viernes, 17 de octubre de 2008

Cientificos que han ido demasiado lejos

http://www.taringa.net/posts/info/1650938/Cientificos-que-han-ido-demasiado-lejos.html

1)Vladimir Demikhov y su perro bicéfalo 750) this.width=750" border=0> 750) this.width=750" border=0> Es el doctor Vladimir Demikhov, o el doctor Frankestein de los tiempos modernos. Vivio entre 1915 y 1998, y fue uno de los pioneros sovieticos de la cirugia moderna. Comenzo a experimentar con animles en década de 1940 (en 1946 Demikhov reemplazo los aparatos circulatorio y respiratorio de un perro sin usar máquina alguna soporte vital) llegando a su clímax en 1952, al lograr exitosamente transplantarle un corazón a un perro (adelantándose varios años al transplante del doctor Barnard), con esto, se afirmó que la operación era el mayor éxito médico soviético de todos los tiempos. Sin embargo, su experimento más notorio fue el transplante de cabeza que realizó en 1953, Demikhov, por increíble que parezca, logró insertar la cabeza de un cachorro al cuerpo de un mastín adulto. Despues de la operacion, los médicos observaron como el perro anfitrión sufría incluso un rejuvenecimiento. Tambien se llegó a observar a ambos perros salivar y tener sed al mismo tiempo, pero finalmente el animal murió varios días después del transplante. El video muestra un fragmento de la operacion quirurgica, y el perro con dos cabezas, bebiendo agua por ambas de ellas y paseando. Durante los siguientes 15 años, Demikhov realizo otras 24 intervenciones similares, creando todo un ejercito de perros bicefalos, pero ninguno de ellos vivio mas de un mes. Todos murieron por problemas de rechazo de tejidos.
link: http://www.videos-star.com/watch.php?video=NJC5-G7KnKY

2)Joseph Mengele - "el Ángel de la muerte" 750) this.width=750" border=0> 750) this.width=750" border=0> Los gemelos resultaban particularmente interesantes para Mengele. Dicho interés radicaba en las profundas influencias inculcadas por Otmar von Verschuer y Ferdinand Sauerbruch del Instituto Kaiser Wilhelm de Genética y Eugenesia, donde se embebió de los conceptos de herencia y raza pura y el problema judío era el núcleo de las discusiones. Mengele, siguiendo los pasos de Von Verschuer, había desarrollado un fuerte interés por los gemelos como una fuente de información acerca de estos conceptos pseudo-científicos, por tanto, cuando supo que Auschwitz era su destino, no pudo ocultar su satisfacción, pues el campo de concentración era un laboratorio lleno de ratas judías. A partir de 1943, los gemelos eran seleccionados y ubicados en barracones especiales. Cuando en la rampa de selección localizaba gemelos, para éstos constituía una esperanza de alargar la vida el pertenecer a esa condición. Los gemelos eran ubicados en un recinto especial y eran tratados algo mejor que los demás internos. Prácticamente todos los experimentos de Mengele carecían de valor científico, pero fueron financiados por el gobierno nazi. Incluyeron, por ejemplo, intentos de cambiar el color de los ojos mediante la inyección de sustancias químicas en los ojos de niños, amputaciones diversas y otras cirugías brutales y, al menos en una ocasión, un intento de crear siameses artificialmente mediante la unión de venas de hermanos gemelos (la operación fue un fracaso y el único resultado fue que las manos de los niños se infectaron gravemente). Las personas objeto de los experimentos de Mengele, en caso de sobrevivir al experimento, fueron casi siempre asesinados para su posterior disección. Mengele extraía los ojos a sus víctimas y los colocaba en una pared como un muestrario de las variedades heterocromas que existían. Intentó también por la vía química cambiar el color de pelo de los internos mediante la aplicación de dolorosas inyecciones subcutáneas y en algunos casos realizó castraciones y experimentos en la médula espinal dejando paralizados a los intervenidos. En cooperación con otros médicos, Mengele intentó también buscar un método de esterilización masiva; muchas de las víctimas fueron mujeres a las que se les inyectaba diversas sustancias, sucumbiendo muchas de ellas o quedándose estériles en muchos otros casos. En otras ocasiones realizaba experimentos sumergiendo en agua helada a internos fuertes para observar sus reacciones ante la hipotermia. También cooperó con su contraparte de la aviación, el médico Sigmund Rascher de la Luftwaffe para algunos experimentos sometiendo personas a cambios de presiones extremas, los individuos perecían en medio de horrorosas convulsiones por excesiva presión intracraneana. Rascher fue el equivalente de Mengele en el campo de la experimentación con humanos, pero con fines militares. Su perversión anduvo a la par con este último, pero su historia y final fueron muy distintos. Mengele también realizó experimentos con gitanos y judíos que tenían enfermedades hereditarias de enanismo, síndrome de Down, siameses y otras afecciones e incluso con mellizos, diseccionándolos vivos y sumergiendo luego sus cadáveres en una tina con un líquido que consumía las carnes, dejando libres los huesos. Los esqueletos eran enviados a Berlín como un macabro muestrario de la degeneración física de los judíos. Otra de sus líneas de "investigación" fue el Virus etno-específico . Mengele llegó a tener una colección particular de condenados especialmente escogidos para servir en sus ensayos, el trato recibido no era mejor que el de los condenados a las cámaras de gas. En 1944, Mengele deseaba un cambio: aunque estaba orgulloso de sus experimentos, pretendió ascender en el escalafón de las Waffen SS haciéndose evaluar por un inspector. El informe emitido por un coronel SS destacaba la personalidad, profesionalidad y celo del deber de Mengele, que lo ameritaban para un ascenso y un nuevo puesto. Sin embargo, por motivos desconocidos nunca se le reasignó desde Auschwitz. Mengele hizo en una ocasión cargar un vagón de tren con unos cajones que los internos notaron "demasiado pesados para su volumen". Los cajones iban dirigidos a Günzburg y algunos internos dedujeron - correctamente - que los cajones contenían lingotes de oro, provenientes de las extracciones dentales de las víctimas del campo. Éste fue uno de los primeros indicios de que Mengele había presentido el fin de la Alemania Nazi. 3)Johann Conrad Dippel 750) this.width=750" border=0> 750) this.width=750" border=0> Dippel nació el 10 de Agosto de 1673. Era hijo de un pastor luterano, y estudió teología en Giessen en 1693. Publicó varios libros bajo el pseudónimo de Christianus Democritus, en los que discutía que la religión no debía ser un dogma, sino basarse en el sacrificio y el amor al prójimo. Sus teorías le obligaron a huir de sus detractores a través de Holanda, Alemania, Suecia o Dinamarca. Llegó a predicar en Estrasburgo, aunque en la ciudad se dedicó principalmente a aprender alquimia y quiromancia. Sus experimentos para realizar tintes le llevaron a descubrir en 1704 el color azul berlín junto a Heinrich Diesbach, con el que creó una fábrica textil en París. En 1711 se graduó como médico en Leiden. Sus intentos de conseguir el sueño alquímico de convertir el plomo en oro, encontrar el elixir vitae o la piedra filosofal eran a veces plasmados en documentos firmados como Konrad Dippel Frankensteina, tras comenzar a realizar sus experimentos en el Castillo Frankenstein. Pero lo que acrecentó la leyenda negra de Dippel fueron unos experimentos más oscuros. El científico machacaba órganos y huesos animales, que luego filtraba en tubos de hierro. De esta forma creaba el "Aceite de Dippel", que según él prolongaba la vida hasta más allá de los 100 años. Dippel costeaba sus estudios vendiendo el maloliente líquido (que no era realmente sino un estimulante) a los lugareños. Dippel intentaba mejorar su fórmula constantemente. Para ello, terminó robando trozos de cadáveres del cementerio local. Entre varios de esos miembros humanos fue encontrado su propio cuerpo el 25 de Abril de 1734. Johann había estado probando la última mezcla de su aceite, que resultó ser letal. La espuma que asomaba entre los labios de su cadáver le delataba. La gente del pueblo prefirió otra versión: Dippel había firmado un pacto con el diablo para evitar la muerte, y éste se había llevado su alma arrancándosela a través de su boca. 4)Giovanni Aldini y sus bailes eléctricos 750) this.width=750" border=0> La historia de la electricidad está llena de grandes descubrimientos que hacen que la vida sea hoy mucho más sencilla. Pero a su vez, para llegar a estos avances, se ha pasado por muchas prácticas que destacan por su extravagancia. Este es el caso de los estudios de Giovanni Aldini y Andrew Ure, que dedicaron parte de sus vidas a un mismo objetivo: reanimar los cadáveres de personas y animales mediante el uso de la electricidad. Aldini (1762-1834) viajó por toda Europa realizando espectáculos donde demostraba el efecto de electrificar los cuerpos de animales y personas. Su actuación más significativa la realizó en el Royal College of Surgeons de Londres, con el cadáver de un ahorcado llamado George Forster. Mediante dos varas conductoras conectadas a una batería, se dedicó a tocar distintas partes del cuerpo, con lo que el cuerpo empezó a reaccionar de forma visible. Al conectarlas en boca y oreja, la mandíbula empezó a temblar, los músculos cercanos se desfiguraron, y el ojo izquierdo se abrió. Los resultados no fueron mucho más agradables cuando una de las varillas tocó el recto del cadáver. En ese momento, todo el cuerpo empezó a convulsionarse, y como recogieron los diarios de la época, muchos espectadores creyeron que el cuerpo había vuelto a la vida. Pero Aldini nunca dijo que se pudiera esperar semejante efecto con la electricidad. Defendió que el galvanismo se cumplía en los sistemas nervioso y muscular, pero que no se podía hacer nada con el corazón. 5)Andrew Ure 750) this.width=750" border=0> 750) this.width=750" border=0> Y precisamente en los experimentos de Aldini se inspiró otro científico llamado Andrew Ure (1778-1857). En 1818, durante una demostración en Glasgow utilizó el cuerpo de un musculoso hombre de unos 30 años, y de nuevo los resultados causaron estragos. Al colocar una vara en el talón, la pierna se estiró tan violentamente que casi hace caer a uno de los asistentes que intentaba evitar su extensión. Al llevar las varillas al nervio frénico izquierdo y el diafragma, de repente pareció que el cadáver estaba respirando. Por último, al conectar la vara a la frente y al talón, extrañas muecas aparecieron en la cara del muerto. Ira, terror, angustia y horrendas sonrisas hicieron que el público asistente decidiera marcharse, ya fuera por miedo o por náuseas. Espectáculos curiosos, sin duda. 6)Sergei Brukhonenko - el fundador de la cabeza viva 750) this.width=750" border=0> Entre los experimentos aberrantes, el que realizó el médico soviético Sergei Brukhonenko en 1928 merece un puesto de honor. Ese año, utilizando una máquina que realizaba la labor del corazón y los pulmones, logró mantener con vida la cabeza amputada de un perro.
link: http://www.videos-star.com/watch.php?video=rSrIkUXwsNk Para probar que la cabeza del animal, que presentó encima de una mesa, vivía, Brukhonenko mostró que respondía a determinados estímulos. Golpeó la mesa con un martillo y la cabeza se estremeció; la enfocó con una linterna y parpadeó; incluso le dio de comer un trozo de queso que cayó al instante por el extremo seccionado del esófago. El escritor George Bernard Shaw dijo que se sintió tentado de cortarse la cabeza para librarse de los inconvenientes del cuerpo. 7)Dr. Stubbins Ffirth - Bebedor de vomitos 750) this.width=750" border=0> A principios del siglo XIX el Dr. Stubbins Ffirth estaba convencido de que la reducción de casos de fiebre amarilla en invierno indicaba que no era tan contagiosa como se creía, así que se propuso demostrarlo científicamente ¿Cómo? Pues el tipo, ni corto ni perezoso, inició su experimento practicando pequeñas incisiones en su brazo para luego impregnarlo del célebre vómito negro característico de la enfermedad. No contento con ello, y viendo al no enfermar el éxito de su teoría, procedió a beber vómitos, orines y sangre de infectados en una imparable espiral escatológica. Todo por la ciencia. Hoy se sabe que la fiebre amarilla sí es contagiosa, aunque habitualmente se transmite a través de picaduras de mosquito al entrar directamente en el flujo sanguíneo. Así que el Dr. Ffirth más que un genio de la medicina fue un tipo afortunado...

8)Shiro Ishii 750) this.width=750" border=0> "La misión divina de un médico es tratar la enfermedad, pero nuestro trabajo ahora es totalmente opuesto a esos principios" (Shiro Ishii) Las guerras que a lo largo de la historia han tenido lugar han sido un excepcional campo de pruebas y descubrimientos para la medicina. Las heridas producidas por las distintas armas han supuesto todo un desafío para los conocimientos médicos. Además, los prisioneros han supuesto para muchos ejércitos una fuente de sujetos para la experiemntación. El siglo XX, que nos ha aportado las guerras más mortíferas conocidas hasta el momento, así como la extensión de la guerra a las poblaciones civiles, no ha sido menos cruel y destructor en el ámbito médico. Las guerras recientes han generado médicos sádicos dispuestos a hacer toda clase de experimentos con cualquiera que cayera en sus manos. Todos hemos oído hablar de Mengele y sus investigaciones en Auschwitz. Pero hoy quiero apuntar en otra dirección, a otro país y otro médico menos conocidos y que hacen que Mengele parezca un santo a su lado. Se trata del Japón imperial y de Shiro Ishii y su Unidad 731. Shiro Ishii nació en 1892 y destacó en sus estudios de Medicina, lo cual le abrió el camino para trabajar en los principales hospitales militares del Japón. Allí inició sus investigaciones en torno a los principios de la guerra química y biológica desarrollados en la primera guerra mundial. A finales de los años 20 viajó a Occidente para investigar al respecto. Sus experimentos empezaron en 1932, pero no fue hasta el 36 cuando se formó la Unidad 731. Bajo su dirección se contruyó un complejo de unos 150 edificios (más de seis kilómetros cuadrados, unos 3000 empleados) cercano a la ciudad de Harbin, en China. Oficialmente, el complejo se dedicaba a la investigación para la purificación del agua. Pero en realidad se estaba desarrollando el programa químico y bacteriológico japonés. En los años siguientes y a partir de 1942, miles de prisioneros y de civiles fueron sujetos a pruebas con las armas que los alemanes proporcionaban al imperio del sol naciente. Se les inoculaba la peste bubónica, ántrax, cólera y muchas otras infecciones. El grado de crueldad fue aumentando, así como los campos de interés que se estudiaban en el complejo. Se hacían autopsias en vivo para enseñar anatomía a los alumnos, se practicaban abortos, se sometía a los prisioneros a temperaturas extremadamente bajas, descargas eléctricas, se les amputaban órganos o partes de órganos para ver cómo sobrevivían, se les provocaban ataques cardíacos, eran sometidos a altas y bajas presiones hasta que sus cuerpos se deformaban... Incluso amputaban y decapitaban sólo para comprobar que sus espadas estaban bien afiladas. Los prisioneros ni siquiera eran tales. Se les llamaba Maruta, es decir, troncos (objetos inertes, no humanos), y en su mayoría eran chinos, aunque también había coreanos, filipinos, y también prisioneros norteamericanos y europeos. La unidad 731 no era la única dedicada a estos menesteres, hubo varios campos más, todos bajo el mando y la supervisión de Ishii. Y sus labores se extendieron a los pueblos vecinos, puesto que sus epxerimentos incluían la diseminación de los gérmenes en poblaciones, para ver si las bombas biológicas que diseñaban funcionaban como ellos deseaban. Se calcula que sólo en la unidad 731 murieron entre 3000 y 12000 personas, y nadie sobrevivió. Cuando la guerra estaba a punto de acabar, las autoridades ordenaron destruir los complejos de investigación para que no quedaran indicios de lo que ahí se había hecho. Pero no obstante la rendición nipona en 1945, Ishii siguió con sus planes, entre los cuales estaba llevar a cabo un ataque biológico en los Estados Unidos. En uno de esos giros irónicos que da la historia, hay que señalar que los Estados Unidos capturaron a Ishii en 1946 y le ofrecieron la inmunidad a cambio de la información que había adquirido en sus años de experimentación con humanos. Ishii accedió, facilitando así la creación del programa de armamento biológico norteamericano. Ishii regresó a Japón con honores, y murió tranquilamente en 1959.

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