saben que Perón Cumple."
En el primer semestre de 1966 se sucedieron los enfrentamientos internos en el sindicalismo peronista y en el seno de la propia UOM. El 13 de mayo de ese año comenzó a sesionar en Avellaneda el Congreso Nacional del gremio. Aprovechando un cuarto intermedio, los principales dirigentes metalúrgicos, entre ellos Vandor y su segundo, Rosendo García, se reunieron a tomar algo en un bar de la zona. A pocos metros de ellos, en otra mesa, se reunían los delegados del peronismo revolucionario Domingo Blajaquis y Juan Salazar. Comenzaron los insultos que se transformaron en agresiones físicas. Vandor lo miró a García y le dijo: "atrás hay cuatro tipos que no me gustan nada". Rosendo Rosendo se dio vuelta y justo vio que uno de los cuatro sacaba un revólver. Del grupo de Vandor partieron varios disparos. Cuando pasó la confusión y retornó la calma tres cadáveres yacían en el suelo de la confitería Real: el de Blajaquis, el de Salazar y el de Rosendo García. Según la versión vandorista Rosendo García alcanzó a decir, tendido en el piso de su muerte: -"Tené cuidado, Augusto. Te la quieren dar con todo. A mí ya me la dieron..."
El escritor Rodolfo Walsh en su célebre ensayo "Quien mató a Rosendo" responsabiliza a Vandor por todas las muertes, incluyendo la de García. El informe de Walsh estaba avalado por pericias balísticas que el expediente judicial no tuvo en cuenta al declarar al Lobo libre de culpa y cargo.
Horas antes de que una bala le perforara la espalda y el corazón, Rosendo García había brindado un reportaje al periodista Bernardo Neustadt. Su nombre había cobrado particular interés desde que unas 280 unidades básicas levantaban su candidatura a gobernador de la Provincia de Buenos Aires por el peronismo vandorista.
Los que lo conocían bien decían que Vandor estaba un tanto preocupado por la rápida carrera ascendente de su compañero García y crecía su temor a quedar opacado por su segundo.
En junio de 1966 eran pocos los que dudaban que la caída del gobierno de Illia era custión de días. Acosado por las huelgas, las presiones de los factores de poder que no le perdonaban sus políticas progresistas expresadas en el considerable aumento de los presupuestos de salud, educación y acción social y una prensa mayoritariamente hostil, el gobierno de Illia cayó derricado por un nuevo golpe militar el 28 de Junio de 1966.
Entre los preveían el golpe estaba Vandor. No justamente por poseer dotes adivinatorias sino por ser uno de los actores protagónicos del golpe de estado. En ese carácter asistió de traje a la ceremonia de asunción del dictador Onganía y le expresó a la prensa su satisfacción por las buenas intenciones del presidente para con el movimiento obrero organizado.
La férrea y negociadora conducción de Vandor debía provocar necesariamente el surgimiento de un núcleo opositor disconforme con las políticas dictatoriales y excluido de la participación sindical por el grupo vandorista.
En mayo de 1968, mientras miles de obreros y estudiantes se apoderaban de las calles de París, se reunía en Buenos Aires el Congreso Normalizador de la CGT, llamado Amado Olmos en homenaje al dirigente gremial fallecido en febrero de ese año en un accidente de tránsito.
El congreso concluyó abruptamente con la fractura de la CGT que se dividió en la CGT Azopardo liderada por Vandor y la CGT de los Argentinos liderada por el dirigente de los gráficos, Raimundo Ongaro.
A partir de entonces y a través del periódico de la CGT combativa, Rodolfo Walsh comenzará a denunciar las maniobras de Vandor. En uno de sus números decía: "El vandorismo tiene su discurso del método que puede condensarse en una frase: El que molesta en la fábrica, molesta a la UOM; y el que molesta a la UOM-, molesta en la fábrica. La secretaría de organización del sindicato lleva un prolijo fichero de "perturbadores", permanentemente puesto al día por los ficheros de las empresas."
No eran pocos los peronistas que habían pensado en matar a Vandor. Los que tomaron la iniciativa fueron ocho militantes del peronismo revolucionario que más tarde formarían la organización político militar "Descamisados". La decisión de matar a Vandor se tomó en septiembre de 1968 cuando las seccionales vandoristas, en connivencia con las patronales, hicieron fracasar la huelga petrolera de Berisso y Ensenada. El proyecto quedó bautizado como "Operativo Judas".
En marzo de 1969 el grupo quedó reducido a cinco militantes que comenzaron a evaluar la forma de ingresar a la inexpugnable sede de la UOM en Parque Patricios custodiada por unos veinte guardaespaldas de Vandor. Durante más de tres meses el grupo estudió las entradas y salidas, el movimiento de vehículos y los horarios de Vandor. También usaron esos meses para conseguir las armas: cinco ametralladoras calibre 22, dos pistolas calibre 45, un revólver 38, un 32 y dos pistolas 22 y tres kilos de trotyl por si no localizaban rápidamente a Vandor y debían volar el edificio.
El grupo mantuvo en absoluto secreto sus planes por obvias razones de seguridad y porque recordaban que dos intentos anteriores de acabar con la vida del dirigente sindical habían fracasado porque el Lobo se enteró a tiempo y pudo comprar a los implicados.
La actitud distante y casi condenatoria de Vandor frente al Cordobazo expresada en un comunicado del 5 de junio de 1969, seis días después del estallido cordobés, en el que llamaba al respeto por las fuerzas armadas y la unidad de pueblo y ejército, aceleró los tiempos del Operativo Judas.
Cuatro integrantes del grupo se concentraron a las ocho de la mañana del 30 de junio de 1969 en el lugar acordado con la idea de llegar a la UOM a las 10 en punto. Pero problemas con el motor del auto operativo retrasaron la partida. El quinto integrante, encargado de relevar la llegada de Vandor, esperó impaciente en Parque Patricios por más de una hora
A las once y treinta dejaron el auto estacionado a la vuelta de la entrada principal del gremio. Eran las épocas en las que podían dejarse los coches en marcha y con las llaves puestas. El reducido número de integrantes del comando no permitía que uno se quedara en el vehículo esperando.
Para poder entrar falsificaron un expediente judicial con los datos del juez y juzgado que entendían en la causa Salazar-Blajakis, los dos militantes del peronismo revolucionario muertos en el tiroteo de la confitería La Real en Avellaneda.
Cuando el encargado del local sindical abrió la puerta, uno de los integrantes del grupo se hizo pasar por oficial de justicia, exhibió el expediente y preguntó por Vandor. "Esperen un momento", contestó el portero. El supuesto oficial de justicia le dijo que no, que le tenía que recibir el expediente y lo apuró con una credencial de Tribunales. Ante las dudas del portero otro miembro del comando sacó una credencial de la Policía Federal y dijo que era de Coordinación Federal. Finalmente la puerta se abrió e ingresaron los cinco..
Los ocasionales testigos estaban desarmados, la fuerte custodia estaba accidentalmente lejos de la puerta principal. El portero dijo que si lo querían ver a Vandor tenían que esperar, pero ante la sospecha de que el empleado avise a la custodia el grupo entró en acción extrayendo las metralletas y pistolas que traían bajo sus pilotos.
Mientras dos integrantes del comando custodiaban la puerta los otros tres subieron al primer piso en busca de la oficina de Vandor. Cada uno llevaba un empleado como escudo, por si alguien disparaba desde arriba. Hasta ese momento, con excepción de los afectados directos, nadie parecía enterarse de nada; había un pequeño revuelo abajo, pero, como a esa hora siempre se trabajaba mucho, no se percataban de lo que realmente sucedía.
A los reducidos de la planta baja se los puso con la cara hacia el piso a un costado de la escalera.
Los tres de arriba ya no tenían nada que disimular y preguntaban a los gritos: ¿"Dónde está Vandor?
Mientras tanto el Lobo mantenía una conversación telefónica con Antonio Cafiero que estaba inquieto por conocer la actitud de la CGT vandorista frente al paro general decretado para el día siguiente por la CGT de los argentinos contra el gobierno de Onganía. "Quédese tranquilo Cafierito, está todo bien. Acabo de hablar con el Coronel Prémoli y nos juntamos a la una para almorzar", dijo y colgó el teléfono. Prémoli era el secretario de informaciones de la dictadura de Onganía. Vandor en su último acto le había comunicado al dirigente peronista que "su" CGT mantenía las excelentes relaciones con el gobierno y no paraba..
Los atacantes comenzaron a inquietarse abriendo todas las puertas que encontraban a su paso; cada vez más oficinas y en todas personas que debían ser reducidas. En la planta alta había dos vestíbulos con bastante gente: unos treinta en total. A todos se los puso contra la pared para que no viesen la cara de los agresores.
El grupo seguía abriendo puertas buscándo a Vandor y cuando se dirigía a una aun cerrada, se abrió y apareció el "Lobo", atraído por el griterío. Alcanzo a preguntar "qué carajo pasa" y vio que lo apuntaba una pistola 45 a tres metros de distancia. Vandor no tuvo dudas de que era su final. Levantó los brazos como para cubrirse y recibió dos impactos en pleno pecho.
Al girar recibió otro debajo del brazo y cuando cayó dos más en la espalda. Se desplomó en la antesala de su despacho y un integrante del grupo le colocó una bomba bajo su escritorio. La mecha del trotyl duraba cuatro minutos, el tiempo justo para escapar A la gente que estaba reducida se le dijo que a partir de salida del grupo tenían tres minutos para desalojar el local porque iba a volar todo.
El secretario de prensa de la UOM, Federico Vistalli, alcanzó a arrastrar el cuerpo del Lobo hasta la salida para trasladarlo hasta el sanatorio metalúrgico en Hipólito Yrigoyen al 3200. Pero Vandor llegó muerto al centro asistencial en el que trabajaba su esposa. Elida María Curone.
Curiosamente el comunicado por el cual el grupo operativo responsable del asesinato se adjudicaba el hecho, fue dado a conocer casi dos años después del atentado, el 7 de febrero de 1971. Según sus autores la demora se debió a que "el ENR resolvió no hacer propaganda sobre el Operativo Judas hasta no disponer de una fuerza suficiente para garantizar la continuidad de su acción. Alcanzado este objetivo decide hacer público el presente comunicado."
Siendo las 11.36 del 30 de junio de 1969, el Comando "Héroe de la Resistencia Domingo Blajaquis" del Ejército Nacional Revolucionario que ocupó el local de la UOM, sito en la calle La Rioja 1945, cumpliendo el "Operativo Judas", procedió al ajusticiamiento del traidor Augusto Timoteo Vandor, complementando la acción con la voladura parcial del edificio para no afectar fincas vecinas.
El comunicado concluye diciendo: "Para los Judas no habrá perdón. Elijan libremente todos los dirigentes sindicales su destino. Viva la Patria."
El nombre Ejercito Nacional Revolucionario fue un nombre ficticio utilizado para despistar a los servicios de inteligencia. Al momento de dar a conocer el comunicado los autores materiales del asesinato de Vandor ya formaban parte de la organización guerrillera llamada Descamisados que años más tarde se fusionaría con los Montoneros.
La misma tarde del 30 de junio de 1969 el gobierno decretó el estado de sitio y aprovecho la ocasión para intervenir la mayoría de los gremios de base de la combativa CGT de los Argentinos. Hubo detenciones masivas de militantes opositores y dirigentes obreros, entre ellos Raimundo Ongaro.
Años más tarde, en enero de 1973 Perón le contó al diario peronista Mayoría que había mandado a llamar a Vandor en abril de 1969, y le había advertido que lo iban a matar. Decía Perón: "Yo le dije: a usted lo matan; se ha metido en un lío que a usted lo van a matar. Lo mataban unos o lo matan otros, porque él había aceptado dinero de la embajada americana y creía que se los iba a fumar a los de la CIA. ¡Hágame el favor! Le dije: ahora usted está entre la espada y la pared: si usted le falla al Movimiento, el Movimiento lo mata; y si usted le falla a la CIA, la CIA lo mata. Me acuerdo que lloró. Le dije usted no es tan habilidoso como se cree, no sea idiota, en esto no hay habilidad, hay honorabilidad, que no es lo mismo."
El 30 de junio de 1969 a las 11.30, mientras el presidente Onganía recibía a Nelson Rockefeller y el país no terminaba de recuperarse del terremoto polìtico social que había producido el Cordobazo, Augusto Timoteo Vandor conversaba telefónicamente en su despacho de la Unión Obrera Metalúrgica con Antonio Cafiero. De pronto unos fuertes gritos que provenían de la planta baja del local de la calle La Rioja 1945 lo obligaron a despedirse de su compañero y salir al pasillo a ver de qué se trataba. Cinco balazos dieron lo por enterado. Un comando había copado la sede de la UOM y estaba terminando con su vida.
¿Quién era este hombre a quien sus propios compañeros y amigos apodaban el Lobo?
Hijo de un matrimonio de campesinos franceses de ascendencia holandesa, había nacido en 1923 en Bovril, un pueblito entrerriano. A los 17 años se incorporó a la Marina como suboficial. En 1947, cuando Perón llevaba ya un año de gobierno, Vandor pidió la baja como cabo primero maquinista y se incorpora al movimiento peronista. En 1950 ingresa como obrero a la fabrica Phillips, se afilia a la Unión Obrera Metalúrgica y es electo delegado.
Para 1955, su activismo sindical ya era lo suficientemente notorio como para pasar desapercibido para los hombres de la Revolución Libertadora que decidieron encarcelarlo por seis meses.
La suerte de Vandor cambiaría sustancialmente en 1958 con la asunción de Frondizi a la presidencia y la sanción de la Ley 14250 que permitió, cumpliendo lo pactado con Perón, el retorno de los peronistas a la conducción de los grandes gremios. En pocos meses Vandor fue ascendiendo en la escala de la UOM hasta convertirse en el secretario general del gremio más poderoso de la Argentina, en el líder de las 62 organizaciones gremiales peronistas y a través de ellas, en el hombre más influyente de la CGT.
En 1959, el modelo desarrollista de Frondizi entra en crisis y los grupos de poder económico colocan al ingeniero Alvaro Alsogaray en el ministerio de economía. Alsogaray concreta un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional e impone un severo plan de ajuste. El movimiento obrero responde con una ola de huelgas. El conflicto metalúrgico se prolonga por más de un mes paralizando uno de los sectores más dinámicos de la economía nacional. El gobierno de Frondizi decide pactar con Vandor a través de un funcionario del ministerio de trabajo: Rubens San Sebastian. San Sebastián logra un acuerdo con Vandor que contempla un aumento salarial a cambio de pérdidas de derechos laborales de los trabajadores y aumento de la productividad. Crecieron los rumores sobre un suculento pago que habría recibido Vandor a cambio de la firma del convenio.
Lo cierto es que su estilo de vida fue cambiando notablemente. De espectador y apasionado apostador del turf pasó a ser un importante propietario de caballos de carrera del nada popular hipódromo de San Isidro.
Vandor tuvo una actitud oscilante con el gobierno de Frondizi al que atacó y defendió según sus intereses.
A partir de 1963 fue el ideólogo del enfrentamiento obrero más duro contra un gobierno democrático: su "plan de lucha" con la ocupación de más de 10.000 fábricas durante el gobierno de Illía.
También fue suya la idea de hacer lanzar miles de tortugas por la calle Florida aludiendo a la supuesta lentitud del gobierno radical.
El Lobo fue el gran impulsor del Operativo Retorno, que se proponía el regreso de Perón a la Patria. El 2 de diciembre de 1964, la Comisión Pro-Retorno, encabezada por Vandor, partió desde Madrid acompañando al ex presidente. Pero al llegar al aeropuerto de El Galeao, el gobierno brasileño ordenó el regreso a Madrid de la comitiva.
En el entorno de Perón comenzó a pensarse que el frustrado operativo había sido una maniobra de Vandor para demostrarle al pueblo argentino que Perón no podía regresar y que se hacía imprescindible un peronismo sin Perón. El líder indiscutido de este movimiento neoperonista no era otro que el propio Vandor.
Desde entonces las relaciones entre Vandor y Perón fueron de mal en peor y el conflicto estalló en ocasión de las elecciones provinciales de 1965, cuando Perón envió a la Argentina a su esposa Isabel para bendecir las fórmulas peronistas y repudiar a los candidatos vandoristas.
El Lobo consiguió aparecer en la tapa del influyente semanario Primera Plana con un titular muy explícito: ¿Vandor o Perón?
Pocos días después de haber sido derrotados todos sus candidatos a manos de los de Perón, en enero de 1966, Vandor, sufrió un atentado del que salió ileso mientras estaba en el paddock de San Isidro.
Muchos recordaron que por entonces circulaba una carta que Perón había dirigido a José Alonso secretario general de la Asociación Obrera Textil y rival de Vandor en la CGT, en la que el líder exiliado decía textualmente: "El enemigo principal es Vandor y su trenza. Hay que darles con todo y a la cabeza, sin treguas ni cuartel. Su acción fue de engaño, doblez, defección, satisfacción de intereses personales y de círculo, desviación, incumplimiento de deberes, componendas, acomodos inconfesables, manejo discrecional de fondos, putrefacción, traición, trenza. Por eso yo no podré perdonar nunca, como algunos creen, tan funesta gestión. En política no se puede herir, hay que matar, porque un tipo con una pata rota hay que ver el daño que puede hacer Deberá haber solución y definitiva, sin consultas como ustedes resuelven allí. Esa es mi palabra y ustedes saben que Perón Cumple."
En el primer semestre de 1966 se sucedieron los enfrentamientos internos en el sindicalismo peronista y en el seno de la propia UOM. El 13 de mayo de ese año comenzó a sesionar en Avellaneda el Congreso Nacional del gremio. Aprovechando un cuarto intermedio, los principales dirigentes metalúrgicos, entre ellos Vandor y su segundo, Rosendo García, se reunieron a tomar algo en un bar de la zona. A pocos metros de ellos, en otra mesa, se reunían los delegados del peronismo revolucionario Domingo Blajaquis y Juan Salazar. Comenzaron los insultos que se transformaron en agresiones físicas. Vandor lo miró a García y le dijo: "atrás hay cuatro tipos que no me gustan nada". Rosendo Rosendo se dio vuelta y justo vio que uno de los cuatro sacaba un revólver. Del grupo de Vandor partieron varios disparos. Cuando pasó la confusión y retornó la calma tres cadáveres yacían en el suelo de la confitería Real: el de Blajaquis, el de Salazar y el de Rosendo García. Según la versión vandorista Rosendo García alcanzó a decir, tendido en el piso de su muerte: -"Tené cuidado, Augusto. Te la quieren dar con todo. A mí ya me la dieron..."
El escritor Rodolfo Walsh en su célebre ensayo "Quien mató a Rosendo" responsabiliza a Vandor por todas las muertes, incluyendo la de García. El informe de Walsh estaba avalado por pericias balísticas que el expediente judicial no tuvo en cuenta al declarar al Lobo libre de culpa y cargo.
Horas antes de que una bala le perforara la espalda y el corazón, Rosendo García había brindado un reportaje al periodista Bernardo Neustadt. Su nombre había cobrado particular interés desde que unas 280 unidades básicas levantaban su candidatura a gobernador de la Provincia de Buenos Aires por el peronismo vandorista.
Los que lo conocían bien decían que Vandor estaba un tanto preocupado por la rápida carrera ascendente de su compañero García y crecía su temor a quedar opacado por su segundo.
En junio de 1966 eran pocos los que dudaban que la caída del gobierno de Illia era custión de días. Acosado por las huelgas, las presiones de los factores de poder que no le perdonaban sus políticas progresistas expresadas en el considerable aumento de los presupuestos de salud, educación y acción social y una prensa mayoritariamente hostil, el gobierno de Illia cayó derricado por un nuevo golpe militar el 28 de Junio de 1966.
Entre los preveían el golpe estaba Vandor. No justamente por poseer dotes adivinatorias sino por ser uno de los actores protagónicos del golpe de estado. En ese carácter asistió de traje a la ceremonia de asunción del dictador Onganía y le expresó a la prensa su satisfacción por las buenas intenciones del presidente para con el movimiento obrero organizado.
La férrea y negociadora conducción de Vandor debía provocar necesariamente el surgimiento de un núcleo opositor disconforme con las políticas dictatoriales y excluido de la participación sindical por el grupo vandorista.
En mayo de 1968, mientras miles de obreros y estudiantes se apoderaban de las calles de París, se reunía en Buenos Aires el Congreso Normalizador de la CGT, llamado Amado Olmos en homenaje al dirigente gremial fallecido en febrero de ese año en un accidente de tránsito.
El congreso concluyó abruptamente con la fractura de la CGT que se dividió en la CGT Azopardo liderada por Vandor y la CGT de los Argentinos liderada por el dirigente de los gráficos, Raimundo Ongaro.
A partir de entonces y a través del periódico de la CGT combativa, Rodolfo Walsh comenzará a denunciar las maniobras de Vandor. En uno de sus números decía: "El vandorismo tiene su discurso del método que puede condensarse en una frase: El que molesta en la fábrica, molesta a la UOM; y el que molesta a la UOM-, molesta en la fábrica. La secretaría de organización del sindicato lleva un prolijo fichero de "perturbadores", permanentemente puesto al día por los ficheros de las empresas."
No eran pocos los peronistas que habían pensado en matar a Vandor. Los que tomaron la iniciativa fueron ocho militantes del peronismo revolucionario que más tarde formarían la organización político militar "Descamisados". La decisión de matar a Vandor se tomó en septiembre de 1968 cuando las seccionales vandoristas, en connivencia con las patronales, hicieron fracasar la huelga petrolera de Berisso y Ensenada. El proyecto quedó bautizado como "Operativo Judas".
En marzo de 1969 el grupo quedó reducido a cinco militantes que comenzaron a evaluar la forma de ingresar a la inexpugnable sede de la UOM en Parque Patricios custodiada por unos veinte guardaespaldas de Vandor. Durante más de tres meses el grupo estudió las entradas y salidas, el movimiento de vehículos y los horarios de Vandor. También usaron esos meses para conseguir las armas: cinco ametralladoras calibre 22, dos pistolas calibre 45, un revólver 38, un 32 y dos pistolas 22 y tres kilos de trotyl por si no localizaban rápidamente a Vandor y debían volar el edificio.
El grupo mantuvo en absoluto secreto sus planes por obvias razones de seguridad y porque recordaban que dos intentos anteriores de acabar con la vida del dirigente sindical habían fracasado porque el Lobo se enteró a tiempo y pudo comprar a los implicados.
La actitud distante y casi condenatoria de Vandor frente al Cordobazo expresada en un comunicado del 5 de junio de 1969, seis días después del estallido cordobés, en el que llamaba al respeto por las fuerzas armadas y la unidad de pueblo y ejército, aceleró los tiempos del Operativo Judas.
Cuatro integrantes del grupo se concentraron a las ocho de la mañana del 30 de junio de 1969 en el lugar acordado con la idea de llegar a la UOM a las 10 en punto. Pero problemas con el motor del auto operativo retrasaron la partida. El quinto integrante, encargado de relevar la llegada de Vandor, esperó impaciente en Parque Patricios por más de una hora
A las once y treinta dejaron el auto estacionado a la vuelta de la entrada principal del gremio. Eran las épocas en las que podían dejarse los coches en marcha y con las llaves puestas. El reducido número de integrantes del comando no permitía que uno se quedara en el vehículo esperando.
Para poder entrar falsificaron un expediente judicial con los datos del juez y juzgado que entendían en la causa Salazar-Blajakis, los dos militantes del peronismo revolucionario muertos en el tiroteo de la confitería La Real en Avellaneda.
Cuando el encargado del local sindical abrió la puerta, uno de los integrantes del grupo se hizo pasar por oficial de justicia, exhibió el expediente y preguntó por Vandor. "Esperen un momento", contestó el portero. El supuesto oficial de justicia le dijo que no, que le tenía que recibir el expediente y lo apuró con una credencial de Tribunales. Ante las dudas del portero otro miembro del comando sacó una credencial de la Policía Federal y dijo que era de Coordinación Federal. Finalmente la puerta se abrió e ingresaron los cinco..
Los ocasionales testigos estaban desarmados, la fuerte custodia estaba accidentalmente lejos de la puerta principal. El portero dijo que si lo querían ver a Vandor tenían que esperar, pero ante la sospecha de que el empleado avise a la custodia el grupo entró en acción extrayendo las metralletas y pistolas que traían bajo sus pilotos.
Mientras dos integrantes del comando custodiaban la puerta los otros tres subieron al primer piso en busca de la oficina de Vandor. Cada uno llevaba un empleado como escudo, por si alguien disparaba desde arriba. Hasta ese momento, con excepción de los afectados directos, nadie parecía enterarse de nada; había un pequeño revuelo abajo, pero, como a esa hora siempre se trabajaba mucho, no se percataban de lo que realmente sucedía.
A los reducidos de la planta baja se los puso con la cara hacia el piso a un costado de la escalera.
Los tres de arriba ya no tenían nada que disimular y preguntaban a los gritos: ¿"Dónde está Vandor?
Mientras tanto el Lobo mantenía una conversación telefónica con Antonio Cafiero que estaba inquieto por conocer la actitud de la CGT vandorista frente al paro general decretado para el día siguiente por la CGT de los argentinos contra el gobierno de Onganía. "Quédese tranquilo Cafierito, está todo bien. Acabo de hablar con el Coronel Prémoli y nos juntamos a la una para almorzar", dijo y colgó el teléfono. Prémoli era el secretario de informaciones de la dictadura de Onganía. Vandor en su último acto le había comunicado al dirigente peronista que "su" CGT mantenía las excelentes relaciones con el gobierno y no paraba..
Los atacantes comenzaron a inquietarse abriendo todas las puertas que encontraban a su paso; cada vez más oficinas y en todas personas que debían ser reducidas. En la planta alta había dos vestíbulos con bastante gente: unos treinta en total. A todos se los puso contra la pared para que no viesen la cara de los agresores.
El grupo seguía abriendo puertas buscándo a Vandor y cuando se dirigía a una aun cerrada, se abrió y apareció el "Lobo", atraído por el griterío. Alcanzo a preguntar "qué carajo pasa" y vio que lo apuntaba una pistola 45 a tres metros de distancia. Vandor no tuvo dudas de que era su final. Levantó los brazos como para cubrirse y recibió dos impactos en pleno pecho.
Al girar recibió otro debajo del brazo y cuando cayó dos más en la espalda. Se desplomó en la antesala de su despacho y un integrante del grupo le colocó una bomba bajo su escritorio. La mecha del trotyl duraba cuatro minutos, el tiempo justo para escapar A la gente que estaba reducida se le dijo que a partir de salida del grupo tenían tres minutos para desalojar el local porque iba a volar todo.
El secretario de prensa de la UOM, Federico Vistalli, alcanzó a arrastrar el cuerpo del Lobo hasta la salida para trasladarlo hasta el sanatorio metalúrgico en Hipólito Yrigoyen al 3200. Pero Vandor llegó muerto al centro asistencial en el que trabajaba su esposa. Elida María Curone.
Curiosamente el comunicado por el cual el grupo operativo responsable del asesinato se adjudicaba el hecho, fue dado a conocer casi dos años después del atentado, el 7 de febrero de 1971. Según sus autores la demora se debió a que "el ENR resolvió no hacer propaganda sobre el Operativo Judas hasta no disponer de una fuerza suficiente para garantizar la continuidad de su acción. Alcanzado este objetivo decide hacer público el presente comunicado."
Siendo las 11.36 del 30 de junio de 1969, el Comando "Héroe de la Resistencia Domingo Blajaquis" del Ejército Nacional Revolucionario que ocupó el local de la UOM, sito en la calle La Rioja 1945, cumpliendo el "Operativo Judas", procedió al ajusticiamiento del traidor Augusto Timoteo Vandor, complementando la acción con la voladura parcial del edificio para no afectar fincas vecinas.
El comunicado concluye diciendo: "Para los Judas no habrá perdón. Elijan libremente todos los dirigentes sindicales su destino. Viva la Patria."
El nombre Ejercito Nacional Revolucionario fue un nombre ficticio utilizado para despistar a los servicios de inteligencia. Al momento de dar a conocer el comunicado los autores materiales del asesinato de Vandor ya formaban parte de la organización guerrillera llamada Descamisados que años más tarde se fusionaría con los Montoneros.
La misma tarde del 30 de junio de 1969 el gobierno decretó el estado de sitio y aprovecho la ocasión para intervenir la mayoría de los gremios de base de la combativa CGT de los Argentinos. Hubo detenciones masivas de militantes opositores y dirigentes obreros, entre ellos Raimundo Ongaro.
Años más tarde, en enero de 1973 Perón le contó al diario peronista Mayoría que había mandado a llamar a Vandor en abril de 1969, y le había advertido que lo iban a matar. Decía Perón: "Yo le dije: a usted lo matan; se ha metido en un lío que a usted lo van a matar. Lo mataban unos o lo matan otros, porque él había aceptado dinero de la embajada americana y creía que se los iba a fumar a los de la CIA. ¡Hágame el favor! Le dije: ahora usted está entre la espada y la pared: si usted le falla al Movimiento, el Movimiento lo mata; y si usted le falla a la CIA, la CIA lo mata. Me acuerdo que lloró. Le dije usted no es tan habilidoso como se cree, no sea idiota, en esto no hay habilidad, hay honorabilidad, que no es lo mismo."
Buenaventura Durruti Dumange
http://www.elhistoriador.com.ar/biografias/d/durruti.php
Buenaventura Durruti fue un luchador anarquista español. Nacido el 14 de julio de 1896, en León, España. Hijo de obreros, su padre fue curtidor y estuvo ligado a la lucha del proletariado español. En 1903, fue arrestado durante una huelga a favor de la reducción de la jornada laboral a diez horas. Al salir de la cárcel, se empleó como obrero ferroviario. Sus abuelos corrieron suerte parecida. Todo esto, sumado a la miseria que vivió desde pequeño, determinó su vida como revolucionario. En una carta a su hermana Rosa, Buenaventura escribía: "Desde mi más tierna edad, lo primero que vi a mi alrededor fue el sufrimiento no sólo de nuestra familia sino también de nuestros vecinos. Por intuición, yo ya era un rebelde. Creo que entonces se decidió mi destino".
Desde muy joven, se interesó por la literatura anarquista. A los doce años dejó de asistir a catecismo y se negó a cumplir con cualquier tradición católica, en una época en que la religión estaba muy arraigada en todo el pueblo español. Se afilió a la misma central que su padre, la Unión General de Trabajadores (UGT), pero tras la huelga general de agosto de 1917, fue expulsado de la UGT y se vio obligado a exiliarse en Francia. Volvió a España en enero de 1919 y se afilió a la Central anarquista, la Confederación General del Trabajo (CNT) en Asturias. En marzo de ese año cayó preso por primera vez, en medio de la lucha contra la patronal minera de Asturias. Logró escapar y junto con otros camaradas planeó el asesinato del rey Alfonso XIII, pero el plan fue descubierto y ellos lograron escapar.
En 1920, con 24 años, ya era un activo militante de la CNT y un ávido lector de las ideas anarquistas. Ese año llegó a San Sebastián, donde conoció al compañero Manuel Buenacasa. Así describe a Durruti Buenacasa: “Un día se presentó en el sindicato un muchacho alto, fuerte, de ojos alegres, que nos saludó con la simpatía del que saluda a quien conoce de toda la vida. Nos dijo, sin preámbulos y enseñándonos el carnet de la CNT, que acababa de llegar a la capital y que precisaba trabajar. Como en casos similares, nos ocupamos de él, encontrándole trabajo en un taller de mecánica en Rentería. Desde entonces, y con cierta regularidad, después del trabajo solía venir al sindicato. Se sentaba en un rincón, tomaba los periódicos que se amontonaban en una mesa y leía. Apenas intervenía en las discusiones, y cuando ya era entrada la noche se retiraba a la posada en la que habíamos encontrado alojamiento. Gustaba conversar, pero no disputar. No era terco ni fanático, sino abierto, admitiendo siempre la posibilidad de su error. Y tenía la rara virtud, poco común, de saber escuchar, tomando siempre en consideración el argumento del contrario, aceptándolo en las partes que él creía razonables. Su labor sindical era callada, pero interesante. Sus intervenciones -como fueron después en los mítines- eran cortas, pero incisivas. Era muy sencillo al expresar su pensamiento, y cuando llamaba al pan pan lo hacía con tanta fuerza y convicción que no había manera de desmentirle”.
A partir de ese año, Durruti comenzó a participar en actos de acción directa, dentro de una pequeña organización clandestina que se identificó por medio de varios nombres, como “Crisol”, “Los Justicieros”, “Los Solidarios”, “Nosotros”. No era una banda terrorista, como los calificaba la prensa amarilla. A través de la memoria de sus militantes, hoy se sabe que fueron responsables de la muerte del gobernador de Vizcaya, teniente coronel José Regueral (quien en su primer acto como gobernador manifestó su intención de “meter al sindicalismo en cintura”) y del presidente Eduardo Dato, a principios del 20, habiendo sido estos últimos responsables de torturas, asesinatos y la prisión de cientos de obreros. En esos años la violencia desde arriba era enorme. El compañero anarquista Buenacasa describe así la gravedad de la situación: “El Comité Nacional de la CNT, que llevaba una vida clandestina, no podía hacer frente a aquella situación, y solicitaba a los militantes del resto de España medios y soluciones para contrarrestar la ofensiva burguesa y policíaca que tenía lugar en Barcelona. Pero todo resultaba en vano. Al asesinato en la vía pública seguía una persecución autoritaria sañuda y constante. Lo mejor de lo mejor de nuestros militantes estaban amenazados por el dilema: matar, huir o caer en prisión. Los violentos se defendían y mataban; los estoicos mueren y también los bravos, a quienes se asesina por la espalda; los cobardes y prudentes huyen o se esconden; y los despreocupados más activos dan con sus huesos en la cárcel".
Los dirigentes sindicales socialistas y anarquistas eran perseguidos abiertamente. Bandas de pistoleros a sueldo (pagados por la burguesía) cazaban a tiros a los obreros en la calle. La persecución más violenta se dio en Barcelona. En 1923 el grupo “ajustició” al Cardenal de Zaragoza, Juan Soldevilla y Romero, un fascista organizador de bandas de pistoleros, sicarios, lo que se podría decir un digno representante de la iglesia de la época. También realizaron la expropiación más grande hasta el momento, asaltando el Banco de Gijón. Todos estos hechos violentos protagonizados por Durruti y sus compañeros fueron hechos políticos enmarcados en una guerra de clases no formalizada, pero real de aquellos años. Siempre hubo cuidado de que ningún inocente se perjudicara, como en el caso citado por Abel Paz, su biógrafo, en el cual durante un asalto a un conde, Durruti consuela a su hijita aterrorizada y mientras le seca las lágrimas le dice: "tu padre tiene mucho dinero y nosotros no tenemos nada, así que nos lo repartimos". Este gesto pone de manifiesto el verdadero carácter de los hechos de acción directa. Nunca se llevaron para su bolsillo ni un peso expropiado. En el caso de Durruti, por ejemplo, son múltiples los testimonios de familiares y conocidos, que coinciden en destacar su modestia económica. Destinaban todo el dinero recaudado a los presos y a la lucha política; de sus asaltos salieron fondos para bibliotecas, editoriales y escuelas, como la escuela de León o la de La Coruña. También como postura ética estos militantes estaban obsesionados por la formación.
Muy limitados por la represión, Durruti y su amigo Ascaso, resolvieron ir a recaudar fondos a América. En el año 1924 llegaron a La Habana, donde se emplearon como estibadores portuarios y participaron activamente en la organización del sindicato. Debido a esto, fueron perseguidos por la policía local. Con un compañero cubano fueron a trabajar como macheteros e, indignados ante la tortura de un sindicalista, tomaron venganza. En 1925, llegaron a México donde se les unió Gregorio Jóver, dieron un golpe y destinaron buena parte del dinero para financiar una escuela racionalista para los pobres en ese país y el resto para costear una biblioteca en París. Durruti escribió a los franceses en una carta: "Estos pesos los tomé de la burguesía, no era lógico que me los diesen por simple acuerdo". Luego de una corta estadía en Perú, el grupo que ahora se autodenominaba “Los Errantes” se dirigió a Chile y a la Argentina, donde asaltaron bancos para recaudar plata para la lucha contra la dictadura fascista de Primo de Rivera. El mismo año pasaron por Chile y protagonizaron el primer asalto a un banco en la historia de ese país. En 1926, se refugiaron en Montevideo y Buenos Aires entre compañeros anarquistas. Luego regresaron a España, donde volvieron a la pelea, la cárcel y el exilio. Fueron quince meses de intensa batalla, expropiaciones importantísimas, persecuciones de película y fugas espectaculares; sus hazañas y sus nombres se convirtieron en leyenda.
En un nuevo exilio en Francia, Durruti trabaja como mecánico en Renault y Ascaso, de camarero. Ambos fueron detenidos por un pedido de extradición de España y de Argentina, donde estaban condenados a muerte. Su detención provocó un intenso repudio por parte de la sociedad francesa que logró movilizar a su sector más antifascista.
Mientras estaban en Francia, los dos compañeros conocieron a dos jóvenes del lugar, quienes los acompañarán desde entonces. Buenaventura y quien sería su compañera toda la vida, Emilienne Morin, se enamoraron en el exilio y desde ese momento se acompañaron siempre que pudieron. Pelearon juntos en el frente de batalla durante la guerra civil cuando Emilienne se alistó en la Columna Durruti. Los anarquistas no creen en el matrimonio por considerarlo una institución burguesa, pero sí creen en el amor y en la amistad, que son una y la misma cosa, imposibles de separar. El lazo que une a los compañeros no está avalado por iglesia o por gobierno alguno. Está sostenido solamente por el propio amor que los protagonistas se tienen entre sí y basado en la libertad de las partes. Emilienne fue la que mas lloró la pérdida de su amigo del alma. Su dolor fue inmenso, igual que su amor por él, pero continuó luchando hasta su muerte por el ideal por el que murió Durruti y tantos otros compañeros.
Ilya Ehrenburg, escritor no identificado con las ideas anarquistas, que conoció personalmente a Buenaventura y fue amigo suyo desde 1931, escribió sobre él: "Ningún escritor se hubiera propuesto escribir la historia de su vida; ésta se parecía demasiado a una novela de aventuras... Este obrero metalúrgico había luchado por la revolución desde muy joven. Había participado en luchas de barricada, asaltado bancos, arrojado bombas y secuestrado jueces. Había sido condenado a muerte tres veces: en España, en Chile y en la Argentina. Había pasado por innumerables cárceles y había sido expulsado de ocho países".
La muerte de Durruti es un tema muy controversial aun en la actualidad. Hay tres hipótesis sobre la procedencia de la bala fatal que acabó con su vida. Unos dicen que fueron los comunistas, partidarios de la UGT; otros sostienen que fueron sus propios compañeros, y una tercera postura afirma que fue un accidente. La situación que se vivía en España en los días de la muerte de Durruti era dramática. La guerra estaba por perderse; los fascistas estaban en las afueras de Madrid. Entonces, todos, sin distinciones de partidos o grupos, pidieron a Durruti que se trasladara con parte de sus hombres a Madrid. Ni García Oliver en Madrid, ni Buenaventura Durruti, estaban muy convencidos, pero, si no se salvaba Madrid, se desmoronaba el frente y era el fin. Finalmente, Durruti se trasladó con un grupo sin desmantelar el frente de Aragón.
El avance fascista se detuvo, pero el costo fue muy alto. Durruti murió. Su entierro en Barcelona fue multitudinario. Kaminski lo describe así: "El cadáver llegó a Barcelona tarde por la noche (...) En la casa de los anarquistas, que antes de la revolución había sido la sede de la Cámara de Industria y Comercio, los preparativos ya habían comenzado el día anterior. (...) La ornamentación era simple, sin pompa ni detalles artísticos. De las paredes colgaban paños rojos y negros, un baldaquín del mismo color, algunos candelabros, flores y coronas: eso era todo. Durruti era un amigo. Tenía muchos amigos. Se había convertido en el ídolo de todo un pueblo. Era muy querido, y de corazón. Todos los allí presentes en esa hora lamentaban su pérdida y le ofrendaban su afecto. Y sin embargo, aparte de su compañera, una francesa, sólo vi llorar a una persona: una vieja criada que había trabajado en esa casa cuando todavía iban y venían por allí los industriales, y que probablemente nunca lo había conocido personalmente. Los demás sentían su muerte como una pérdida atroz e irreparable, pero expresaban sus sentimientos con sencillez. Callarse, quitarse la gorra y apagar los cigarrillos, era para ellos tan extraordinario como santiguarse o echar agua bendita. Miles de personas desfilaron ante el ataúd de Durruti durante la noche. Esperaron bajo la lluvia, en largas filas. Su amigo y su líder había muerto. (...) El entierro se llevó a cabo al día siguiente por la mañana. Desde el principio fue evidente que la bala que había matado a Durruti había alcanzado también el corazón de Barcelona. Se calcula que uno de cada cuatro habitantes de la ciudad había acompañado su féretro, sin contar las masas que flanqueaban las calles, miraban por las ventanas y ocupaban los tejados e incluso los árboles de las Ramblas. Todos los partidos y organizaciones sindicales sin distinción habían convocado a sus miembros. Al lado de las banderas de los anarquistas flameaban sobre la multitud los colores de todos los grupos antifascistas de España. Era un espectáculo grandioso, imponente y extravagante; nadie había guiado, organizado ni ordenado a esas masas. Nada salía de acuerdo a lo planeado. Reinaba un caos inaudito. El comienzo del funeral había sido fijado para las diez. Ya una hora antes era imposible acercarse a la casa del Comité Regional Anarquista. (...) Los obreros de todas las fábricas de Barcelona se habían congregado, se entreveraban y se impedían mutuamente el paso. (...) A las diez y media, el ataúd de Durruti, cubierto con una bandera rojinegra, salió de la casa de los anarquistas llevado en hombros por los milicianos de su columna. Las masas dieron el último saludo con el puño en alto. Entonaron el himno anarquista "Hijos del pueblo". Se despertó una gran emoción. (...) Las motocicletas rugían, los coches tocaban la bocina, los oficiales de las milicias hacían señales con sus silbatos, y los portadores del féretro no podían avanzar. (...) Los puños seguían en alto. Por último cesó la música, descendieron los puños y se volvió a escuchar el estruendo de la muchedumbre en cuyo seno, sobre los hombros de sus compañeros, reposaba Durruti. Pasó por lo menos media hora antes que se despejara la calle para que la comitiva pudiera iniciar su marcha. Transcurrieron varias horas hasta que llegó a la plaza Cataluña, situada sólo a unos centenares de metros de allí. Los jinetes del escuadrón se abrieron paso, cada uno por su lado. (...) Los coches cargados de coronas dieron un rodeo por las calles laterales para incorporarse por cualquier parte al cortejo fúnebre. Todos gritaban a más no poder. No, no eran las exequias de un rey, era un sepelio organizado por el pueblo. Nadie daba órdenes, todo ocurría espontáneamente. Reinaba lo imprevisible. Era simplemente un funeral anarquista, y allí residía su majestad. Tenía aspectos extravagantes, pero nunca perdía su grandeza extraña y lúgubre. Los discursos fúnebres se pronunciaron al pie de la columna de Colón, no muy lejos del sitio donde una vez había luchado y caído a su lado el mejor amigo de Durruti. García Oliver, el único sobreviviente de los tres compañeros, habló como amigo, como anarquista y como ministro de Justicia de la República española. (...) Se había dispuesto que la comitiva fúnebre se disolviera después de los discursos. Sólo algunos amigos de Durruti debían acompañar el coche fúnebre al cementerio. Pero este programa no pudo cumplirse. Las masas no se movieron de su sitio; ya habían ocupado el cementerio, y el camino hacia la tumba estaba bloqueado. Era difícil avanzar, pues, para colmo, miles de coronas habían vuelto intransitables las alamedas del cementerio. Caía la noche. Comenzó a llover otra vez. Pronto la lluvia se hizo torrencial y el cementerio se convirtió en un pantano donde se ahogaban las coronas. A último momento se decidió postergar el sepelio. Los portadores del féretro regresaron de la tumba y condujeron su carga a la capilla ardiente. Durruti fue enterrado al día siguiente".
Buenaventura Durruti fue un luchador anarquista español. Nacido el 14 de julio de 1896, en León, España. Hijo de obreros, su padre fue curtidor y estuvo ligado a la lucha del proletariado español. En 1903, fue arrestado durante una huelga a favor de la reducción de la jornada laboral a diez horas. Al salir de la cárcel, se empleó como obrero ferroviario. Sus abuelos corrieron suerte parecida. Todo esto, sumado a la miseria que vivió desde pequeño, determinó su vida como revolucionario. En una carta a su hermana Rosa, Buenaventura escribía: "Desde mi más tierna edad, lo primero que vi a mi alrededor fue el sufrimiento no sólo de nuestra familia sino también de nuestros vecinos. Por intuición, yo ya era un rebelde. Creo que entonces se decidió mi destino".
Desde muy joven, se interesó por la literatura anarquista. A los doce años dejó de asistir a catecismo y se negó a cumplir con cualquier tradición católica, en una época en que la religión estaba muy arraigada en todo el pueblo español. Se afilió a la misma central que su padre, la Unión General de Trabajadores (UGT), pero tras la huelga general de agosto de 1917, fue expulsado de la UGT y se vio obligado a exiliarse en Francia. Volvió a España en enero de 1919 y se afilió a la Central anarquista, la Confederación General del Trabajo (CNT) en Asturias. En marzo de ese año cayó preso por primera vez, en medio de la lucha contra la patronal minera de Asturias. Logró escapar y junto con otros camaradas planeó el asesinato del rey Alfonso XIII, pero el plan fue descubierto y ellos lograron escapar.
En 1920, con 24 años, ya era un activo militante de la CNT y un ávido lector de las ideas anarquistas. Ese año llegó a San Sebastián, donde conoció al compañero Manuel Buenacasa. Así describe a Durruti Buenacasa: “Un día se presentó en el sindicato un muchacho alto, fuerte, de ojos alegres, que nos saludó con la simpatía del que saluda a quien conoce de toda la vida. Nos dijo, sin preámbulos y enseñándonos el carnet de la CNT, que acababa de llegar a la capital y que precisaba trabajar. Como en casos similares, nos ocupamos de él, encontrándole trabajo en un taller de mecánica en Rentería. Desde entonces, y con cierta regularidad, después del trabajo solía venir al sindicato. Se sentaba en un rincón, tomaba los periódicos que se amontonaban en una mesa y leía. Apenas intervenía en las discusiones, y cuando ya era entrada la noche se retiraba a la posada en la que habíamos encontrado alojamiento. Gustaba conversar, pero no disputar. No era terco ni fanático, sino abierto, admitiendo siempre la posibilidad de su error. Y tenía la rara virtud, poco común, de saber escuchar, tomando siempre en consideración el argumento del contrario, aceptándolo en las partes que él creía razonables. Su labor sindical era callada, pero interesante. Sus intervenciones -como fueron después en los mítines- eran cortas, pero incisivas. Era muy sencillo al expresar su pensamiento, y cuando llamaba al pan pan lo hacía con tanta fuerza y convicción que no había manera de desmentirle”.
A partir de ese año, Durruti comenzó a participar en actos de acción directa, dentro de una pequeña organización clandestina que se identificó por medio de varios nombres, como “Crisol”, “Los Justicieros”, “Los Solidarios”, “Nosotros”. No era una banda terrorista, como los calificaba la prensa amarilla. A través de la memoria de sus militantes, hoy se sabe que fueron responsables de la muerte del gobernador de Vizcaya, teniente coronel José Regueral (quien en su primer acto como gobernador manifestó su intención de “meter al sindicalismo en cintura”) y del presidente Eduardo Dato, a principios del 20, habiendo sido estos últimos responsables de torturas, asesinatos y la prisión de cientos de obreros. En esos años la violencia desde arriba era enorme. El compañero anarquista Buenacasa describe así la gravedad de la situación: “El Comité Nacional de la CNT, que llevaba una vida clandestina, no podía hacer frente a aquella situación, y solicitaba a los militantes del resto de España medios y soluciones para contrarrestar la ofensiva burguesa y policíaca que tenía lugar en Barcelona. Pero todo resultaba en vano. Al asesinato en la vía pública seguía una persecución autoritaria sañuda y constante. Lo mejor de lo mejor de nuestros militantes estaban amenazados por el dilema: matar, huir o caer en prisión. Los violentos se defendían y mataban; los estoicos mueren y también los bravos, a quienes se asesina por la espalda; los cobardes y prudentes huyen o se esconden; y los despreocupados más activos dan con sus huesos en la cárcel".
Los dirigentes sindicales socialistas y anarquistas eran perseguidos abiertamente. Bandas de pistoleros a sueldo (pagados por la burguesía) cazaban a tiros a los obreros en la calle. La persecución más violenta se dio en Barcelona. En 1923 el grupo “ajustició” al Cardenal de Zaragoza, Juan Soldevilla y Romero, un fascista organizador de bandas de pistoleros, sicarios, lo que se podría decir un digno representante de la iglesia de la época. También realizaron la expropiación más grande hasta el momento, asaltando el Banco de Gijón. Todos estos hechos violentos protagonizados por Durruti y sus compañeros fueron hechos políticos enmarcados en una guerra de clases no formalizada, pero real de aquellos años. Siempre hubo cuidado de que ningún inocente se perjudicara, como en el caso citado por Abel Paz, su biógrafo, en el cual durante un asalto a un conde, Durruti consuela a su hijita aterrorizada y mientras le seca las lágrimas le dice: "tu padre tiene mucho dinero y nosotros no tenemos nada, así que nos lo repartimos". Este gesto pone de manifiesto el verdadero carácter de los hechos de acción directa. Nunca se llevaron para su bolsillo ni un peso expropiado. En el caso de Durruti, por ejemplo, son múltiples los testimonios de familiares y conocidos, que coinciden en destacar su modestia económica. Destinaban todo el dinero recaudado a los presos y a la lucha política; de sus asaltos salieron fondos para bibliotecas, editoriales y escuelas, como la escuela de León o la de La Coruña. También como postura ética estos militantes estaban obsesionados por la formación.
Muy limitados por la represión, Durruti y su amigo Ascaso, resolvieron ir a recaudar fondos a América. En el año 1924 llegaron a La Habana, donde se emplearon como estibadores portuarios y participaron activamente en la organización del sindicato. Debido a esto, fueron perseguidos por la policía local. Con un compañero cubano fueron a trabajar como macheteros e, indignados ante la tortura de un sindicalista, tomaron venganza. En 1925, llegaron a México donde se les unió Gregorio Jóver, dieron un golpe y destinaron buena parte del dinero para financiar una escuela racionalista para los pobres en ese país y el resto para costear una biblioteca en París. Durruti escribió a los franceses en una carta: "Estos pesos los tomé de la burguesía, no era lógico que me los diesen por simple acuerdo". Luego de una corta estadía en Perú, el grupo que ahora se autodenominaba “Los Errantes” se dirigió a Chile y a la Argentina, donde asaltaron bancos para recaudar plata para la lucha contra la dictadura fascista de Primo de Rivera. El mismo año pasaron por Chile y protagonizaron el primer asalto a un banco en la historia de ese país. En 1926, se refugiaron en Montevideo y Buenos Aires entre compañeros anarquistas. Luego regresaron a España, donde volvieron a la pelea, la cárcel y el exilio. Fueron quince meses de intensa batalla, expropiaciones importantísimas, persecuciones de película y fugas espectaculares; sus hazañas y sus nombres se convirtieron en leyenda.
En un nuevo exilio en Francia, Durruti trabaja como mecánico en Renault y Ascaso, de camarero. Ambos fueron detenidos por un pedido de extradición de España y de Argentina, donde estaban condenados a muerte. Su detención provocó un intenso repudio por parte de la sociedad francesa que logró movilizar a su sector más antifascista.
Mientras estaban en Francia, los dos compañeros conocieron a dos jóvenes del lugar, quienes los acompañarán desde entonces. Buenaventura y quien sería su compañera toda la vida, Emilienne Morin, se enamoraron en el exilio y desde ese momento se acompañaron siempre que pudieron. Pelearon juntos en el frente de batalla durante la guerra civil cuando Emilienne se alistó en la Columna Durruti. Los anarquistas no creen en el matrimonio por considerarlo una institución burguesa, pero sí creen en el amor y en la amistad, que son una y la misma cosa, imposibles de separar. El lazo que une a los compañeros no está avalado por iglesia o por gobierno alguno. Está sostenido solamente por el propio amor que los protagonistas se tienen entre sí y basado en la libertad de las partes. Emilienne fue la que mas lloró la pérdida de su amigo del alma. Su dolor fue inmenso, igual que su amor por él, pero continuó luchando hasta su muerte por el ideal por el que murió Durruti y tantos otros compañeros.
Ilya Ehrenburg, escritor no identificado con las ideas anarquistas, que conoció personalmente a Buenaventura y fue amigo suyo desde 1931, escribió sobre él: "Ningún escritor se hubiera propuesto escribir la historia de su vida; ésta se parecía demasiado a una novela de aventuras... Este obrero metalúrgico había luchado por la revolución desde muy joven. Había participado en luchas de barricada, asaltado bancos, arrojado bombas y secuestrado jueces. Había sido condenado a muerte tres veces: en España, en Chile y en la Argentina. Había pasado por innumerables cárceles y había sido expulsado de ocho países".
La muerte de Durruti es un tema muy controversial aun en la actualidad. Hay tres hipótesis sobre la procedencia de la bala fatal que acabó con su vida. Unos dicen que fueron los comunistas, partidarios de la UGT; otros sostienen que fueron sus propios compañeros, y una tercera postura afirma que fue un accidente. La situación que se vivía en España en los días de la muerte de Durruti era dramática. La guerra estaba por perderse; los fascistas estaban en las afueras de Madrid. Entonces, todos, sin distinciones de partidos o grupos, pidieron a Durruti que se trasladara con parte de sus hombres a Madrid. Ni García Oliver en Madrid, ni Buenaventura Durruti, estaban muy convencidos, pero, si no se salvaba Madrid, se desmoronaba el frente y era el fin. Finalmente, Durruti se trasladó con un grupo sin desmantelar el frente de Aragón.
El avance fascista se detuvo, pero el costo fue muy alto. Durruti murió. Su entierro en Barcelona fue multitudinario. Kaminski lo describe así: "El cadáver llegó a Barcelona tarde por la noche (...) En la casa de los anarquistas, que antes de la revolución había sido la sede de la Cámara de Industria y Comercio, los preparativos ya habían comenzado el día anterior. (...) La ornamentación era simple, sin pompa ni detalles artísticos. De las paredes colgaban paños rojos y negros, un baldaquín del mismo color, algunos candelabros, flores y coronas: eso era todo. Durruti era un amigo. Tenía muchos amigos. Se había convertido en el ídolo de todo un pueblo. Era muy querido, y de corazón. Todos los allí presentes en esa hora lamentaban su pérdida y le ofrendaban su afecto. Y sin embargo, aparte de su compañera, una francesa, sólo vi llorar a una persona: una vieja criada que había trabajado en esa casa cuando todavía iban y venían por allí los industriales, y que probablemente nunca lo había conocido personalmente. Los demás sentían su muerte como una pérdida atroz e irreparable, pero expresaban sus sentimientos con sencillez. Callarse, quitarse la gorra y apagar los cigarrillos, era para ellos tan extraordinario como santiguarse o echar agua bendita. Miles de personas desfilaron ante el ataúd de Durruti durante la noche. Esperaron bajo la lluvia, en largas filas. Su amigo y su líder había muerto. (...) El entierro se llevó a cabo al día siguiente por la mañana. Desde el principio fue evidente que la bala que había matado a Durruti había alcanzado también el corazón de Barcelona. Se calcula que uno de cada cuatro habitantes de la ciudad había acompañado su féretro, sin contar las masas que flanqueaban las calles, miraban por las ventanas y ocupaban los tejados e incluso los árboles de las Ramblas. Todos los partidos y organizaciones sindicales sin distinción habían convocado a sus miembros. Al lado de las banderas de los anarquistas flameaban sobre la multitud los colores de todos los grupos antifascistas de España. Era un espectáculo grandioso, imponente y extravagante; nadie había guiado, organizado ni ordenado a esas masas. Nada salía de acuerdo a lo planeado. Reinaba un caos inaudito. El comienzo del funeral había sido fijado para las diez. Ya una hora antes era imposible acercarse a la casa del Comité Regional Anarquista. (...) Los obreros de todas las fábricas de Barcelona se habían congregado, se entreveraban y se impedían mutuamente el paso. (...) A las diez y media, el ataúd de Durruti, cubierto con una bandera rojinegra, salió de la casa de los anarquistas llevado en hombros por los milicianos de su columna. Las masas dieron el último saludo con el puño en alto. Entonaron el himno anarquista "Hijos del pueblo". Se despertó una gran emoción. (...) Las motocicletas rugían, los coches tocaban la bocina, los oficiales de las milicias hacían señales con sus silbatos, y los portadores del féretro no podían avanzar. (...) Los puños seguían en alto. Por último cesó la música, descendieron los puños y se volvió a escuchar el estruendo de la muchedumbre en cuyo seno, sobre los hombros de sus compañeros, reposaba Durruti. Pasó por lo menos media hora antes que se despejara la calle para que la comitiva pudiera iniciar su marcha. Transcurrieron varias horas hasta que llegó a la plaza Cataluña, situada sólo a unos centenares de metros de allí. Los jinetes del escuadrón se abrieron paso, cada uno por su lado. (...) Los coches cargados de coronas dieron un rodeo por las calles laterales para incorporarse por cualquier parte al cortejo fúnebre. Todos gritaban a más no poder. No, no eran las exequias de un rey, era un sepelio organizado por el pueblo. Nadie daba órdenes, todo ocurría espontáneamente. Reinaba lo imprevisible. Era simplemente un funeral anarquista, y allí residía su majestad. Tenía aspectos extravagantes, pero nunca perdía su grandeza extraña y lúgubre. Los discursos fúnebres se pronunciaron al pie de la columna de Colón, no muy lejos del sitio donde una vez había luchado y caído a su lado el mejor amigo de Durruti. García Oliver, el único sobreviviente de los tres compañeros, habló como amigo, como anarquista y como ministro de Justicia de la República española. (...) Se había dispuesto que la comitiva fúnebre se disolviera después de los discursos. Sólo algunos amigos de Durruti debían acompañar el coche fúnebre al cementerio. Pero este programa no pudo cumplirse. Las masas no se movieron de su sitio; ya habían ocupado el cementerio, y el camino hacia la tumba estaba bloqueado. Era difícil avanzar, pues, para colmo, miles de coronas habían vuelto intransitables las alamedas del cementerio. Caía la noche. Comenzó a llover otra vez. Pronto la lluvia se hizo torrencial y el cementerio se convirtió en un pantano donde se ahogaban las coronas. A último momento se decidió postergar el sepelio. Los portadores del féretro regresaron de la tumba y condujeron su carga a la capilla ardiente. Durruti fue enterrado al día siguiente".
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