La corriente principal de influencia del Islam se halla en el territorio comprendido entre el sur de la Península Ibérica pasando por la costa mediterránea de África hasta el Cercano Oriente, donde se divide en dos ramas, una hacia Irán ( llegando hasta Indonesia ) y otra hacia Europa Oriental. En los extremos, las tradiciones musicales están muy mezcladas y el elemento islámico muy difuminado. Pero entre Marruecos e Irán hay una unidad cultural muy característica que predomina sobre las existentes en esos territorios (cristiana, judía, árabe, turca y persa ) que es el elemento árabe.
En esta cultura la expresión musical está basada en el talento individual. El músico suele ser compositor, intérprete y libre improvisador, centrándose la valoración del arte en los detalles más que en la estructura. La interpretación está organizada en torno a los maqamat, una serie de indicaciones sobre notas preferidas, pequeñas células rítmico-melódicas, conclusiones y otros convencionalismos, todo ello alrededor de un modo melódico concreto. Con estos elementos y un sentimiento general basado en una emoción y una filosofía concretas unidas a cada modo, el solista compone, interpreta e improvisa. Todo ello se dirige a conseguir el tarab, el punto donde se encuentran el sentimiento y el intelecto del arte de hacer música.
La música culta ha sido, hasta finales del siglo pasado, siempre cortesana. Se ha desarrollado gracias al mecenazgo de la aristocracia, que la ha utilizado como entretenimiento, como símbolo de grandeza e incluso como arma política. El punto de partida ha sido siempre la poesía, pues la cultura islámica tiene un gran amor a ésta. Prueba de ello es el Corán, obra maestra poética de la historia de la literatura árabe y fuente absoluta de la lengua árabe. La gigantesca expansión del imperio islámico la convierte también en catalizadora de muchas tradiciones musicales.
La transmisión ha sido mayoritariamente oral, ya que incluso hoy se utiliza la notación casi exclusivamente con fines pedagógicos, pues nunca se ha buscado una excesiva precisión. Un ejemplo de esto es el cuarto de tono, que a pesar de estar registrado en la notación árabe, su afinación varía dependiendo de la escuela o incluso del intérprete. De igual manera, un mismo modo tiene diferentes nombres y afinaciones según la ubicación geográfica de la escuela.
La música está muy presente en la vida de cualquier árabe. Existe en cualquier celebración y en el sentir popular es un vehículo para compartir sentimientos comunes. Cada pueblo islámico tiene su propia tradición musical de carácter colectivo, que siempre tiene en mayor o en menor medida una parte de lo que llamamos el elemento árabe.
La época preislámica.
Los primeros textos históricos que hacen referencia a este período datan de finales del siglo IX, 250 años después de la llegada del Islam. Al no haber documentos históricos, muchos de los relatos se sacaron de la tradición legendaria de la península arábiga y de los restos de tradiciones indígenas que los árabes preislámicos habían conservado. Así, encontramos la leyenda de Lamak, que hizo el primer laúd de la pierna de su hijo muerto. La primera canción salió de su lamento.
La sociedad preislámica consistía en tribus nómadas agrupadas en clanes que subsistían gracias al comercio. La música estaba muy relacionada con la vida diaria, acompañando tanto el viaje, como las celebraciones o la lucha. La expresión fundamental de las tribus beduinas era la canción de caravana o huda´, que se cantaba mientras se iba montado en el camello. Lejos de ser un mero pasatiempo, la huda´ servía para distraer al camello de las enormes cargas que se le hacían llevar, ya que según los árabes, los camellos son muy sensibles al canto humano. El nacimiento de esta forma de canto, según la tradición, se debe a un beduino que, al caer de su camello y gritar "ya yadi" (ay, mi mano ), notó cómo ese sonido afectó a su camello.
La huda´ era un canto fuertemente rítmico y repetitivo, pues seguía el paso del animal. Tenía un matiz de queja, tal y como lo eran las palabras, pues la vida de los nómadas era harto insegura y fatigada. Las condiciones climáticas, tanto como las continuas luchas por la posesión de las rutas, hacían de la existencia un hecho pasajero e incierto. De esta expresión musical derivarían las ghina´, las canciones que eran interpretadas por los primeros músicos de la sociedad islámica. En las ciudades de la península arábiga se desarrollaba la figura de los poetas-músicos. Se les atribuían poderes sobrenaturales y eran temidos y respetados. En los mercados árabes, y especialmente en la ciudad de ´Ukaz, había competiciones de este tipo de artistas. Nos queda constancia de dos tipos de poemas: sinad, de motivos épicos y métrica clásica y hazay, de carácter lírico y metro corto. También los había de lamentación, de sátira contra el enemigo, o para ensalzar el orgullo de una tribu. La música de estos personajes, más elaborada que las huda´ de los caravaneros, estaba muy relacionada con la de las qaynat, cantantes y bailarinas profesionales , también escanciadoras de vino y servidoras sexuales que practicaban su arte en los campamentos caravaneros, en las casas de los ricos y en las tabernas de las ciudades. Éstas cantaban a los amores románticos y platónicos y a los valores de generosidad y protección al débil, lo cual no casaba con una sociedad poligámica , en la que la borrachera y la prostitución imperaban.
Las qaynat acompañaban también a los guerreros en el campo de batalla, cantando ( y acompañándose con panderos ) los rajaz, poemas que les incitaban a luchar con más violencia. Si algún guerrero caía en la batalla, le cantaban elegías, que provenían de los cantos caravaneros para ahuyentar a los malos espíritus.
El contacto con las culturas bizantina y persa está constatado. Se sabe que en el SVII cinco qaynat bizantinas cantaron sus canciones en una corte real de Arabia. Asimismo, el reino árabe de Al -Hirah estuvo relacionado muy de cerca con la cultura persa durante el imperio Sasánida. Los Sasánida estimaban mucho la música, tanto religiosa como laica, y la consideraban entre los cuatro poderes espirituales. Barbad, un músico cortesano al que se le atribuye la invención de los modos preislámicos, fue modelo de logro literario para el mundo árabe hasta el siglo X.
La música árabe preislámica tenía también un marcado carácter colectivo. En esta expresión su utilidad era muchas veces mágica, y siempre para reafirmar la unidad del clan. No necesitaba de un entrenamiento específico, sino que era una expresión popular que daba salida a las emociones. Fue de la evolución del músico-poeta y de las qaynat de donde surgirían los primeros músicos profesionales, coincidiendo con el nacimiento del Islam
http://www.revistaarabe.com.ar/arte_Historia-M%FAsica-%C1rabe.asp
viernes, 26 de septiembre de 2008
martes, 23 de septiembre de 2008
Elitismo
El elitismo es la creencia o actitud que consiste en sostener que aquellos que son considerados como la élite -un selecto grupo de personas con notables habilidades personales, riqueza, experiencia, u otros atributos distintivos- son las personas cuyas opiniones deberían ser tomadas más en serio. Este grupo de personas serían las más adecuadas para gobernar pues sus acciones y pensamiento serían los más constructivos. El término elitismo también puede ser utilizado para describir una situación en la cual una élite goza de privilegios o tiene más poder que el resto de los miembros de la sociedad. Se refiere a una situación de hecho, pero no institucional, ya que si lo fuera sería una oligarquía.
El término a menudo se utiliza peyorativamente para describir una actitud generalizada de arrogancia o rechazo respecto a la opinión pública en general (la meritocracia, un tipo especial de elitismo, normalmente no tiene estas connotaciones).
Para examinar las corrientes opuestas al elitismo ver anti-elitismo, populismo y teoría política del pluralismo.
Características de la élite :
Los atributos que identifican a un élite pueden variar; los logros personales pueden no ser esenciales.Los atributos propios de la élite incluirían:
Riqueza personal considerable, (a menudo interpretada como el premio por las cualidades de la élite),que es insuficiente por sí misma.
El término elitismo también se utiliza para referirse a situaciones en las que un grupo de personas que reivindican poseer grandes habilidades conspiran para conseguir privilegios a expensas de otras personas. Esta forma de elitismo puede ser descrita como discriminación.
El elitismo, en una forma menos común puede hacer referencia a situaciones en las que la élite recibe privilegios y responsabilidades especiales con la expectativa de que mediante estas medidas quedará beneficiado todo el pueblo.
A menudo el elitismo se vincula con la clase social y con lo que los sociólogos denominan estratificación social. Las personas de clase social alta son reconocidos normalmente como la élite social.
Anti-elitismo :
Elitismo como término peyorativo :
El término elitismo o el adjetivo elitista puede ser utilizado de forma resentida por una persona que no sea miembro de la élite. También el calificativo elitista se emplea como un adjetivo que implica que la persona en cuestión no pertenece de hecho a una élite y es meramente uno mas de la sociedad.
Elitismo vs. Igualitarismo :
El elitismo se puede interpretar como una forma de apoyar la exclusión de las masas respecto a las posiciones de privilegio y poder. En consecuencia muchos populistas buscan la igualdad social en el igualitarismo, el populismo, el socialismo o el comunismo. Pueden apoyar asimismo la acción afirmativa, la seguridad social, los impuestos al lujo e incrementar los impuestos para los miembros más ricos de la sociedad. Este tipo de medidas intentarían reducir la distancia entre la élite y aquellos que no lo son.
Elitismo vs. Pluralismo :
Pluralismo es la creencia en que las decisiones respecto políticas públicas deberían (o descriptivamente así son) el resultado de la lucha de fuerzas ejercidas por las masas (trabajadores, consumidores, retirados, padres, etc.)directamente o indirectamente en el proceso de toma de decisiones políticas. Esto se contrapone con el elitismo, pues desde el elitismo se cree que las decisiones deberían ser (o así son) resultado de los intereses o ideas de las élites.
Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Elitismo"
El término a menudo se utiliza peyorativamente para describir una actitud generalizada de arrogancia o rechazo respecto a la opinión pública en general (la meritocracia, un tipo especial de elitismo, normalmente no tiene estas connotaciones).
Para examinar las corrientes opuestas al elitismo ver anti-elitismo, populismo y teoría política del pluralismo.
Características de la élite :
Los atributos que identifican a un élite pueden variar; los logros personales pueden no ser esenciales.Los atributos propios de la élite incluirían:
Riqueza personal considerable, (a menudo interpretada como el premio por las cualidades de la élite),que es insuficiente por sí misma.
El término elitismo también se utiliza para referirse a situaciones en las que un grupo de personas que reivindican poseer grandes habilidades conspiran para conseguir privilegios a expensas de otras personas. Esta forma de elitismo puede ser descrita como discriminación.
El elitismo, en una forma menos común puede hacer referencia a situaciones en las que la élite recibe privilegios y responsabilidades especiales con la expectativa de que mediante estas medidas quedará beneficiado todo el pueblo.
A menudo el elitismo se vincula con la clase social y con lo que los sociólogos denominan estratificación social. Las personas de clase social alta son reconocidos normalmente como la élite social.
Anti-elitismo :
Elitismo como término peyorativo :
El término elitismo o el adjetivo elitista puede ser utilizado de forma resentida por una persona que no sea miembro de la élite. También el calificativo elitista se emplea como un adjetivo que implica que la persona en cuestión no pertenece de hecho a una élite y es meramente uno mas de la sociedad.
Elitismo vs. Igualitarismo :
El elitismo se puede interpretar como una forma de apoyar la exclusión de las masas respecto a las posiciones de privilegio y poder. En consecuencia muchos populistas buscan la igualdad social en el igualitarismo, el populismo, el socialismo o el comunismo. Pueden apoyar asimismo la acción afirmativa, la seguridad social, los impuestos al lujo e incrementar los impuestos para los miembros más ricos de la sociedad. Este tipo de medidas intentarían reducir la distancia entre la élite y aquellos que no lo son.
Elitismo vs. Pluralismo :
Pluralismo es la creencia en que las decisiones respecto políticas públicas deberían (o descriptivamente así son) el resultado de la lucha de fuerzas ejercidas por las masas (trabajadores, consumidores, retirados, padres, etc.)directamente o indirectamente en el proceso de toma de decisiones políticas. Esto se contrapone con el elitismo, pues desde el elitismo se cree que las decisiones deberían ser (o así son) resultado de los intereses o ideas de las élites.
Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Elitismo"
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Ciencia política
La ciencia política (conocida también como politología) es una ciencia social que desarrolla su campo de estudio tanto en la teoría como en la practica de políticas y la descripcion y analisis de sistemas politicos y comportamientos politicos " significa no abandonarse a la creencia del vulgo y no lanzar juicios de valor sobre la base de datos no atinados. En una palabra, remitirse a la prueba de los hechos; es decir, estudiar la repetición de fenómenos en el terreno de la política, a semejanza de lo que ocurre en las ciencias numéricas. Por tanto, el estudio de la política es lo observable. En general no está referido a lo que debería ser la política como tipo ideal o conducta deseada; esa área dentro de la teoría política es característica de la filosofía política. Tampoco es el estudio de los elementos formales de la política como lo son las leyes, su formación y las intenciones de éstas, tarea de la jurisprudencia. La ciencia política tiene en cuenta el comportamiento político efectivo y observable de las personas y las sociedades, así como de sus estructuras y procesos. Sus niveles de teorización son el descriptivo, el explicativo y el predictivo.
Durante la Revolución Industrial y las revoluciones liberales del siglo XIX, se creó la necesidad de efectuar una crítica social a fin de evaluar los cambios sociales y políticos que se sucedían, así como su impacto en la sociedad y los motivos que los habían producido. La preocupación por el cambio social, combinada con el desarrollo que las ciencias naturales estaban logrando gracias al desarrollo del método científico, impulsó la fusión de ambas, dando lugar a las ciencias sociales. Así surgiría la sociología, y más adelante la ciencia política, asociada al estudio de la jurisprudencia y de la filosofía política.
Así pues, la ciencia política es una disciplina relativamente reciente, cuyo nacimiento (al menos en lo que concierne a la ciencia política moderna) algunos sitúan en el siglo XVI con Nicolás Maquiavelo[1] (separación de la moral y de la política). Sin embargo, ya en la Antigüedad existen formas de organización política: la polis (donde nació la palabra 'política', y que significa ciudad) en la democracia griega, la Res Publica (cosa pública) que instauró la igualdad en cuanto a los derechos políticos en la Antigua Roma, a excepción de los esclavos. En el Pensamiento chino de Marcel Granet, el arte político databa de las «escuelas confucianas». La administración pública china es la más antigua, comenzando el «mandarinato» en esta época.
La anglofonía distingue entre political scientist (científico político o politólogo) y political analyst (analista político).
El término ciencia política fue acuñado en 1880 por Herbert Baxter Adams, profesor de historia de la Universidad Johns Hopkins. Aunque su verdadero desarrollo como disciplina científica es posterior a la Segunda Guerra Mundial, antes de dicho periodo se asociaba al estudio de la jurisprudencia y la filosofía política. Otros autores afirman que el término Ciencia Política es propuesto por Paul Janet, quien lo utiliza por primera vez en su obra Historia de la Ciencia Política y sus relaciones con la Moral escrita a mediados del siglo XIX.
Áreas de investigación :
Las principales áreas de investigación y análisis de la ciencia política son:
el poder político y las características de su obtención y su ejercicio
la autoridad y su legitimidad
el Estado
la administración pública
las políticas públicas
la gestión pública
las instituciones políticas
los sistemas políticos y los regímenes políticos
los partidos políticos y los sistemas electorales
el ordenamiento de la acción colectiva
el comportamiento político
la opinión pública y la comunicación política
las relaciones internacionales
Las más importantes áreas de estudio dentro de la teoría política están orientadas hacia el análisis de las instituciones, las políticas públicas, la política comparada, el comportamiento político y la comunicación política.
Entre los principales autores contemporáneos que contribuyeron al desarrollo y consolidación de la ciencia política como disciplina autónoma podemos citar entre los mas relevantes a Gabriel Almond, Norberto Bobbio, Robert A. Dahl, Maurice Duverger, David Easton, Harold D. Lasswell, Arendt Liphjart, Giovanni Sartori, Sydney Verba, Stein Rokkan, Dieter Nohlen y Gianfranco Pasquino entre otros.
La Lista Tipo de la UNESCO [editar]
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, y cuanto más maduraba la ciencia política como empresa intelectual, mayor era el volumen y la variedad de los temas a estudiar. A pesar de ello, la disciplina amenazaba con venirse abajo, debido al enorme esfuerzo que suponía el establecer un orden lógico y coherente en un bamboleante montón de conocimientos sobre los más variados asuntos. El año 1948 marca un hito en la ciencia política: a pedido de la UNESCO, se reúnen en París los más destacados expertos y estudiosos con la finalidad de tratar de redefinir y acotar su objeto de estudio. Las deliberaciones concluyen con la confección de la célebre "Lista Tipo", elaborada bajo una fuerte influencia del pensamiento anglosajón. Si bien ella constituye tan sólo una mera enumeración pragmática de temas, en el sentido que no encierra un concepto esencial o distintivo de lo político, sigue siendo a pesar de más de medio siglo de vida un obligado punto de referencia para la elaboración de marcos teóricos y la confección de currícula universitarias.
Los distintos temas propuestos quedan agrupados en 4 secciones:
I. Teoría política
a) Teoría política
b) Historia de las ideas políticas
II. Instituciones políticas
a) Constitución
b) Gobierno central
c) Gobierno regional y local
d) Administración pública
e) Funciones económicas y sociales del gobierno
f) Instituciones políticas comparadas
III. Partidos, grupos y opinión pública
a) Partido político
b) Grupos y asociaciones
c) Participación del ciudadano en el Gobierno y la Administración
d) Opinión pública
IV. Relaciones internacionales
a) Política internacional
b) Organización y administración internacional
Enfoques :
Algunos de los principales enfoques conceptuales en la ciencia política son:
Conductismo
Neoinstitucionalismo
Elección racional
Teoría sistémica
Marxismo
Feminismo
Post-estructuralismo
Los principales paradigmas teóricos en discusión dentro de la ciencia política son:
Pluralismo
Elitismo
Marxismo
Métodos :
Los métodos empleados por la ciencia política son principalmente los de las ciencias sociales. Las encuestas de campo pueden permitir refrendar y comprobar en la práctica las ideas lanzadas por los autores. Las encuestas son, en cierta forma, las "recetas de cocina" de la ciencia política.
Método cualitativo:
El método cualitativo consiste en realizar entrevistas semi-orientativas con actores concernidos o afectados por el objeto de estudio. La ventaja de este método es que permite recoger un material rico en información (más completa que en los cuestionarios). El riesgo a evitar es la reproducción del discurso de los actores en lo que se diga posteriormente sobre el objeto en cuestión (por ejemplo, un estudio electoral que refleja los puntos de vista de uno u otro político de un determinado partido). El método cualitativo es empleado sobre todo por los investigadores europeos.
Método cuantitativo:
Los métodos cuantitativos implican el uso del cuestionario (escrito, por teléfono) y de la estadística. Permiten recabar un gran número de datos y, por lo tanto, analizar los fenómenos bajo un punto de vista global. La gran cantidad de datos da una cierta representatividad a los resultados producidos. La constitución de una muestra representativa (con las mismas proporciones por categorías de personas que en la realidad) es, por lo tanto, necesaria. Los datos son tratados a continuación mediante herramientas estadísticas como SPSS o MODALISA. Los métodos cuantitativos requieren de una cierta potencia técnica de las herramientas estadísticas, y son también más costosos. Estas grandes encuestas requieren equipos y medios sólidos. Se emplean, principalmente, en Estados Unidos.
Método histórico :
El método histórico no consiste ni en una colección de datos y una sucesión de acontecimientos ni en una historia cuantitativa, sino en retratar la "historia larga de la política",[2] con el fin de poner en evidencia "las lógicas sociales de la obra en la vida política"[3] a largo plazo.
Durante la Revolución Industrial y las revoluciones liberales del siglo XIX, se creó la necesidad de efectuar una crítica social a fin de evaluar los cambios sociales y políticos que se sucedían, así como su impacto en la sociedad y los motivos que los habían producido. La preocupación por el cambio social, combinada con el desarrollo que las ciencias naturales estaban logrando gracias al desarrollo del método científico, impulsó la fusión de ambas, dando lugar a las ciencias sociales. Así surgiría la sociología, y más adelante la ciencia política, asociada al estudio de la jurisprudencia y de la filosofía política.
Así pues, la ciencia política es una disciplina relativamente reciente, cuyo nacimiento (al menos en lo que concierne a la ciencia política moderna) algunos sitúan en el siglo XVI con Nicolás Maquiavelo[1] (separación de la moral y de la política). Sin embargo, ya en la Antigüedad existen formas de organización política: la polis (donde nació la palabra 'política', y que significa ciudad) en la democracia griega, la Res Publica (cosa pública) que instauró la igualdad en cuanto a los derechos políticos en la Antigua Roma, a excepción de los esclavos. En el Pensamiento chino de Marcel Granet, el arte político databa de las «escuelas confucianas». La administración pública china es la más antigua, comenzando el «mandarinato» en esta época.
La anglofonía distingue entre political scientist (científico político o politólogo) y political analyst (analista político).
El término ciencia política fue acuñado en 1880 por Herbert Baxter Adams, profesor de historia de la Universidad Johns Hopkins. Aunque su verdadero desarrollo como disciplina científica es posterior a la Segunda Guerra Mundial, antes de dicho periodo se asociaba al estudio de la jurisprudencia y la filosofía política. Otros autores afirman que el término Ciencia Política es propuesto por Paul Janet, quien lo utiliza por primera vez en su obra Historia de la Ciencia Política y sus relaciones con la Moral escrita a mediados del siglo XIX.
Áreas de investigación :
Las principales áreas de investigación y análisis de la ciencia política son:
el poder político y las características de su obtención y su ejercicio
la autoridad y su legitimidad
el Estado
la administración pública
las políticas públicas
la gestión pública
las instituciones políticas
los sistemas políticos y los regímenes políticos
los partidos políticos y los sistemas electorales
el ordenamiento de la acción colectiva
el comportamiento político
la opinión pública y la comunicación política
las relaciones internacionales
Las más importantes áreas de estudio dentro de la teoría política están orientadas hacia el análisis de las instituciones, las políticas públicas, la política comparada, el comportamiento político y la comunicación política.
Entre los principales autores contemporáneos que contribuyeron al desarrollo y consolidación de la ciencia política como disciplina autónoma podemos citar entre los mas relevantes a Gabriel Almond, Norberto Bobbio, Robert A. Dahl, Maurice Duverger, David Easton, Harold D. Lasswell, Arendt Liphjart, Giovanni Sartori, Sydney Verba, Stein Rokkan, Dieter Nohlen y Gianfranco Pasquino entre otros.
La Lista Tipo de la UNESCO [editar]
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, y cuanto más maduraba la ciencia política como empresa intelectual, mayor era el volumen y la variedad de los temas a estudiar. A pesar de ello, la disciplina amenazaba con venirse abajo, debido al enorme esfuerzo que suponía el establecer un orden lógico y coherente en un bamboleante montón de conocimientos sobre los más variados asuntos. El año 1948 marca un hito en la ciencia política: a pedido de la UNESCO, se reúnen en París los más destacados expertos y estudiosos con la finalidad de tratar de redefinir y acotar su objeto de estudio. Las deliberaciones concluyen con la confección de la célebre "Lista Tipo", elaborada bajo una fuerte influencia del pensamiento anglosajón. Si bien ella constituye tan sólo una mera enumeración pragmática de temas, en el sentido que no encierra un concepto esencial o distintivo de lo político, sigue siendo a pesar de más de medio siglo de vida un obligado punto de referencia para la elaboración de marcos teóricos y la confección de currícula universitarias.
Los distintos temas propuestos quedan agrupados en 4 secciones:
I. Teoría política
a) Teoría política
b) Historia de las ideas políticas
II. Instituciones políticas
a) Constitución
b) Gobierno central
c) Gobierno regional y local
d) Administración pública
e) Funciones económicas y sociales del gobierno
f) Instituciones políticas comparadas
III. Partidos, grupos y opinión pública
a) Partido político
b) Grupos y asociaciones
c) Participación del ciudadano en el Gobierno y la Administración
d) Opinión pública
IV. Relaciones internacionales
a) Política internacional
b) Organización y administración internacional
Enfoques :
Algunos de los principales enfoques conceptuales en la ciencia política son:
Conductismo
Neoinstitucionalismo
Elección racional
Teoría sistémica
Marxismo
Feminismo
Post-estructuralismo
Los principales paradigmas teóricos en discusión dentro de la ciencia política son:
Pluralismo
Elitismo
Marxismo
Métodos :
Los métodos empleados por la ciencia política son principalmente los de las ciencias sociales. Las encuestas de campo pueden permitir refrendar y comprobar en la práctica las ideas lanzadas por los autores. Las encuestas son, en cierta forma, las "recetas de cocina" de la ciencia política.
Método cualitativo:
El método cualitativo consiste en realizar entrevistas semi-orientativas con actores concernidos o afectados por el objeto de estudio. La ventaja de este método es que permite recoger un material rico en información (más completa que en los cuestionarios). El riesgo a evitar es la reproducción del discurso de los actores en lo que se diga posteriormente sobre el objeto en cuestión (por ejemplo, un estudio electoral que refleja los puntos de vista de uno u otro político de un determinado partido). El método cualitativo es empleado sobre todo por los investigadores europeos.
Método cuantitativo:
Los métodos cuantitativos implican el uso del cuestionario (escrito, por teléfono) y de la estadística. Permiten recabar un gran número de datos y, por lo tanto, analizar los fenómenos bajo un punto de vista global. La gran cantidad de datos da una cierta representatividad a los resultados producidos. La constitución de una muestra representativa (con las mismas proporciones por categorías de personas que en la realidad) es, por lo tanto, necesaria. Los datos son tratados a continuación mediante herramientas estadísticas como SPSS o MODALISA. Los métodos cuantitativos requieren de una cierta potencia técnica de las herramientas estadísticas, y son también más costosos. Estas grandes encuestas requieren equipos y medios sólidos. Se emplean, principalmente, en Estados Unidos.
Método histórico :
El método histórico no consiste ni en una colección de datos y una sucesión de acontecimientos ni en una historia cuantitativa, sino en retratar la "historia larga de la política",[2] con el fin de poner en evidencia "las lógicas sociales de la obra en la vida política"[3] a largo plazo.
lunes, 22 de septiembre de 2008
domingo, 21 de septiembre de 2008
Stiglitz critica el rescate en EE.UU.
http://www.criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=11139
Según el economista el gobierno norteamericano impone deudas bancarias “a los contribuyentes por la fuerza". "Es una barbaridad", dijo.
El Premio Nobel de Economía estadounidense Joseph Stiglitz criticó hoy el paquete de medidas de rescate del sistema financiero dispuesto por el gobierno de su país."Es una solución al corto plazo", sostuvo el economista en declaraciones al dominical alemán Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung, reproducidas por DPA. "Las inversiones de riesgo son puestas en manos de los contribuyentes".Según Stiglitz, ningún inversor particular quisiera quedarse con estas inversiones, "pero se las imponen por la fuerza a los contribuyentes. Es una barbaridad".Stiglitz sostuvo que la crisis no está para nada superada. "Existe una gran probabilidad de que vuelva a golpear a otro banco", declaró el catedrático de la Universidad de Columbia, en Nueva York.Stiglitz opinó que la crisis representa "el fin de un modelo de negocios desastroso" y "el fin de la ideología de que los mercados libres y desregulados funcionan siempre", al tiempo que afirmó que el sistema financiero de Estados Unidos así como el gobierno han perdido su credibilidad.
Según el economista el gobierno norteamericano impone deudas bancarias “a los contribuyentes por la fuerza". "Es una barbaridad", dijo.
El Premio Nobel de Economía estadounidense Joseph Stiglitz criticó hoy el paquete de medidas de rescate del sistema financiero dispuesto por el gobierno de su país."Es una solución al corto plazo", sostuvo el economista en declaraciones al dominical alemán Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung, reproducidas por DPA. "Las inversiones de riesgo son puestas en manos de los contribuyentes".Según Stiglitz, ningún inversor particular quisiera quedarse con estas inversiones, "pero se las imponen por la fuerza a los contribuyentes. Es una barbaridad".Stiglitz sostuvo que la crisis no está para nada superada. "Existe una gran probabilidad de que vuelva a golpear a otro banco", declaró el catedrático de la Universidad de Columbia, en Nueva York.Stiglitz opinó que la crisis representa "el fin de un modelo de negocios desastroso" y "el fin de la ideología de que los mercados libres y desregulados funcionan siempre", al tiempo que afirmó que el sistema financiero de Estados Unidos así como el gobierno han perdido su credibilidad.
Ante un nuevo orden económico mundial
http://www.criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=12261
El banco Merrill Lynch calculó que durante las últimas dos semanas salieron 30 mil millones de dólares de acciones desde los mercados emergentes hasta ahora más mimados por los financistas, como Brasil, Rusia y China, y fueron a parar a bonos del Tesoro estadounidense. Pero no sólo salieron de los países en desarrollo. También abandonaron los países ricos. El dólar se apreció contra todo el resto de las monedas. Como observó el ex economista jefe del FMI, Kenneth Rogoff, lo más sorprendente de la inédita crisis es que el dólar se haya mantenido a flote. “¿Hasta cuándo será así? La moneda está frágil, respaldada en una economía con grandes déficits”, se preguntó el director del Instituto de Historia Económica de la UBA, Mario Rapoport. La deuda estadounidense en manos de inversores privados se estima en 4,4 billones de dólares, algo inferior al 32% del PBI. La total sube a unos 10 billones. Sólo en las últimas dos semanas sumó 300 mil millones de un tirón, y en las próximas deberá asumir de un saque casi un billón más.Rapoport apunta: “El imperio británico estaba terminado al finalizar la Primera Guerra, pero se mantuvo 20 años más. Estados Unidos no es Gran Bretaña, pero esto es un indicio de que comienza a declinar”. Algo del proceso ya se vislumbró. Durante el peor día de pánico, los inversores buscaron al oro más que al dólar. La onza del metal precioso aumentó 11% en un día, su mayor suba en casi 30 años. Y Moody’s, una de las agencias que califican la deuda de países y empresas, reveló que Estados Unidos corre el riesgo de perder la nota “AAA”, la mejor de todas, que indica que un acreedor es solvente al ciento por ciento.“Los grandes capitalistas del mundo demostraron que todavía consideran al dólar como refugio. Pero quedó claro que se acabaron los últimos 20 años de bonanza”, agregó Katz. En los términos de Wall Street, significa que hubo un punto final tácito a la fiesta de nuevos instrumentos de deuda y ganancias altas. El secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, equivalente al ministro de Economía argentino, que habrá una puesta al día de la regulación. “Pero es un debate para otro día”, se excusó.En Wall Street ya lo largaron. Los economistas liberales cerraron filas detrás de la interpretación de que la crisis no fue por falta de regulación, sino por exceso o superposición de normas. En el otro bando, un grupo de economistas críticos moderados como Joseph Stiglitz y Paul Krugman se lanzaron a reclamar un mayor control de los bancos, y terminar con el tratamiento diferencial a los bancos de inversión como los quebrados Lehman Brothers y Bear Stearns.El economista Carlos Zarazaga, el único argentino que se sienta en uno de las doce reservas federales que deciden los destinos del dólar, de quien no se puede decir que sea heterodoxo, dio por descontado que el debate lo ganará la regulación. En diálogo con Crítica de la Argentina aseguró que se pondrán límites a las innovaciones de los últimos años como la “securitización” de activos, al apalancamiento y los fondos de riesgo. Quedó dicho: Wall Street ya no es ni será lo mismo.
El banco Merrill Lynch calculó que durante las últimas dos semanas salieron 30 mil millones de dólares de acciones desde los mercados emergentes hasta ahora más mimados por los financistas, como Brasil, Rusia y China, y fueron a parar a bonos del Tesoro estadounidense. Pero no sólo salieron de los países en desarrollo. También abandonaron los países ricos. El dólar se apreció contra todo el resto de las monedas. Como observó el ex economista jefe del FMI, Kenneth Rogoff, lo más sorprendente de la inédita crisis es que el dólar se haya mantenido a flote. “¿Hasta cuándo será así? La moneda está frágil, respaldada en una economía con grandes déficits”, se preguntó el director del Instituto de Historia Económica de la UBA, Mario Rapoport. La deuda estadounidense en manos de inversores privados se estima en 4,4 billones de dólares, algo inferior al 32% del PBI. La total sube a unos 10 billones. Sólo en las últimas dos semanas sumó 300 mil millones de un tirón, y en las próximas deberá asumir de un saque casi un billón más.Rapoport apunta: “El imperio británico estaba terminado al finalizar la Primera Guerra, pero se mantuvo 20 años más. Estados Unidos no es Gran Bretaña, pero esto es un indicio de que comienza a declinar”. Algo del proceso ya se vislumbró. Durante el peor día de pánico, los inversores buscaron al oro más que al dólar. La onza del metal precioso aumentó 11% en un día, su mayor suba en casi 30 años. Y Moody’s, una de las agencias que califican la deuda de países y empresas, reveló que Estados Unidos corre el riesgo de perder la nota “AAA”, la mejor de todas, que indica que un acreedor es solvente al ciento por ciento.“Los grandes capitalistas del mundo demostraron que todavía consideran al dólar como refugio. Pero quedó claro que se acabaron los últimos 20 años de bonanza”, agregó Katz. En los términos de Wall Street, significa que hubo un punto final tácito a la fiesta de nuevos instrumentos de deuda y ganancias altas. El secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, equivalente al ministro de Economía argentino, que habrá una puesta al día de la regulación. “Pero es un debate para otro día”, se excusó.En Wall Street ya lo largaron. Los economistas liberales cerraron filas detrás de la interpretación de que la crisis no fue por falta de regulación, sino por exceso o superposición de normas. En el otro bando, un grupo de economistas críticos moderados como Joseph Stiglitz y Paul Krugman se lanzaron a reclamar un mayor control de los bancos, y terminar con el tratamiento diferencial a los bancos de inversión como los quebrados Lehman Brothers y Bear Stearns.El economista Carlos Zarazaga, el único argentino que se sienta en uno de las doce reservas federales que deciden los destinos del dólar, de quien no se puede decir que sea heterodoxo, dio por descontado que el debate lo ganará la regulación. En diálogo con Crítica de la Argentina aseguró que se pondrán límites a las innovaciones de los últimos años como la “securitización” de activos, al apalancamiento y los fondos de riesgo. Quedó dicho: Wall Street ya no es ni será lo mismo.
Del colapso en Wall Street al nuevo orden económico
http://www.criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=11165
La debacle dejó debilitada a la principal potencia. El futuro del dólar y de los bancos. El análisis de especialistas,
El colapso financiero y bancario de Wall Street no sólo dejó a millones de personas sin casa y un aumento superior al 25% de la deuda pública de Estados Unidos por culpa del enorme salvataje al sistema financiero. Quienes escriben los libros de historia anticipan que marcó el inicio de un nuevo orden económico mundial, signado por la decadencia de la principal potencia actual. Aunque lo resistan los liberales de la administración Bush, el consenso se inclina hacia un sistema financiero con una mayor intervención estatal. En Wall Street componen los réquiems para la banca de inversión, responsables de lanzar instrumentos financieros inviables.Los economistas que miran la película de la crisis coinciden en que la debacle financiera pone en jaque y marca el principio del final de la supremacía económica estadounidense. Por ahora, sólo el principio del final.La crisis, no obstante, tiene sus paradojas. Claudio Katz, profesor de la UBA, lo explica así: “Estados Unidos es el centro del colapso, y los inversores se refugian igual en el dólar, en vez de lanzarse en una corrida en contra de la moneda, como en cualquier otro país”. Durante las horas más desesperadas del derrumbe de Wall Street, el flujo de compras de deuda estadounidense fue tan grande que la tasa de interés del título a tres meses, uno de los más operados, quedó negativa. Es decir que los inversores adquirían un bono que en vez de darles una ganancia, los comprometía a pagarle una suma al Estado. Y, aun así, compraban.
La debacle dejó debilitada a la principal potencia. El futuro del dólar y de los bancos. El análisis de especialistas,
El colapso financiero y bancario de Wall Street no sólo dejó a millones de personas sin casa y un aumento superior al 25% de la deuda pública de Estados Unidos por culpa del enorme salvataje al sistema financiero. Quienes escriben los libros de historia anticipan que marcó el inicio de un nuevo orden económico mundial, signado por la decadencia de la principal potencia actual. Aunque lo resistan los liberales de la administración Bush, el consenso se inclina hacia un sistema financiero con una mayor intervención estatal. En Wall Street componen los réquiems para la banca de inversión, responsables de lanzar instrumentos financieros inviables.Los economistas que miran la película de la crisis coinciden en que la debacle financiera pone en jaque y marca el principio del final de la supremacía económica estadounidense. Por ahora, sólo el principio del final.La crisis, no obstante, tiene sus paradojas. Claudio Katz, profesor de la UBA, lo explica así: “Estados Unidos es el centro del colapso, y los inversores se refugian igual en el dólar, en vez de lanzarse en una corrida en contra de la moneda, como en cualquier otro país”. Durante las horas más desesperadas del derrumbe de Wall Street, el flujo de compras de deuda estadounidense fue tan grande que la tasa de interés del título a tres meses, uno de los más operados, quedó negativa. Es decir que los inversores adquirían un bono que en vez de darles una ganancia, los comprometía a pagarle una suma al Estado. Y, aun así, compraban.
sábado, 20 de septiembre de 2008
La mujer en la edad Media
el renacimiento terminó con las conquistas femeninas de los siglos XI al XIII
La mujer en el Medievo? La frase misma evoca inmediatamente en la mente de cada cual una serie de imágenes más o menos variadas pero que, en su conjunto, se resumen en lo siguiente: el Medievo es la gran época oscura y medio bárbara (en oposición a la época que seguirá y será llamada «Renacimiento») de opresión de los «menudos» por un puñado de feudales, de los hombres por la Iglesia y de las mujeres por todos. En seguida se mencionan, conjuntamente, el cinturón de castidad, el «derecho de pernada», la persecución de las brujas y el famoso «concilio» del año 585, en el cual se llegó incluso a discutir -entre hombres- si la mujer poseía o no alma.
De hecho, la situación así examinada no parece muy favorable a la mujer; y las «circunstancias» que rodean la vida en la Edad Media del ser humano en general: inseguridad, guerras, epidemias, hambres, peso del poder feudal, tradición jurídica heredada a la vez de los romanos y del derecho germánico, y finalmente poder ideológico de la Iglesia, no pueden sino resultar todavía más perjudiciales a la parte femenina de la población. Y así es, desde luego, en la Alta Edad Media: el marido puede matar a su esposa adúltera después de perseguirla a latigazos, desnuda, a través del pueblo. La multa impuesta al asesino de una mujer es la mitad del precio de la muerte de un chico hasta los 14 años (época de la fertilidad femenina), superior al del varón entre los 14 y 20 y, a partir de los 20 años, seis veces inferior. La mujer sierva o esclava no puede casarse fuera del dominio de su señor y, si lo hace, sus hijos serán repartidos entre su señor y el de su marido. La mujer no elige, por supuesto, marido, pero acepta el que ha escogido su padre o su «linaje» por brutal, viejo o, al contrario, joven y amante que sea. De todas formas, corre siempre el riesgo de ser violada por algún bandido o por un señor rebelde y enemigo, de ser raptada, o de ser repudiada y condenada al convento si no a la muerte, según el buen parecer y deseo del hombre en general y del suyo en particular. Eternamente menor de edad, la mujer pasa del «poder» de su padre al de su marido y no puede actuar nunca sin el permiso o la «licencia» de este varón. y no Hablemos finalmente de las condiciones de vida y existencia de la mujer de un labrador, de un miserable artesano en las ciudades, o de las viudas que componen la gran mayoria de la población pobre socorrida en las ciudades del final de la Edad Media. Tal es, más o menos, el retrato somero del destino de la mujer en el Medievo. El hecho de que, al mismo tiempo, estos largos siglos de «oscurantismo» -unos diez siglos- hayan presenciado la aparición del culto de la Virgen María (siglo XII); que hayan fomentado la poesía de los trovadores, las «cortes de amor» y el amor cortés; y que hayan sido jalonados por figuras femeninas, reales o ficticias, como las de Eloísa, de Isolda, de Maria de Molina o de Juana de Arco, no consigue sobreponerse a la «leyenda negra» que no ve más, en la época medieval, que cadenas; cinturones de castidad, tornos o potros, «derecho de pernada» y en general, una denegación total de la mujer hasta como ser humano. Se deduce así, lógicamente, que desde la Edad Medía hasta nuestros días, el transcurrir de los años, decenios y siglos ha significado una evolución positiva, continua, ascendente de la mujer, tanto en lo que toca a la visión que de elja tiene la sociedad como la que ella lleva sobre sí misma. A lo largo de esta evolución, que se inicia en la «nada», en lo que sería el punto cero -la Edad Media-;- para llegar a nuestros días, algunas épocas como el Renacimiento y el Siglo de Las Luces jugarían un papel fundamental en la «!iberación» de la mujer, hasta desembocar en la aparición del «feminismo» con las sufragistas de fines de siglo pasado, inicio a su vez de los movimientos actuales. Sin embargo, si dejamos de lado estos conceptos «prefabricados» -heredados a menudo del siglo XIX romántico, y generalmente asimilados sin crítica previapara asomarnos un momento a la realidad medieval que se transluce de un estudio riguroso y científico, el panorama cambia.
Derecho de pernada
Sin ir más lejos, empecemos con este famoso «ius primae noctis» o derecho de la primera noche, vulgarmente llamado derecho de pernada. Este derecho existió efectivamente, escrito u oral, en el corpus jurídico medieval. En la práctica, no se atestigua más que en la época en que" se ha convertido a menudo en el pago de una cierta cantidad monetaria al señor por el campesino que se casa; en los casos en que este derecho señorial no fue transformado en un censo más, la «ceremonia» consistía en que el señor -literalmente- franqueaba de una zancada el cuerpo de la novia y recibía a cambio un par de gallinas o un bote de miel. Si examinamos además esta costumbre «bárbara» y «arcaica» a la luz de los estudios etnológicos actuales, nos damos cuenta de que, en muchas sociedades llamadas primitivas, existe una especie de «tabú» de la sangre virginal en el momento de la desfloración; siendo ésta una operación que libera fuerzas malignas, al liberar sangre, se la confía a menudo a manos investidas de más poder -mágico, religioso u otro-, como las del padre o de la madre de la chica, del sacerdote-brujo, de un extranjero o del jefe de la tribu. Enfocado así, nuestro famoso «derecho de pernada» no es más que la supervivencia, en una sociedad todavía no cristianizada en profundidad, de unos ritos ancestrales de tabú de la sangre virginal; y deja por lo tanto de ser una manifestación más de la opresión sádica y arbitraria que ejercería el señor sobre su inferior . No olvidemos, por otra parte, que el señor suele vivir dentro de un grupo que incluye su familia en el sentido amplio, sus criados de ambos sexos y tos niños nacidos en el castillo, legítimos o bastardos (como lo demuestran las últimas investigaciones del historiador francés Georges Duby), y que las novias de sus siervos o campesinos no deben aparecernos como siempre guapas y jóvenes; en una sociedad rural que padece hambre y epidemias, se las puede más fácilmente imaginar como prematuramente marcadas, sucias, cubiertas de piojos y pulgas y, por lo tanto, seguramente poco apetecibles. Al señor, en general, le debía ser mucho más provechoso convertir esa «obligación» de su parte en una renta más, a pagar por el novio en el momento de la boda. Otra «leyenda negra» achacada a la Edad Media: la persecución de las brujas por la Inquisición que, después de torturarlas, las enviaba inevitablemente a la hoguera al mismo tiempo que los gatos o gallos negros. La realidad, no obstante, resulta ser algo diferente. Desde el siglo VI, en numerosos concilios, se condena a los que creen en la brujería, en los demonios familiares de las prácticas mágicas y en las supersticiones en general; condenación moral cuya repetición revela a la vez su ineficacia y, a fin de cuentas, la escasa importancia que le daba la Iglesia a ese «pecado». A lo largo de los siglos X a XIII, los «penitenciales» -o manuales para los confesores- sólo dictaban rezos y penas monetarias para esos casos. Se puede considerar pues que ésta fue la actitud -moderada- y la opinión extendida durante la mayor parte de la época medieval en lo que concierne a la brujería. Pero ¿y las persecuciones? ¿ y las hogueras? A este respecto, tenemos que constatar que las mayores persecuciones «anti-brujas» son contemporáneas, no del Cid Campeador, de Raimundo Lulio o de Pedro el Cruel, sino de Miguel Angel, de Erasmo y de Cervantes. La época más negra, que iluminan las hogueras de brujas, es el siglo «renacentista», cuya ideología se basa en un «manual del perfecto inquisidor de brujas», el Malleus Maleficarum, escrito en 1486 por los Dominicos alemanes: de esa fecha en adelante, el «herético», paradójicamente, es el que no cree en la existencia de los demonios, de los maleficios, de la brujería, de los brujos y brujas, de las metamorfosis y del aquelarre. Los grandes siglos de la brujería vasca, estudiada por Julio Caro Baroja, son el XVI y el XVII. La opinión general del medievo que ve en el brujo un resto de paganismo, y en la que se dice poseída por el demonio una enferma que hay que llevar al santo para que la cure, se tiñe entonces de un extraño matiz «moderno». Admitido esto, queda una objeción fundamental: la Edad Media, fundamentando su argumentación en las actas del «Concilio» de Mâcon, llegó hasta plantearse el problema de si la mujer tenía o no tenía alma. Curiosamente, esta mención del tema de los debates del dicho concilio no apareció sino en un escrito anónimo holandés publicado en el siglo XVI; tema éste cuyo éxito no se desmintió hasta nuestros días. ¿Misógino hasta este punto, el Medievo? Averigüémoslo. En primer lugar, en el año del Señor de 585 no se reunió ningún «concilio» -que se comprende como reunión de la Iglesia en su mayoría-; tuvo lugar, eso sí, un Mâcon, un sínodo provincial, o sea, la reunión de los clérigos de una diócesis o de una provincia para discutir problemas eclesiásticos, y no teológicos. El estudio de las actas de este famoso sínodo no revela en ningún momento que se haya planteado y discutido el tema de la existencia del alma de la mujer. Tenemos que recurrir al primer historiador-cronista de la época franca, a Gregorio de Tours; para encontrar lo que puede haber originado mucho más tarde la interpretación que conocemos. Gregorio de Tours nos dice, en efecto, que en medio de los debates que se llevaban en latín, uno de los presentes -sin duda con problemas para con los idiomas en general y el latín en particular- se extrañó de que el término «homo» (hombre) se aplicara también a la mujer. Un latinista nunca hubiera cometido este error lingüístico de confundir el término «homo» que se aplica al hombre en general, o sea, al ser humano, con el vocablo «vir» que designa específicamente al varón. El problema era pues lingüístico y no filosófico. Pero -y seguramente muy a pesar de su autor- la frase iba a hacer fortuna. Una fortuna que, seamos justos, empieza en él siglo XVI con este escrito misóginó holandés -muy de acuerdo por otra parte con el pensamiento renacentista sobre la mujer-, crece durante el siglo XVIII y, cuando la Revolución francesa, vuelve a repetirse en una petición de las mujeres en 1848 y no ha menguado hasta nuestros días. ¿El Concilio de Mâcon? Una invencíón moderna.
«Deficiencia de la naturaleza»
El estudio de la «condición femenina» en la Edad Media nos deja percibir una realidad que, lejos de ser simple en su negatividad, se revela como mucho más compleja. En el proceso de acercamiento a esa realidad de la mujer medieval, señalaremos en primer lugar el marco jurídico e deológico en el cual se desenvuelve su vida, antes de detenernos un momento en la realidad «social» y en la realidad «personal» de esta vida. El Derecho medieval, heredero del Derecho romano y del Derecho germánico, y cuyo ejemplo más elaborado es el derecho feudal, a pesar de sus variedades y divergencias, suele considerar a la mujer como a un ser menor de edad, «incapaz» en general. En los países de derecho oral basado sobre las costumbres, quizás más emparentado con la legislación germánica, no se reconoce la tutela paterna sobre la mujer mayor de edad, pero sí la potestad marital. En los países de derecho escrito -que corresponden a la Europa meridional: Italia, Península Ibérica, Sur de Francia-, a la «potestas» del padre sigue la del marido. La mujer, en la mayoría de los casos, no puede disponer de su fortuna, administrar sus bienes, o presentarse ante un tribunal; para cualquiera de estas gestiones, la presencia de un hombre -padre, marido, hermano o tutor- es imprescindible. Esta incapacidad jurídica total de la mujer puede parecernos muy arcaica; no olvidemos, sin embargo, que hace poco más de siglo y medio, el llamado Código Napoleónico la consagraba y le daba una nueva vida, que perdura 10davía en sus líneas maestras. Junto al Derecho, la ideología dominante -para utilizar términos actuales- se mostraba más que hostil a la mujer. La Iglesia Romana, basándose en numerosas referencias bíblicas, asimilando la doctrina culpabilizadora de San Agustín y dirigiendo finalmente el aristotelismo en el siglo XIII, promociona a nivel social lo que se puede considerar como una gran campaña «antifeminista», A pesar de las opiniones de Abelardo y de Robert d' Arbrissel, a finales del siglo XI, que proclamaban la igualdad del hombre y de la mujer, la imagen que se impone es la de la mujer como tentadora, como ser débil, pecadora, creada del hombre y para él. Con Tomás de Aquino (1225-1274). santo y doctor de la Iglesia, esta «hija de Eva» se convierte en «una deficiencia de la naturaleza» que es «por naturaleza propia, de menor valor y dignidad que el hombre»; tras una rigurosa y aplastante demostración, el teólogo afirma que «el hombre ha sido ordenado para la obra más noble, la de la inteligencia; mientras que la mujer fue ordenada con vista a la generación». Finalmente, el maestro que dedicara tantas horas y tantos libros a la cuestión fundamental del sexo de los ángeles, termina diciendo que es evidente que para cualquier obra que no sea la de la reproducción, «el hombre podía haber sido ayudado mucho más adecuadamente por otro hombre que por una mujer». No es de extrañar, pues, que el derecho canónico, elaborado en su mayor parte en este ambiente en los siglos XII y XIII. nos aparezca como tan misógino.
Acceso a la cultura
Pero entre las «superestructuras» jurídicas e ideológicas y la realidad «bajamente material», no se da siempre la simbiosis y la adecuaciónperfecta. ¿Cuál es, pues, la realidad social y personal de la mujer del medievo? A nivel «social», conviene destacar la presencia o la ausencia femenina en el acceso a la enseñanza, al trabajo y al poder. En sentido contrario a lo que suele creerse, en !a Edad Media existe, a nivel del saber y de la enseñanza, una relativa pero cierta igualdad. Empezando por las capas «bajas» de la sociedad, en su mayoría campesinas, se advierte una ausencia generalizada de instrucción, tanto para los hombres como para las mujeres; éstas participan así de las conversaciones y de la vida social en posición de igualdad con sus maridos o hermanos. En un tipo de sociedad en el cual reina el analfabetismo, la transmisión oral de la cultura se realiza tanto a través de la madre o del padre a los hijos, como entre vecinos o vecinas, etc. En su obra titulada Montaillou, village occitan. 1294-1324. al referirse a este pueblo de los Pirineos orientales, Emmanuel Le Roy Ladurie escribe: «El discurso femenino por lo tanto está, en este período, tan cargado de sentido y de seriedad como el discurso masculino» (p. 383); de hecho, las campesinas de este temprano siglo XIV hablan como -o con- sus hombres de resurrección final, de catarismo o de catolicismo, tanto como de habladurías sobre el cura, un vecino o unas vecinas. A un nivel social un poco más alto se encuentra ya una mayor diferenciación, ya que los que más estudios prosiguen son los clérigos; y la clericatura se mantuvo celosamente reservada a los varones, a pesar de la rebeldía femenina contra ese «monopolio» expresada por la abadesa de Las Huelgas de Burgos y por la de Palencia en el siglo XIII. Esa contestación costó a las abadesas la confiscación de sus rentas y la excomunión. Sin embargo, desde el siglo VI, se exigía que las monjas supieran leer y escribir. Y se puede así observar que desde los primeros siglos de la Alta Edad Media y hasta más o menos el siglo XIII, los conventos dieron una educación y una cultura no sólo a las que iban a ser monjas sino también a aquéllas destinadas «al siglo». Enrique Finke, en su obra clásica La mujer en la Edad Media. no duda en escribir: «Basta con recorrer los manuscritos de diferentes bibliotecas, escritos y redactados por canonisas de diferentes fundaciones del siglo XI. Estas mujeres conocían a Ovidio, Horacio y Virgilio... Con facilidad componían versos latinos para un amigo docto» (p 53). El caso de Eloísa, que conocía el latín, el griego. el hebreo y conoció a Abelardo cuando fue a seguir su clase de teología, es el ejemplo más conocido de esa cultura femenina medieval. Una prueba del interés intelectual de la mujer en esa época se encuentra en el párrafo que se añadió al Sachsenspiegel -recopilación de costumbres germánicas- en 1270: «Siendo cierto que los libros no son leídos más que por las mujeres, deben por lo tanto corresponderles en herencia». Con esta frase, nos encontramos ya muy lejos de la visión tradicional de la mujer medieval analfabeta, sin cultura, relegada a las tareas más humildes. Resulta interesante, además, en este panorama, notar el gran interés y la gran participación de las mujeres en todos los movimientos heterodosos o «heréticos» que surgen a lo largo de los siglos XI a XV. Participación en plan de total igualdad con el hombre en los movimientos Cátaro, Valdense o Husita, quizás porque representaban una promoción de la mujer a nivel religioso e ideológico, promoción que le negaba el catolicismo... A partir del siglo XIII, con el desarrollo de la vida urbana, se crean escuelas comunales. En 1320 existía en Bruselas una escuela para niños y otra para niñas; en esta última enseñaban unas maestras pagadas por la ciudad. Si París, en 1272, disponía de once escuelas para niños y sólo una de niñas, en 1380 se contaban veinte más para las niñas. La enseñanza era gratuita e incluía lectura, cálculo, canto, escritura y enseñanza religiosa. Existían también, en esta época, escuelas «privadas» para niñas, principalmente en Flandes y Alemania. Durante ese mismo siglo XIII, las primeras universidades se convierten en los crisoles de la cultura europea. La mayoría de ellas eran fundaciones eclesiásticas y estuvieron prohibidas a las mujeres. Sin embargo, el ambiente intelectual y el afán de saber existían entre la población femenina, hasta el punto de que en Polonia, en el siglo XIV, una joven se disfrazó de hombre para ir a seguir los cursos de la universidad de Cracovia; al cabo de dos años, se descubrió el fraude y fue expulsada. Sin embargo, en Salerno, Italia, funcionó a partir del siglo X una escuela libre de medicina que otorgaba sus diplomas a mujeres, concediéndoles licencia para practicar la medicina y la cirugía. En Bolonia y en Montpellier también hubo gran número de estudiantes femeninas en medicina, algunas de ellas dejaron escritos tratados de ginecología. A partir de final del siglo XIII, se señala la presencia de mujeres practicando la medicina, la cirugía y la oftalmología en las grandes ciudades europeas, París, Londres, etc. La mujer, sin embargo, se vio poco a poco sustituida por el varón en la práctíca del arte de la medicina y cirugía, para desaparecer finalmente de esta profesión en el siglo XVI. De ésta y de todas las demás... Sin exagerar el alcance de la instrucción y de la cultura a nivel de conjunto de la población femenina medieval, no debemos olvidar que la sociedad medieval es una sociedad económica y socialmente subdesarrollada», que no dispone de los «mass media» actuales, ni siquiera de la imprenta (inventada al final del siglo XV), que supondrá, según palabras de Carlo Cipolla en Educación y Desarrollo en Occidente: «no sólo la demanda de instrucción como inversión sino también, y sobre todo, la demanda de instrucción como bien de consumo». No podemos olvidar, por ejemplo, que a finales del siglo XIII, había en Florencia unos 8 a 10.000 niños y niñas aprendiendo a leer, de una población total aproximativa de 90.000 habitantes. Con la aparición del libro impreso, la cultura se extendió mucho más rápidamente y propagó a través de toda Europa las ideas y los ideales renacentistas..., pero-ya no alcanzó más que a los varones. El mundo intelectual y artístico se abre a nuevas influencias y a nuevos horizontes, pero excluye definitivamente a la mujer y se reduce a la parte masculina de la humanidad. El «renacimiento» es la muerte intelectual y artística de la mujer.
http://www.vallenajerilla.com/berceo/florilegio/rucquoi/mujermedieval.htm
La mujer en el Medievo? La frase misma evoca inmediatamente en la mente de cada cual una serie de imágenes más o menos variadas pero que, en su conjunto, se resumen en lo siguiente: el Medievo es la gran época oscura y medio bárbara (en oposición a la época que seguirá y será llamada «Renacimiento») de opresión de los «menudos» por un puñado de feudales, de los hombres por la Iglesia y de las mujeres por todos. En seguida se mencionan, conjuntamente, el cinturón de castidad, el «derecho de pernada», la persecución de las brujas y el famoso «concilio» del año 585, en el cual se llegó incluso a discutir -entre hombres- si la mujer poseía o no alma.
De hecho, la situación así examinada no parece muy favorable a la mujer; y las «circunstancias» que rodean la vida en la Edad Media del ser humano en general: inseguridad, guerras, epidemias, hambres, peso del poder feudal, tradición jurídica heredada a la vez de los romanos y del derecho germánico, y finalmente poder ideológico de la Iglesia, no pueden sino resultar todavía más perjudiciales a la parte femenina de la población. Y así es, desde luego, en la Alta Edad Media: el marido puede matar a su esposa adúltera después de perseguirla a latigazos, desnuda, a través del pueblo. La multa impuesta al asesino de una mujer es la mitad del precio de la muerte de un chico hasta los 14 años (época de la fertilidad femenina), superior al del varón entre los 14 y 20 y, a partir de los 20 años, seis veces inferior. La mujer sierva o esclava no puede casarse fuera del dominio de su señor y, si lo hace, sus hijos serán repartidos entre su señor y el de su marido. La mujer no elige, por supuesto, marido, pero acepta el que ha escogido su padre o su «linaje» por brutal, viejo o, al contrario, joven y amante que sea. De todas formas, corre siempre el riesgo de ser violada por algún bandido o por un señor rebelde y enemigo, de ser raptada, o de ser repudiada y condenada al convento si no a la muerte, según el buen parecer y deseo del hombre en general y del suyo en particular. Eternamente menor de edad, la mujer pasa del «poder» de su padre al de su marido y no puede actuar nunca sin el permiso o la «licencia» de este varón. y no Hablemos finalmente de las condiciones de vida y existencia de la mujer de un labrador, de un miserable artesano en las ciudades, o de las viudas que componen la gran mayoria de la población pobre socorrida en las ciudades del final de la Edad Media. Tal es, más o menos, el retrato somero del destino de la mujer en el Medievo. El hecho de que, al mismo tiempo, estos largos siglos de «oscurantismo» -unos diez siglos- hayan presenciado la aparición del culto de la Virgen María (siglo XII); que hayan fomentado la poesía de los trovadores, las «cortes de amor» y el amor cortés; y que hayan sido jalonados por figuras femeninas, reales o ficticias, como las de Eloísa, de Isolda, de Maria de Molina o de Juana de Arco, no consigue sobreponerse a la «leyenda negra» que no ve más, en la época medieval, que cadenas; cinturones de castidad, tornos o potros, «derecho de pernada» y en general, una denegación total de la mujer hasta como ser humano. Se deduce así, lógicamente, que desde la Edad Medía hasta nuestros días, el transcurrir de los años, decenios y siglos ha significado una evolución positiva, continua, ascendente de la mujer, tanto en lo que toca a la visión que de elja tiene la sociedad como la que ella lleva sobre sí misma. A lo largo de esta evolución, que se inicia en la «nada», en lo que sería el punto cero -la Edad Media-;- para llegar a nuestros días, algunas épocas como el Renacimiento y el Siglo de Las Luces jugarían un papel fundamental en la «!iberación» de la mujer, hasta desembocar en la aparición del «feminismo» con las sufragistas de fines de siglo pasado, inicio a su vez de los movimientos actuales. Sin embargo, si dejamos de lado estos conceptos «prefabricados» -heredados a menudo del siglo XIX romántico, y generalmente asimilados sin crítica previapara asomarnos un momento a la realidad medieval que se transluce de un estudio riguroso y científico, el panorama cambia.
Derecho de pernada
Sin ir más lejos, empecemos con este famoso «ius primae noctis» o derecho de la primera noche, vulgarmente llamado derecho de pernada. Este derecho existió efectivamente, escrito u oral, en el corpus jurídico medieval. En la práctica, no se atestigua más que en la época en que" se ha convertido a menudo en el pago de una cierta cantidad monetaria al señor por el campesino que se casa; en los casos en que este derecho señorial no fue transformado en un censo más, la «ceremonia» consistía en que el señor -literalmente- franqueaba de una zancada el cuerpo de la novia y recibía a cambio un par de gallinas o un bote de miel. Si examinamos además esta costumbre «bárbara» y «arcaica» a la luz de los estudios etnológicos actuales, nos damos cuenta de que, en muchas sociedades llamadas primitivas, existe una especie de «tabú» de la sangre virginal en el momento de la desfloración; siendo ésta una operación que libera fuerzas malignas, al liberar sangre, se la confía a menudo a manos investidas de más poder -mágico, religioso u otro-, como las del padre o de la madre de la chica, del sacerdote-brujo, de un extranjero o del jefe de la tribu. Enfocado así, nuestro famoso «derecho de pernada» no es más que la supervivencia, en una sociedad todavía no cristianizada en profundidad, de unos ritos ancestrales de tabú de la sangre virginal; y deja por lo tanto de ser una manifestación más de la opresión sádica y arbitraria que ejercería el señor sobre su inferior . No olvidemos, por otra parte, que el señor suele vivir dentro de un grupo que incluye su familia en el sentido amplio, sus criados de ambos sexos y tos niños nacidos en el castillo, legítimos o bastardos (como lo demuestran las últimas investigaciones del historiador francés Georges Duby), y que las novias de sus siervos o campesinos no deben aparecernos como siempre guapas y jóvenes; en una sociedad rural que padece hambre y epidemias, se las puede más fácilmente imaginar como prematuramente marcadas, sucias, cubiertas de piojos y pulgas y, por lo tanto, seguramente poco apetecibles. Al señor, en general, le debía ser mucho más provechoso convertir esa «obligación» de su parte en una renta más, a pagar por el novio en el momento de la boda. Otra «leyenda negra» achacada a la Edad Media: la persecución de las brujas por la Inquisición que, después de torturarlas, las enviaba inevitablemente a la hoguera al mismo tiempo que los gatos o gallos negros. La realidad, no obstante, resulta ser algo diferente. Desde el siglo VI, en numerosos concilios, se condena a los que creen en la brujería, en los demonios familiares de las prácticas mágicas y en las supersticiones en general; condenación moral cuya repetición revela a la vez su ineficacia y, a fin de cuentas, la escasa importancia que le daba la Iglesia a ese «pecado». A lo largo de los siglos X a XIII, los «penitenciales» -o manuales para los confesores- sólo dictaban rezos y penas monetarias para esos casos. Se puede considerar pues que ésta fue la actitud -moderada- y la opinión extendida durante la mayor parte de la época medieval en lo que concierne a la brujería. Pero ¿y las persecuciones? ¿ y las hogueras? A este respecto, tenemos que constatar que las mayores persecuciones «anti-brujas» son contemporáneas, no del Cid Campeador, de Raimundo Lulio o de Pedro el Cruel, sino de Miguel Angel, de Erasmo y de Cervantes. La época más negra, que iluminan las hogueras de brujas, es el siglo «renacentista», cuya ideología se basa en un «manual del perfecto inquisidor de brujas», el Malleus Maleficarum, escrito en 1486 por los Dominicos alemanes: de esa fecha en adelante, el «herético», paradójicamente, es el que no cree en la existencia de los demonios, de los maleficios, de la brujería, de los brujos y brujas, de las metamorfosis y del aquelarre. Los grandes siglos de la brujería vasca, estudiada por Julio Caro Baroja, son el XVI y el XVII. La opinión general del medievo que ve en el brujo un resto de paganismo, y en la que se dice poseída por el demonio una enferma que hay que llevar al santo para que la cure, se tiñe entonces de un extraño matiz «moderno». Admitido esto, queda una objeción fundamental: la Edad Media, fundamentando su argumentación en las actas del «Concilio» de Mâcon, llegó hasta plantearse el problema de si la mujer tenía o no tenía alma. Curiosamente, esta mención del tema de los debates del dicho concilio no apareció sino en un escrito anónimo holandés publicado en el siglo XVI; tema éste cuyo éxito no se desmintió hasta nuestros días. ¿Misógino hasta este punto, el Medievo? Averigüémoslo. En primer lugar, en el año del Señor de 585 no se reunió ningún «concilio» -que se comprende como reunión de la Iglesia en su mayoría-; tuvo lugar, eso sí, un Mâcon, un sínodo provincial, o sea, la reunión de los clérigos de una diócesis o de una provincia para discutir problemas eclesiásticos, y no teológicos. El estudio de las actas de este famoso sínodo no revela en ningún momento que se haya planteado y discutido el tema de la existencia del alma de la mujer. Tenemos que recurrir al primer historiador-cronista de la época franca, a Gregorio de Tours; para encontrar lo que puede haber originado mucho más tarde la interpretación que conocemos. Gregorio de Tours nos dice, en efecto, que en medio de los debates que se llevaban en latín, uno de los presentes -sin duda con problemas para con los idiomas en general y el latín en particular- se extrañó de que el término «homo» (hombre) se aplicara también a la mujer. Un latinista nunca hubiera cometido este error lingüístico de confundir el término «homo» que se aplica al hombre en general, o sea, al ser humano, con el vocablo «vir» que designa específicamente al varón. El problema era pues lingüístico y no filosófico. Pero -y seguramente muy a pesar de su autor- la frase iba a hacer fortuna. Una fortuna que, seamos justos, empieza en él siglo XVI con este escrito misóginó holandés -muy de acuerdo por otra parte con el pensamiento renacentista sobre la mujer-, crece durante el siglo XVIII y, cuando la Revolución francesa, vuelve a repetirse en una petición de las mujeres en 1848 y no ha menguado hasta nuestros días. ¿El Concilio de Mâcon? Una invencíón moderna.
«Deficiencia de la naturaleza»
El estudio de la «condición femenina» en la Edad Media nos deja percibir una realidad que, lejos de ser simple en su negatividad, se revela como mucho más compleja. En el proceso de acercamiento a esa realidad de la mujer medieval, señalaremos en primer lugar el marco jurídico e deológico en el cual se desenvuelve su vida, antes de detenernos un momento en la realidad «social» y en la realidad «personal» de esta vida. El Derecho medieval, heredero del Derecho romano y del Derecho germánico, y cuyo ejemplo más elaborado es el derecho feudal, a pesar de sus variedades y divergencias, suele considerar a la mujer como a un ser menor de edad, «incapaz» en general. En los países de derecho oral basado sobre las costumbres, quizás más emparentado con la legislación germánica, no se reconoce la tutela paterna sobre la mujer mayor de edad, pero sí la potestad marital. En los países de derecho escrito -que corresponden a la Europa meridional: Italia, Península Ibérica, Sur de Francia-, a la «potestas» del padre sigue la del marido. La mujer, en la mayoría de los casos, no puede disponer de su fortuna, administrar sus bienes, o presentarse ante un tribunal; para cualquiera de estas gestiones, la presencia de un hombre -padre, marido, hermano o tutor- es imprescindible. Esta incapacidad jurídica total de la mujer puede parecernos muy arcaica; no olvidemos, sin embargo, que hace poco más de siglo y medio, el llamado Código Napoleónico la consagraba y le daba una nueva vida, que perdura 10davía en sus líneas maestras. Junto al Derecho, la ideología dominante -para utilizar términos actuales- se mostraba más que hostil a la mujer. La Iglesia Romana, basándose en numerosas referencias bíblicas, asimilando la doctrina culpabilizadora de San Agustín y dirigiendo finalmente el aristotelismo en el siglo XIII, promociona a nivel social lo que se puede considerar como una gran campaña «antifeminista», A pesar de las opiniones de Abelardo y de Robert d' Arbrissel, a finales del siglo XI, que proclamaban la igualdad del hombre y de la mujer, la imagen que se impone es la de la mujer como tentadora, como ser débil, pecadora, creada del hombre y para él. Con Tomás de Aquino (1225-1274). santo y doctor de la Iglesia, esta «hija de Eva» se convierte en «una deficiencia de la naturaleza» que es «por naturaleza propia, de menor valor y dignidad que el hombre»; tras una rigurosa y aplastante demostración, el teólogo afirma que «el hombre ha sido ordenado para la obra más noble, la de la inteligencia; mientras que la mujer fue ordenada con vista a la generación». Finalmente, el maestro que dedicara tantas horas y tantos libros a la cuestión fundamental del sexo de los ángeles, termina diciendo que es evidente que para cualquier obra que no sea la de la reproducción, «el hombre podía haber sido ayudado mucho más adecuadamente por otro hombre que por una mujer». No es de extrañar, pues, que el derecho canónico, elaborado en su mayor parte en este ambiente en los siglos XII y XIII. nos aparezca como tan misógino.
Acceso a la cultura
Pero entre las «superestructuras» jurídicas e ideológicas y la realidad «bajamente material», no se da siempre la simbiosis y la adecuaciónperfecta. ¿Cuál es, pues, la realidad social y personal de la mujer del medievo? A nivel «social», conviene destacar la presencia o la ausencia femenina en el acceso a la enseñanza, al trabajo y al poder. En sentido contrario a lo que suele creerse, en !a Edad Media existe, a nivel del saber y de la enseñanza, una relativa pero cierta igualdad. Empezando por las capas «bajas» de la sociedad, en su mayoría campesinas, se advierte una ausencia generalizada de instrucción, tanto para los hombres como para las mujeres; éstas participan así de las conversaciones y de la vida social en posición de igualdad con sus maridos o hermanos. En un tipo de sociedad en el cual reina el analfabetismo, la transmisión oral de la cultura se realiza tanto a través de la madre o del padre a los hijos, como entre vecinos o vecinas, etc. En su obra titulada Montaillou, village occitan. 1294-1324. al referirse a este pueblo de los Pirineos orientales, Emmanuel Le Roy Ladurie escribe: «El discurso femenino por lo tanto está, en este período, tan cargado de sentido y de seriedad como el discurso masculino» (p. 383); de hecho, las campesinas de este temprano siglo XIV hablan como -o con- sus hombres de resurrección final, de catarismo o de catolicismo, tanto como de habladurías sobre el cura, un vecino o unas vecinas. A un nivel social un poco más alto se encuentra ya una mayor diferenciación, ya que los que más estudios prosiguen son los clérigos; y la clericatura se mantuvo celosamente reservada a los varones, a pesar de la rebeldía femenina contra ese «monopolio» expresada por la abadesa de Las Huelgas de Burgos y por la de Palencia en el siglo XIII. Esa contestación costó a las abadesas la confiscación de sus rentas y la excomunión. Sin embargo, desde el siglo VI, se exigía que las monjas supieran leer y escribir. Y se puede así observar que desde los primeros siglos de la Alta Edad Media y hasta más o menos el siglo XIII, los conventos dieron una educación y una cultura no sólo a las que iban a ser monjas sino también a aquéllas destinadas «al siglo». Enrique Finke, en su obra clásica La mujer en la Edad Media. no duda en escribir: «Basta con recorrer los manuscritos de diferentes bibliotecas, escritos y redactados por canonisas de diferentes fundaciones del siglo XI. Estas mujeres conocían a Ovidio, Horacio y Virgilio... Con facilidad componían versos latinos para un amigo docto» (p 53). El caso de Eloísa, que conocía el latín, el griego. el hebreo y conoció a Abelardo cuando fue a seguir su clase de teología, es el ejemplo más conocido de esa cultura femenina medieval. Una prueba del interés intelectual de la mujer en esa época se encuentra en el párrafo que se añadió al Sachsenspiegel -recopilación de costumbres germánicas- en 1270: «Siendo cierto que los libros no son leídos más que por las mujeres, deben por lo tanto corresponderles en herencia». Con esta frase, nos encontramos ya muy lejos de la visión tradicional de la mujer medieval analfabeta, sin cultura, relegada a las tareas más humildes. Resulta interesante, además, en este panorama, notar el gran interés y la gran participación de las mujeres en todos los movimientos heterodosos o «heréticos» que surgen a lo largo de los siglos XI a XV. Participación en plan de total igualdad con el hombre en los movimientos Cátaro, Valdense o Husita, quizás porque representaban una promoción de la mujer a nivel religioso e ideológico, promoción que le negaba el catolicismo... A partir del siglo XIII, con el desarrollo de la vida urbana, se crean escuelas comunales. En 1320 existía en Bruselas una escuela para niños y otra para niñas; en esta última enseñaban unas maestras pagadas por la ciudad. Si París, en 1272, disponía de once escuelas para niños y sólo una de niñas, en 1380 se contaban veinte más para las niñas. La enseñanza era gratuita e incluía lectura, cálculo, canto, escritura y enseñanza religiosa. Existían también, en esta época, escuelas «privadas» para niñas, principalmente en Flandes y Alemania. Durante ese mismo siglo XIII, las primeras universidades se convierten en los crisoles de la cultura europea. La mayoría de ellas eran fundaciones eclesiásticas y estuvieron prohibidas a las mujeres. Sin embargo, el ambiente intelectual y el afán de saber existían entre la población femenina, hasta el punto de que en Polonia, en el siglo XIV, una joven se disfrazó de hombre para ir a seguir los cursos de la universidad de Cracovia; al cabo de dos años, se descubrió el fraude y fue expulsada. Sin embargo, en Salerno, Italia, funcionó a partir del siglo X una escuela libre de medicina que otorgaba sus diplomas a mujeres, concediéndoles licencia para practicar la medicina y la cirugía. En Bolonia y en Montpellier también hubo gran número de estudiantes femeninas en medicina, algunas de ellas dejaron escritos tratados de ginecología. A partir de final del siglo XIII, se señala la presencia de mujeres practicando la medicina, la cirugía y la oftalmología en las grandes ciudades europeas, París, Londres, etc. La mujer, sin embargo, se vio poco a poco sustituida por el varón en la práctíca del arte de la medicina y cirugía, para desaparecer finalmente de esta profesión en el siglo XVI. De ésta y de todas las demás... Sin exagerar el alcance de la instrucción y de la cultura a nivel de conjunto de la población femenina medieval, no debemos olvidar que la sociedad medieval es una sociedad económica y socialmente subdesarrollada», que no dispone de los «mass media» actuales, ni siquiera de la imprenta (inventada al final del siglo XV), que supondrá, según palabras de Carlo Cipolla en Educación y Desarrollo en Occidente: «no sólo la demanda de instrucción como inversión sino también, y sobre todo, la demanda de instrucción como bien de consumo». No podemos olvidar, por ejemplo, que a finales del siglo XIII, había en Florencia unos 8 a 10.000 niños y niñas aprendiendo a leer, de una población total aproximativa de 90.000 habitantes. Con la aparición del libro impreso, la cultura se extendió mucho más rápidamente y propagó a través de toda Europa las ideas y los ideales renacentistas..., pero-ya no alcanzó más que a los varones. El mundo intelectual y artístico se abre a nuevas influencias y a nuevos horizontes, pero excluye definitivamente a la mujer y se reduce a la parte masculina de la humanidad. El «renacimiento» es la muerte intelectual y artística de la mujer.
http://www.vallenajerilla.com/berceo/florilegio/rucquoi/mujermedieval.htm
viernes, 19 de septiembre de 2008
Superflat
El Superflat es un movimiento artístico posmoderno fundado por el artista Takashi Murakami, quien está influenciado por el manga y anime. Este movimiento provee una interpretación "exterior" a la cultura popular japonesa de la post-guerra a través de los ojos de la subcultura otaku.
En adición a Murakami, entre los artistas cuyos trabajos son considerados "superflat" se encuentran Chiho Aoshima, Mahomi Kunikata, Yoshitomo Nara, y Aya Takano. Además, algunos animadores de anime y algunos mangaka son considerados superflat, especialmente Koji Morimoto (y la mayoría de los trabajos de su estudio Studio 4°C), y el trabajo de Hitoshi Tomizawa, autor de Alien 9 y Milk Closet.
Murakami define el "Superflat" en términos generales, aunque los temas tocados son muy diversos. A menudo los trabajos hacen una mirada crítica al consumismo y el fetichismo sexual que prevaleció tras la occidentalización de la cultura japonesa tras la post-guerra. Uno de los objetivos de crítica es el estilo loli-con, satirizado en trabajos como los de Henmaru Machino. Estos trabajos son una exploración de la sexualidad otaku mediante imágenes grotescas o distorsionadas. Otros trabajos están más relacionados con el Síndrome de Peter Pan (miedo a madurar). Por ejemplo, los trabajos de Yoshitomo Nara suelen incluir graffiti en obras de ukiyo-e japonés antiguo realizado de una manera infantil. Otros trabajos se enfocan en la estructura y los deseos subyacentes que abarcan la cultura otaku y la cultura de la post-guerra japonesa en general.
En adición a Murakami, entre los artistas cuyos trabajos son considerados "superflat" se encuentran Chiho Aoshima, Mahomi Kunikata, Yoshitomo Nara, y Aya Takano. Además, algunos animadores de anime y algunos mangaka son considerados superflat, especialmente Koji Morimoto (y la mayoría de los trabajos de su estudio Studio 4°C), y el trabajo de Hitoshi Tomizawa, autor de Alien 9 y Milk Closet.
Murakami define el "Superflat" en términos generales, aunque los temas tocados son muy diversos. A menudo los trabajos hacen una mirada crítica al consumismo y el fetichismo sexual que prevaleció tras la occidentalización de la cultura japonesa tras la post-guerra. Uno de los objetivos de crítica es el estilo loli-con, satirizado en trabajos como los de Henmaru Machino. Estos trabajos son una exploración de la sexualidad otaku mediante imágenes grotescas o distorsionadas. Otros trabajos están más relacionados con el Síndrome de Peter Pan (miedo a madurar). Por ejemplo, los trabajos de Yoshitomo Nara suelen incluir graffiti en obras de ukiyo-e japonés antiguo realizado de una manera infantil. Otros trabajos se enfocan en la estructura y los deseos subyacentes que abarcan la cultura otaku y la cultura de la post-guerra japonesa en general.
Arte povera
El término arte povera (voz italiana para "arte pobre") es una tendencia dada a conocer a finales de los sesenta, cuyos creadores utilizan materiales considerados 'pobres', de muy fácil obtención: como madera, hojas o rocas placas de plomo o cristal, vegetales, telas, carbón o arcilla, o, también, de desecho y, por lo tanto, carentes de valor. En un esfuerzo por huir de la comercialización del objeto artístico, ocupan el espacio y exigen la intromisión del público. Tratan de provocar una reflexión entre el objeto y su forma, a través de la manipulación del material y la observación de sus cualidades específicas. Un artista típico es Mario Mertz (n. 1925), famoso por sus «iglú», estructuras hemisféricas realizadas con materiales diversos.
Acuñado por el crítico y comisario de arte italiano Germano Celant en 1967 para el catálogo de la exposición 'Arte povera – Im Spazio', intentaba describir la tendencia de una nueva generación de artistas italianos a trabajar con materiales nada tradicionales y supuso un importantísima reflexión estética sobre las relaciones entre el material, la obra y su proceso de fabricación y también un claro rechazo hacia la creciente industrialización, metalización y mecanización del mundo que les rodeaba, incluido el del arte. Aunque originario de ciudades como Turín, Milán, Génova o Róma y de carácter muy heterogéneo, el movimiento tuvo en seguida mucha influencia, gracias a la documenta V de Kassell, en las escenas artísticas europea y americana.
Artistas :
Giovanni Anselmo
Carl Andre
Alighiero Boetti
Joseph Beuys
Pier Paolo Calzolari
Rossella Cosentino
Walter De Maria
Jan Dibbets
Luciano Fabro
Hans Hacke
Eva Hesse
Jannis Kounellis
Richard Long
Mario Merz
Marisa Merz
Robert Morris
Giulio Paolini
Pino Pascali
Giuseppe Penone
Michelangelo Pistoletto
Gilberto Zorio
Acuñado por el crítico y comisario de arte italiano Germano Celant en 1967 para el catálogo de la exposición 'Arte povera – Im Spazio', intentaba describir la tendencia de una nueva generación de artistas italianos a trabajar con materiales nada tradicionales y supuso un importantísima reflexión estética sobre las relaciones entre el material, la obra y su proceso de fabricación y también un claro rechazo hacia la creciente industrialización, metalización y mecanización del mundo que les rodeaba, incluido el del arte. Aunque originario de ciudades como Turín, Milán, Génova o Róma y de carácter muy heterogéneo, el movimiento tuvo en seguida mucha influencia, gracias a la documenta V de Kassell, en las escenas artísticas europea y americana.
Artistas :
Giovanni Anselmo
Carl Andre
Alighiero Boetti
Joseph Beuys
Pier Paolo Calzolari
Rossella Cosentino
Walter De Maria
Jan Dibbets
Luciano Fabro
Hans Hacke
Eva Hesse
Jannis Kounellis
Richard Long
Mario Merz
Marisa Merz
Robert Morris
Giulio Paolini
Pino Pascali
Giuseppe Penone
Michelangelo Pistoletto
Gilberto Zorio
Arte postmoderno
El arte postmoderno es el arte propio de la postmodernidad, teoría socio-cultural que postula la actual vigencia de un periodo histórico que habría superado el proyecto moderno, es decir, la raíz cultural, política y económica propia de la Edad Contemporánea, marcada en lo cultural por la Ilustración, en lo político por la Revolución Francesa y en lo económico por la Revolución Industrial.
Actualmente existe mucha controversia sobre si efectivamente el proyecto moderno está superado o no; ciertamente existe poca perspectiva histórica para poder establecer una ruptura con el periodo anterior e iniciar una nueva era, tan sólo la distancia en el tiempo y un más profundo análisis podrán establecerlo.
Surgido tanto en Europa como en Estados Unidos desde mediados de los años 70, enmarca diversos movimientos como son la transvanguardia italiana, el neoexpresionismo alemán, el neomanierismo, el neominimalismo, el neoconceptualismo, el simulacionismo, etc.
Conceptos teóricos :
El proyecto moderno se caracteriza por el fin del determinismo y de la supremacía de la religión, sustituidos por la razón y la ciencia, el objetivismo y el individualismo, la confianza en la tecnología y el progreso, en las propias capacidades del ser humano; políticamente supone el fin de las monarquías absolutas y su sustitución por la democracia, el poder pasa de la aristocracia a la burguesía, el ciudadano adquiere mayores derechos; económicamente se da el paso de la economía agraria a la economía industrial, al capitalismo. En contraposición a esto, la postmodernidad sería la superación de estos esquemas: se habla del fracaso del proyecto moderno, debido a la actual crisis política, cultural e ideológica. Ya no se cree en el progreso, no hay confianza en el futuro, se ha renunciado a las utopías, las clases sociales se han diluido, la economía se ha globalizado; es una época de desencanto, de individualismo, de introspección.
El arte postmoderno se caracteriza por su oposición al proyecto del arte moderno visto como una evolución, como un reflejo de la sociedad que lo envuelve y lo genera; rechazan principalmente el principio programático del arte de vanguardia de principios del siglo XX. Los postmodernos asumen el fracaso de los movimientos de vanguardia como el fracaso del proyecto moderno: las vanguardias pretendían eliminar la distancia entre el arte y la vida, universalizar el arte; el artista postmoderno, en cambio, es autorreferencial, el arte habla del arte, no pretenden hacer una labor social.
El arte moderno había admitido la imposibilidad de aprehender la realidad, evolucionando incluso a formas artísticas inmateriales: el minimal, el arte conceptual, el land-art, el body-art, el arte povera, el happening; esta crisis del objeto artístico fracasó en gran parte debido a las galerías, que se apropiaron de estos nuevos estilos y los mercantilizaron. El arte postmoderno vuelve sin pudor al sustrato material tradicional, a la obra de arte-objeto, al ”arte por el arte”, sin pretender hacer ninguna revolución, ninguna ruptura. Así como en el pop-art la imagen tenía por misión desmitificar, hacer una alienación y objetualización del mundo contemporáneo, en el arte postmoderno se da la imagen por la imagen, sin contenido ni significación, como simple producto de la sociedad consumista.
Los postmodernos afirman que el fracaso del arte de vanguardia es la imposibilidad de incidencia en la Historia real, en el comportamiento de las colectividades, por mucho que recurra a la denuncia y el compromiso. Se ha producido un desfase entre el arte y la sociedad, ya que el artista ha evolucionado, pero el público se ha quedado en un modelo de percepción proveniente de cánones clásicos. Ante la crisis del objeto artístico en los años 70, los postmodernos lo retoman como reivindicación del arte como institución, toda vez que ha fracasado la pretensión vanguardista de integrar el arte con la sociedad. Frente a las propuestas del arte de vanguardia, los postmodernos no plantean nuevas ideas, ni éticas ni estéticas; tan sólo reinterpretan la realidad que les envuelve, mediante la repetición de imágenes anteriores, que pierden así su sentido. La repetición encierra el marco del arte en el arte mismo, se asume el fracaso del compromiso artístico, la incapacidad del arte para transformar la vida cotidiana.
Queda por ver en el futuro devenir histórico cómo se establecerán las actuales corrientes postmodernas en el marco histórico-social, así como su relación con los otros movimientos aún calificados de modernos, que en muchos casos conviven en el tiempo. La historiografía no está de acuerdo en marcar tan rápidamente diferencias y rupturas entre ambos periodos; incluso algunos historiadores ven una relación intrínseca entre ellos: Valeriano Bozal[1] afirma que no hay ruptura entre modernidad y postmodernidad, sino una interrelación entre ambas; la postmodernidad sería una etapa de la modernidad, una fase de reflexión sobre sí misma. El tiempo dirá cuál de las dos posturas es la correcta, si presenciamos un nuevo periodo histórico o una fase más del que actualmente vivimos.
Características del arte postmoderno :
Frente a la idea de progreso, evolución e innovación de las vanguardias artísticas, el arte postmoderno defiende la cultura popular, la hibridación; se caracteriza por el eclecticismo, la mixtificación, el “nomadismo” –ir de un estilo a otro–, la deconstrucción –tomar elementos estilísticos del pasado–, etc. Así como la vanguardia se basaba en la innovación, la experimentación, la evolución, los postmodernos vuelven a los métodos clásicos, a la pervivencia de formas y estilos artísticos del pasado, creando una mezcolanza de estilos, cayendo en la repetición, la reinterpretación; el resultado de esta mezcla indiscriminada de temas y estilos da lugar al “pastiche”, concepto que los postmodernos asumen con orgullo.
Se incide en la tradición como vuelta a modelos clásicos de programa artístico. El artista es libre para transitar en cualquier época o estilo del pasado, tomando libremente cualquier referencia de otros autores. Suelen ser obras figurativas –aunque sin rechazar lo abstracto–, con referencias iconográficas, con gusto por lo fragmentario. Los artistas postmodernos recurren por igual al arte clásico y al de vanguardia, incluso los movimientos artísticos inmediatamente anteriores a ellos. Asimismo, mezclan imágenes del arte tradicional con el cómic, el graffiti, imágenes publicitarias o de medios de comunicación de masas. También recurren a todo tipo de técnicas artísticas, desde las tradicionales a las derivadas de la nuevas tecnologías. Todo ello lo reinterpretan de una forma subjetiva, personal, pero de forma indiscriminada e irreflexiva, sin pretender evocar algún tipo de concepto o enviar ningún mensaje. Asumen el arte como objeto y como finalidad en sí mismo, no como vehículo de transmisión de una realidad cultural circundante.
Por último, hay que remarcar que dentro del arte postmoderno hay una gran variedad estilística y conceptual, los diversos movimientos que lo integran –y dentro de éstos los diferentes artistas, cada uno con su sello personal– son heterodoxos y diversificados, sin carácter programático, cada uno con distintas finalidades y muy diversas peculiaridades. Hay notables diferencias según la geografía, sobre todo entre Europa y Estados Unidos, donde tiene quizá un tinte más crítico y reflexivo que el arte postmoderno europeo. Quizá por eso muchos críticos no ven un sello unívoco al arte postmoderno, sino que lo consideran un “cajón de sastre” donde situar diversas tendencias que sólo tienen en común su oposición al proyecto moderno. Aún así, el arte posmoderno será sin duda, con ese nombre u otro que pueda recibir en el futuro con más perspectiva histórica, el arte propio de finales del siglo XX y principios del XXI.
Actualmente existe mucha controversia sobre si efectivamente el proyecto moderno está superado o no; ciertamente existe poca perspectiva histórica para poder establecer una ruptura con el periodo anterior e iniciar una nueva era, tan sólo la distancia en el tiempo y un más profundo análisis podrán establecerlo.
Surgido tanto en Europa como en Estados Unidos desde mediados de los años 70, enmarca diversos movimientos como son la transvanguardia italiana, el neoexpresionismo alemán, el neomanierismo, el neominimalismo, el neoconceptualismo, el simulacionismo, etc.
Conceptos teóricos :
El proyecto moderno se caracteriza por el fin del determinismo y de la supremacía de la religión, sustituidos por la razón y la ciencia, el objetivismo y el individualismo, la confianza en la tecnología y el progreso, en las propias capacidades del ser humano; políticamente supone el fin de las monarquías absolutas y su sustitución por la democracia, el poder pasa de la aristocracia a la burguesía, el ciudadano adquiere mayores derechos; económicamente se da el paso de la economía agraria a la economía industrial, al capitalismo. En contraposición a esto, la postmodernidad sería la superación de estos esquemas: se habla del fracaso del proyecto moderno, debido a la actual crisis política, cultural e ideológica. Ya no se cree en el progreso, no hay confianza en el futuro, se ha renunciado a las utopías, las clases sociales se han diluido, la economía se ha globalizado; es una época de desencanto, de individualismo, de introspección.
El arte postmoderno se caracteriza por su oposición al proyecto del arte moderno visto como una evolución, como un reflejo de la sociedad que lo envuelve y lo genera; rechazan principalmente el principio programático del arte de vanguardia de principios del siglo XX. Los postmodernos asumen el fracaso de los movimientos de vanguardia como el fracaso del proyecto moderno: las vanguardias pretendían eliminar la distancia entre el arte y la vida, universalizar el arte; el artista postmoderno, en cambio, es autorreferencial, el arte habla del arte, no pretenden hacer una labor social.
El arte moderno había admitido la imposibilidad de aprehender la realidad, evolucionando incluso a formas artísticas inmateriales: el minimal, el arte conceptual, el land-art, el body-art, el arte povera, el happening; esta crisis del objeto artístico fracasó en gran parte debido a las galerías, que se apropiaron de estos nuevos estilos y los mercantilizaron. El arte postmoderno vuelve sin pudor al sustrato material tradicional, a la obra de arte-objeto, al ”arte por el arte”, sin pretender hacer ninguna revolución, ninguna ruptura. Así como en el pop-art la imagen tenía por misión desmitificar, hacer una alienación y objetualización del mundo contemporáneo, en el arte postmoderno se da la imagen por la imagen, sin contenido ni significación, como simple producto de la sociedad consumista.
Los postmodernos afirman que el fracaso del arte de vanguardia es la imposibilidad de incidencia en la Historia real, en el comportamiento de las colectividades, por mucho que recurra a la denuncia y el compromiso. Se ha producido un desfase entre el arte y la sociedad, ya que el artista ha evolucionado, pero el público se ha quedado en un modelo de percepción proveniente de cánones clásicos. Ante la crisis del objeto artístico en los años 70, los postmodernos lo retoman como reivindicación del arte como institución, toda vez que ha fracasado la pretensión vanguardista de integrar el arte con la sociedad. Frente a las propuestas del arte de vanguardia, los postmodernos no plantean nuevas ideas, ni éticas ni estéticas; tan sólo reinterpretan la realidad que les envuelve, mediante la repetición de imágenes anteriores, que pierden así su sentido. La repetición encierra el marco del arte en el arte mismo, se asume el fracaso del compromiso artístico, la incapacidad del arte para transformar la vida cotidiana.
Queda por ver en el futuro devenir histórico cómo se establecerán las actuales corrientes postmodernas en el marco histórico-social, así como su relación con los otros movimientos aún calificados de modernos, que en muchos casos conviven en el tiempo. La historiografía no está de acuerdo en marcar tan rápidamente diferencias y rupturas entre ambos periodos; incluso algunos historiadores ven una relación intrínseca entre ellos: Valeriano Bozal[1] afirma que no hay ruptura entre modernidad y postmodernidad, sino una interrelación entre ambas; la postmodernidad sería una etapa de la modernidad, una fase de reflexión sobre sí misma. El tiempo dirá cuál de las dos posturas es la correcta, si presenciamos un nuevo periodo histórico o una fase más del que actualmente vivimos.
Características del arte postmoderno :
Frente a la idea de progreso, evolución e innovación de las vanguardias artísticas, el arte postmoderno defiende la cultura popular, la hibridación; se caracteriza por el eclecticismo, la mixtificación, el “nomadismo” –ir de un estilo a otro–, la deconstrucción –tomar elementos estilísticos del pasado–, etc. Así como la vanguardia se basaba en la innovación, la experimentación, la evolución, los postmodernos vuelven a los métodos clásicos, a la pervivencia de formas y estilos artísticos del pasado, creando una mezcolanza de estilos, cayendo en la repetición, la reinterpretación; el resultado de esta mezcla indiscriminada de temas y estilos da lugar al “pastiche”, concepto que los postmodernos asumen con orgullo.
Se incide en la tradición como vuelta a modelos clásicos de programa artístico. El artista es libre para transitar en cualquier época o estilo del pasado, tomando libremente cualquier referencia de otros autores. Suelen ser obras figurativas –aunque sin rechazar lo abstracto–, con referencias iconográficas, con gusto por lo fragmentario. Los artistas postmodernos recurren por igual al arte clásico y al de vanguardia, incluso los movimientos artísticos inmediatamente anteriores a ellos. Asimismo, mezclan imágenes del arte tradicional con el cómic, el graffiti, imágenes publicitarias o de medios de comunicación de masas. También recurren a todo tipo de técnicas artísticas, desde las tradicionales a las derivadas de la nuevas tecnologías. Todo ello lo reinterpretan de una forma subjetiva, personal, pero de forma indiscriminada e irreflexiva, sin pretender evocar algún tipo de concepto o enviar ningún mensaje. Asumen el arte como objeto y como finalidad en sí mismo, no como vehículo de transmisión de una realidad cultural circundante.
Por último, hay que remarcar que dentro del arte postmoderno hay una gran variedad estilística y conceptual, los diversos movimientos que lo integran –y dentro de éstos los diferentes artistas, cada uno con su sello personal– son heterodoxos y diversificados, sin carácter programático, cada uno con distintas finalidades y muy diversas peculiaridades. Hay notables diferencias según la geografía, sobre todo entre Europa y Estados Unidos, donde tiene quizá un tinte más crítico y reflexivo que el arte postmoderno europeo. Quizá por eso muchos críticos no ven un sello unívoco al arte postmoderno, sino que lo consideran un “cajón de sastre” donde situar diversas tendencias que sólo tienen en común su oposición al proyecto moderno. Aún así, el arte posmoderno será sin duda, con ese nombre u otro que pueda recibir en el futuro con más perspectiva histórica, el arte propio de finales del siglo XX y principios del XXI.
martes, 16 de septiembre de 2008
Es impropio hablar de Edad Media en otras civilizaciones . Parte 3
Las grandes migraciones de la época de las invasiones significaron paradójicamente un cierre al contacto de Occidente con el resto del mundo. Muy pocas noticias tenían los europeos del milenio medieval (tanto los de la cristiandad latina como los de la cristiandad oriental) de que, aparte de la civilización islámica, que ejerció de puente pero también de obstáculo entre Europa y el resto del Viejo Mundo,[16] se desarrollaban otras civilizaciones. Incluso un vasto reino cristiano como el de Etiopía, al quedar aislado, se convirtió en el imaginario cultural en el mítico reino del Preste Juan, apenas distinguible de las islas atlánticas de San Borondón y del resto de las maravillas dibujadas en los bestiarios y los escasos, rudimentarios e imaginativos mapas. El desarrollo marcadamente autónomo de China, la más desarrollada civilización de la época (aunque volcada hacia su propio interior y ensimismada en sus ciclos dinásticos: Sui, Tang, Song, Yuan y Ming), y la escasez de contactos con ella (el viaje de Marco Polo, o la mucho más importante expedición de Zheng He), que destacan justamente por lo inusuales y por su ausencia de continuidad, no permiten denominar a los siglos V al XV de su historia como historia medieval, aunque a veces se haga, incluso en publicaciones especializadas, más o menos impropiamente.[17]
La Historia de Japón (que durante este periodo estaba en formación como civilización, adaptando las influencias chinas a la cultura autóctona y expandiéndose desde las islas meridionales a las septentrionales), a pesar de su mayor lejanía y aislamiento, suele ser paradójicamente más asociada al término medieval; aunque tal denominación es acotada por la historiografía, significativamente, a un periodo medieval que se localiza entre los años 1000 y 1868, para adecuarse al denominado feudalismo japonés anterior a la era Meiji (véase también shogunato, han y castillo japonés).[18]
La Historia de la India o la del África negra a partir del siglo VII contaron con una mayor o menor influencia musulmana, pero se atuvieron a dinámicas propias bien diferentes (Sultanato de Delhi, Sultanato de Bahmani, Imperio Vijayanagara -en la India- Imperio de Malí, Imperio Songhay -en África negra-). Incluso llegó a producirse una destacada intervención sahariana en el mundo mediterráneo occidental: el Imperio Almorávide.
De un modo todavía más claro, la Historia de América (que atravesaba sus periodos clásico y postclásico) no tuvo ningún tipo de contacto con el Viejo Mundo, más allá de la llegada de la denominada Colonización vikinga en América que se limitó a una reducida y efímera presencia en Groenlandia y la enigmática Vinland, o la posibles posteriores expediciones de balleneros vascos en parecidas zonas del Atlántico Norte, aunque este hecho ha de entenderse en el contexto del gran desarrollo de la navegación de los últimos siglos de la Baja Edad media, ya encaminada a la Era de los Descubrimientos.
Lo que si ocurrió, y puede considerarse como una constante del periodo medieval, fue la periódica repetición de puntuales interferencias centroasiáticas en Europa y el Próximo Oriente en forma de invasiones de pueblos del Asia Central, destacadamente los turcos (köktürks, jázaros, otomanos) y los mongoles (unificados por Gengis Kan) y cuya Horda de Oro estuvo presente en Europa Oriental y conformó la personalidad de los estados cristianos que se crearon, a veces vasallos y a veces resistentes, en las estepas rusas y ucranianas. Incluso en una rara ocasión, la primitiva diplomacia de los reinos europeos bajomedievales vio la posiblidad de utilizar a los primeros como contrapeso a los segundos: la frustrada embajada de Ruy González de Clavijo a la corte de Tamerlán en Samarcanda, en el contexto del asedio mongol de Damasco, un momento muy delicado (1401-1406) en el que también intervino como diplomático Ibn Jaldún. Los mongoles ya habían saqueado Bagdad en una incursión de 1258.[19]
El inicio de la Edad Media :
Aunque se han propuesto varias fechas para el inicio de la Edad Media, de las cuales la más extendida es la del año 476, lo cierto es que no podemos ubicar el inicio de una forma tan exacta ya que la Edad Media no nace, sino que "se hace" a consecuencia de todo un largo y lento proceso que se extiende por espacio de cinco siglos y que provoca cambios enormes a todos los niveles de una forma muy profunda que incluso repercutirán hasta nuestros días. Podemos considerar que ese proceso empieza con la crisis del siglo III, vinculada a los problemas de reproducción inherentes al modo de producción esclavista, que necesitaba una expansión imperial continua que ya no se producía tras la fijación del limes romano. Posiblemente también confluyeran factores climáticos para la sucesión de malas cosechas y epidemias; y de un modo mucho más evidente las primeras invasiones germánicas y sublevaciones campesinas (bagaudas), en un periodo en que se suceden muchos breves y trágicos mandatos imperiales. Desde Caracalla la ciudadanía romana estaba extendida a todos los hombres libres del Imperio, muestra de que tal condición, antes tan codiciada, había dejado de ser atractiva. El Bajo Imperio adquiere un aspecto cada vez más medieval desde principios del siglo IV con las reformas de Diocleciano: difuminación de las diferencias entre los esclavos, cada vez más escasos, y los colonos, campesinos libres, pero sujetos a condiciones cada vez mayores de servidumbre, que pierden la libertad de cambiar de domicilio, teniendo que trabajar siempre la misma tierra; herencia obligatoria de cargos públicos -antes disputados en reñidas elecciones- y oficios artesanales, sometidos a colegiación -precedente de los gremios-, todo para evitar la evasión fiscal y la despoblación de las ciudades, cuyo papel de centro de consumo y de comercio y de articulación de las zonas rurales cada vez es menos importante. Al menos, las reformas consiguen mantener el edificio institucional romano, aunque no sin intensificar la ruralización y aristocratización (pasos claros hacia el feudalismo), sobre todo en Occidente, que queda desvinculado de Oriente con la partición del Imperio. Otro cambio decisivo fue la implantación del cristianismo como nueva religión oficial por el Edicto de Tesalónica de Teodosio I el Grande (380) precedido por el Edicto de Milán (313) con el que Constantino I el Grande recompensó a los hasta entonces subversivos por su providencialista ayuda en la Batalla del Puente Milvio (312), junto con otras presuntas cesiones más temporales cuya fraudulenta reclamación (Pseudo-donación de Constantino) fue una constante de los Estados Pontificios durante toda la Edad Media, incluso tras la evidencia de su refutación por el humanista Lorenzo Valla (1440).
Ningún evento concreto -a pesar de la abundancia y concatenación de hechos catastróficos- determinó por sí mismo el fin de la Edad Antigua y el inicio de la Edad Media: ni los sucesivos saqueos de Roma (por los godos de Alarico I en el 410, por los vándalos en el 455, por las propias tropas imperiales de Ricimero en 472, por los ostrogodos en 546), ni la pavorosa irrupción de los hunos de Atila (450-452, con la Batalla de los Campos Cataláunicos y la extraña entrevista con el papa León I el Magno), ni el derrocamiento de Rómulo Augústulo (último emperador romano de Occidente, por Odoacro el jefe de los hérulos -476-); fueron sucesos que sus contemporáneos consideraran iniciadores de una nueva época. La culminación a finales del siglo V de una serie de procesos de larga duración, entre ellos la grave dislocación económica, las invasiones y el asentamiento de los pueblos germanos en el Imperio Romano, hizo cambiar la faz de Europa. Durante los siguientes 300 años, la Europa Occidental mantuvo un período de unidad cultural, inusual para este continente, instalada sobre la compleja y elaborada cultura del Imperio romano, que nunca llegó a perderse por completo, y el asentamiento del cristianismo. Nunca llegó a olvidarse la herencia clásica grecorromana, y la lengua latina, sometida a transformación (latín medieval), continuó siendo la lengua de cultura en toda Europa occidental, incluso más allá de la Edad Media. El derecho romano y múltiples instituciones continuaron vivas, adaptándose de uno u otro modo. Lo que se operó durante ese amplio periodo de transición (que puede darse por culminado para el año 800, con la coronación de Carlomagno) fue una suerte de fusión con las aportaciones de otras civilizaciones y formaciones sociales, en especial la germánica y la religión cristiana. En los siglos siguientes, aún en la Alta Edad Media, serán otras aportaciones las que se añadan, destacadamente el Islam.
La Historia de Japón (que durante este periodo estaba en formación como civilización, adaptando las influencias chinas a la cultura autóctona y expandiéndose desde las islas meridionales a las septentrionales), a pesar de su mayor lejanía y aislamiento, suele ser paradójicamente más asociada al término medieval; aunque tal denominación es acotada por la historiografía, significativamente, a un periodo medieval que se localiza entre los años 1000 y 1868, para adecuarse al denominado feudalismo japonés anterior a la era Meiji (véase también shogunato, han y castillo japonés).[18]
La Historia de la India o la del África negra a partir del siglo VII contaron con una mayor o menor influencia musulmana, pero se atuvieron a dinámicas propias bien diferentes (Sultanato de Delhi, Sultanato de Bahmani, Imperio Vijayanagara -en la India- Imperio de Malí, Imperio Songhay -en África negra-). Incluso llegó a producirse una destacada intervención sahariana en el mundo mediterráneo occidental: el Imperio Almorávide.
De un modo todavía más claro, la Historia de América (que atravesaba sus periodos clásico y postclásico) no tuvo ningún tipo de contacto con el Viejo Mundo, más allá de la llegada de la denominada Colonización vikinga en América que se limitó a una reducida y efímera presencia en Groenlandia y la enigmática Vinland, o la posibles posteriores expediciones de balleneros vascos en parecidas zonas del Atlántico Norte, aunque este hecho ha de entenderse en el contexto del gran desarrollo de la navegación de los últimos siglos de la Baja Edad media, ya encaminada a la Era de los Descubrimientos.
Lo que si ocurrió, y puede considerarse como una constante del periodo medieval, fue la periódica repetición de puntuales interferencias centroasiáticas en Europa y el Próximo Oriente en forma de invasiones de pueblos del Asia Central, destacadamente los turcos (köktürks, jázaros, otomanos) y los mongoles (unificados por Gengis Kan) y cuya Horda de Oro estuvo presente en Europa Oriental y conformó la personalidad de los estados cristianos que se crearon, a veces vasallos y a veces resistentes, en las estepas rusas y ucranianas. Incluso en una rara ocasión, la primitiva diplomacia de los reinos europeos bajomedievales vio la posiblidad de utilizar a los primeros como contrapeso a los segundos: la frustrada embajada de Ruy González de Clavijo a la corte de Tamerlán en Samarcanda, en el contexto del asedio mongol de Damasco, un momento muy delicado (1401-1406) en el que también intervino como diplomático Ibn Jaldún. Los mongoles ya habían saqueado Bagdad en una incursión de 1258.[19]
El inicio de la Edad Media :
Aunque se han propuesto varias fechas para el inicio de la Edad Media, de las cuales la más extendida es la del año 476, lo cierto es que no podemos ubicar el inicio de una forma tan exacta ya que la Edad Media no nace, sino que "se hace" a consecuencia de todo un largo y lento proceso que se extiende por espacio de cinco siglos y que provoca cambios enormes a todos los niveles de una forma muy profunda que incluso repercutirán hasta nuestros días. Podemos considerar que ese proceso empieza con la crisis del siglo III, vinculada a los problemas de reproducción inherentes al modo de producción esclavista, que necesitaba una expansión imperial continua que ya no se producía tras la fijación del limes romano. Posiblemente también confluyeran factores climáticos para la sucesión de malas cosechas y epidemias; y de un modo mucho más evidente las primeras invasiones germánicas y sublevaciones campesinas (bagaudas), en un periodo en que se suceden muchos breves y trágicos mandatos imperiales. Desde Caracalla la ciudadanía romana estaba extendida a todos los hombres libres del Imperio, muestra de que tal condición, antes tan codiciada, había dejado de ser atractiva. El Bajo Imperio adquiere un aspecto cada vez más medieval desde principios del siglo IV con las reformas de Diocleciano: difuminación de las diferencias entre los esclavos, cada vez más escasos, y los colonos, campesinos libres, pero sujetos a condiciones cada vez mayores de servidumbre, que pierden la libertad de cambiar de domicilio, teniendo que trabajar siempre la misma tierra; herencia obligatoria de cargos públicos -antes disputados en reñidas elecciones- y oficios artesanales, sometidos a colegiación -precedente de los gremios-, todo para evitar la evasión fiscal y la despoblación de las ciudades, cuyo papel de centro de consumo y de comercio y de articulación de las zonas rurales cada vez es menos importante. Al menos, las reformas consiguen mantener el edificio institucional romano, aunque no sin intensificar la ruralización y aristocratización (pasos claros hacia el feudalismo), sobre todo en Occidente, que queda desvinculado de Oriente con la partición del Imperio. Otro cambio decisivo fue la implantación del cristianismo como nueva religión oficial por el Edicto de Tesalónica de Teodosio I el Grande (380) precedido por el Edicto de Milán (313) con el que Constantino I el Grande recompensó a los hasta entonces subversivos por su providencialista ayuda en la Batalla del Puente Milvio (312), junto con otras presuntas cesiones más temporales cuya fraudulenta reclamación (Pseudo-donación de Constantino) fue una constante de los Estados Pontificios durante toda la Edad Media, incluso tras la evidencia de su refutación por el humanista Lorenzo Valla (1440).
Ningún evento concreto -a pesar de la abundancia y concatenación de hechos catastróficos- determinó por sí mismo el fin de la Edad Antigua y el inicio de la Edad Media: ni los sucesivos saqueos de Roma (por los godos de Alarico I en el 410, por los vándalos en el 455, por las propias tropas imperiales de Ricimero en 472, por los ostrogodos en 546), ni la pavorosa irrupción de los hunos de Atila (450-452, con la Batalla de los Campos Cataláunicos y la extraña entrevista con el papa León I el Magno), ni el derrocamiento de Rómulo Augústulo (último emperador romano de Occidente, por Odoacro el jefe de los hérulos -476-); fueron sucesos que sus contemporáneos consideraran iniciadores de una nueva época. La culminación a finales del siglo V de una serie de procesos de larga duración, entre ellos la grave dislocación económica, las invasiones y el asentamiento de los pueblos germanos en el Imperio Romano, hizo cambiar la faz de Europa. Durante los siguientes 300 años, la Europa Occidental mantuvo un período de unidad cultural, inusual para este continente, instalada sobre la compleja y elaborada cultura del Imperio romano, que nunca llegó a perderse por completo, y el asentamiento del cristianismo. Nunca llegó a olvidarse la herencia clásica grecorromana, y la lengua latina, sometida a transformación (latín medieval), continuó siendo la lengua de cultura en toda Europa occidental, incluso más allá de la Edad Media. El derecho romano y múltiples instituciones continuaron vivas, adaptándose de uno u otro modo. Lo que se operó durante ese amplio periodo de transición (que puede darse por culminado para el año 800, con la coronación de Carlomagno) fue una suerte de fusión con las aportaciones de otras civilizaciones y formaciones sociales, en especial la germánica y la religión cristiana. En los siglos siguientes, aún en la Alta Edad Media, serán otras aportaciones las que se añadan, destacadamente el Islam.
Medievalismo. Parte 2.
Medievalismo es tanto la cualidad o carácter de medieval,[12] como el interés por la época y los temas medievales y su estudio; y medievalista el especialista en estas materias.[13] El descrédito de la Edad Media fue una constante durante la Edad Moderna, en la que Humanismo, Renacimiento, Racionalismo, Clasicismo e Ilustración se afirman como reacciones contra ella, o más bien contra lo que entienden que significaba, o contra los rasgos de su propio presente que intentan descalificar como pervivencias medievales. No obstante desde fines del siglo XVI se producen interesantes recopilaciones de fuentes documentales medievales que buscan un método crítico para la ciencia histórica. El Romanticismo y el Nacionalismo del siglo XIX revalorizaron la Edad Media como parte de su programa estético y como reacción anti-académica (poesía y drama románticos, novela histórica, nacionalismo musical, ópera), además de como única posibilidad de encontrar base histórica a las emergentes naciones (pintura de historia, arquitectura historicista, sobre todo el neogótico -labor restauradora y recreadora de Eugène Viollet-le-Duc- y el neomudéjar). Los abusos románticos de la ambientación medieval (exotismo), produjeron ya a mediados del siglo XIX la reacción del realismo.[14] Otro tipo de abusos son los que dan lugar a una abundante literatura pseudohistórica que llega hasta el presente, y que ha encontrado la fórmula del éxito mediático entremezclando temas esotéricos sacados de partes más o menos oscuras de la Edad Media (Archivo Secreto Vaticano, templarios, rosacruces, masones y el mismísimo Santo Grial).[15] Algunos de ellos se vincularon al nazismo, como el alemán Otto Rahn. Por otro lado, hay abundancia de otros tipos de producciones artísticas de ficción de diversa calidad y orientación inspiradas en la Edad Media (literatura, cine, cómic). También se han desarrollado en el siglo XX otros movimientos medievalistas: un medievalismo historiográfico serio, centrado en la renovación metodológica (fundamentalmente por la incorporación de la perspectiva económica y social aportada por el materialismo histórico y la Escuela de los Annales) y un medievalismo popular (espectáculos medievales, más o menos genuinos, como actualización del pasado en el que la comunidad se identifica, lo que se ha venido en llamar memoria histórica).
Edad Media. Parte 1
La Edad Media o Medievo es el período histórico de la Civilización Occidental comprendido entre el siglo V y el XV. Su comienzo se sitúa tradicionalmente en el año 476 con la caída del Imperio Romano de Occidente y su fin en 1492 con el descubrimiento de América,[1] o en 1453 con la caída del Imperio Bizantino, fecha que tiene la ventaja de coincidir con la invención de la imprenta (Biblia de Gutenberg) y con el fin de la Guerra de los Cien Años.
Actualmente los historiadores del periodo prefieren matizar esta ruptura entre Antigüedad y Edad Media de forma que entre los siglos III y VIII se suele hablar de Antigüedad Tardía, que habría sido una gran etapa de transición en todos los ámbitos: en lo económico, para la sustitución del modo de producción esclavista por el modo de producción feudal; en lo social, para la desaparición del concepto de ciudadanía romana y la definición de los estamentos medievales, en lo político para la descomposición de las estructuras centralizadas del Imperio romano que dió paso a una dispersión del poder; y en lo ideológico y cultural para la absorción y sustitución de la cultura clásica por las teocéntricas culturas cristiana o islámica (cada una en su espacio).[2]
Suele dividirse en dos grandes períodos: Temprana o Alta Edad Media (siglo V a siglo X, sin una clara diferenciación con la Antigüedad Tardía); y Baja Edad Media (siglo XI a siglo XV), que a su vez puede dividirse en un periodo de plenitud, la Plena Edad Media (siglo XI al siglo XIII), y los dos últimos siglos que presenciaron la Crisis de la Edad Media o del siglo XIV.
Aunque hay algunos ejemplos de utilización previa,[3] el concepto de Edad Media nació como la segunda edad de la división tradicional del tiempo histórico debida a Cristóbal Cellarius (Historia Medii Aevi a temporibus Constanini Magni ad Constaninopolim a Turcis captam deducta (Jena, 1688),[4] quien la consideraba un tiempo intermedio, sin apenas valor por sí mismo, entre la Edad Antigua identificada con el arte y la cultura de la civilización grecorromana de la Antigüedad clásica y la renovación cultural de la Edad Moderna -en la que él se sitúa- que comienza con el Renacimiento y el Humanismo. La popularización de este esquema ha perpetuado un preconcepto erróneo: el de considerar a la Edad Media como una época oscura, sumida en el retroceso intelectual y cultural, y un aletargamiento social y económico secular (que a su vez se asocia con el feudalismo en sus rasgos más oscurantistas, tal como se definió por los revolucionarios que combatieron el Antiguo Régimen). Sería un periodo dominado por el aislamiento, la ignorancia, la teocracia, la superstición y el miedo milenarista alimentado por la inseguridad endémica, la violencia y la brutalidad de guerras e invasiones constantes y epidemias apocalípticas.[5]
Sin embargo, en este largo periodo de mil años hubo todo tipo de hechos y procesos muy diferentes entre sí, diferenciados temporal y geográficamente, respondiendo tanto a influencias mutuas con otras civilizaciones y espacios como a dinámicas internas. Muchos de ellos tuvieron una gran proyección hacia el futuro, entre otros los que sentaron las bases del desarrollo de la posterior expansión europea, y el desarrollo de los agentes sociales que desarrollaron una sociedad estamental de base predominantemente rural pero que presenció el nacimiento de una incipiente vida urbana y una burguesía que con el tiempo desarrollarán el capitalismo.[6] Lejos de ser una época inmovilista, la Edad Media, que había comenzado con migraciones de pueblos enteros, y continuado con grandes procesos repobladores (Repoblación en la Península Ibérica, Ostsiedlung en Europa Oriental) vio cómo en sus últimos siglos los antiguos caminos (muchos de ellos vías romanas decaídas) se reparaban y modernizaban con airosos puentes, y se llenaban de toda clase de viajeros (guerreros, peregrinos, mercaderes, estudiantes, goliardos) encarnando la metáfora espiritual de la vida como un viaje (homo viator).[7]
También surgieron en la Edad Media formas políticas nuevas, que van desde el califato islámico a los poderes universales de la cristiandad latina (Pontificado e Imperio) o el Imperio Bizantino y los reinos eslavos integrados en la cristiandad oriental (aculturación y evangelización de Cirilo y Metodio); y en menor escala, todo tipo de ciudades estado, desde las pequeñas ciudades episcopales alemanas hasta repúblicas que mantuvieron imperios marítimos como Venecia; dejando en la mitad de la escala a la que tuvo mayor proyección futura: las monarquías feudales, que transformadas en monarquías autoritarias prefiguran el estado moderno.
De hecho, todos los conceptos asociados a lo que se ha venido en llamar modernidad aparecen en la Edad Media, en sus aspectos intelectuales con la misma crisis de la escolástica.[8] Ninguno de ellos sería entendible sin el propio feudalismo, se entienda este como modo de producción (basado en las relaciones sociales de producción en torno a la tierra del feudo) o como sistema político (basado en las relaciones personales de poder en torno a la institución del vasallaje), según las distintas interpretaciones historiográficas.[9]
El choque de civilizaciones entre Cristiandad e Islam, manifestado en la ruptura de la unidad del Mediterráneo (hito fundamental de la época, según Henri Pirenne, en su clásico Mahoma y Carlomagno[10] ), la Reconquista española y las Cruzadas; tuvo también su parte de fértil intercambio cultural (escuela de Traductores de Toledo, Escuela Médica Salernitana) que amplió los horizontes intelectuales de Europa, hasta entonces limitada a los restos de la cultura clásica salvados por el monacato altomedieval y adaptados al cristianismo.
La Edad Media realizó una curiosa combinación entre la diversidad y la unidad. La diversidad fue el nacimiento de las incipientes naciones... La unidad, o una determinada unidad, procedía de la religión cristiana, que se impuso en todas partes... esta religión reconocía la distinción entre clérigos y laicos, de manera que se puede decir que... señaló el nacimiento de una sociedad laica. ... Todo esto significa que la Edad Media fue el período en que apareció y se construyó Europa.[11]
Esa misma Europa Occidental produjo una impresionante sucesión de estilos artísticos (prerrománico, románico y gótico), que en las zonas fronterizas se mestizaron también con el arte islámico (mudéjar, arte andalusí, arte árabe-normando) o con el arte bizantino.
Artículo principal: Arte medieval
La ciencia medieval no respondía a una metodología moderna, pero tampoco lo había hecho la de los autores clásicos, que se ocuparon de la naturaleza desde su propia perspectiva; y en ambas edades sin conexión con el mundo de las técnicas, que estaba relegado al trabajo manual de artesanos y campesinos, responsables de un lento pero constante progreso en las herramientas y procesos productivos. La diferenciación entre oficios viles y mecánicos y profesiones liberales vinculadas al estudio intelectual convivió con una teórica puesta en valor espiritual del trabajo en el entorno de los monasterios benedictinos, cuestión que no pasó de ser un ejercicio piadoso, sobrepasado por la mucho más trascendente valoración de la pobreza, determinada por la estructura económica y social y que se expresó en el pensamiento económico medieval.
Actualmente los historiadores del periodo prefieren matizar esta ruptura entre Antigüedad y Edad Media de forma que entre los siglos III y VIII se suele hablar de Antigüedad Tardía, que habría sido una gran etapa de transición en todos los ámbitos: en lo económico, para la sustitución del modo de producción esclavista por el modo de producción feudal; en lo social, para la desaparición del concepto de ciudadanía romana y la definición de los estamentos medievales, en lo político para la descomposición de las estructuras centralizadas del Imperio romano que dió paso a una dispersión del poder; y en lo ideológico y cultural para la absorción y sustitución de la cultura clásica por las teocéntricas culturas cristiana o islámica (cada una en su espacio).[2]
Suele dividirse en dos grandes períodos: Temprana o Alta Edad Media (siglo V a siglo X, sin una clara diferenciación con la Antigüedad Tardía); y Baja Edad Media (siglo XI a siglo XV), que a su vez puede dividirse en un periodo de plenitud, la Plena Edad Media (siglo XI al siglo XIII), y los dos últimos siglos que presenciaron la Crisis de la Edad Media o del siglo XIV.
Aunque hay algunos ejemplos de utilización previa,[3] el concepto de Edad Media nació como la segunda edad de la división tradicional del tiempo histórico debida a Cristóbal Cellarius (Historia Medii Aevi a temporibus Constanini Magni ad Constaninopolim a Turcis captam deducta (Jena, 1688),[4] quien la consideraba un tiempo intermedio, sin apenas valor por sí mismo, entre la Edad Antigua identificada con el arte y la cultura de la civilización grecorromana de la Antigüedad clásica y la renovación cultural de la Edad Moderna -en la que él se sitúa- que comienza con el Renacimiento y el Humanismo. La popularización de este esquema ha perpetuado un preconcepto erróneo: el de considerar a la Edad Media como una época oscura, sumida en el retroceso intelectual y cultural, y un aletargamiento social y económico secular (que a su vez se asocia con el feudalismo en sus rasgos más oscurantistas, tal como se definió por los revolucionarios que combatieron el Antiguo Régimen). Sería un periodo dominado por el aislamiento, la ignorancia, la teocracia, la superstición y el miedo milenarista alimentado por la inseguridad endémica, la violencia y la brutalidad de guerras e invasiones constantes y epidemias apocalípticas.[5]
Sin embargo, en este largo periodo de mil años hubo todo tipo de hechos y procesos muy diferentes entre sí, diferenciados temporal y geográficamente, respondiendo tanto a influencias mutuas con otras civilizaciones y espacios como a dinámicas internas. Muchos de ellos tuvieron una gran proyección hacia el futuro, entre otros los que sentaron las bases del desarrollo de la posterior expansión europea, y el desarrollo de los agentes sociales que desarrollaron una sociedad estamental de base predominantemente rural pero que presenció el nacimiento de una incipiente vida urbana y una burguesía que con el tiempo desarrollarán el capitalismo.[6] Lejos de ser una época inmovilista, la Edad Media, que había comenzado con migraciones de pueblos enteros, y continuado con grandes procesos repobladores (Repoblación en la Península Ibérica, Ostsiedlung en Europa Oriental) vio cómo en sus últimos siglos los antiguos caminos (muchos de ellos vías romanas decaídas) se reparaban y modernizaban con airosos puentes, y se llenaban de toda clase de viajeros (guerreros, peregrinos, mercaderes, estudiantes, goliardos) encarnando la metáfora espiritual de la vida como un viaje (homo viator).[7]
También surgieron en la Edad Media formas políticas nuevas, que van desde el califato islámico a los poderes universales de la cristiandad latina (Pontificado e Imperio) o el Imperio Bizantino y los reinos eslavos integrados en la cristiandad oriental (aculturación y evangelización de Cirilo y Metodio); y en menor escala, todo tipo de ciudades estado, desde las pequeñas ciudades episcopales alemanas hasta repúblicas que mantuvieron imperios marítimos como Venecia; dejando en la mitad de la escala a la que tuvo mayor proyección futura: las monarquías feudales, que transformadas en monarquías autoritarias prefiguran el estado moderno.
De hecho, todos los conceptos asociados a lo que se ha venido en llamar modernidad aparecen en la Edad Media, en sus aspectos intelectuales con la misma crisis de la escolástica.[8] Ninguno de ellos sería entendible sin el propio feudalismo, se entienda este como modo de producción (basado en las relaciones sociales de producción en torno a la tierra del feudo) o como sistema político (basado en las relaciones personales de poder en torno a la institución del vasallaje), según las distintas interpretaciones historiográficas.[9]
El choque de civilizaciones entre Cristiandad e Islam, manifestado en la ruptura de la unidad del Mediterráneo (hito fundamental de la época, según Henri Pirenne, en su clásico Mahoma y Carlomagno[10] ), la Reconquista española y las Cruzadas; tuvo también su parte de fértil intercambio cultural (escuela de Traductores de Toledo, Escuela Médica Salernitana) que amplió los horizontes intelectuales de Europa, hasta entonces limitada a los restos de la cultura clásica salvados por el monacato altomedieval y adaptados al cristianismo.
La Edad Media realizó una curiosa combinación entre la diversidad y la unidad. La diversidad fue el nacimiento de las incipientes naciones... La unidad, o una determinada unidad, procedía de la religión cristiana, que se impuso en todas partes... esta religión reconocía la distinción entre clérigos y laicos, de manera que se puede decir que... señaló el nacimiento de una sociedad laica. ... Todo esto significa que la Edad Media fue el período en que apareció y se construyó Europa.[11]
Esa misma Europa Occidental produjo una impresionante sucesión de estilos artísticos (prerrománico, románico y gótico), que en las zonas fronterizas se mestizaron también con el arte islámico (mudéjar, arte andalusí, arte árabe-normando) o con el arte bizantino.
Artículo principal: Arte medieval
La ciencia medieval no respondía a una metodología moderna, pero tampoco lo había hecho la de los autores clásicos, que se ocuparon de la naturaleza desde su propia perspectiva; y en ambas edades sin conexión con el mundo de las técnicas, que estaba relegado al trabajo manual de artesanos y campesinos, responsables de un lento pero constante progreso en las herramientas y procesos productivos. La diferenciación entre oficios viles y mecánicos y profesiones liberales vinculadas al estudio intelectual convivió con una teórica puesta en valor espiritual del trabajo en el entorno de los monasterios benedictinos, cuestión que no pasó de ser un ejercicio piadoso, sobrepasado por la mucho más trascendente valoración de la pobreza, determinada por la estructura económica y social y que se expresó en el pensamiento económico medieval.
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