domingo, 31 de agosto de 2008

Las flores del mal

Les Fleurs du mal (Las flores del mal) poemario de Charles Baudelaire publicado en 1857.

El libro hubiera debido llamarse en principio Los limbos o tal vez Las lesbianas, pues la intención primitiva era la de escribir un libro sobre los pecados capitales; aunque Baudelaire renunció a ello siguiendo los consejos de un amigo. Este libro abarca la práctica totalidad de su obra poética entre 1840 y la fecha de publicación. La primera edición constó de 1.300 ejemplares y se llevó a cabo el 23 de junio de 1857.

La segunda edición de 1861 elimina los poemas censurados, pero añade 30 nuevos poemas. La edición definitiva será póstuma, en 1868, y recuperará los poemas prohibidos, así como los que se publicaron en el libro Ascuas ("Épaves"), que se había publicado en Bruselas en 1866. En su versión definitiva consta de 151 poemas.

Las flores del mal:

"A mi queridísimo y veneradísmo maestro y amigo Théophile Gautier. Aunque te ruego que apadrines Las Flores del Mal, no creas que ande tan descarriado ni que sea tan indigno del título de poeta como para creer que estas flores enfermizas merecen tu noble patrocinio. Ya sé que en las etéreas regiones de la verdadera poesía no existe el mal y tampoco el bien, como sé que no es imposible que este mísero diccionario de la melancolía y del crimen justifique las reacciones de la moral, del mismo modo que el blasfemo viene a reafirmar la religión. Pero en la medida de mis posibilidades, y a falta de algo mejor, he querido rendir un profundo homenaje al autor de Albertus, La Comediade la Muerte y de España, al poeta impecable, al mago de la lengua francesa, de quien me declaró con tanto orgullo como humildad, el más devoto, el más respetuoso y el más envidiado de los discípulos".
A lo largo de toda la obra, Baudelaire juega sobre las correspondencias verticales y horizontales que más adelante inspirarán a otros muchos poetas, toda su obra se construye como un itinerario moral, espiritual y físico. Baudelaire divide el libro en cinco partes, introducidas por el famoso poema Al lector: Esplín e ideal, Cuadros parisinos, El vino, Flores del mal y Rebelión, con una conclusión final: La Muerte. Esta obsesión de que no consideraran su libro como una mera recopilación de poemas, si no como un «libro» con principio y fin, en el que todos los poemas se subordinaba general rigurosa, influirá desde poetas como Stéphane Mallarmé hasta Jorge Guillén, en su obra Aire Nuestro, y dará lugar a una serie de investigaciones sobre la posible asociación numerológica o astrológica y hasta con paralelismo con la Divina Comedia.


Esplín e Ideal (Spleen et idéal):

La primera parte del libro abarca los 85 primeros poemas, desde Bendición (Bénédiction) hasta El Reloj (L'horloge). El título del poema El Reloj, pertenece a la obra España de gautier, y está ampliamente imitado por Baudelaire.

Presenta diversas formas de salvación, liberación y huida del mundo: la belleza, el arte, la poesía,la muerte y más adelante el amor y el erotismo, donde se recogen poemas dedicados a sucesivas amantes a lo largo del tiempo. Tras haber comprobado el fracaso de estas formas de ideal, nos encontramos con el Spleen (vocablo adoptado por la anglomanía de la época), o el hastío, el tedio ante el tiempo y su repetición.

Cuadros parisinos (Tableaux parisiens):

Desde el poema 86 Paisaje (Paysage) hasta el 103 Crepúsculo Matutino (Le crépuscule du matin). En la edición de 1857, esta parte del libro no constituía un capítulo separado, sino que era un segundo intento de huida perteneciente a Spleen e Ideal, pero a través de la ciudad de París, donde se plantea y reivindica la detestable ciudad de París - el Spleen de París - abriéndose camino a un hipotético Ideal de París. El poeta lo fabricó con diez textos de la primera parte y con diversos poemas editados en los periódicos entre 1857 y 1861.

Condena por la publicación del libro en 1857:

El 20 de agosto de 1857 es acusado de ultraje a la moral pública, por lo que se ve obligado a quitar seis de sus poemas. Hemos de tener en cuenta que Baudelaire, a raíz de esta condena, se decide a cultivar otro género literario que el califica «más peligroso todavía que el poema en verso», el poema en prosa, del que nacerán Los pequeños poemas en prosa, o Spleen de París.

La condena por la publicación de las Flores del Mal es un caso controvertido. Muchos de los poemas aparecidos en este libro ya los había publicado Baudelaire en diversos periódicos sin penalización alguna. Pero la contradicción reside en la política ambigua contra ciertos escritores durante el gobierno de Napoleón III. En un principio la multa fue de 300 francos, reducida luego por la emperatriz a 50 francos, cuando por la publicación de los mil cien ejemplares de las Flores del Mal cobró una octava parte del precio de catálogo, o 25 céntimos (el doble que por la traducción de cinco volúmenes de Edgar Allan Poe, que hizo entre 1856 y 1865): lo que se resume a un cobro de 275 francos menos la multa inicial reducida a 50. Además del cobro de 2500 francos - sueldo medio anual de un funcionario - de ayuda a la creación literaria, o el subsidio por enfermedad (la sífilis, de la que moriría en 1867 y que le mantendría durante su último año de vida bajo los síntomas de afasia y hemiplejía) para sufragar los gastos de la clínica en París. Este doble papel de la autoridad quería mantener la imagen de mártir de sus literatos, sin afectarlos directamente, circunstancia ésta que no destacan sus hagiógrafos.

El decimonono poema de éste libro, La Giganta (La Géante), inspiró al cineasta Philippe Ramos en su película Capitán Achab, y ayudaría a caracterizar a la ballena Moby Dick.

Poemas:

Al lector:

Análisis:

Al lector” es el prólogo del libro, es un poema introductorio, da pautas de lo que sucederá en el resto de la obra. Es un poema impactante porque es una visión moral del hombre. El poema se inicia enumerando actitudes, formas de comportarse y el pecado. También se menciona la angurria que es el querer siempre más. Es una enumeración asindética porque el autor menciona elementos separados que no están conectados por un nexo. Esto lo hace porque podría seguir nombrando actitudes, lo que nos da un sentido de infinidad.

“Ocupan nuestras almas, trabajan nuestros cuerpos”. La palabra nuestros es utilizada para dar la sensación de que el autor y el lector están incluidos en esta descripción, nos deja claro que nuestras almas están llenas de pecados, de allí salen y modifican nuestros cuerpos; las actitudes pecaminosas se apoderan del hombre. Aparece una cesura que divide al verso en dos hemistiquios, utiliza el signo de coma para indicarlo. Hay un paralelismo entre el primer y segundo hemistiquio ya que se repite la misma estructura sintáctica en los dos.

El tercer y cuarto verso forman una comparación. El elemento comparado son nuestros blandos remordimientos y el elemento comparante son los pordioseros. Los remordimientos son blandos porque no tienen la fuerza necesaria para generar el cambio de actitud, no van a provocar el arrepentimiento. El autor materializa a los remordimientos y dice que son blandos relacionándolos con la contextura de los gusanos. De a poco a través del poema vemos como se va perdiendo la conciencia del bien.


En la segunda estrofa encontramos otra cesura. La característica más importante de los pecados es la terquedad y del arrepentir es la debilidad. Entre los dos hemistiquios hay una antítesis. Los verbos están elididos, en su lugar están las comas, el autor hace esto porque los verbos son evidentes y para respetar la estructura del poema.

Después del arrepentimiento viene la confesión, que se transforma en una apariencia, debido a que el arrepentimiento es falso. Nos da ganancias confesarnos, porque es más lo que se recibe (el perdón), que lo que se da. Esto muestra la falsedad del pecador, es una crítica a la actidud que tiene la persona.

Luego aparece un camino, cuando dice: “Volvemos alegres al camino fangoso”. Este camino simboliza la vida, es fangoso con lo que nos quiere mostrar que es un camino manchado, lleno de pecados. Además la textura blanda del barro nos muestra que no es un camino firme, sino un camino inestable. El autor utiliza el barro que mancha, para mencionar luego: “creyendo nuestras machas lavar con viles lloros”, los que representan a la confesión, la cual no es honesta. Nos libera permitiéndonos volver a pecar, lo que muestra la poca moral del hombre.

La tercera y cuarta estrofa tienen en común la figura del Diablo. Dice: “En la almohada del mal Satán Trimegisto”. Trimegisto era un dios egipcio y significa tres veces más grande, lo que nos muestra que este Satán era tres veces más grande que la trinidad: el Dios padre, hijo y espíritu santo. Eleva a Satán a un nivel superior al de Dios. En este verso señala que el que domina al hombre no es Dios sino el diablo y que este somete al hombre de una manera suave, hasta maternal, por eso aparece la almohada.

Baudelaire desordena el primer verso para enfatizar la almohada del mal, en la que estamos dormidos para el bien pero despiertos para el mal.

Satán es además un alquimista, persona que cambia el metal en oro. Pero el hace lo contrario: evapora el oro de nuestra voluntad. La voluntad tiene una condición fuerte, nos permite elegir entre el bien y el mal, pero frente a Satán se vuelve débil. Él es “sabio”, es un hechicero, encanta nuestro espíritu.

En la cuarta estrofa el hombre aparece como una marioneta cuyos hilos son movidos por los vicios, “¡Es el diablo quien tiene los hilos que nos mueven!”. Los signos de exclamación dan énfasis y remarcan este verso, es como si estuviera dicho en un grito. Aparece una antítesis ya que los elementos que se oponen son incompatibles: “atractivo encontramos en cosas repugnantes”, esto es producto de la influencia que ejerce en los hombres el diablo, nos cambia la forma de ver las cosas, los gustos, los valores. Se materializa la idea de que va llegando al infierno: “cada día al infierno descendemos un paso”, es como si el hombre descendiera por un camino en bajada. Pero esto lo hace sin conciencia, sin horror, sin asombro.

Crea un clima de opresión y oscuridad, “a través de las tinieblas que apestan”, se aprecia la influencia de Dante en Baudelaire. El hombre se asombra de llegar al infierno, lo cual no lo limita ni lo aleja del pecado.

En la quinta estrofa hay un símil, una comparación extensa. Seno está puesto como un símbolo bigeminado (dos aspectos, dos caras, uno positivo y otro negativo). Sus dos aspectos serían el lujurioso, lo sensual, erótico y el maternal que encierra el alimento, la ternura.

El depravado devora el seno lo que nos muestra su angurria la cual podría provenir del deseo de buscar algo más maternal en la vieja ramera, busca volver a la esencia, a lo primero que existía antes del pecado: la pureza.

“Robamos al pasar” (acción ilegal). El hombre lo hace como una rutina, ya dominado por el mal busca el placer inmoral, ilegal y lo exprime “como naranja vieja” sin tener resultados, llegó a un nivel tan bajo de degradación que no tiene manera de conseguir placer. El Romanticismo que tomaba en cuenta y que tenía cierta compasión con los inadaptados eleva al depravado a personaje. Menciona que es un pobre desgraciado, porque busca un placer que no va a encontrar.

En la sexta estrofa mediante una metáfora el pecado aparece apoderándose de la razón. Gusanos apretados porque son muchos y hormigueantes nos da la idea de movimiento. Todo nos da idea de cantidad de grupo compacto. Son pecados intelectuales porque están en el cerebro.

Muerte aparece en mayúscula, el autor la destaca. Se sigue descendiendo al infierno en vez de respirar vida, se respira muerte. Baudelaire cambia a “río” símbolo de vida y lo utiliza para representar a la muerte. Lo hace para impactar más. Hay un desorden gramatical, un hipérbaton. La Muerte se queja al entrar a este cuerpo tan pecaminoso.

La séptima es una estrofa oscura, se produce una enumeración de pecados o elementos que ayudan a ejecutar un crimen, pero sin ningún nexo: “si el estupro, el veneno, el puñal, el incendio”. La mención del “si” está formando una condición, que es si el hombre no realiza esas malas es por la cobardía. “Ay” es una interjección del autor, se esta dando cuenta de algo, pude ser de tristeza o de sorpresa.

En la octava aparecen las bestias que simbolizan pecados: “los chacales, las panteras, las perras, los buitres, las serpientes, los monos y escorpiones”. Menciona estos siete animales haciendo referencia a los siete pecados capitales. Baudelaire rompe con la tradición de los siete pecados capitales y agrega uno que es aun peor, dice: “hay uno que es más feo, más malo, más inmundo!”. Este pecado es el tedio.

El tema común entre las últimas tres estrofas es el tedio y Baudelaire lo revela recién en la última estrofa. Es el pecado al que llega al hombre después de haber caído en todos los demás. “El infame circo de nuestros propios vicios”, es el alma. El pecado no se manifiesta no es posible escucharlo porque tiene una actitud pasiva. El pecado se opone a Dios porque se opone a la creación, es el pecado máximo, de la destrucción porque lleva al hombre a no hacer nada, se opone a la acción y a la creación. Este tedio es la total evaporación del yo, tendencia a la nada, lo demoníaco por excelencia.

La décima estrofa se caracteriza gráficamente por varios elementos. Hay signos de exclamación y guiones (que establecen un diálogo con el lector). Venía describiéndolo, ahora se dirige directamente al lector, acusándolo de hipócrita por no reconocerse en esta descripción.

Tedio aparece destacado con mayúscula. Lo personifica, lo ve como una persona. Realiza acciones que tienen carácter humano.

“Llanto involuntario” es el del bostezo, vacío de significado. El patíbulo es el lugar donde se ejecuta el condenado a muerte. Sueña con estos patíbulos ya que se siente condenado a morir. O podría ser que sueña con otros condenados a muerte.

“Monstruo delicado” es una oposición, un oxímoron. Es delicado por ser silencioso, no lo percibimos claramente.

“Hipócrita lector” a primera vista pareciese como el poeta insulta a la persona que lo lee, está diciendo que el lector finge una cosa que no es verdad.

“Mi prójimo, mi hermano” el reconoce que tiene defectos, que es pecador como toda persona y considera al lector un hermano por tener en común el pecado"

“El enemigo”:

Mi juventud no fue sino un gran temporal
Atravesado, a rachas, por soles cegadores;
Hicieron tal destrozo los vientos y aguaceros
Que apenas, en mi huerto, queda un fruto en sazón.


He alcanzado el otoño total del pensamiento,
y es necesario ahora usar pala y rastrillo
Para poner a flote las anegadas tierras
Donde se abrieron huecos, inmensos como tumbas.
¿Quién sabe si los nuevos brotes en los que sueño,
Hallarán en mi suelo, yermo como una playa,
El místico alimento que les daría vigor.


-¡Oh dolor! ¡Oh dolor! Devora vida el Tiempo,
Y el oscuro enemigo que nos roe el corazón,
Crece y se fortifica con nuestra propia sangre.


Estructura externa:

Es un soneto, dos cuartetos y dos tercetos con rima consonante ABAB CDCD EEF y GFG.

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