martes, 12 de agosto de 2008

Victor Hugo

Victor-Marie Hugo (pronunciado, en francés, /vik'tɔʁ ma'ʁi y'gɔ/) (Besanzón, 26 de febrero de 1802 – París, 22 de mayo de 1885) poeta precoz, además es el más importante de los escritores románticos en francés.

Su obra es muy variada: novelas, poesías, obras de teatro en verso y en prosa, discursos políticos en la Asamblea Nacional, y una abundante correspondencia. El conjunto de lo que ha perdurado de sus escritos (algunas cartas personales fueron destruidas voluntariamente por sus ejecutores testamentarios Paul Meurice y Auguste Vacquerie) fue publicado en la editorial de Jean-Jacques Pauvert y cuenta con casi cuarenta millones de caracteres. Fue un escritor prolífico que se autoimponía escribir, llegándose a levantar a las 3 de la madrugada en verano para escribir y a las 5 en invierno, hasta el mediodía, a veces hasta de pie.

En materia de novelas escribió más de 18.000 páginas.

Biografía:

Nacido en Besanzón el 28 de febrero de 1802, aunque su infancia transcurre en París. Sus estancias en Nápoles y España, acompañando a su padre, general napoleónico destinado a España desde 1808 hasta 1812, le marcarán bastante. Allí fue paje de José I Bonaparte. Durante su infancia tuvo gran afición a dibujar a cualquier hora y en cualquier sitio, afición que conservaría toda su vida. Ya con 14 años decidió ser escritor y escribió: Seré Chateaubriand o nada. Junto con sus hermanos funda en 1819 una revista, El Conservador literario, en la que ya se destaca su talento y en la que él es el único participante en ella pero utilizando hasta once seudónimos. El mismo año, gana el concurso de la Academia de los Juegos Florales. En estos primeros años también se dedicó a pintar, algo que hacía con gran facilidad.

A los 14 años decide ser un escritor, y a los 16 años publica su primera obra, luego publicó su libro de poemas, Odas, que apareció en 1821: cuenta entonces con veinte años y sus estudios en el Liceo Louis-le-Grand le permiten que pronto se dé a conocer. Participa en las reuniones del Cenáculo de Charles Nodier en la Biblioteca del Arsenal, cuna del romanticismo, que tendrán una gran influencia en su desarrollo. En las discusiones allí dadas era capaz de callar y convencer a un contertulio con tan solo una frase. En 1820 escribirá su primer volumen de poesías que tuvo gran éxito en la corte de Luis XVIII. Tres años después era nombrado Caballero de la Legión de Honor. El estallido se producía con Cromwell, publicado en 1827. En el prólogo de este drama, se opone a las convenciones clásicas, en especial a la unidad de tiempo y a la unidad de lugar, aunque sólo lo pondrá en práctica del todo en la obra Hernani (que posteriormente en 1844 fue adaptada por Giuseppe Verdi en su ópera Ernani, además de El rey se divierte que la adaptó a su ópera Rigoletto). Ante esta última obra musical Víctor Hugo se disgustó con Verdi por no haberle pedido permiso para realizar esa obra, por lo que luchó por los derechos de autor durante toda su vida. Antes había escrito Marion de Lorme, una obra considerada demasiado liberal, por lo cual fue censurada.

Entre 1826 y 1837, pasa varias temporadas en el Castillo de Roches en Bièvres, popiedad de Bertin l'Aîné, director de Le Journal des débats. En el curso de estas estancias, conoce a Berlioz, Chateaubriand, Liszt, Giacomo Meyerbeer y elabora libros de poesías entre los que se encuentra el famoso Hojas de otoño. Durante esta época es nombrado oficial de la Legión Francesa y poco después Par de Francia. Escribió su drama Lucrèce Borgia en el cual distorsionaba la imagen de dicha mujer reflejando en ella a una envenenadora que no fue tal, pero aunque lo que escribiera no fuera cierto los lectores le creían y admiraban.

Hasta una edad muy avanzada, tuvo numerosas amantes. La más conocida, la actriz Juliette Drouet, que le consagró su vida, le libró de la cárcel tras el golpe de estado de Napoleón III. Escribe muchos poemas para ella. Pasaban siempre juntos el aniversario de su encuentro, y para la ocasión, año tras año, un cuaderno común que llamaban el libro del aniversario. Ella siempre soportó sus excesos de fiestas y de brutales comidas que engullía y llegaron a hacer varios viajes por el río Rhin y el canal de la Mancha (donde vivieron en varias islas). Antes se había casado con Adèle Foucher en 1822, matrimonio muy feliz mientras duró, pero en 1831 acabó con una infidelidad de ella con un crítico literario, harta de la ajetreada vida del escritor. Tuvieron cinco hijos, Leopoldo, que murió poco después de nacer, Leopoldine, que moriría en las aguas del Sena en su noche de bodas, Charles y Adèle.

En el mismo año que se separó de su mujer Adèle, escribió por orden de un editor Nuestra Señora de París, obra que le costó muchas horas escribir y que le llegó a dejar con mal aspecto y delgado, pero el esfuerzo valió la pena ya que fue bien valorada por los críticos y un éxito entre los lectores, hecho que alivió su mal estado económico, en esa época Victor Hugo tenía 28 años.

Educado por su madre, originaria de la levantisca región de la Vendée, leal al realismo, se va convenciendo poco a poco de las virtudes de la democracia («Crecí»), como demuestra a lo largo de su obra. Su opinión es que «donde el conocimiento sólo está en un hombre, se impone la monarquía. Donde está en un grupo de hombres, debe dejar su sitio a la aristocracia. Y cuando todos tienen acceso a las luces del saber, es que ha llegado el tiempo de la democracia». Una vez convertido a la democracia liberal y humanitario, es elegido diputado de la Segunda República en 1848, y apoya la candidatura del príncipe Luis-Napoleón, pero va al exilio tras el golpe de Estado del 2 de diciembre de 1851 que condena con vigor por razones morales (Historia de un crimen y Napoleón el pequeño). En esta época sus hijos fueron incluso encarcelados, absueltos tras su exilio.

Bajo el Segundo Imperio, opuesto a Napoleón III, vive exiliado en Bruselas primero, y luego en Jersey y Guernesey. Es uno de los pocos proscritos que rechaza la amnistía que se concede poco tiempo después («Y cuando sólo quede uno, ése seré yo»). La pérdida de su hija Léopoldine en Villequier en 1843 le afecta bastante, planteándose incluso el suicidio, y en Jersey tiene escarceos con el espiritismo, de lo que nos deja testimonio en una extraña obra, Las mesas que dan vueltas de Jersey.

Durante la década de 1860, atraviesa en varias ocasiones el Gran Ducado de Luxemburgo como turista, de camino hacia el Rin alemán (1862, 1863, 1864, 1865). En 1871, tras la Comuna de París, al ser expulsado de Bélgica por haber prestado refugio a comuneros perseguidos en la capital francesa, encuentra asilo durante tres meses y medio en el Gran Ducado (1 de junio – 23 de septiembre). Luego vuelve a París y será una de las figuras tutelares de la III República. En 1862 escribió su gran éxito Los Miserables, magna obra de la literatura francesa.

Durante su exilio conoció a Oscar Wilde y Hans Christian Andersen. Anteriormente había conocido a Alejandro Dumas y a Jules Verne.

Volvió de nuevo de su exilio en 1870 con la proclamación de la tercera república. Al llegar a París la gente salió por la calle para recibirle con todos los honores. Fue de nuevo elegido diputado. En 1871 se le hizo un homenaje por el 50 aniversario de Nuestra señora de París, en el cual asistieron 600.000 parisinos. Intentó de nuevo ser miembro de la Academia francesa, aunque falleció sin poder realizar el que era su último sueño en su vida.

Murió el 22 de mayo de 1885 a causa de una pulmonía y antes de este hecho dio 50.000 francos a los pobres. De acuerdo a su última voluntad, se le entierra en el Panteón de París, al que llega en el «coche fúnebre de los pobres». Su ataúd había permanecido durante bastantes días bajo el Arco de Triunfo, donde se dice que fue visitado por unos tres millones de personas. Fue designado como el Rey Sol de la literatura, aunque, años más tarde, Jean Cocteau también se refirió a él con esta frase: «Víctor Hugo era un loco que se hacía pasar por Víctor Hugo».

Su pensamiento político:

A partir de 1849, Victor Hugo consagra la tercera parte de su obra a la política, un tercio a la religión y el otro a la filosofía humana y social. El pensamiento de Victor Hugo, complejo y a veces errático, rechaza cualquier condena de las personas y cualquier maniqueísmo, pero no por ello deja de juzgar severamente la sociedad de su tiempo.

Política interior:

Reformista, desea cambiar la sociedad, pero no de sociedad. A pesar de justificar enriquecimiento, denuncia con vehemencia el sistema de desigualdad social. Está contra los ricos que capitalizan sus beneficios sin reinvertirlos en la producción. La élite burguesa no se lo perdonará. También se opone a la violencia cuando ésta se ejerce contra un poder democrático pero la justifica contra un poder ilegítimo. Así, en 1851, hace un llamamiento a las armas («Cargar el fusil y estar atentos») que no es escuchado. Mantiene esa posición hasta 1870. Al estallar la guerra franco-prusiana, Hugo la condena: «guerra de capricho» y no de libertad. Luego, una vez caído el Imperio la guerra prosigue contra la República; el llamamiento de Hugo en favor de la fraternidad no es escuchado. El 17 de septiembre, publica un llamamiento a la insurrección y a la resistencia. Los republicanos moderados están aterrorizados: «¡Mejor Bismarck que los rebeldes!». El pueblo de París, por su parte, se moviliza.

La Comuna:

Siendo consecuente consigo mismo, Hugo no podía ser seguidor de la Comuna: «Lo que representa la Comuna es inmenso, podría hacer grandes cosas, sólo hace las pequeñas. Y cosas pequeñas que son cosas odiosas, es lamentable. Que se me entienda bien, soy un hombre de revolución. Acepto pues las grandes necesidades, con una sola condición: y es que sean la confirmación de los principios y no su quiebra. Todo mi pensamiento oscila entre esos dos polos: civilización-revolución. La construcción de una sociedad igualitaria solo podría derivar de una recomposición de la misma sociedad liberal». Sin embargo, ante la represión que sufren los comuneros, el poeta manifiesta su asqueo: «Unos bandidos han matado a 64 rehenes. ¡Se les responde matando 6.000 prisioneros!».

La cuestión social:

Hugo no se cansó de denunciar la segregación social y las desigualdades que se acrecentaban en su pueblo. Tras la última reunión pública que preside declara: «Queda la cuestión social. Es terrible, pero sencilla, ¡es la cuestión de los que tienen y la de los que no tienen!». Se trataba de hecho de recaudar fondos que permitieran a 126 delegados obreros acudir al primer Congreso socialista de Francia, en Marsella.

Fue considerado como el padre de la novela social en Francia, como Charles Dickens lo era en Inglaterra.

Discursos:

Victor Hugo pronunció a lo largo de su carrera política varios grandes discursos:

Uno sobre la defensa del litoral.

Uno sobre la condición de la mujer.

Uno contra la enseñanza religiosa y a favor de la escuela laica y gratuita.

Varias diatribas contra la pena de muerte («¿Qué dice la sociedad? "No me matarás". ¿Cómo lo dice? ¡Matando!»).

Varios discursos a favor de la paz.

Uno a favor del sufragio universal.

La paz a través del comercio:

Se manifiesta como ardiente defensor de una colonización humanista, aunque matiza que debe ser provisional y durar sólo el tiempo necesario, que sustituya a las antiguas guerras de conquista. Así, el 18 de mayo de 1879, tras un banquete que celebraba la abolición de la esclavitud, Victor Hugo pronuncia un discurso en favor de la colonización llevada por la Tercera República: «El Mediterráneo es un lago de civilización; no es casualidad que el Mediterráneo tenga en una de sus orillas el viejo universo y en la otra el universo ignoto, es decir, a un lado toda la civilización y al otro toda la barbarie [...]. Dios ofrece África a Europa. Tomadla. Tomadla, no para el cañón, sino para el arado; no para el sable, sino para el comercio; no para la batalla, sino para la industria; no para la conquista, sino para la fraternidad. Verted vuestros excedentes en esta África, y de paso resolved vuestros problemas sociales, haced que vuestros proletarios sean propietarios. ¡Venga, haced! Haced carreteras, haced puertos, haced ciudades; cruzad, cultivad, colonizad, multiplicad».

Insiste continuamente en el hecho de que el comercio sustituirá a la guerra, sin llegar a prever sin embargo, como hará amargamente más adelante Georges Bernanos, que acabaremos «peleando por la clientela a cañonazos». En esa visión del orden comercial que sustituye al orden militar, se anticipa al filósofo Alain.

Esa visión positiva de la misión del hombre se condensa en uno de sus versos más conocidos: «Colabora con Dios. Prevé. Provee. Ten cuidado».

Sin embargo, nada nos permite suponer que Hugo, a pesar de su entusiasmo por la colonización por pioneros idealistas, no hubiera condenado, si lo hubiera intuido, el orden colonialista tan diferente que siguieron los países colonizadores en las décadas siguientes. Su lucha social y su defensa a ultranza de las minorías oprimidas (intervino para pedir el indulto de John Brown, guerrillero abolicionista norteamericano) en ese sentido es bastante clara.

Los Estados Unidos de Europa:

Una esperanza que nunca abandona es la de los futuros Estados Unidos de Europa. Sus contemporáneos juzgan absurda esa idea: se considera que la rivalidad entre Francia y Alemania no puede desaparecer. Habrá que esperar hasta la segunda mitad del Siglo XX para que esta idea se retome y se admita, llegando incluso a concretarse con la generalización del euro: el comercio ha sustituido a la guerra, como Victor Hugo previó.

Obras:

Obras publicadas:

Odas y poesías varias (1822)

Nuevas Odas (1824)

Bug-Jargal (1826)

Odas y baladas (1826)

Cromwell (1827)

Las Orientales (1829)

El último día de un condenado (1829)

Marion de Lorme (1829)

Hernani (1830)

Nuestra Señora de París (1831)

Marion Delorme (1831)

Las hojas de otoño (1831)

El rey se divierte (1832)

Lucrecia Borgia (1833)

María Tudor (1833)

Estudio sobre Mirabeau (1834)

Literatura y filosofía mezcladas (1834)

Claude Gueux (1834)

Angelo (1835)

Los Cantos de crepúsculo (1835)

Las voces interiores (1837)

Ruy Blas (1838)

Los rayos y las sombras (1840)

El Rhin (1842)

Les Burgraves (1843)

Napoleón el Bajito (1852)

Los castigos (1853)

Cartas a Luis Bonaparte (1855)

Las contemplaciones (1856)

La leyenda de los siglos (Primera serie) (1859)

Los miserables (1862)

William Shakespeare (1864)

Las canciones de las calles y de los bosques (1865)

Los trabajadores del mar (1866)

París-Guía (1867)

El hombre que ríe (1869)

El año terrible (1872)

Noventa y tres (1874)

Mis hijos (1874)

Actos y palabras — Antes del exilio (1875)

Actos y palabras — Durante el exilio (1875)

Actos y palabras — A partir del exilio (1876)

La leyenda de los siglos (Nueva serie) (1877)

El arte de ser abuelo (1877)

Histoire de un crimen — 1ª parte (1877)

Histoire de un crimen — 2ª parte (1878)

El Papa (1878)

Religiones y religión (1880)

El asno (1880)

Los cuatro vientos del alma (1881)

Torquemada (1882)

La leyenda de los siglos (Serie complementaria) (1883)

El Archipiélago de la Mancha (1883)


Obras póstumas:

Teatro en libertad (1886)

El fin de Satán (1886)

Cosas vistas — 1ª serie (1887)

Toda la Lira (1888)

Alpes y Pirineos (1890)

Dios (1891)

Francia y Bélgica (1892)

Toda la Lira (nueva serie) (1893)

Correspondencia — Tomo I (1896)

Correspondencia — Tomo II (1898)

Los años funestos (1898)

Cosas vistas — 2ª serie (1900)

Post-scriptum de mi vida (1901)

Última cosecha (1902)

Mil francos de recompensa (1934)

Océan. Montón de piedras (1942)

Piedras (1951)

Mélancholia

El Diablo mundo

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